LA VITRINA DE LA CONVERSA

lunes, junio 28, 2021

Ultraderecha en Colombia y la psicopatía exitosa


Ultraderecha en Colombia y la psicopatía exitosa

Imagen: listennotes.com
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

 De vez en cuando, quienes nos hemos dedicado a hacer público nuestro humilde punto de vista acerca de los eventos y personas que generan opinión pública, tenemos la necesidad de intentar hacer un alto en el camino, para revisar con mayor detenimiento, el contexto histórico de todo aquello, sobre lo que recurrentemente expresamos nuestra percepción. Siguiendo acaso con una de las consignas de los muchachos y muchachas durante estas jornadas de protesta; “parar para avanzar”, este es el momento de parar para revisar lo que le está pasando a Colombia.

 Por allá, por el año 2015, este servidor planteaba una comparación entre el llamado síndrome de Estocolmo (identificación, justificación y hasta relacionamiento sentimental de las víctimas del secuestro con sus secuestradores) y la relación entre la sociedad colombiana con su clase dirigente, especialmente, la clase política. En ese comentario ya se planteaba la necesidad de revisar con detenimiento esta especie de patología comunitaria de Colombia, para emprender una terapia nacional (ver: EL SINDROME DE ESTOCOLMO DE COLOMBIA (proclamadelcauca.com))

 Entre auto complacido y frustrado por la continua constatación de las sospechas acerca de la presencia de una especie de desorden sicológico comunitario de la sociedad colombiana, quien estas líneas suscribe, se rehusó a creer que tal condición clínica, realmente existiera, de hecho, al igual que muchos otros opinadores, también se suscribió a la teoría de la falta de educación política o en términos generales, de educación de calidad, como causante de esa enfermiza relación de codependencia entre las mayorías abandonadas y excluidas de la sociedad colombiana y los políticos adscritos a los partidos y movimientos de la derecha tradicional.

Un tiempo después, con curiosidad, pero, sobre todo con asombro, este opinador, leyó con ávido interés la columna de Ricardo Silva en El Tiempo de septiembre de 2019, titulada ¿Será que Colombia necesita un Psiquiatra General de la Nación? (Ver: Ricardo Silva: Historia de la locura en Colombia - Música y Libros - Cultura - ELTIEMPO.COM), en la que Silva Romero, desarrolla, como lo hacen los que saben, aquella vaga idea que, quien les escribe, había alcanzado a garabatear tiempo atrás. En las líneas de Romero Silva, se sustentó de manera más completa, la sospecha de la presencia de una anomalía en la salud mental de la sociedad colombiana, pero ahora, involucrando, o mejor, replanteando el esquema del síndrome de Estocolmo, para ponerlo en términos, no de la enfermedad de la víctima, si no en términos de la enfermedad de los victimarios.

Imagen: estilonext.com

La sospecha de la presencia de algún tipo de desorden sicológico comunitario, o al menos en buena parte de la comunidad, se vio reforzada en tiempos recientes, al atestiguar la manera en la que la mayoría de quienes pueden votar en Colombia, elegían una y otra vez, a quienes representaban las propuestas políticas soportadas en un modelo socio económico de gobierno de exclusión, desamparo, olvido y violencia, aun cuando públicamente la mayoría de miembros de la sociedad expresaran su desespero por la constante crisis económica y el desempleo, así como su deseo de paz, así lo evidenciaron los resultados de la consulta anti corrupción y la re elección del uribismo en el gobierno nacional, no obstante que durante la campaña electoral, planteara su objetivo de hacer trizas el Acuerdo de Paz, recientemente alcanzado.

