LA VITRINA DE LA CONVERSA

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lunes, octubre 16, 2023

¿Algún día tocaremos fondo?*

 

Niños de la Guajira. Imagen tomada de FNOTICIAS Periódico digital

Por: Hernán Riaño

La estupidez, el sectarismo, el oportunismo político, la ruindad y, en últimas, la catadura asesina de la derecha colombiana prefiere que se sigan muriendo los niños de hambre y de sed en esa zona del país por culpa de sus partidos.

Escribo esta columna, obligado por las declaraciones públicas de varios “dirigentes” de la ultraderecha colombiana ante la sentencia de la Corte Constitucional sobre el decreto de declaración de emergencia económica para el departamento de la Guajira. No opinaré sobre la sentencia, solo de las manifestaciones de alegría de miembros del Centro Democrático (1) y otros sectores.

No entiendo como un ser humano con dos dedos de frente, como decíamos antes, se puede alegrar y salir a manifestar con orgullo, porque según ellos Petro perdió.

¿Perdió?, ¿qué perdió? ¿Acaso la declaración de emergencia en uno de los departamentos más deprimidos y castigados por la corrupción por los partidos de extrema derecha, lo beneficiaba a él? La estupidez, el sectarismo, el oportunismo político, la ruindad y, en últimas, su catadura asesina prefiere que se sigan muriendo los niños de hambre y de sed en esa zona del país por culpa de esos partidos. Y no solo se han robado los recursos departamentales y municipales, sino que no quieren dejar que el problema tenga ningún tipo de solución. ¿De qué están hechos esos personajes? “¿No les corre sangre por las venas?”, decían las señoras antes, frente a hechos menos crueles. Se necesita ser muy indolente e inhumano para alegrarse de que no llegue solución a la Guajira.

Este es un hecho más que ha ratificado quiénes son y por qué hacen lo que hacen. Se suma a las confesiones de militares en Yopal, Casanare, de asesinatos de Estado (mal llamados falsos positivos) y hasta un exdirector regional del desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad DAS, quien dijo que las órdenes llegaban de la presidencia de la República (2); las confesiones de Mancuso, los hornos crematorios señalados por él (como en el régimen Nazi), en que según versiones de investigadores se presumen 500 víctimas; y en meses anteriores los 6.402 asesinatos cometidos por el Estado en asocio con los paramilitares, terratenientes y líderes políticos de la derecha de las regiones; los decenas de miles de desaparecidos y los millones de desplazados; y… siguen los descubrimientos de hechos sangrientos todos los días ocasionados por la barbarie y las ansias de tierras y poder de la ultraderecha colombiana.

Pasan los días, más casos de horror se conocen y la sociedad colombiana, impávida, no dice nada, es como si no fuera en este país, como si no les importara porque no es con ellos. Solo algunos se atreven a manifestar su descontento con estos líderes y por ello son calificados de mamertos, terroristas y no sé qué más cosas por estos sectores recalcitrantes. Si las manifestaciones de alegría de la ultraderecha deben ser condenados, mucho más el silencio y la actitud pasiva de la mayoría de los colombianos.

¿Qué le van a contestar a las siguientes generaciones cuando les pregunten qué hicieron ante la barbarie de la extrema derecha y sus sectores delincuenciales? ¿Qué explicación les van a dar? Creen que, como históricamente ha pasado en nuestro país, estos hechos los van a ocultar con el tiempo y que se olviden, como ha ocurrido recientemente en Colombia. Recordemos como se mataban los colombianos en la época de la violencia partidista, recordemos el llamado corte de franela, con el que no solo mataban a los liberales sino que de lo que se trataba era humillarlos, recordemos las motosierras de los paramilitares y su juego de fútbol con los cráneos de niños asesinados, recordemos las violaciones de niñas, recordemos los criaderos de cocodrilos ,  recordemos los hornos crematorios en los que desaparecían colombianos, recordemos las confesiones de paramilitares y militares sobre los mal llamados «falsos positivos», recordemos…

Se dice popularmente que para poder salir del hoyo primero hay que tocar fondo, pero en nuestro país nos hundimos y nos hundimos y nunca lo tocamos. ¿Será que el hoyo de Colombia no tiene fondo o eso es lo que quieren que creamos los de la extrema derecha y sus estúpidos votantes para mantenernos cada día más oprimidos?

Sigo esperando las reacciones de rechazo de quienes los apoyan y los eligen, especialmente del departamento de la Guajira. Ojalá hoy sí se hagan sentir y en las elecciones del 29 de octubre el país rechace en las urnas a estas personas que no solo han vivido a costa del erario, crean las desgracias de los ciudadanos, no las solucionan y se alegran con ellas.

