LA VITRINA DE LA CONVERSA

jueves, diciembre 24, 2020

POBREZA Y COVID

POBREZA Y COVID

Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-

Tal y como ya nos tiene acostumbrados,  el gobierno uribista de extremo centro de don Duque y asociados, nuevamente salió con una de sus brillanteces, esta vez en boca del director del DANE, Juan Daniel Oviedo, quien haciendo alarde de extrema agudeza mental y súper poderes de análisis, manifestó respecto a las cifras de su estudio sobre la pobreza en Colombia que: “…precisamente los hogares cuyo jefe de hogar está desempleado tienen una mayor probabilidad de caer en la pobreza,…”. Monumental demostración de perspicacia, equiparable a la de quien descubrió que el agua moja.

Pero, más allá de las delicias epistémicas del gobierno del malabarista balompédico,  diestro guitarrista, narrador de cuentos de unicornios y enanos naranjas y mejor amigo del tal Maluma, lo que realmente llama la atención es la confirmación oficial del aterrador estado de pobreza y de inequidad, en la que está sumida la población colombiana, incluso con la colaboración del que dijo Uribe, ahora graduado de presentador de magacines televisivos.

Aterra comprobar, que las cifras del DANE, enmarcadas en el rebuscado y pomposo lenguaje técnico de su director y demás tecnócratas, demuestran hechos conocidos empíricamente, tales como, aquellos en que se muestra que antes de la pandemia y ya bajo el gobierno centrista de Duque, los niveles de la que el informe llama “pobreza monetaria”, ya venían mostrando alarmantes incrementos, así como aquellos referidos a la llamada pobreza extrema o línea de miseria. El director del DANE, reconoce en su informe que por ejemplo, los nuevos debutantes en pobrecia y miseria pasaron respectivamente del 34,7% en 2018 a 35,7% en 2019; y de 8,2% a 9,6% en ese mismo periodo de tiempo.

Estos datos, salidos de la entraña del gobierno nacional, demuestran la verdad, sabida empíricamente, según la cual, más de la mitad de la población colombiana fluctúa entre la pobreza y la miseria, esto es, familias que tienen que sobrevivir con menos de 40 dólares al mes. Esta espeluznante revelación oficial contrasta y choca con las declaraciones del actual ministro de hacienda colombiano, quien sin rubor en la cara y sin remordimiento alguno, ha expresado en distintos foros que el salario mínimo  que ganan, los ahora sí privilegiados asalariados criollos, es muy alto, perla esta, solamente comparable con aquella expresada por el DANE según la cual, quien alcance a ganar $137.000 al mes ya no se considera pobre, o mejor, en términos técnicos: POBRE MONETARIO.

Y como para ponerle un poco más de suspenso y terror al delicioso informe decembrino del DANE, FEDESARROLLO, el oráculo de Delfos de Duque y sus muchachos, ha manifestado que gracias a la peste del Covid19, las estimaciones de más pobres, desposeídos y muertos de hambre en Colombia, o mejor “Pobres monetarios”, tal como los doctores los llaman, podrían incrementarse en un 44%. Un oscuro panorama, que curiosamente, también contrasta con las estimaciones de las autoridades económicas colombianas, en las que el golpe en la economía colombiana, podría ser superado rápidamente, eso sí, con la solidaridad del pueblo colombiano, renunciando a pretensiones exageradas de salario mínimo más alto y una que otra contribución fiscal de más, que haría la muy solidaria clase media colombiana.

Tal y como hasta aquí se ha relatado, ni el informe del DANE, ni mucho menos los estudios de FEDESARROLLO, apuntan a plantear soluciones diferentes para salir de la preocupante crisis económica que ya venía padeciendo la mayoría de la población colombiana, agravada con la crisis sanitaria ocasionada por la peste del Covid, diferentes a las ya intentadas y fracasadas recetas neoliberales de contracción de los salarios reales de los trabajadores y la ampliación de la base tributaria de, la ahora empobrecida, clase media colombiana, pasando, ni más faltaba, por las reducciones, excepciones y alivios fiscales para algunos sectores de la producción, particularmente, el sector financiero, el importador y en términos generales, el comercial, de los grandes almacenes de cadena.