Al hacer un muy superficial y muy limitado análisis sobre las características sicológicas de la clase política colombiana, para este humilde opinador los victimarios (En el esquema del Síndrome de Estocolmo), siguiendo con el planteamiento de Ricardo Silva, es posible encontrar que, efectivamente, la dirigencia colombiana, cumple con los presupuestos sintomáticos de quienes padecen lo que se conoce como Trastorno Antisocial de la personalidad - TAP(psicopatía), tales como: “falta de remordimiento o empatía por los demás, la falta de culpa o la capacidad de asumir la responsabilidad de sus acciones, el desprecio por las leyes o las convenciones sociales y la inclinación a la violencia y una naturaleza engañosa y manipuladora.”[1]

Imagen: elcolombiano.com

Es claro que, aunque hace falta una verdadera aproximación científica al fenómeno aquí esbozado, no obstante que ya existan algunas en el plano internacional, en las que la presencia de los TAP en la clase dirigente está sustentada (ver: Trastornos de Personalidad y Violencia. Artículo de Reflexión Para el Posconflicto Colombiano en Enlace ORCID: http://orcid.org/0000-0001-7495-0314  ), la afición de la dirigencia colombiana, al menos la de los últimos veinte años, por imponer por la fuerza sus puntos de vista, incluso con el abuso de la autoridad, irrespetando de paso, los derechos de las mayorías, evadiendo la responsabilidad e incluso, atribuyéndosela a las víctimas, confirma que la permanencia de la ultraderecha en el poder, es reafirmación de que en política, al menos en Colombia; la psicopatía en el poder es exitosa.

 

 

 

 

 

 

 



[1]Alonso, María y Skodol, Andrew, en: ¿Qué diferencia a un psicópata de un sociópata? y Trastorno de la personalidad antisocial (TPA), respectivamente. Disponibles en: ¿Qué diferencia a un psicópata de un sociópata? | Psyciencia y Trastorno de la personalidad antisocial (TPA) - Trastornos psiquiátricos - Manual MSD versión para profesionales (msdmanuals.com)

lunes, junio 21, 2021

HAY QUE CONVENCER A LOS DEL CENTRO

 HAY QUE CONVENCER A LOS DEL CENTRO

Imagen: Ecured.cu

Por: Omar Orlando Tovar Troches ottroz69@gmail.com

Ahora que gracias al sistema de comunicación del uribismo, nos hemos dado cuenta que las movilizaciones sociales tienen objetivos políticos y hasta electorales, se hace necesario empezar a dar los pasos precisos para transformar todas esas expresiones de descontento y reclamo de cambio, en  mecanismo efectivos para lograr que esas masivas movilizaciones en las calles, carreteras y redes sociales, se transformen en los votos para elegir a un nuevo congreso y ojalá a un nuevo ejecutivo nacional, que garanticen la oportunidad de construir un país distinto a este, que hemos heredado y que les estábamos heredando a las generaciones futuras.

Contrario a lo que planteaban las nuevas castas de opinadores y periodistas al servicio del gobierno de Duque, la dispersión de coordinaciones del Paro Nacional, traducidas en primeras, segundas, terceras y cuartas líneas, a lo largo y ancho de Colombia, antes que ser un signo de debilidad, al que tanto le apuntó y le apuntan los voceros de Uribe, tal dispersión; se ha convertido en un valioso recurso, lleno de novedosas perspectivas y formas de hacer política, que antes que chocar con la vieja dirigencia social, ha empezado a refrescar esos tradicionales modos de pensar y hacer.

Sin embargo, tras una larga batalla, en la que, efectivamente se alcanzaron grandes avances en lo reivindicativo, en lo político, pero, sobre todo; en lo organizativo, es preciso, no quedarse solo en los triunfos, que, aunque valiosos, aún son insuficientes para lograr un gran cambio del modelo, que por más de doscientos años ha ordenado a la sociedad colombiana. En este punto, los nuevos escenarios del Paro, llamadas Asambleas Populares Permanentes, tienen que servir, en primer lugar, como verdaderos puntos de encuentro democrático, de los cientos de miles de colombianos, desencantados e indignados con el sistema y con sus gobiernos, de forma tal, que lo que allí se acuerde y se mandate, sea fruto de verdaderas representatividades y del consenso.