(1) https://www.noticiasrcn.com/colombia/paloma-valencia-pide-tumbar-decreto-de-la-guajira-451685

https://twitter.com/PalomaValenciaL/status/1708917016403275867 

https://www.msn.com/es-co/noticias/other/miguel-uribe-celebra-fallo-de-la-corte-dice-que-gobierno-manosea-institucionalidad/ar-AA1hA1sw

*Texto publicado originalmente en https://www.sonoticias.com.co/ y compartido con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad del periodista Otto Hernán Riaño

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad. Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

 

martes, septiembre 26, 2023

LOS "ARGUMENTOS" DE LA EXTREMA DERECHA*

En la imagen: Principales figuras de la derecha en Colombia. Tomada de semana.com

Por: Hernán Riaño

Lo primero que tenemos que preguntarnos es: la extrema derecha (uribismo) ¿tiene argumentos? Sin dar aún respuesta a la pregunta y haciendo un acto de fe, creyendo que sí los tiene, analizaremos sus actuaciones antes y después del primer gobierno democrático de Colombia.

Durante los gobiernos de la derecha, en especial los 8 de Uribe, 8 de Santos y 4 de Duque, lo que se vio en el país fue una consolidación del poder de este sector político, representado en los grupos empresariales que tienen el poder en Colombia. El despojo de tierras y su posterior “legalización” con ventas acomodadas a los grandes empresarios, el saqueo permanente de los dineros públicos para favorecer a políticos y grupos económicos, el lavado de activos en el cual se han visto involucrados personajes de la “vida nacional”, negociados, evasión y elusión de impuestos, comisiones para altos dignatarios por conceder licitaciones, robo descarado de recursos naturales como el caso denunciado recientemente en Ecopetrol, etc., etc., y muchos etcétera que nunca, pareciera , se van a acabar de descubrir y todo esto acompañado por el empobrecimiento, pérdida de trabajo decente y miserabilización de la sociedad colombiana. 

Llegaron las elecciones regionales en las que se juegan intereses de cada lado. De la extrema derecha: mantener su dominio territorial, que, para ellos, señores feudales, es muy importante conservar su dominio en la región de “su propiedad” 

Este dominio fue impulsado con las manifestaciones de odio de Álvaro Uribe contra los jóvenes, maestros, campesinos, sindicalistas y pueblo colombiano, en general; todo el que no pensara como él y sus seguidores era calificado con cantidad de términos inventados por el ex para generar su animadversión y en muchos casos persecución y muerte. Total, que nunca presentaron ningún argumento para nada, eran dueños absolutos de vida y bienes de los pobres de Colombia y no le dieron nunca explicaciones al país de sus actos, no tenían necesidad, ya que sus medios de comunicación justificaban estas actuaciones todos los días.

En la campaña electoral del año 2.022 y ante el “susto” de que subiera Gustavo Petro, esas elecciones fueron plagadas de ataques, mentiras, calumnias, medias verdades y todo tipo de bajezas, por parte de la extrema derecha. Con la llegada del primer gobierno democrático en el año 2.022, ellos decidieron declarase en oposición, para tratar de frenar las reformas que necesita nuestra sociedad para dar el salto a un Estado medianamente moderno. Pero la metodología no cambió, lo que se ha visto en este primer año largo de gobierno es una oposición autodenominada “inteligente” sin ningún argumento, la única arma que tiene y decidieron usarla con más fiereza, las mentiras, calumnias, amenazas y todo tipo de ataque rastrero, sin ninguna prueba ni soporte real, solo con el ánimo y deseo que no se logre el cambio y un país en paz. 

Infortunadamente para el periodismo, es que el mejor aliado que han tenido Uribe y sus “muchachos”, son los medios de comunicación llamados tradicionales o comerciales, que no han tenido ni un ápice de decencia pues se inventan mentiras todos los días, calumnian a funcionarios del gobierno, les inventan situaciones que nunca han sucedido y hasta con la familia de Petro y algunos de los miembros del gobierno se han metido, sin ningún pudor ni importarles el daño que pudieran causar. Además, siguen justificando todos los casos de corrupción y desfalco de los gobiernos anteriores, hasta la famosa “seguridad democrática” (que hoy ya sabe el país en que consistió realmente), sigue siendo justificada por algunos de esos medios, a pesar de las confesiones de militares (hasta generales) que mostraron la verdad de los asesinatos cometidos durante el gobierno de Uribe. El ex sigue siendo entrevistado a mañana y noche por emisoras y canales para que justifique sus actuaciones.