El periodo de pos pandemia, que aún no se sabe cuándo empezara, ofrece más, mucho más de lo mismo, para una sociedad agobiada por el miedo a la peste, a la muerte, pero sobre todo a la pobreza, que sin embargo, tuvo los arrestos para gastarse más de DOCE BILLONES DE PESOS  en tres fines de semana, durante la orgía consumista de los días sin IVA, y los mal llamados black Fridays, sin contar con los datos de las compras decembrinas de último momento y que han disparado el número de apestados y fallecidos.

Aunque se va a leer rudo y hasta insensible en unas fechas de por si sensibles, los despistados colombianos empujados por la tacañería irresponsable del gobierno Duque y la propaganda de los gremios, se lanzaron, los unos al rebusque del diario en la actividad comercial y los otros a gastarse hasta lo que no tenían, para solidarizarse con el despegue de la economía nacional, aupados todos, por una fuerte campaña mediática de  presiones al gobierno de Duque para abrir la economía, por parte de COTELCO, FENALCO y otros gremios que vieron en esta época, la oportunidad de enriquecerse a costa de la confusión y el miedo a demostrar la pobreza o apestarse, en la que cayeron los despistados colombianos, encantados por los cantos de sirena de una irresponsable campaña publicitaria, que llamaba al retorno a la normalidad decembrina, en medio de una aterradora realidad de pobreza y covid.



viernes, diciembre 11, 2020

GANAR SI O SI LA PRESIDENCIA DE COLOMBIA EN EL 2022


                     Foto: Gustavo Petro-Senador Lista de la Decencia-Colombia Humana

Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-

La peor tragedia política que ha padecido la sociedad colombiana en los últimos años, es haber permitido que la cultura traqueta, impuesta por los señores y señoras de la guerra, a través de sus mandaderos en el congreso y presidencia de Colombia, impusieran, no sólo el modus vivendi del país entero, sino,  el qué hacer de la democracia colombiana.

La influencia de la contra cultura del narcotráfico ha calado tan profundo en el inconsciente colectivo del colombiano promedio, que hoy es casi imposible separar la vida normal de la sociedad, de la influencia del negocio de las sustancias psico activas de comercio ilícito, de hecho, se ha llegado al extremo de romantizar la vida de los capos asesinos de los carteles de la droga y la minería ilegal colombiana, a un extremo tal, que incluso, el otrora serio, canal cultural Discovery Channel, ha dispuesto buena parte de su parrilla, para reforzar el mito de Robin Hood criollo de Pablo Escobar, y ni hablar de la narcotización de las políticas públicas de los gobiernos colombianos, plegados a las directrices de la DEA.


Es en este narcótico escenario, en el que la derecha colombiana, hoy encabezada y liderada con férrea mano, por el ex presidente y ex senador Alvaro Uribe Velez, despliega su influencia y su poder, a través de medios de comunicación y comunicadores afines a su ideología, que refuerzan continuamente los elementos primordiales de la contra cultura del narco en la sociedad colombiana. Aunque se lea y suene traído de los cabellos, paulatinamente, esta, ya prolongada estrategia de propaganda, ha venido socavando algunos pilares fundamentales de la moral pública, a tal punto, que el comportamiento delincuencial, o como mínimo carente de ética de algunos líderes y lideresas del uribismo, hoy día son acogidos como normales o como marcos de referencia social para muchos colombianos, así lo demuestran, los resultados electorales obtenidos por la derecha en las últimas elecciones.

                                Foto: Imágen del Congreso de Colombia

Entonces, cuando el jefe natural de la derecha colombiana, Alvaro Uribe, publicó en sus redes sociales una advertencia sobre el futro político inmediato de Colombia, esto es, las elecciones de congreso y presidencia del 2022, la sociedad colombiana entró en una especie de estado de alerta comunitario, tratando de entender ese “ojo con el 2022” planteado hábilmente por el líder supremo de la centro derecha y la derecha colombiana. La enigmática anunciación de Uribe Vélez, puso a cavilar, sobre todo, a la clase política, incluidos analistas, encuestadores y periodistas y, cómo no, a la izquierda, que ahora no se llama izquierda si no progresismo o alternatividad.

