LA VITRINA DE LA CONVERSA

lunes, octubre 16, 2023

¿Algún día tocaremos fondo?*

 

Niños de la Guajira. Imagen tomada de FNOTICIAS Periódico digital

Por: Hernán Riaño

La estupidez, el sectarismo, el oportunismo político, la ruindad y, en últimas, la catadura asesina de la derecha colombiana prefiere que se sigan muriendo los niños de hambre y de sed en esa zona del país por culpa de sus partidos.

Escribo esta columna, obligado por las declaraciones públicas de varios “dirigentes” de la ultraderecha colombiana ante la sentencia de la Corte Constitucional sobre el decreto de declaración de emergencia económica para el departamento de la Guajira. No opinaré sobre la sentencia, solo de las manifestaciones de alegría de miembros del Centro Democrático (1) y otros sectores.

No entiendo como un ser humano con dos dedos de frente, como decíamos antes, se puede alegrar y salir a manifestar con orgullo, porque según ellos Petro perdió.

¿Perdió?, ¿qué perdió? ¿Acaso la declaración de emergencia en uno de los departamentos más deprimidos y castigados por la corrupción por los partidos de extrema derecha, lo beneficiaba a él? La estupidez, el sectarismo, el oportunismo político, la ruindad y, en últimas, su catadura asesina prefiere que se sigan muriendo los niños de hambre y de sed en esa zona del país por culpa de esos partidos. Y no solo se han robado los recursos departamentales y municipales, sino que no quieren dejar que el problema tenga ningún tipo de solución. ¿De qué están hechos esos personajes? “¿No les corre sangre por las venas?”, decían las señoras antes, frente a hechos menos crueles. Se necesita ser muy indolente e inhumano para alegrarse de que no llegue solución a la Guajira.

Este es un hecho más que ha ratificado quiénes son y por qué hacen lo que hacen. Se suma a las confesiones de militares en Yopal, Casanare, de asesinatos de Estado (mal llamados falsos positivos) y hasta un exdirector regional del desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad DAS, quien dijo que las órdenes llegaban de la presidencia de la República (2); las confesiones de Mancuso, los hornos crematorios señalados por él (como en el régimen Nazi), en que según versiones de investigadores se presumen 500 víctimas; y en meses anteriores los 6.402 asesinatos cometidos por el Estado en asocio con los paramilitares, terratenientes y líderes políticos de la derecha de las regiones; los decenas de miles de desaparecidos y los millones de desplazados; y… siguen los descubrimientos de hechos sangrientos todos los días ocasionados por la barbarie y las ansias de tierras y poder de la ultraderecha colombiana.

Pasan los días, más casos de horror se conocen y la sociedad colombiana, impávida, no dice nada, es como si no fuera en este país, como si no les importara porque no es con ellos. Solo algunos se atreven a manifestar su descontento con estos líderes y por ello son calificados de mamertos, terroristas y no sé qué más cosas por estos sectores recalcitrantes. Si las manifestaciones de alegría de la ultraderecha deben ser condenados, mucho más el silencio y la actitud pasiva de la mayoría de los colombianos.

¿Qué le van a contestar a las siguientes generaciones cuando les pregunten qué hicieron ante la barbarie de la extrema derecha y sus sectores delincuenciales? ¿Qué explicación les van a dar? Creen que, como históricamente ha pasado en nuestro país, estos hechos los van a ocultar con el tiempo y que se olviden, como ha ocurrido recientemente en Colombia. Recordemos como se mataban los colombianos en la época de la violencia partidista, recordemos el llamado corte de franela, con el que no solo mataban a los liberales sino que de lo que se trataba era humillarlos, recordemos las motosierras de los paramilitares y su juego de fútbol con los cráneos de niños asesinados, recordemos las violaciones de niñas, recordemos los criaderos de cocodrilos ,  recordemos los hornos crematorios en los que desaparecían colombianos, recordemos las confesiones de paramilitares y militares sobre los mal llamados «falsos positivos», recordemos…

Se dice popularmente que para poder salir del hoyo primero hay que tocar fondo, pero en nuestro país nos hundimos y nos hundimos y nunca lo tocamos. ¿Será que el hoyo de Colombia no tiene fondo o eso es lo que quieren que creamos los de la extrema derecha y sus estúpidos votantes para mantenernos cada día más oprimidos?

Sigo esperando las reacciones de rechazo de quienes los apoyan y los eligen, especialmente del departamento de la Guajira. Ojalá hoy sí se hagan sentir y en las elecciones del 29 de octubre el país rechace en las urnas a estas personas que no solo han vivido a costa del erario, crean las desgracias de los ciudadanos, no las solucionan y se alegran con ellas.

(1) https://www.noticiasrcn.com/colombia/paloma-valencia-pide-tumbar-decreto-de-la-guajira-451685

https://twitter.com/PalomaValenciaL/status/1708917016403275867 

https://www.msn.com/es-co/noticias/other/miguel-uribe-celebra-fallo-de-la-corte-dice-que-gobierno-manosea-institucionalidad/ar-AA1hA1sw

*Texto publicado originalmente en https://www.sonoticias.com.co/ y compartido con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad del periodista Otto Hernán Riaño

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad. Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

 

GUSTAVO BOLIVAR CANDIDATO DEL PACTO HISTÓRICO A LA ALCADIA DE BOGOTA EN ...

martes, octubre 03, 2023

Negocios privados con dinero público*

 

Imagen tomada de www.semillas.org.co

Por Hernán Riaño

La propuesta de las diferentes reformas que necesita el país, además de demostrar la urgencia de esos cambios para lograr una mejor calidad de vida para los colombianos, ha dejado a la luz pública una forma de negocios inventada desde el ascenso al poder de Álvaro Uribe Vélez: los negocios privados con dinero público.