Con este panorama llegaron las elecciones regionales en las que se juegan intereses de cada lado. De la extrema derecha mantener su dominio territorial, que, para ellos, señores feudales, es muy importante conservar su dominio en la región de “su propiedad” y para los verdaderos demócratas, llegar a los poderes legislativos de departamentos, municipios y localidades para garantizar la posibilidad de hacer las reformas impulsadas desde el gobierno nacional. A unas semanas de ir a elecciones se ve lo mismo desde la campaña de 2.022 pero con más fiereza, los partidos de derecha, al unísono, repiten, junto con sus medios de comunicación, las mismas mentiras y calumnias que llevan repitiendo. No presentan argumentos de nada, no hay programas, no hay propuestas, solo violencia verbal y, ya se ve violencia física.

Desde el inicio del gobierno la táctica mediática y de los políticos de ultraderecha ha sido inventarse “escándalos” a base de mentiras y calumnias, cuando se ven “pillados” ya tienen listo otro “escándalo” y así semana tras semana para tratar de minar la confianza de los ciudadanos y tapar todos los delitos y posibles delitos que se vienen descubriendo todos los días y que envuelven a los gobiernos de desde el primero de Uribe.

La respuesta a la pregunta de que si ¿la extrema derecha tiene argumentos? La respuesta es no; cuando unas personas recurren a las mentiras, calumnias, violencia verbal y física es la demostración de que no hay argumentos.  Desmond Tutu, arzobispo africano, pacifista y líder anti-Apartheid acuñó esta frase: "No levantes la voz, mejora tu argumento", a propósito de la violencia en África, que nos viene como anillo al dedo en la actual situación.

Y no hay argumentos porque sus verdaderos intereses son seguir viviendo a costillas del Estado como lo han hecho históricamente. Pero con este gobierno y con la ayuda de las redes sociales han quedado al descubierto, todos los días se les destapan más hechos que demuestran lo que estaban haciendo con Colombia; desfalcos y robos de toda clase, dejaron al país en la miseria y con unos problemas tan graves que en muchos casos no se sabe cómo solucionarlos. Esta situación la mostró en una columna Salomón Kalmanovitz antes de la posesión de Petro y un año después los hechos demuestran que no solo tenía razón, sino que la situación tiene visos de catástrofe (1). Ante esta realidad solo les queda atacar, mentir, intentar golpes, aliados con la fiscalía callar a quien denuncie, apoyarse en sus medios de comunicación para que les tapen todos los actos de corrupción y desfalco del erario.

Esto se vio recientemente con la reforma a la salud, los dueños de las EPS quedaron como mentirosos ante el país al enviar una carta al presidente en la que anunciaban, prácticamente, un inminente cierre de servicios de salud, que, porque “el gobierno no les había pagado”, la respuesta fue contundente, se les demostró, no solo, que, si les pagan, sino que el gobierno lo hace por anticipado. Al verse descubiertos, ayudados por los medios, salieron a justificar la misiva diciendo que sí les pagaban pero que la plata no les alcanzaba, a pesar de que este gobierno ¡les aumento por encima de lo que ellos pedían! No cuentan cuánto dinero sacan para su beneficio de la cantidad de billones que el gobierno les gira anualmente ni los sueldos de ministro que tienen los ejecutivos de esas empresas con los impuestos de todos los colombianos. Y la atención a los usuarios es cada vez peor. Nunca han dado los argumentos de beneficio para el país de las EPS y además nadie sabe cuáles son. Pero eso sí, utilizan todo su poder económico (con dineros públicos) para defenderse, callar opositores y calumniar la reforma para que no sea aprobada. Este es solo un ejemplo de la actuación de la extrema derecha y su falta de argumentos, hay muchos en todos los campos.

Esos "argumentos" de la derecha los usan los llamados de centro, a los que llaman “tibios”, los que se autodenominan "alternativos y dignos". Hemos visto muchos parlamentarios que se hicieron elegir dizque “apoyando” a Petro, ahora en las toldas de la ultraderecha atacando como cualquier uribista reconocido. Hasta miembros de partidos de “izquierda” se han visto, en confusas situaciones, aparentemente apoyando a candidatos al concejo del Centro Democrático. Nada de argumentos solo intereses partidistas y personales.

Pero lo más grave es que en la calle uno oye a la gente más pobre, sin empleo, sin educación ni con que comer, argumentando sin fundamentos e influenciados por la extrema derecha, acusando de esto o aquello al gobierno democrático. Esos son los responsables de que la ultraderecha siga vigente en nuestro país. Los culpables de que los feudales sigan en el poder, son estos descamisados que no han tomado consciencia, y no sé si quisieran hacerlo, de que su suerte haya sido y sea causada por ellos, sino que prefieren seguir siendo esclavos muertos de hambre. Ellos son la fuente de poder de que los poderosos sigan explotando al país y a sus ciudadanos.

Hay que plantear un debate con argumentos en los que se muestre la realidad de lo hecho por la ultraderecha en los últimos 30 años, cuáles son las consecuencias de sus actos, de la implantación del caduco neoliberalismo que solo ayudó a los más ricos en detrimento de los pobres y que los ciudadanos no se dejen influenciar por los ataques rastreros y sin fundamentos, sino que averigüen la verdad. A eso es que le tienen miedo, a que se sepa la verdad.

