LA VITRINA DE LA CONVERSA

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lunes, septiembre 13, 2021

Espectro político en Colombia. Imagen tomada del perfil @CamiloSilvaJ

SI EXISTE LA OPCION DE IZQUIERDA Parte II

Por: Omar Orlando Tovar Troches – ottroz69@gmail.com-

En la primera parte de esta columna se señalaba que, no obstante, la existencia nominal de la izquierda política, la posibilidad de la llegada al poder gubernamental de Colombia, de una opción política que pudiera materializar este modelo; aún estaba remota, dado el desconocimiento general que tiene la sociedad colombiana del origen y las plataformas ideológicas de eso que vagamente se menciona como izquierda. (Ver Parte I en: La Conversa de Fin de Semana (laconversafindesemana.blogspot.com))

Sin embargo, la crisis económica, ocasionada por la reciente  peste mundial, ha servido para desnudar la terrible eficiencia del modelo capitalista, el cual, actuando en consecuencia con sus postulados; de completa sumisión de los gobiernos nacionales de derecha, al omnímodo poder del mercado y de protección a toda costa, del sagrado derecho a la propiedad privada (de unos pocos); ha dejado rezagados en la miseria y la muerte a cientos de millones de personas, en agonizante espera de una alternativa política que los pueda redimir del pecado de ser pobres.

Para que esta ansiada y muy necesaria alternativa política pueda tener opciones de verdadero triunfo; primero hay que entender que la izquierda ese esa opción. En tal sentido, resulta impostergable recordar, así sea en términos generales, un par de aproximaciones a la noción más consensuada de izquierda.

Desde el punto de vista económico, la izquierda, más asimilada al socialismo, se podría definir como:<< la idea según la cual "la propiedad y control de los medios de producción -capital, tierra o propiedad- debe estar en manos de la comunidad como un todo, y administrada en el interés de todos">>[1]; en términos políticos, la izquierda pudiera definirse como aquella opción que: << abogaba por la suerte de los marginados>>[2] y en la que pueden <<…advertirse inequívocas críticas a la centralización del poder, una defensa de la inclusión y la participación política y un embate directo contra el presidencialismo.>>[3]

A partir de esta breve y muy simplificada definición de izquierda, es posible afirmar que, al hacer un examen riguroso, tanto de los gobiernos, como de las plataformas que, los ahora llamados partidos y movimientos alternativos o progresistas, han presentado como de izquierda; el resultado permite constatar que, las prácticas y alcances de plataformas y gobiernos de izquierda, (salvo una o dos excepciones) aún están muy lejanos de lo prescrito por la deontología zurda, a pesar de sus intenciones de avanzar en esa dirección. En este sentido, también es posible afirmar con contundencia que, la actual percepción que tiene la mayoría del pueblo colombiano frente a la noción de izquierda, obedece al mito que ha impuesto la propaganda de derecha, en la opinión pública de base.

Sin embargo, tal y como se planteaba líneas atrás, lo realmente cierto y plenamente constatado por la sociedad colombiana durante la peste, es lo peligroso que resultaría seguir manteniendo un modelo socio económico, como el de Colombia, que privilegia la apropiación abusiva de la riqueza de todos por parte de un muy reducido grupo de personas, aprovechando sus cercanías con el poder político. Así mismo, las grandes mayorías, han podido verificar que, encargarle el manejo de la naturaleza y la vida a un reducido grupo de politiqueros y tecnócratas impuestos o patrocinados por una pequeña élite de super poderosos empresarios, dispuesto a hacer lo que sea (legal o ilegalmente) para complacer a sus dueños-jefes y seguir viviendo del estado; en lugar de redundar en el bienestar general, terminaría por seguir destruyendo el medio ambiente y, de paso, poniendo en serios riesgos, la vida de las grandes mayorías.