De otro lado, al realizar los urgentes balances, es menester analizar el futuro mediato de las movilizaciones, en el entendido de que, la derecha ya  viene implementando toda una estrategia de manipulación de la opinión pública, por medio de informaciones tendenciosas, verdades a medias y de señalamientos, tanto al paro como a sus coordinaciones, de forma tal, que dentro de la memoria colectiva, se vaya posicionando al paro y a su dirigencia, como los causantes de la exclusión, la miseria, la violencia y la muerte que padecen millones de colombianos de todas las edades y no, los malos gobiernos de los partidos tradicionales, que han gobernado durante toda la historia republicana de Colombia.

Es precisamente en este punto, el de la manipulación de la opinión, en el que las dirigencias sociales de base, tienen que prestar especial atención, puesto que, si bien es cierto que a momentos de escribir estas notas, los porcentajes de favorabilidad que tienen las movilizaciones sociales y el paro, sobrepasan el 70%, también lo es, el hecho, fácilmente constatable, del paulatino re alinderamiento hacia el statu quo, por parte de algunos miembros de los estratos medios (personas con trabajo estable, propietarios de pymes, profesionales independientes emprendedores, como se auto clasifican y pensionados) que poco a poco, vienen sucumbiendo a la constante manipulación, que de ellos hace, la derecha colombiana, a través de su  sistema informativo.

Imagen: Coalición centrista de Colombia. Tomada de Confidencialcolombia.com
Este segmento de la población, el de los estratos socio económicos 3,4 y 5, es el sector de la sociedad colombiana, que ha encontrado en las posiciones de centro o de “apoliticismo”, un conveniente refugio, para protestar cuando sus intereses particulares se ven seriamente afectados (principalmente impuestos y tarifas de servicios públicos) y a la vez, para no involucrarse en lo que muchos de sus miembros consideran, polarizaciones innecesarias, cuando de reclamar los derechos de los otros estratos se trata. Es a este particular grupo poblacional, los del centro, al que toda la dirigencia social de base, debe prestar especial atención, para poder traducir sus reivindicaciones y exigencias sociales en votos.

La empatía que despertaron las novedosas movilizaciones sociales, la indignación y el rechazo que provocaron los desmanes del uribismo, pero sobre todo, una especie de hermandad en el desamparo, causada por el mal gobierno de Duque, alcanzadas dentro de miles de ciudadanos y ciudadanos de las capas medias urbanas, son los puntos de partida para empezar a construir, nuevas rutas de acercamiento, pero sobre todo, de pedagogía, para acabar de convencer, a este sector, de que en el centro político, no es posible encontrar la salida al atolladero, en el que la derecha de extremo nos ha dejado y que ya los alcanzó a ellos y ellas.

Hay que insistir en que este avance de la protesta social, también es el triunfo de la gente que se refugia en el mal llamado centro político, que es por la ruta de estar juntos y no por la salida facilista de apelar a hacernos pasito en elecciones, por donde se puede lograr el fin de este modelo corrupto e inhumano que nos está exterminando.

 

martes, junio 15, 2021

El espacio público como punto de encuentro de la protesta social y la política

El espacio público como punto de encuentro de la protesta social y la política

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

El desarrollo de las tecnologías de comunicaciones le ha aportado al ejercicio político masivo de las sociedades, un agregado importante: La omnipresencia del mensaje sobre el que las personas pretender crear cohesión social.

Si bien es cierto que la irrupción de las redes sociales de internet, le ha aportado unos elementos importantes a la movilización social, en lo atinente a la convocatoria o la propagación instantánea del discurso social sobre el que se quiere crear solidaridad, también lo es, el hecho verificado de que fenómenos como el de los Indignados en España, la primavera Árabe, o las protestas sociales de los pueblos ancestrales colombianos, siguen demostrando la importancia del encuentro o la toma de algún espacio público determinado, que ponga en el centro de la opinión pública; el o los asuntos sobre los que algún grupo determinado de la sociedad quiere ejercer su derecho a publicitar dicho interés político.

Convocatoria Paro en Colombia 2021, tomada de perfil facebook.