(1) https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/salomon-kalmanovitz/el-corrupto-legado-de-duque/

*Texto originalmente publicado en SoNoticias – Periodismo y compartido a la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad del periodista Otto Hernán Riaño.

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad.  Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

  

miércoles, junio 28, 2023

Camaleones al acecho

Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-

La lectura del interesante texto de Robert Misik: Los fascistas históricos también fueron camaleones políticos [1] permite comprender algunos de los comportamientos de la derecha colombiana, tan afín a la ultraderecha internacional, incluida su capacidad camaleónica para adaptar sus discursos y comportamientos a contextos zurdos o progresistas, como vergonzantemente se auto percibe hoy día, la timorata izquierda colombiana.

Y es que; tanto en Europa como en Latinoamérica han aparecido (desde hace rato) los síntomas del resurgimiento del Fascismo como respuesta a la crisis cultural, ambiental y, sobre todo económica, ocasionadas por el innegable éxito del capitalismo, llevado a sus límites de eficiencia por el sector financiero y por los avances en las tecnologías y estrategias de la información y las telecomunicaciones. La incertidumbre y la desesperanza de cientos de millones de personas alrededor del mundo víctimas de todas las formas de violencia (exclusión, falta de oportunidades, analfabetismo tecnológico, desempleo, hambre, delincuencia, guerras, desplazamiento y muerte) se constituyen en el terreno abonado por las, cada día más reducidas, élites económicas para seguir aumentando sus obscenas riquezas y su poder político.

En un preocupante contexto social, como el recién descrito y aprovechando el importaculismo colombiano, consecuencia del modelo educativo predominante, en el que la capacidad de análisis crítico de un importante número de paisanos y paisanas es nula, la derecha colombiana ha emprendido la tarea de la reconquista del gobierno nacional, usando la manipulación demagógica a través de sus mandaderos en los medios de comunicación y en tiempos electorales, de sus mandaderos en los partidos políticos.

Tristemente, un buen número de dirigentes “progresistas”, ahora degustando las mieles del poder se han contagiado de las malas artes de quienes “sí saben hacer la política” y han implantado al interior de la estructura del Pacto Histórico, las mismas prácticas clientelares y transaccionales de los partidos tradicionales de derecha.

La histórica y desesperante falta de seriedad de una vieja dirigencia de izquierda, que, salvo haber renunciado a su identidad ideológica, con tal de conseguir los votos de los indecisos, nada ha hecho desde su privilegiado pedestal en la dirección de los movimientos y partidos llamados ahora como progresistas, para ponerlos a tono frente a las nuevas realidades sociales y económicas de Colombia. Frente a esta papaya estratégica, los mandaderos políticos de las élites han emprendido la tarea de infiltrar sus fichas, e incluso camuflarse ellos mismos entre esa masa informe de organizaciones que se llaman eufemísticamente como Alternativas, para aprovechar el buen nombre del Pacto Histórico y así poder reafirmar el poder local y regional de una derecha, cada vez más poderosa y cada vez más cercana al fascismo.

A lo largo y ancho del territorio colombiano es posible constatar cómo, de la noche a la mañana, el camaleonismo político hace de las suyas. Aprovechando el éxito alcanzado por el exsenador Roy Barreras (epítome del camaleonismo (voltearepismo que llaman)), por el santismo y una buena parte de la godarria no uribista; el Pacto histórico se ha visto asaltado por una serie de personajes, devenidos de la nada política e incluso, de la misma derecha extrema, reclamando para ellos la vocería zurda del Pacto. Háganos el bendito favor.

Tristemente, un buen número de dirigentes “progresistas”, ahora degustando las mieles del poder (¿?) se han contagiado de las malas artes de quienes “sí saben hacer la política” y han implantado al interior de la estructura del Pacto Histórico, las mismas prácticas clientelares y transaccionales de los partidos tradicionales de derecha. De cara a las próximas elecciones regionales y locales, se oyen y se leen denuncias sobre intercambios de votos por puestos, contratos, proyectos o recomendaciones; cuando no, el intercambio de apoyos a candidaturas en lo regional a cambio del favorecimiento de tal o cual candidatura local. El mercantilismo electoral de la derecha ahora rampante entre algunos dirigentes del Pacto. Háganos el bendito favor.