Frente a este nuevo escenario de constatación de los estragos que ha provocado el capitalismo y de la necesidad de avanzar en un modelo socio-económico diferente, se plantea la alternativa de la izquierda, como única salida a la actual crisis ética, económica, ambiental y humanitaria que padece el pueblo colombiano.

La oferta de más y mejor democracia, no puede ser rechazada por unas mayorías, cuya exclusión de los escenarios de participación y poder real, los ha condenado a vivir al borde de la pobreza, al borde de la miseria, al borde de la muerte, siempre viviendo de la propaganda del crecimiento económico de unos cuantos y de la ilusión de ser parte de ese crecimiento, así sus incontables gastos para parecerse a los poderosos, los tengan sumidos en un enfermizo endeudamiento eterno, pagado en cómodas cuotas mensuales, bien sea al sistema bancario o a los gota a gota, que terminan siendo lo mismo.

Esta posibilidad de disponer, de la riqueza de todos, administrada por todos, para el bienestar de todos, no puede seguir generando miedo a volverse una dictadura castro-chavista; mientras la horrible realidad de la derecha capitalista, de hambre y falta de acceso a todo, causa las mismas muertes que la espeluznante ola de asesinatos a opositores y reclamantes, a manos de los violentos. La repulsa a un modelo que abogue por la inclusión de todos en todas las decisiones que afecten a todos, no puede seguir atemorizando a una sociedad hundida en unos niveles espeluznantes de corrupción  e impunidad como la colombiana, en la que el amiguismo y el clientelismo han condenado a millones de niños a segur excluidos de la educación y los avances de la tecnología, cuando no, a seguir aguantando hambre, mientras los tecnócratas y políticos amigos del poder y los poderosos se enriquecen de manera grosera con los recursos de los niños.

Más y mejor democracia, solamente asustan, a los amigos del actual sistema, quienes temerosos de perder la comodidad económica y moral de ser convenientes aliados de derecha e izquierda, solo atinan a señalar de peligroso cualquier intento de cambio de ese estado de cosas, que les permite llamarse de centro y de no untarse mucho de pobrecía, de modo que no afecte su entrada al reducido círculo de poderosos, al que de vez en cuando y, previo aviso, critican.

Existe la opción de izquierda, tenemos que acabar de construirla o adaptarla y, lo más importante, convencernos de que es la única opción decente que nos va quedando.

 



[1] Roberto Gargarella. 2014. La izquierda que no es. Sobre el concepto de "izquierda”. Política y gobierno   versión impresa ISSN 1665-2037.  

[2] Ibídem.

[3] Ibid. 

martes, septiembre 07, 2021

SI EXISTE LA OPCION DE IZQUIERDA. Parte I.

SI EXISTE LA OPCION DE IZQUIERDA. Parte I.

 BBC News Mundo


Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

Hace muchos años, durante un foro ideológico del Sindicato de Industria ATT; tuve la oportunidad de preguntarle, al entonces presidente de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia, acerca de su impresión sobre la izquierda en Colombia, con motivo de los primeros encuentros, por esa época, del Frente Social y Político, predecesor del Polo Democrático Alternativo; a lo que respondió: Pero… ¿Qué es eso de izquierda?

Hoy casi 22 años más tarde y medianamente superado el desencantamiento de ese momento, por la respuesta de quien había sido dirigente del Partido Comunista Colombiano; es posible afirmar que, aunque sin querer queriendo, la declaración, un tanto desenfadada del pre candidato del partido de izquierda Polo Democrático; tenía un carácter de profundo conocimiento de la realidad política colombiana de aquella época, pero sobre todo, de hoy día, caracterizada por un terrible desconocimiento del origen y las plataformas ideológicas de eso que vagamente se menciona como izquierda.