La sociedad se encuentra ahora en medio de dos “espacios públicos”; el históricamente buscado y aún hoy vigente, representado en las espacialidades físicas (plazas, parques, calles, carreteras) y el virtual ubicado en los medios masivos de comunicación y las redes sociales de internet. Ambas espacialidades han configurado otros tipos de movilización social, que no requieren de la convocatoria permanente a asambleas informativas y motivacionales de tal o cual grupo social, puesto que usa las herramientas comunicativas de las tecnologías de la comunicación para difundir el discurso central; que convoca a la acción política que se desea, tal como lo demostraron el M15 (indignados) en España, la Primavera Árabe o las protestas sociales en Latino América, que terminaron en la presencia de estos grupos sociales en los espacios públicos físicos de Madrid, El Cairo o en las carreteras del Sur-Occidente de Colombia.

Es claro apreciar que la movilización social es un fenómeno que, si bien tiene infinidad de motivaciones, en su conjunto; es la expresión política de cualquier sector de la llamada Sociedad Civil. El espacio público, como ya se anotó, deja de ser un elemento accesorio de dichos fenómenos, para convertirse en el elemento fundamental de estas expresiones sociales, ya que sigue siendo fundamental a la hora de visibilizar de manera presencial la adhesión que tiene cualquier discurso reivindicativo de la comunidad, no obstante, la irrupción de las redes sociales de internet a la hora de convocar y visibilizar estos fenómenos sociales.

La acción política siempre opera en la movilización social, cuando en determinado espacio público, este ente social movilizado desplaza su cuerpo, del lugar que se le ha asignado o cambiando el destino de dicho espacio, en la búsqueda de que ese  espacio físico de acción política, permita la posibilidad de que todos los sujetos de la movilización que se encuentren en calles, carreteras, plazas o incluso barricadas, sean considerados como sujetos de derechos que merecen la oportunidad de ser vistos y oídos.

Imagen de uno de los llamados Puntos de Resistencia (Calipso) en Cali-Valle-Colombia, Abril 2021- perfil de facebook

Movimientos como el 15M en España, la Primavera Árabe, las marchas de los indígenas en Colombia o los paros de Chile y Colombia, se han constituido en hitos sociales de búsqueda de apertura y decisión en lo político; en el seno de espacios públicos históricamente hegemonizados por la institucionalidad. De alguna manera la aparición y desarrollo de estos fenómenos sociales, intentó y logró cambiar la codificación estatal que ordena cómo y dónde podían expresarse las voces de la sociedad, qué es lo que se puede expresar y hasta cómo pueden los medios de comunicación mostrar lo que acontece en el espacio público.

En resumen, se puede afirmar, sin riesgo a equívoco, que la protesta social, la movilización o la convocatoria virtual en las redes sociales de internet buscan generar acciones que cambien en alguna forma el estado de las cosas, alterando momentánea o permanentemente, el orden urbano o rural normalizado institucionalmente, es decir; la protesta es una acción política premeditada.

 

 

jueves, junio 03, 2021

Colombia entre el romanticismo comunitario y el fascismo individualista

Imágenes: ciudadanos del sur del Cali armados junto a la Policía Colombia y marcha del silencio convocada por empresarios en Cali, mayo 2021- Perfil Facebook - El Tiempo
Colombia entre el romanticismo comunitario y el fascismo individualista

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

Por estos días de conflictividad social, en los que la indignación, pero sobre todo el desespero que expresan las mayorías en calles, carreteras y redes sociales, ha puesto en evidencia la verdadera realidad de Colombia, de cantidades inmensas de ciudadanos empujados sin remordimiento alguno hacia la pobreza y la miseria, con tal de mantener la confianza inversionista y las groseras ganancias del empresariado amigo del uribismo, se ven a sus voceros, los de los gremios, en noticieros, informativos  y hasta programas de variedades de radio, televisión e internet, llamando, ahora sí, a la búsqueda de consensos y de solidaridad, con ellos, los gremios; por parte de la comunidad hambrienta y desesperada que protesta.

