Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-
Imagen tomada de: Perfil Twitter @_Gelver_ |
Hablar, escribir, trinar, comentar o publicar alrededor de la aparente irresponsabilidad o incompetencia del encargado, por parte de la derecha colombiana, de la presidencia de Colombia, pareciera ser un ejercicio repetitivo y por supuesto ineficaz; sin embargo, estando a pepo y cuarta de las elecciones presidenciales, imagino que no sobra la tarea de señalar que, votar por lo mismo, no solo, sería incomprensible, sino peligroso.
Aunque desde tiempo atrás, me había impuesto una especie de
censura respecto al tema de la peste del Covid19, casi dos años después, tengo
que retomar el asunto, para seguir señalando la desastrosa ejecutoria en el
manejo de la peste, que el gobierno Duque, le impuso a mandatarios y
mandatarias regionales y locales, hecho este, que por supuesto, tampoco excusa
las desinteligencias que un número mayoritario de alcaldías y gobernaciones,
siguen cometiendo, a la hora del manejo de la crisis sanitaria de la variante Ómicron
del covicho.
Al parecer, el manejo de la pandemia en Colombia, quedó en
manos de un deficiente equipo asesor de imagen, antes que un equipo serio de
científicos de peso. El afán de presentarle a la maleable y desinformada
opinión pública de base colombiana, algunas cifras, pero sobre todo, anuncios,
que vendieran la idea, o mejor, la imagen de una buena ejecutoria del manejo de
la crisis sanitaria y económica, mientras se ejecutaban planes y programas de
emergencia dirigidos únicamente a unos pocos sectores amigos del gobierno
nacional, especialmente, aquellos relacionados con el renglón del comercio; ha
sido la impronta que tanto Duque, como su ministro de salud, le han dado a la
gestión de la peste.
Como consecuencia de la política de importaculismo social y
económico, orientada por los asesores de imagen con título de economistas, a
quienes Duque, les ha soltado el manejo del país; las cifras de apestados por
la última cepa del bicho, se dispararon de forma sustancial, no obstante que,
con antelación, científicos serios de Colombia y del mundo entero, ya habían
advertido sobre las consecuencias de una apertura súbita y simultánea de las
actividades económicas.
Encaramados en el eslogan, que no en una seria estrategia,
de reactivación económica, Iván Duque, en sus aparentes desvaríos de príncipe Caspian
de Narnia y su ejercito de bestias parlantes, se han empeñado en venderle a la
sociedad colombiana unos fabulosos relatos, en los que todo el mundo está
vacunado, la peste ya pasó, la economía colombiana es la mejor de Latinoamérica,
el desempleo sigue bajando, las infraestructuras hospitalarias y educativas son
las mejores del mundo; por lo que ad portas del fin de año 2021, le dio vía
libre al consumismo, el jolgorio, la parranda y el contagio masivo, a pesar de
los sabios consejos de los científicos y algunos economistas serios.
Con la peste galopando por doquier, a pesar de los intentos por disfrazar los peligros del contagio y la enfermedad, afirmando que e@_Gelver_
s una
gripita o el abrazo de Macta, el colombiano promedio ya no sabe qué hacer. Aunque
la economía va bien; sólo que, para unos pocos, (esto es, los exportadores de minería,
cocaína, café y dos o tres renglones más), el paisano de a pie, constata con
tristeza y rabia, que el publicitado (costosamente) aumento del salario mínimo,
no era cosa diferente a otro cuento de Narnia. El colombiano cotidiano, ahora
ya siente que él también hace parte de esas horribles estadísticas de gente que
ya no como tres veces al día y que, al paso que van las cosas; ya ni para dos
veces, alcanza el cacareado milloncito.
Junto con el horrible panorama de constante violación de
derechos humanos, con el que ahora, es mundialmente conocido el actual gobierno
de Colombia, a pesar de la insistencia en la negación constante de la verdad,
como política de Estado; el que dijo Uribe, sigue empecinado en convencer a
Raimundo y todo el mundo, de su constante perfeccionamiento en la estolidez, la
mentira y la irresponsabilidad, desviando la atención de la opinión pública
hacia sus constantes y bien calculadas metidas de pata, sus gazapos e
incoherencia, en tanto que prepara el camino de regreso a las épocas del terror
paramilitar y la seguridad democrática, para asegurar la continuidad de la
derecha en el poder por otros cuatro años más, con el pretexto de ser la única
salida que el desespero colombiano puede tener.
Aprovechando la estrategia del rio revuelto, en medio de
ataques terroristas y la desbordante corruptela del uribismo en el poder a lo
largo y ancho del territorio colombiano,
sin querer queriendo, ha impuesto una reforma laboral a la medida de sus
amigos empresarios, privilegiando la
economía de sus patrocinadores y para
seguir confundiendo y enturbiando las aguas de la opinión; ahora se hace el
loco con el manejo de la peste, obligando a todo el mundo a seguir exponiéndose
a la peste en empresas e instituciones educativas y a hacerse cargo por su
propia cuenta de las consecuencias, esto es, aislándose cuando se sienta
apestado, aprovechando su supuesto aislamiento para tramitar por cuenta y
riesgo propio, su incapacidad.
Don Iván Duque ha perfeccionado a limites inusitados, el
arte del importaculismo. Caracterizado como príncipe Caspian de Narnia-Colombia-Encanto,
hace todo lo habido y por haber, para venderse como un incompetente, un incapaz
o un mal asesorado, cuando en el fondo, ha perfeccionado las artes del engaño y
de la obediencia, ahora que, en apariencia el viejo Aslan del Ubérrimo,
pareciera sufrir, muy convenientemente, ataques de senilidad, intentando decidir
¿Quién será el próximo perfeccionista al que Uribe le dé su rugido de bendición?