Ahora que, salvo el venido a menos, Partido Comunista, la Unión Patriótica o el recién estrenado partido de los Comunes; todos los movimientos políticos con algún contenido programático considerado como de izquierda, han optado por hacer de lado esta denominación, por considerarla, entendiblemente peligrosa, habida cuenta del negro historial de asesinatos, desapariciones, encarcelamientos y estigmatizaciones que han padecido y padecen, quienes osen declarar públicamente su militancia o simpatía por estas ideas; bien vale la pena poner sobre la mesa, una que otra reflexión acerca, no solo, del carácter de izquierda vergonzante que han asumido, los hoy llamados partidos o movimientos progresistas o alternativos, sino, sobre la necesidad de señalar la vigencia, pero sobre todo; la necesidad de enarbolar la izquierda política; como única salida en el corto y mediano plazo, de la crisis humanitaria que soportamos los colombianos, después de doscientos años de imperio de la derecha en el poder.

Es posible que tras la crisis política y económica que precipitó el derrumbamiento de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y el repunte de la economía de mercado sin barreras, promocionada a más no poder, tras su icónico éxito de situar las hamburguesas Mac Donald en Moscú; las posibilidades de ascenso de los postulados de Carlos Marx, Engels, Gramsci, Mariátegui, Magón y demás pensadores de izquierda, como un modelo socio económico alternativo al capitalismo salvaje; paulatinamente se fueron desvaneciendo, ante la imposición del llamado Consenso de Washington, la declaración del fin de la Historia de Fukuyama y la paulatina, pero muy eficiente, manipulación masiva de la opinión pública, agendada por las élites económicas, a través de una impresionante maquinaria de propaganda, soportada en la interconexión mundial.

Poco a poco, las nuevas generaciones de profesionales de las ciencias humanas, salvo contadas y muy valiosas excepciones, fueron siendo encasilladas en una especie de determinismo político, muy acorde con la declaración de Fukuyama del fin de la historia, en la que; cualquier opción de modelo socio económico diferente a la democracia liberal de occidente, era y, aún hoy, es catalogada, como mínimo de utopía, cuando no; de proclive a fundamentalismos terroristas, en un mundo regido por el dominio económico de Estados Unidos, en complacencia con la recién inaugurada Zona Euro y el tardío despertar del modelo híbrido Chino de comunismo con capitalismo de Estado ¿?

Encandiladas con el rutilante brillo de los milagros económicos de los llamados tigres asiáticos (Corea, Thailandia, Hong Kong, etc.), las burbujas de las empresas punto COM,  la especulación de deudas hipotecarias y el blanqueamiento global de dineros provenientes del narcotráfico, la minería ilegal, la trata de humanos y las armas; las sociedades del mundo se entregaron a un frenesí consumista, promovido por seudo profesionales del re entrenamiento humano, que pusieron el individualismo a ultranza y la competencia salvaje, como los mantras de la nueva religión mundial del éxito, difundido mundialmente con los nombres de: Empoderamiento, Reingeniería, Teoría Z, emprendimiento, Modelo Benetton, etc.

Detrás de este deslumbrante, pero muy aparente, mundo de éxito empresarial e individual, quedaron escondidos millones y millones de personas en todo el mundo, que, tal y como lo señalo el mismo Carlos Marx, pasaron de ser ciudadanos pobres de un país, a ser un ejército mundial de mano de obra de reserva, en un mundo globalizado, que requiere de esa pobrecía mundial, para seguir aumentando la acumulación de riquezas en manos de un, cada día más reducido, grupo de multi billonarios, que imperturbable, sigue vendiéndole a millones y millones de desinformados en el mundo, el dogma de las bondades de mantener la propiedad privada, como derecho humano y la necesidad de desregular todo, hasta la vida misma, en aras del crecimiento económico, único evangelio válido en el nuevo orden mundial.