Les financian las campañas, invirtiendo miles de millones de pesos, para que, cuando llegue el momento hagan lo que los empresarios les exigen y saquen adelante las normas que a ellos les favorecen


Los corruptos y el “ex” implantaron el neoliberalismo, que es quitarle al Estado los servicios que debe prestar y entregárselos a los privados sin ninguna compensación para el país. Se dieron cuenta que volver negocios estos servicios es muy rentable, y aún más hacerlos con el dinero de los impuestos sin aportar un solo peso, pero eso sí, quedándose con el cien por ciento de las utilidades, y en caso de haber pérdidas, que las asuman los colombianos. Así las cosas, se fueron adueñando de todas estas actividades, la salud, las pensiones, las cesantías, el transporte, las carreteras, los peajes, las represas, las hidroeléctricas y todo lo que pudieran convertir en negocio. Esto lo lograron con una guerra sucia, desacreditando, calificando de inepto y corrupto al Estado con campañas llevadas a cabo por los medios de comunicación de su propiedad y con periodistas que sirvieron a este propósito. Todavía se escuchan voces en esos medios que dicen que los servicios inherentes al Estado no los debe prestar éste, porque no es eficiente, que hay un alto riesgo de corrupción y que mejor se los entreguen a los privados.

Pero esta imagen que presentaron y con la que convencieron a un alto número de colombianos, solamente la utilizaron para adueñarse más rápido de todo lo que implicaba manejo de dineros públicos. Como consecuencia, la ultraderecha se fue apoderando del país en asocio con varios empresarios a los que les entregaron todas estas actividades. Hasta la implantación de la “apertura económica” de su cómplice César Gaviria, los dineros de los impuestos de los colombianos eran administrados por el Estado para darle salud, administrar sus pensiones, prestar los servicios públicos de energía, acueducto, alcantarillado y aseo entre muchos.

Así comenzó la expropiación que le hicieron y siguen haciendo, la extrema derecha y sus negociantes, a los colombianos.

El abuso de los empresarios de los servicios públicos es total, desde que empezaron a ser “sus dueños” y los convirtieron en sus negocios. Se apoderaron de las comisiones reguladoras de tarifas y por ende las aumentan cuando “se les da la gana”. Hacen leyes, con parlamentarios a su servicio, a los que les financian las campañas, invirtiendo miles de millones de pesos, para que, cuando llegue el momento hagan lo que los empresarios les exigen y saquen adelante las normas que a ellos les favorecen. Además, no hay ente que se atreva a controlarlos porque es tanto su poder que amenazan o compran funcionarios; a los usuarios les hacen cobros injustificados y les expropian sus inmuebles o terrenos cuando ya no pueden pagar.

De otro lado, las pensiones, las han utilizado para enviarlos a fondos de inversión del extranjero corriendo un gran riesgo de pérdida. Con ellas financian obras como puentes que se caen y hasta los hijos del “ex” los usaron para expandir uno de sus negocios como los centros comerciales (dicho por ellos mismos (1)) y quien sabe cuántos más. Los dineros de la salud enriquecen a personas, vinculadas siempre a la extrema derecha, son dineros públicos con los que no les dan la salud a los colombianos y por el contrario no se sabe (o ¿sí?), a que bolsillo han ido a parar. Dejan deudas billonarias con los hospitales públicos, que generalmente nadie paga, pero eso sí, ellos reciben “su platica” por anticipado.

En todos los casos el “paganini” siempre es el pueblo, el usuario; y no hay poder humano que los defienda del espíritu depredador de estos empresarios que cartelizaron todas estas actividades para el enriquecimiento de sus propietarios y los políticos que los defienden.

El gobierno de Gustavo Petro, coherente con sus promesas de campaña, presentó las reformas pertinentes para todos estos sectores, ¿y quién dijo miedo?; saltaron al unísono los empresarios y políticos que se verán afectados al ver que no podrían seguir enriqueciéndose a costa de los impuestos de los colombianos.

La ultraderecha no tiene argumentos para atacar las reformas, ya que cuando les entregaron estas actividades, lo hicieron sin consultar, a espaldas del pueblo, sin enterarlo y, como dije antes, con una campaña de desprestigio al Estado, además con la “promesa” de que sí serían eficientes. El tiempo demostró lo contrario y ni eficiencia ni nada, solo el desvío del erario a los bolsillos de unos pocos.

Estas reformas y su debate para lo que han servido es para saber cómo fue que se apoderaron y convirtieron en “negocios” estas actividades inherentes a un Estado social. Hoy, ya muchos saben los que han hecho las EPS, los fondos de pensiones, los concesionarios de los servicios públicos, la construcción de vivienda de interés social con la que se lucran de los subsidios del Estado, los que construyen vías y cobran peajes, y todo con lo que se han enriquecido desde la apertura económica de Gaviria y Uribe. Descubrieron el negocio más lucrativo, apoderarse del país y sus finanzas. Y no solamente se adueñaron, sino que con el sofisma de que “son negocios privados”, no dan información, no permiten que se les controle, audite ni fiscalice, no le rinden cuantas a nadie. Son negocios que se rigen por el derecho privado, dicen, pero no aclaran que con dinero público.

Por eso no quieren las reformas, porque pierden la oportunidad del siglo, negociar con los dineros públicos para beneficio personal, en donde las utilidades son para los privados y que debieran ser para la nación. Si el dinero es del Estado…

(1) https://pluralidadz.com/economia/el-hijo-de-uribe-construyo-centro-comercial-con-las-pensiones-de-los-colombianos/ 

*Texto originalmente publicado en Negocios privados con dinero público – SoNoticias y compartido con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad del periodista Otto Hernán Riaño.

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