Y ahí al lado derecho del Pacto, los nuevos partidos y movimientos recién inaugurados con personería jurídica, lo mismo que movimientos y organizaciones sociales legitimadas dentro del pacto, entregando avales y recomendaciones a lo que da el pupitrazo y la firma; postergando, una vez más, la esperanza de cambio de las formas de hacer política y de gobernar por la que votamos el año pasado. No es raro entonces, ver concejales, diputados y ex funcionarios de los partidos de derecha, haciendo lobby presencial en Bogotá, vía telefónica o por zoom con los coordinadores del Pacto, para poder hacerse a los preciados avales del pacto y así poder reencauchar a esos cadáveres exquisitos de la rancia derecha colombiana, ahora perfumados con el logo del Pacto Histórico.

! Háganos el bendito favor. El camaleonismo político al acecho y al ataque ¡

Las ñapas: 

1a. El autor de estas líneas sigue auto percibiéndose de izquierda.

2a. La auto crítica es la vacuna contra la autocomplacencia y los desafueros del Poder.

3a. Se le recomienda a la dirigencia de los partidos y movimientos del Pacto Histórico, pero, sobre todo, a su militancia y simpatizantes la lectura de:

Si la izquierda no asume que tiene que construir dispositivos ideológicos y comunicacionales para dar la batalla cultural, estamos muertos”. Pablo Iglesias en: https://larosaroja.org/si-la-izquierda-no-asume-que-tiene-que-construir-dispositivos-ideologicos-y-comunicacionales-para-dar-la-batalla-cultural-estamos-muertos-pablo-iglesias/

 

 





[1] Los fascistas históricos también fueron camaleones políticos. Publicado en: https://ctxt.es/es/20221201/Firmas/41407/ultraderecha-fascismo-nazismo-historia-judios-hitler-robert-misik.htm



lunes, junio 28, 2021

Ultraderecha en Colombia y la psicopatía exitosa


Ultraderecha en Colombia y la psicopatía exitosa

Imagen: listennotes.com
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

 De vez en cuando, quienes nos hemos dedicado a hacer público nuestro humilde punto de vista acerca de los eventos y personas que generan opinión pública, tenemos la necesidad de intentar hacer un alto en el camino, para revisar con mayor detenimiento, el contexto histórico de todo aquello, sobre lo que recurrentemente expresamos nuestra percepción. Siguiendo acaso con una de las consignas de los muchachos y muchachas durante estas jornadas de protesta; “parar para avanzar”, este es el momento de parar para revisar lo que le está pasando a Colombia.

 Por allá, por el año 2015, este servidor planteaba una comparación entre el llamado síndrome de Estocolmo (identificación, justificación y hasta relacionamiento sentimental de las víctimas del secuestro con sus secuestradores) y la relación entre la sociedad colombiana con su clase dirigente, especialmente, la clase política. En ese comentario ya se planteaba la necesidad de revisar con detenimiento esta especie de patología comunitaria de Colombia, para emprender una terapia nacional (ver: EL SINDROME DE ESTOCOLMO DE COLOMBIA (proclamadelcauca.com))

 Entre auto complacido y frustrado por la continua constatación de las sospechas acerca de la presencia de una especie de desorden sicológico comunitario de la sociedad colombiana, quien estas líneas suscribe, se rehusó a creer que tal condición clínica, realmente existiera, de hecho, al igual que muchos otros opinadores, también se suscribió a la teoría de la falta de educación política o en términos generales, de educación de calidad, como causante de esa enfermiza relación de codependencia entre las mayorías abandonadas y excluidas de la sociedad colombiana y los políticos adscritos a los partidos y movimientos de la derecha tradicional.

Un tiempo después, con curiosidad, pero, sobre todo con asombro, este opinador, leyó con ávido interés la columna de Ricardo Silva en El Tiempo de septiembre de 2019, titulada ¿Será que Colombia necesita un Psiquiatra General de la Nación? (Ver: Ricardo Silva: Historia de la locura en Colombia - Música y Libros - Cultura - ELTIEMPO.COM), en la que Silva Romero, desarrolla, como lo hacen los que saben, aquella vaga idea que, quien les escribe, había alcanzado a garabatear tiempo atrás. En las líneas de Romero Silva, se sustentó de manera más completa, la sospecha de la presencia de una anomalía en la salud mental de la sociedad colombiana, pero ahora, involucrando, o mejor, replanteando el esquema del síndrome de Estocolmo, para ponerlo en términos, no de la enfermedad de la víctima, si no en términos de la enfermedad de los victimarios.

Imagen: estilonext.com

La sospecha de la presencia de algún tipo de desorden sicológico comunitario, o al menos en buena parte de la comunidad, se vio reforzada en tiempos recientes, al atestiguar la manera en la que la mayoría de quienes pueden votar en Colombia, elegían una y otra vez, a quienes representaban las propuestas políticas soportadas en un modelo socio económico de gobierno de exclusión, desamparo, olvido y violencia, aun cuando públicamente la mayoría de miembros de la sociedad expresaran su desespero por la constante crisis económica y el desempleo, así como su deseo de paz, así lo evidenciaron los resultados de la consulta anti corrupción y la re elección del uribismo en el gobierno nacional, no obstante que durante la campaña electoral, planteara su objetivo de hacer trizas el Acuerdo de Paz, recientemente alcanzado.