En este escenario de lo inmediato, del relajamiento de valores fundamentales del humanismo y de constante y total manipulación de la opinión pública, declararse de izquierda en un país como Colombia, históricamente adiestrado en los preceptos del conservadurismo de la Contra Reforma española, durante más de quinientos años y tratar de enfrentar a una super estructura (elementos jurídicos, políticos e ideológicos que marcan las ideas que sigue una sociedad) diseñada para mantener un esquema en el que, las históricas élites, criollas y republicanas, deben estar en el poder y la economía debe funcionar para favorecer sus intereses y los de la metrópoli (en este caso EE.UU. y Europa); resulta no sólo arriesgado, sino, casi que iluso, mucho más, cuando hasta el Partido Conservador de Colombia se declara como “una organización política de centro, democrática, popular, incluyente, moderna y de avanzada, con un fundamento filosófico orientado bajo una concepción humanista…”[1]

Esta visión preliminar del actual estado de cosas, en apariencias terminaría dándole la razón a Luis Eduardo Garzón cuando me contestó: Pero… ¿Qué es eso de izquierda?, sin embargo, paradójicamente; el éxito del capitalismo, rencauchó la necesidad de otra alternativa a ese modelo, pero para que esta alternativa pueda tener opciones de verdadero triunfo; primero hay que entender que la izquierda ese esa opción.

Nota: Por espacio y lecturabilidad, estas reflexiones se seguirán desarrollando en una siguiente columna.

 



[1] Hubert Gehring. (2014). Partidos políticos en Colombia: evolución y prospectiva. Fundación Konrad Adenauer. Disponible en: https://www.kas.de/c/document_library/get_file?uuid=696741a6-8eb3-0558-d773-1e7859ca898e&groupId=252038

viernes, diciembre 11, 2020

GANAR SI O SI LA PRESIDENCIA DE COLOMBIA EN EL 2022


                     Foto: Gustavo Petro-Senador Lista de la Decencia-Colombia Humana

Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-

La peor tragedia política que ha padecido la sociedad colombiana en los últimos años, es haber permitido que la cultura traqueta, impuesta por los señores y señoras de la guerra, a través de sus mandaderos en el congreso y presidencia de Colombia, impusieran, no sólo el modus vivendi del país entero, sino,  el qué hacer de la democracia colombiana.

La influencia de la contra cultura del narcotráfico ha calado tan profundo en el inconsciente colectivo del colombiano promedio, que hoy es casi imposible separar la vida normal de la sociedad, de la influencia del negocio de las sustancias psico activas de comercio ilícito, de hecho, se ha llegado al extremo de romantizar la vida de los capos asesinos de los carteles de la droga y la minería ilegal colombiana, a un extremo tal, que incluso, el otrora serio, canal cultural Discovery Channel, ha dispuesto buena parte de su parrilla, para reforzar el mito de Robin Hood criollo de Pablo Escobar, y ni hablar de la narcotización de las políticas públicas de los gobiernos colombianos, plegados a las directrices de la DEA.


Es en este narcótico escenario, en el que la derecha colombiana, hoy encabezada y liderada con férrea mano, por el ex presidente y ex senador Alvaro Uribe Velez, despliega su influencia y su poder, a través de medios de comunicación y comunicadores afines a su ideología, que refuerzan continuamente los elementos primordiales de la contra cultura del narco en la sociedad colombiana. Aunque se lea y suene traído de los cabellos, paulatinamente, esta, ya prolongada estrategia de propaganda, ha venido socavando algunos pilares fundamentales de la moral pública, a tal punto, que el comportamiento delincuencial, o como mínimo carente de ética de algunos líderes y lideresas del uribismo, hoy día son acogidos como normales o como marcos de referencia social para muchos colombianos, así lo demuestran, los resultados electorales obtenidos por la derecha en las últimas elecciones.

                                Foto: Imágen del Congreso de Colombia

Entonces, cuando el jefe natural de la derecha colombiana, Alvaro Uribe, publicó en sus redes sociales una advertencia sobre el futro político inmediato de Colombia, esto es, las elecciones de congreso y presidencia del 2022, la sociedad colombiana entró en una especie de estado de alerta comunitario, tratando de entender ese “ojo con el 2022” planteado hábilmente por el líder supremo de la centro derecha y la derecha colombiana. La enigmática anunciación de Uribe Vélez, puso a cavilar, sobre todo, a la clase política, incluidos analistas, encuestadores y periodistas y, cómo no, a la izquierda, que ahora no se llama izquierda si no progresismo o alternatividad.

