Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Editor: Francisco Cristancho R.
Siendo cuatro de febrero de dos mil veinticinco y para el lamento de algunos agoreros no hay sanciones económicas ni bancarias; restricciones consulares; prohibición o limitación de tránsito ni disrupciones notorias en el comercio exterior entre Colombia y Estados Unidos.
Conmocionada semana la que tuvimos, la cual dejó expuestos y a la vista de todos los valores, intereses y prioridades de muchos colombianos. El tratamiento que desplegó el dictadorzuelo del norte contra los latinos ha suscitado todo tipo de defensas por parte de nuestros connacionales, quienes aparentemente prefieren defender a un declarado supremacista que respaldar la acción de su presidente en defensa de los intereses nacionales. Sin perjuicio de lo anterior, permanece un hecho cierto: la posición adoptada por el presidente Gustavo Petro fue ampliamente reconocida y aplaudida por fuera del territorio patrio, respaldada por otros jefes de Estado y por líderes de opinión, incluso, en Estados Unidos.
Algunos columnistas de los que se dicen periódicos de ‘amplia circulación’ –calidad sencilla de adquirir, como quiera que hay tres o cuatro en el país– sentaron su protesta y revelaron congoja por las acciones del presidente Petro, a las que calificaron de arriesgadas; proclives al conflicto o “desatinadas”. Olvidan los señores opinadores que justamente de tomar riesgos, asumir conflictos eventuales e incomodar a los poderosos se trata el ejercicio de gobernar, máxime cuando se presentó –e hizo elegir– como una alternativa de gobierno contrapoder.
Inquietante, por decir lo menos, la relación de algunos colombianos con la visa ‘americana’ o con la ‘Green Card’. Un observador desprevenido podría creer que, dada su dependencia, estos connacionales nacieron con visado o residencia permanente en un país distinto al suyo, cuando nada es más alejado de la realidad.
Se pregunta uno: visto el aprecio que le tienen a la visa y que les ha llevado a priorizar los intereses de Estados Unidos sobre los de su país de origen, ¿cómo piensan ingresar a Miami sin un pasaporte que contenga el visado? ¿Creen que les es dado tener un visado “en una hojita”, como dirían con el desparpajo que acostumbran para todo? En caso de que llegados a este punto no sea evidente, la relación de estrecha y estricta necesidad entre el pasaporte (prueba de nacionalidad extranjera) y el visado (autorización temporal y condicionada de ingreso a un tercer país) debería informar a los connacionales respecto de cuáles son los verdaderos intereses a defender.
También leímos un par de editoriales que resentían a Petro por sus acciones contra Trump, mismas que uno de los editorialistas consideraba una forma impropia o equivocada de “hacer política”. Quiere decir ese caballero, colombiano hasta donde sabemos, que Trump puede insultar, maltratar y comprometer la integridad física y moral de los latinos día y noche, y los líderes políticos latinoamericanos deben aguantar en silencio y conservar gratitud por los buenos oficios del país del norte, pues de lo contrario él deberá colgarles el sambenito de las “malas formas” y reprochar su “falta de visión y contención”.
Un periodista muy influyente se burló del presidente Petro por sugerir que Trump podría “tumbarlo”. Este comunicador, que se dice humorista y que cobra a sus antiguos compañeros de colegio por escucharlo en sus intentos de ser gracioso, desatiende –como es su costumbre– indicios claros en respaldo de la posibilidad que denunció el Presidente de Colombia. Tanto Trump como su compinche y mayor financiador, Elon Musk, han presumido de su capacidad probada o potencial para derrocar a jefes de Estado democráticamente elegidos, especialmente cuando quieren algo de estos que no les ha sido dado sin chistar.
Preocupa y no poco que en el periodismo estadounidense pueda estar operando una ley del silencio, especialmente entre quienes portan un apellido latino. ¿Existen amenazas o hechos consumados que impidan el ejercicio irrestricto de su oficio? ¿Temen por represalias del gobierno federal contra ellos, sus familias o allegados? La renuncia de Jim Acosta y las precauciones –a nuestro juicio excesivas– de algunos periodistas gringos de origen latino para designar las cosas por su nombre son indicativas de que algo está pasando, en perjuicio evidente de la libertad de expresión y del derecho de sus audiencias a estar adecuada y oportunamente informados.
Siendo cuatro de febrero de dos mil veinticinco y para el lamento de algunos agoreros no hay sanciones económicas ni bancarias; restricciones consulares; prohibición o limitación de tránsito ni disrupciones notorias en el comercio exterior entre Colombia y Estados Unidos. Viene el maíz y van las rosas, como ha sido por años, mientras los presidentes en uno y otro país han demostrado su carácter y el alcance de su voluntad. Quedan y quedamos advertidos.
Adenda: es bueno leer la columna de Hernán Riaño titulada “Latinos, Go Home”, publicada la semana pasada, en la que describe con precisión quién es Donald Trump y cuál es el legado de la dominación colonial en las actitudes que exhiben no pocos colombianos.
Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad. Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.
Estas notas fueron publicadas originalmente en SoNoticias y son compartidas con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad del periodista Hernán Riaño