Al hacer un muy superficial y muy limitado análisis sobre las características sicológicas de la clase política colombiana, para este humilde opinador los victimarios (En el esquema del Síndrome de Estocolmo), siguiendo con el planteamiento de Ricardo Silva, es posible encontrar que, efectivamente, la dirigencia colombiana, cumple con los presupuestos sintomáticos de quienes padecen lo que se conoce como Trastorno Antisocial de la personalidad - TAP(psicopatía), tales como: “falta de remordimiento o empatía por los demás, la falta de culpa o la capacidad de asumir la responsabilidad de sus acciones, el desprecio por las leyes o las convenciones sociales y la inclinación a la violencia y una naturaleza engañosa y manipuladora.”[1]

Imagen: elcolombiano.com

Es claro que, aunque hace falta una verdadera aproximación científica al fenómeno aquí esbozado, no obstante que ya existan algunas en el plano internacional, en las que la presencia de los TAP en la clase dirigente está sustentada (ver: Trastornos de Personalidad y Violencia. Artículo de Reflexión Para el Posconflicto Colombiano en Enlace ORCID: http://orcid.org/0000-0001-7495-0314  ), la afición de la dirigencia colombiana, al menos la de los últimos veinte años, por imponer por la fuerza sus puntos de vista, incluso con el abuso de la autoridad, irrespetando de paso, los derechos de las mayorías, evadiendo la responsabilidad e incluso, atribuyéndosela a las víctimas, confirma que la permanencia de la ultraderecha en el poder, es reafirmación de que en política, al menos en Colombia; la psicopatía en el poder es exitosa.

 

 

 

 

 

 

 



[1]Alonso, María y Skodol, Andrew, en: ¿Qué diferencia a un psicópata de un sociópata? y Trastorno de la personalidad antisocial (TPA), respectivamente. Disponibles en: ¿Qué diferencia a un psicópata de un sociópata? | Psyciencia y Trastorno de la personalidad antisocial (TPA) - Trastornos psiquiátricos - Manual MSD versión para profesionales (msdmanuals.com)

sábado, mayo 01, 2021

VANDALISMO COMO NUEVO CLICHE DEL PODER

 

VANDALISMO COMO NUEVO CLICHE DEL PODER

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-


Imagen tomada de: El Español Digital
Declarar que el lenguaje, también es un instrumento de guerra, es lo mismo que descubrir que el agua moja o que el fuego quema. De hecho, lingüistas, filósofos, sociólogos y profesionales de la comunicación social, han desarrollado un amplio compendio de esta, no tan noble característica del lenguaje, a través del estudio de la pragmática.

Ya desde mediados del siglo XX, estudiosos del lenguaje como Austin, Wittgenstein, Kraus, entre otros más, ya venían analizando el uso del lenguaje como mecanismo social de manipulación del inconsciente colectivo, para alcanzar fines políticos de exaltación de supuestos valores patrióticos como la supremacía de una raza o clase, la defensa de la nación o la patria, e incluso de una idea o ideas de conveniencia para sostener el Statu Quo de quienes detentan, momentáneamente el poder, en una determinada sociedad.

A propósito de las recientes jornadas de protestas en Colombia, con motivo del rechazo generalizado al proyecto de ley de reforma tributaria, presentado a destiempo y mantenido a fuego y sangre por Duque en el Congreso colombiano, vale la pena hacer notar cómo, efectivamente, desde hace unos veinte años para acá, el uso del lenguaje como herramienta de guerra, ha sido uno de los elementos principales de la estrategia para mantenerse en el poder, utilizados por la derecha colombiana.

Foto Facebook
Rafael Núñez Florencio[1], en su reseña del ensayo Lenguaje y Guerra de Kovacsics, plantea que: “…el medio de propaganda más eficaz del hitlerismo no eran los discursos ni los símbolos, ni nada que se registrase a nivel consciente, sino las palabras aisladas y expresiones que se repetían y se terminaban por adoptar de forma mecánica e inconsciente.”, en ese mismo sentido, tal como lo plantea Núñez, el uso de algunos términos, o mejor, adjetivos, para señalar, etiquetar, descalificar, denostar o insultar a los adversarios políticos, también ha sido una práctica acostumbrada por los poderosos en Colombia.