La sociedad colombiana, pero sobre todo la dirigencia política, está tan inmersa en el campo de juego diseñado por la contra cultura traqueta, hábilmente aprovechado por la centro derecha y la derecha; que una frase, si se quiere desprevenida, de Uribe, bastó para que todos, absolutamente todos los jugadores políticos, corrieran presurosos a alistar sus cábalas y sus apuestas, para rediseñar sus estrategias de mercadeo político, a fin de salirle adelante a la admonición electoral del uribismo.

En las toldas de la Colombia Humana, así como en los partidos y movimientos alternativos o progresistas, que no de izquierda, pronto se empezaron a pedir y a hacer jugadas tácticas, con el propósito de montar una campaña, que ahora si o si, asegure los votos suficientes para vencer al monstruo político del Uribismo. Al parecer el “ojo con el 2022” de Uribe en sus redes sociales, bastó, no solo para insinuar, sino para ir implementando una especie de relajamiento de los también férreos preceptos éticos, esgrimidos por estas agrupaciones, como principios rectores de su quehacer político y administrativo, que los diferenciaban de la relajada ética y la corruptela de la derecha.

Ganar si o si la presidencia de Colombia en el 2022, parece ser el mantra asumido como slogan publicitario por más de un activista y dirigente del progresismo nacional. Causa, como mínimo curiosidad, observar la manera en que paulatinamente, las prácticas políticas que causaban repulsa en la gran mayoría de los militantes y simpatizantes de la otrora izquierda colombiana, poco a poco, por obra y gracia de la frasecita de Uribe; le vienen dando paso a las practicas manzanillistas, clientelares y de estratégicas alianzas, con antiguos enemigos políticos, a quienes solo hasta ayer se les señalaba como co-autores de la tragedia nacional.

Claro que en un futuro, ojalá no tan lejano, de reconciliación nacional y de tránsito hacia la paz, es necesario, eso que llaman ahora como sinergia de todos los actores sociales y, sobre todo, políticos, para re encaminar el destino de Colombia, eso, se reitera, no debiera tener objeción alguna. Sin embargo, y dado el histórico comportamiento de ciertos actores y ciertas actrices de la política colombiana, muy dados al oportunismo electoral y  a la traición, si valdría la pena ir evaluando, no el curriculum de esos nuevos mamertos, si no el papel que tendrán en un probable y necesario frente amplio progresista de cara al ejercicio electoral del 2022.

Resultaría triste y contra producente para el progresismo, que ocurrieran desaguisados a la hora de ejercer la administración pública, tales como los acontecidos en tiempos de Luis Eduardo Garzón en su paso por la Alcaldía de Bogotá, así como en otros escenarios en los que la vieja izquierda, hoy progresismo, logró hacerse al poder, en los que, no obstante haber logrado el éxito electoral soportado en las bases progresistas; a la hora de definir los encargados de co administrar desde la alternatividad; a los históricos activistas, líderes y trabajadores del progresismo se les dejó con un palmo de narices; quedaron por fuera de esas administraciones y no precisamente por falta de perfil.

Un viraje en el rumbo del modelo político que ha gobernado a Colombia durante toda su existencia, es necesario, puesto que, la misma historia ha venido demostrando, no sólo la inequidad y lo inhumano del actual modelo, sino que últimamente, también está demostrando su ineficiencia, incluso para el mismo capitalismo. No obstante esta urgente necesidad de cambio político, éste debe ser hecho con decisión, sin ambages, sin medias tintas y sin grandes concesiones a ese mismo modelo, de lo contrario, estaremos de frente, en el 2022, a un nuevo episodio de frustración y de desencanto, con el acumulado de muertes y desolación que tal resultado, necesariamente acarreará.