La sociedad colombiana, pero sobre todo la dirigencia política, está tan inmersa en el campo de juego diseñado por la contra cultura traqueta, hábilmente aprovechado por la centro derecha y la derecha; que una frase, si se quiere desprevenida, de Uribe, bastó para que todos, absolutamente todos los jugadores políticos, corrieran presurosos a alistar sus cábalas y sus apuestas, para rediseñar sus estrategias de mercadeo político, a fin de salirle adelante a la admonición electoral del uribismo.

En las toldas de la Colombia Humana, así como en los partidos y movimientos alternativos o progresistas, que no de izquierda, pronto se empezaron a pedir y a hacer jugadas tácticas, con el propósito de montar una campaña, que ahora si o si, asegure los votos suficientes para vencer al monstruo político del Uribismo. Al parecer el “ojo con el 2022” de Uribe en sus redes sociales, bastó, no solo para insinuar, sino para ir implementando una especie de relajamiento de los también férreos preceptos éticos, esgrimidos por estas agrupaciones, como principios rectores de su quehacer político y administrativo, que los diferenciaban de la relajada ética y la corruptela de la derecha.

Ganar si o si la presidencia de Colombia en el 2022, parece ser el mantra asumido como slogan publicitario por más de un activista y dirigente del progresismo nacional. Causa, como mínimo curiosidad, observar la manera en que paulatinamente, las prácticas políticas que causaban repulsa en la gran mayoría de los militantes y simpatizantes de la otrora izquierda colombiana, poco a poco, por obra y gracia de la frasecita de Uribe; le vienen dando paso a las practicas manzanillistas, clientelares y de estratégicas alianzas, con antiguos enemigos políticos, a quienes solo hasta ayer se les señalaba como co-autores de la tragedia nacional.

Claro que en un futuro, ojalá no tan lejano, de reconciliación nacional y de tránsito hacia la paz, es necesario, eso que llaman ahora como sinergia de todos los actores sociales y, sobre todo, políticos, para re encaminar el destino de Colombia, eso, se reitera, no debiera tener objeción alguna. Sin embargo, y dado el histórico comportamiento de ciertos actores y ciertas actrices de la política colombiana, muy dados al oportunismo electoral y  a la traición, si valdría la pena ir evaluando, no el curriculum de esos nuevos mamertos, si no el papel que tendrán en un probable y necesario frente amplio progresista de cara al ejercicio electoral del 2022.

Resultaría triste y contra producente para el progresismo, que ocurrieran desaguisados a la hora de ejercer la administración pública, tales como los acontecidos en tiempos de Luis Eduardo Garzón en su paso por la Alcaldía de Bogotá, así como en otros escenarios en los que la vieja izquierda, hoy progresismo, logró hacerse al poder, en los que, no obstante haber logrado el éxito electoral soportado en las bases progresistas; a la hora de definir los encargados de co administrar desde la alternatividad; a los históricos activistas, líderes y trabajadores del progresismo se les dejó con un palmo de narices; quedaron por fuera de esas administraciones y no precisamente por falta de perfil.

Un viraje en el rumbo del modelo político que ha gobernado a Colombia durante toda su existencia, es necesario, puesto que, la misma historia ha venido demostrando, no sólo la inequidad y lo inhumano del actual modelo, sino que últimamente, también está demostrando su ineficiencia, incluso para el mismo capitalismo. No obstante esta urgente necesidad de cambio político, éste debe ser hecho con decisión, sin ambages, sin medias tintas y sin grandes concesiones a ese mismo modelo, de lo contrario, estaremos de frente, en el 2022, a un nuevo episodio de frustración y de desencanto, con el acumulado de muertes y desolación que tal resultado, necesariamente acarreará.