Al empleo denostativo de palabras como: “indio”, “negro”, “marica”, “puta”, para referirse de manera ofensiva a una persona o para indicar que su comportamiento no concuerda con el que se supone deben tener las llamadas “Gentes de bien”, también se sumo la adjudicación de palabras, ya no tan “vulgares” y más correctas, políticamente hablando, para señalar el supuesto mal comportamiento de aquellas personas, salidas del esquema oficial de conducta, impuesto por quienes han detentado y ejercido el poder durante años recientes, tales como “Chusmero”, “pájaro”, “Guerrillo”, “comunista”, “cachiporro”, “terrorista”, “traqueto”, “narco” o “narco-terrorista”.

En este mismo orden de ideas, el uso repetitivo de unos nuevos términos, con una fuerte intención política de descalificación social; ha permitido que esta acción ilocutiva de la derecha, haya posicionado en el inconsciente colectivo de la sociedad colombiana, expresiones como, “castro-chavista”, “mamerto” y “vándalo”, como sinónimos o equivalentes de “terrorista”, “guerrillero”, “comunista”, “satánico”, cuando son utilizadas para describir a esos “indios”, “negros” o “guaches”, o cualquier otra persona, que se empecine en demostrar su inconformidad de manera pública, bien sea, a través de las redes sociales, prensa tradicional o, lo que es peor, protestando en la calle.

Vándalo se ha convertido en el más reciente calificativo, utilizado por la derecha, en su estrategia comunicacional, para señalar a todas aquellas personas que públicamente se rehúsen a ceñirse a los mandatos de un nuevo marco de convivencia, convenientemente diseñado, no para la defensa de bienes, honra y vida de TODOS los colombianos, sino para la defensa de los bienes, la honra y la vida de unos POCOS colombianos, cercanos al poder. Se usa Vándalo y vandalismo, para no usar Terrorista y terrorismo, debido a las fuertes implicaciones jurídicas que usar tales calificativos, podría acarrear a quien lo haga, sobre todo, en las cortes internacionales.

Imagen tomada de: El Periódico
El hecho es que, así como el aparato propagandístico de la derecha colombiana, puso de moda, eso si con intención de manipulación, términos como “mermelada”, “pos verdad” y “polarización”, para señalar en la oposición “mamerta” y “castro chavista”, todos los malos comportamientos, nacidos y practicados en el seno de la cofradía del epítome de la ultra derecha colombiana; el Centro Democrático y sus apéndices, los partidos de la coalición duqista; así mismo, ha venido tratando de imponer, a punta de descarada repetición, en los medios de comunicación propios y aliados, al término Vándalo, para tratar, por un lado, de estigmatizar y hasta judicializar a la oposición y a quienes ejercen el derecho a la protesta, y por el otro, justificar, la decisión de imponer una especie de dictadura, para reprimir, los actos vandálicos de la “mamertería” nacional.

En todo caso, y para concluir, es preciso retomar a Núñez, cuando, citando a Kafka, afirma del uso del lenguaje como instrumento de guerra: “Cuando la palabra se convierte en vasalla de la voluntad política, supeditada a unas decisiones establecidas de antemano, su rol deviene “absolutamente accesorio y servil””. Amén.

 



[1] RAFAEL NUÑEZ FLORENCIO, Guerra y lenguaje- Adan Kovacsics, 28 febrero, 2008, tomado de: Guerra y lenguaje | El Cualltur

viernes, diciembre 11, 2020

GANAR SI O SI LA PRESIDENCIA DE COLOMBIA EN EL 2022


                     Foto: Gustavo Petro-Senador Lista de la Decencia-Colombia Humana

Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-

La peor tragedia política que ha padecido la sociedad colombiana en los últimos años, es haber permitido que la cultura traqueta, impuesta por los señores y señoras de la guerra, a través de sus mandaderos en el congreso y presidencia de Colombia, impusieran, no sólo el modus vivendi del país entero, sino,  el qué hacer de la democracia colombiana.

La influencia de la contra cultura del narcotráfico ha calado tan profundo en el inconsciente colectivo del colombiano promedio, que hoy es casi imposible separar la vida normal de la sociedad, de la influencia del negocio de las sustancias psico activas de comercio ilícito, de hecho, se ha llegado al extremo de romantizar la vida de los capos asesinos de los carteles de la droga y la minería ilegal colombiana, a un extremo tal, que incluso, el otrora serio, canal cultural Discovery Channel, ha dispuesto buena parte de su parrilla, para reforzar el mito de Robin Hood criollo de Pablo Escobar, y ni hablar de la narcotización de las políticas públicas de los gobiernos colombianos, plegados a las directrices de la DEA.


Es en este narcótico escenario, en el que la derecha colombiana, hoy encabezada y liderada con férrea mano, por el ex presidente y ex senador Alvaro Uribe Velez, despliega su influencia y su poder, a través de medios de comunicación y comunicadores afines a su ideología, que refuerzan continuamente los elementos primordiales de la contra cultura del narco en la sociedad colombiana. Aunque se lea y suene traído de los cabellos, paulatinamente, esta, ya prolongada estrategia de propaganda, ha venido socavando algunos pilares fundamentales de la moral pública, a tal punto, que el comportamiento delincuencial, o como mínimo carente de ética de algunos líderes y lideresas del uribismo, hoy día son acogidos como normales o como marcos de referencia social para muchos colombianos, así lo demuestran, los resultados electorales obtenidos por la derecha en las últimas elecciones.