Imagen Paro nacional Colombia 2021 de CLARO

La cosa, descrita así, no debería pasar de una irritante anécdota protagonizada por los voceros de la institucionalidad gremial. El problema con estos llamados a la solidaridad y a los acuerdos, es que éstos se hacen junto con la manipulación oportunista de las llamadas encuestas de opinión, a partir de la alteración de la verdad, por medio de piezas de propaganda oficial, hecha y difundida por los medios amigos del uribismo, en las que la justificada indignación y la constitucional protesta de la ciudadanía, termina siendo señalada como la culpable de todos los males de la nación.

La estrategia de tergiversación de la realidad social que padecen la mayoría de los colombianos, siempre ha tenido como finalidad, la construcción de un relato social, artificialmente consensuado, en el que lo realmente importante, es mantener una normalidad, así sea la mal llamada nueva normalidad de la peste, en la que a toda costa se debe resguardar, ya no la integridad física de la sociedad en su conjunto, sino la integridad del mercado, especialmente el sector comercio de la economía, para lo cual, el sacrificio mayor, incluso el de la vida misma, debe ser puesto por el ciudadano común, confiado depositario de las libertades de movilizarse, pero sobre todo de comprar, así no tenga con qué.

Dentro de esta lógica del mercado, situaciones de dislocación de la nueva normalidad de consumo, tales como la protesta social y las interrupciones de la movilidad, ponen en serios aprietos a poderosos sectores de la economía, que ven como su grosero incremento de ganancias, se ve interrumpido por la acción aleve, según ellos y algunas ellas, de vándalos desadaptados, que se rehúsan a mal vivir en el mundo de ensoñación consumista al debe, que gobierno y medios les venden y les imponen a través de las redes masivas de información.

Ya en este punto, en el que las mayorías de viejos y nuevos pobres, se han dado cuenta de la verdadera realidad económica, en la que la prosperidad es patrimonio exclusivo de unos pocos y la miseria es socializada entre las grandes mayorías, es en el que, de manera desesperada, la elite corporativista que gobierna Colombia, acude a la reconstrucción de su relato de búsqueda de consensos y de solidaridad, no necesariamente en búsqueda de más y mejores oportunidades y garantías de bienestar para todos, sino de más y mejores garantías de mantener el esquema en el que unos pocos siguen siendo beneficiarios de todas las gabelas del estado, a costa de la salud, la educación, el empleo y el buen vivir del resto de la sociedad.

Ante la imposibilidad de seguir con el meta relato del enemigo nacional del castro chavismo, o de un todo poderoso Gustavo Petro, como maestro titiritero del mal, tanto gremios como su gobierno, se han dado a la tarea de la construcción de otra narrativa en la que, el nuevo enemigo termine siendo la protesta social, que socaba las libertades del individuo y atenta contra el bienestar general, un enemigo de múltiples cabezas, pero que se pueden personalizar en los vándalos de primera y segunda línea, ahora declarados objetivos de alto valor para las FF.MM. y las auto defensas ciudadanas.

Imagen: Indígenas son atacados por ciudadanos armados del sur de Cali durante protestas 2021. Perfil Facebook.

Si bien es cierto que a la hora de escribir estas notas, ya se vienen dando, así sea a marchas forzadas, los primeros pasos para el esperado encuentro entre el gobierno nacional y las distintas expresiones de la protesta social, la desconfianza que siente la mayoría de los colombianos hacia la institucionalidad gremial y estatal, así como la intransigencia de sectores de la ultra derecha en el poder, no han permitido que se avance en la ruta de una negociación, en la que las justas reclamaciones de millones, acompasen el desaforado deseo de ganancias de unos pocos.

Este desencuentro no es cosa diferente que la expresión pública de una vieja contradicción social, no solo presente en Colombia, sino en muchas otras latitudes, en la que se enfrenta el romanticismo social alrededor de lo realmente comunitario y el individualismo extremo, devenido en la justificación del fascismo como mecanismo para mantener los privilegios de una minoría. Tal cual.