 

 

 


lunes, diciembre 07, 2020

QUE PARE YA LA MATANZA

 QUE PARE YA LA MATANZA

Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-

Carlos Escué, del resguardo Munchique los Tigres en Santander de Quilichao, coordinador local de jóvenes y  vocalista del grupo musical Intentos de Amor. Juan Carlos Petins, del resguardo Belalcázar en el municipio de Páez – Cauca. Eduardo Pino Julicué, hijo de la exconsejera y lideresa de la ACIN Luz Eyda Julicué Gómez, de Caloto. Emerli Basto, Fernando Trochez y David Trochez (hermanos), también de Santander de Quilichao; todos ellos indios, todos ellos asesinados.

¡Que pare ya la matanza!, recogía en una de sus publicaciones en red, el también indio y amenazado; senador Feliciano Valencia.

Al igual que al Senador de MAIS, a la gente del Cauca, ya se nos está atragantando el dolor, la indignación, la impotencia y la rabia, que nos produce este constante olor a miedo, a zozobra y a sangre, que tristemente para nosotros los caucanos, ya se ha vuelto costumbre desde tiempos inmemoriales, pero que para el resto de gente del Cauca y del resto del país, que se cree blanca, no deja de ser la irremediable consecuencia de atrevernos a protestar y reclamar nuestro derecho a vivir: No estaban recogiendo café, justifican al unísono los seguidores del innombrable.

El contador de masacres en el Cauca, parece el contador de kilómetros de una chiva intermunicipal. Todos los días amanecemos con la noticia de amenazados, desplazados y asesinados, sin que hasta la fecha se vea voluntad alguna por parte del pusilánime gobierno nacional, en cabeza del flojo presidente Duqe y el cínico e inútil ministro de defensa Carlos Holmes- el gris; de tomar algún tipo de medida, más o menos razonable, para detener este rio de sangre que no para de fluir en el Cauca, diferente a la de más plomo y glifosato.

Los mandatarios locales y el regional, quizás amedrantados y temerosos como el resto de sus conciudadanos caucanos, carecen del coraje necesario para emprender con energía, pero sobre todo, con valentía y dignidad, la defensa de sus electores y gobernados. A ellos solo les  interesó, y les pararon bolas,  irle a pedir al gobierno de Uribe, que les quiten las restricciones de contratación, en la ley de garantías electorales; para lo demás, seguimos en Pandemia.


Foto : Mindefensa en consejo de seguridad- Radio Súper-Popayán


Más allá de los repetidos e inservibles consejos de seguridad, cuyos resultados se materializan en el incremento del pie de fuerza policial y militar, para su respectivo  amontonamiento en las estaciones de policía  o en los innumerables, estáticos e ineficaces retenes militares que copan el territorio, donde precisamente están ocurriendo las masacres; no hay a la vista, otra solución por parte del Estado colombiano, que no sea seguir a pie juntillas los dictámenes de la D.E.A.

Claro que esta nota está escrita con rabia, con dolor, pero sobre todo, con impotencia e indignación, al constatar, no la ineficiencia de este gobierno, sino el silencio cómplice y la justificación del genocidio, por parte del resto de la sociedad, a quienes la guerra, las balas asesinas, las amenazas, el desplazamiento, las muertes y la sangre, les parecen del universo Netflix y no la de sus vecinos o paisanos.

Ya no sabemos cómo seguir pidiendo auxilio, cómo seguir rogando que por favor no nos maten, sólo nos queda juntarnos con el indio Feliciano, para seguir colocando en las redes sociales: ¡QUE PARE YA LA MATANZA!

 

 

viernes, diciembre 04, 2020

¿Y ACASO… EL DIEGO NO ERA INMORTAL?

 ¿Y ACASO… EL DIEGO NO ERA INMORTAL?

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

Al parecer no.