                                Foto: Imágen del Congreso de Colombia

Entonces, cuando el jefe natural de la derecha colombiana, Alvaro Uribe, publicó en sus redes sociales una advertencia sobre el futro político inmediato de Colombia, esto es, las elecciones de congreso y presidencia del 2022, la sociedad colombiana entró en una especie de estado de alerta comunitario, tratando de entender ese “ojo con el 2022” planteado hábilmente por el líder supremo de la centro derecha y la derecha colombiana. La enigmática anunciación de Uribe Vélez, puso a cavilar, sobre todo, a la clase política, incluidos analistas, encuestadores y periodistas y, cómo no, a la izquierda, que ahora no se llama izquierda si no progresismo o alternatividad.

La sociedad colombiana, pero sobre todo la dirigencia política, está tan inmersa en el campo de juego diseñado por la contra cultura traqueta, hábilmente aprovechado por la centro derecha y la derecha; que una frase, si se quiere desprevenida, de Uribe, bastó para que todos, absolutamente todos los jugadores políticos, corrieran presurosos a alistar sus cábalas y sus apuestas, para rediseñar sus estrategias de mercadeo político, a fin de salirle adelante a la admonición electoral del uribismo.

En las toldas de la Colombia Humana, así como en los partidos y movimientos alternativos o progresistas, que no de izquierda, pronto se empezaron a pedir y a hacer jugadas tácticas, con el propósito de montar una campaña, que ahora si o si, asegure los votos suficientes para vencer al monstruo político del Uribismo. Al parecer el “ojo con el 2022” de Uribe en sus redes sociales, bastó, no solo para insinuar, sino para ir implementando una especie de relajamiento de los también férreos preceptos éticos, esgrimidos por estas agrupaciones, como principios rectores de su quehacer político y administrativo, que los diferenciaban de la relajada ética y la corruptela de la derecha.

Ganar si o si la presidencia de Colombia en el 2022, parece ser el mantra asumido como slogan publicitario por más de un activista y dirigente del progresismo nacional. Causa, como mínimo curiosidad, observar la manera en que paulatinamente, las prácticas políticas que causaban repulsa en la gran mayoría de los militantes y simpatizantes de la otrora izquierda colombiana, poco a poco, por obra y gracia de la frasecita de Uribe; le vienen dando paso a las practicas manzanillistas, clientelares y de estratégicas alianzas, con antiguos enemigos políticos, a quienes solo hasta ayer se les señalaba como co-autores de la tragedia nacional.

Claro que en un futuro, ojalá no tan lejano, de reconciliación nacional y de tránsito hacia la paz, es necesario, eso que llaman ahora como sinergia de todos los actores sociales y, sobre todo, políticos, para re encaminar el destino de Colombia, eso, se reitera, no debiera tener objeción alguna. Sin embargo, y dado el histórico comportamiento de ciertos actores y ciertas actrices de la política colombiana, muy dados al oportunismo electoral y  a la traición, si valdría la pena ir evaluando, no el curriculum de esos nuevos mamertos, si no el papel que tendrán en un probable y necesario frente amplio progresista de cara al ejercicio electoral del 2022.

Resultaría triste y contra producente para el progresismo, que ocurrieran desaguisados a la hora de ejercer la administración pública, tales como los acontecidos en tiempos de Luis Eduardo Garzón en su paso por la Alcaldía de Bogotá, así como en otros escenarios en los que la vieja izquierda, hoy progresismo, logró hacerse al poder, en los que, no obstante haber logrado el éxito electoral soportado en las bases progresistas; a la hora de definir los encargados de co administrar desde la alternatividad; a los históricos activistas, líderes y trabajadores del progresismo se les dejó con un palmo de narices; quedaron por fuera de esas administraciones y no precisamente por falta de perfil.

Un viraje en el rumbo del modelo político que ha gobernado a Colombia durante toda su existencia, es necesario, puesto que, la misma historia ha venido demostrando, no sólo la inequidad y lo inhumano del actual modelo, sino que últimamente, también está demostrando su ineficiencia, incluso para el mismo capitalismo. No obstante esta urgente necesidad de cambio político, éste debe ser hecho con decisión, sin ambages, sin medias tintas y sin grandes concesiones a ese mismo modelo, de lo contrario, estaremos de frente, en el 2022, a un nuevo episodio de frustración y de desencanto, con el acumulado de muertes y desolación que tal resultado, necesariamente acarreará.