No han bastado las tres o más noches con sus respectivos amaneceres, luego de la noticia de su deceso, para confirmar que la respuesta sigue siendo que no; El Diego no era inmortal. A estas alturas de la nada que dejo la partida de un grande, nosotros sus admiradores, sus seguidores, aún estamos como medio pasmados, suspendidos en el limbo de la interminable sucesión de imágenes de su cortejo y de su siembra al lado de sus viejos.

Con la venia del inmenso  Benedetti, la muerte del Diego nos dejó así, consternados rabiosos. Aunque esta muerte, la del Pelusa, haya sido uno de los absurdos previsibles, después de ese trasegar suyo entre la gloria y el infierno.

Estamos consternados rabiosos, porque sentimos que no nos pidió permiso para abandonarnos, se fue sin decir adiós, sin previo aviso, de repente. Nos sentimos como engañados, como decepcionados, como burlados, porque siempre, pero siempre; creímos que El Diego era inmortal. ¿Cómo se le ocurrió engañarnos de esa forma?

Ahora, tras el show que hicieron de su vida, de su muerte y de su siembra, esos mismos y mismas que posaron circunspectos y hasta apesadumbrados por la desaparición del d10s albiceleste, se aprestan para servir de altavoces de los malquerientes del eterno pibe, para amplificar la envidia, la maledicencia de aquellos que se alinearon junto con los poderosos, para glosar cada día, cada hora, cada segundo, cada respiro, cada parpadear y cada palabra del más grande 10 de al mundo.

Sus amantes seguidores, nosotros los viejos, los eméritos y los más nuevitos, siempre entendimos que él nunca fue perfecto, por eso lo queríamos, porque con cada subida y bajada suya, nos demostraba que era inmenso, por ser la completa perfección de todas las imperfecciones humanas. Nunca lo creímos un santo, porque al igual que nosotros, la verdadera inmensa mayoría, era un simple humano, que también sudaba, le daba halitosis por la mañana, se emborrachaba y la cagaba como nosotros. Por eso lo queríamos y lo queremos, por ser nosotros y ser diferente a la vez.

Y aunque fueron muchos más sus humanos yerros, fueron grandiosas sus ejecutorias como héroe de barrio, no como los de acá, que le vendieron el alma al diablo dinero y al poder, para luego lavar su conciencia juntándose con los poderosos y comprando perdones con casas, regalos y plata para los desposeídos. Su heroísmo consistió en todo lo contrario; en señalar sin vacilación la indecencia de los políticos y de sus amigos, por señalar la inmoralidad de un sistema social y económico que deja por fuera de todo a los más débiles que Él siempre representó, por eso se juntó con los descastados de este sistema económico clasista e inhumano, para incomodar al sistema, poniéndose del lado de los iguales a él en la pobreza, aun siendo un hombre rico.

Murales en la devastada Siria, millones de velas formando el número 10, en argentina y el mundo entero, millones y millones de seres humanos, reproduciendo las fotos de este grande junto a grandes que querían estar con él, atestiguan lo que muchos ya sabíamos desde hace rato, que El Diego no era un ser normal, porque a pesar de ser un futbolista de serie, prefirió defender desde su pedestal de semi-dios, las causas de los sin voz, ni figuración, de aquellos a quienes la detestable mano invisible del mercado dejo sin esperanzas de vivir dignamente, de todos aquellos a quienes como a él, les tocó y les toca aguantarse la rabia al saber que su mamá, como millones de mamás del mundo, aguantaban hambre para darle comida a sus hijos, por culpa de esos y esas a quienes este paladín de la pelota acuso de bandidos, hasta sus últimos días.

El Diego no era inmortal, porque estaba vivo, pero ahora que, sin nuestro permiso, nuevamente hizo lo que le dio la gana, muriéndose de repente, empezó a transitar su vida eterna. No era Perseo, Hércules, Prometeo, ni Superman, simplemente fue un mago con el balón, implacable con la inmoralidad de los poderosos, que siempre nos dio y nos dará la esperanza de otra cosa mejor, no era Dios, era y será El Diego, Maradona, el más grande.

Gracias Diego, por tanta magia futbolera y por señalarnos que si se puede. Gracias totales.