LA VITRINA DE LA CONVERSA

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miércoles, noviembre 05, 2025

¿Sirvió la Consulta Interna del Pacto Histórico?

 

Imagen tomada de Radio Nacional de Colombia

Por: Alberto Palomino

La victoria en las urnas dependerá de la capacidad de construir una unidad sólida, transparente y basada en las bases, reivindicando los ideales de izquierda, las reformas sociales y el cambio estructural.

El debate sobre los resultados de la consulta interna del Pacto Histórico del 26 de octubre ha generado interrogantes sobre la eficacia del mecanismo. Si bien algunos resultados han causado incomodidad, es fundamental analizar si el problema radica en el instrumento democrático en sí o en su implementación.

La consulta popular interna representó un avance democrático significativo. En contraste con el método anterior de selección de candidaturas por acuerdos internos y designación "a dedo" (el "bolígrafo"), la consulta trasladó la decisión a la voluntad popular. En este orden de ideas, este proceso confiere legitimidad, ya que el orden de las listas al Congreso (Senado y Cámara) resulta de la capacidad de movilización y arrastre de cada precandidatura, no de una correlación de fuerzas interna.

De igual manera, fomenta la unidad, puesto que buscaba que los votantes de la consulta se movilizaran unidos hacia la elección legislativa. Su impacto positivo se proyecta hacia la futura Consulta del Frente Amplio y las elecciones al Congreso de 2026. Por lo tanto, la decisión de realizar una consulta interna y abierta fue un acierto político que debe preservarse.

El problema no fue la consulta, sino las graves fallas en su preparación y ejecución, que permitieron el "entrismo" de precandidaturas ligadas a partidos de la derecha y sus maquinarias electorales. En términos generales, las coordinaciones territoriales del Pacto Histórico no fueron electas democráticamente, sino que se heredaron de cuando fue una coalición electoral, privilegiando la hegemonía de los partidos con personería jurídica y marginando a los movimientos sociales.

Las comisiones de ética y garantías electorales nacieron con un "pecado original" por la falta de democracia interna y transparencia en el proceso. No funcionaron como un filtro efectivo. El Comité Político Nacional Provisional inscribió las precandidaturas omitiendo los principios éticos y programáticos, sin considerar debidamente los informes de las Comisiones de Ética. Esto facilitó la infiltración.

Continuando con las grandes fallas del proceso previo a la Consulta Interna, se tiene que, se prohibió o estigmatizó la realización de Asambleas Territoriales, silenciando la voz de las bases y generando una pasividad que impidió una contraloría efectiva. Paralelamente, algunos congresistas actuaron como "bisagra" para meter precandidaturas ajenas al proyecto del Pacto Histórico a cambio de apoyo electoral para su reelección. Esto fue tolerado por una burocracia interna.

No obstante, los inconvenientes externos (Consejo Nacional Electoral, Registraduría Nacional del Estado Civil, Prensa orgánica de los gremios, etc.), la consulta interna sí sirvió como mecanismo democrático, pero su potencial fue saboteado por una estructura de dirección no democrática y por prácticas internas que permitieron la infiltración. La solución no es abandonar la consulta, sino corregir sus fallas para fortalecer el proyecto.

Para avanzar en la construcción de un sólido proyecto de izquierda democrática se requieren una serie de acciones urgentes, como, por ejemplo, identificar a quienes propiciaron o fueron cómplices de la infiltración. La unidad debe construirse sobre la participación real de las bases, no sobre la tolerancia a prácticas ajenas al proyecto de cambio.

Las direcciones a todo nivel deben ser electas democráticamente, integrando de manera real a los movimientos sociales, que han demostrado ser una fuerza electoral significativa. En los meses previos a las próximas elecciones, se debe fomentar la movilización y organización de las bases para consolidar la unidad popular.  Antes de la inscripción formal de las listas al Congreso, una auditoría de las precandidaturas seleccionadas podría ayudar a depurar las infiltradas y blindar al Pacto de posibles ataques legales.

En definitiva, el camino no es retroceder en la democracia interna, sino profundizarla. La victoria en las urnas dependerá de la capacidad de construir una unidad sólida, transparente y basada en las bases, reivindicando los ideales de izquierda, las reformas sociales y el cambio estructural.

¡A trabajar por la victoria!

ALPA

Santiago de Cali distrito, 3 de noviembre de 2025.

jueves, octubre 30, 2025

La estupidez como sustento del poder

 

Foto tomada de: La Voz del Cinaruco

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

Líderes como Netanyahu, Trump, Bolsonaro, Milei y Uribe no son anomalías, sino productos sintomáticos de un ecosistema social que premia lo irracional. Su populismo se nutre de la incapacidad de grandes mayorías para evaluar críticamente sus actitudes, discursos y propuestas. 

El actual escenario político y social del mundo se caracteriza por una paradoja profunda y alarmante: en la era de la máxima expansión del acceso a la información y la educación formal, se constata un preocupante declive en las capacidades cognitivas colectivas y un auge de liderazgos políticos que encarnan la irracionalidad. Este fenómeno, probablemente, es la consecuencia lógica de varias décadas de imposición vertiginosa de una ideología neoliberal que, al transformar la vida en mercancía, ha degradado los pilares fundamentales del pensamiento crítico. 

El asalto neoliberal a las universidades, como epicentros tradicionales de la producción de conocimiento y pensamiento crítico, ha sido particularmente devastador. Noam Chomsky, en una lúcida intervención, señaló que “todo esto sucede cuando las universidades se convierten en empresas, como ha venido ocurriendo durante las últimas décadas, cuando el neoliberalismo ha ido tomando por asalto cada una de las dimensiones de la vida”. El resultado directo es una “precariedad académica” que socava la calidad educativa. ¿Cómo puede un profesor, sometido a la inestabilidad y la sobrecarga burocrática, dedicarse a fomentar el pensamiento complejo? 

El sistema, diseñado para la eficiencia y el costo-beneficio, premia la docencia superficial. Los cursos superfluos y la presión por los créditos y las deudas convierten a los estudiantes en clientes y a los conocimientos en productos. Se fomenta así que los estudiantes “se limiten a tomar apuntes y a recitarlos de manera literal a la hora de la evaluación”, anulando la esencia de la educación que, según Chomsky, es la capacidad de “inquirir, crear, innovar y desafiar”.

Este modelo educativo, enfocado en la utilidad inmediata y la reproducción acrítica del saber, tiene una consecuencia directa y medible: el declive de las capacidades cognitivas a nivel social. Investigaciones recientes confirman lo que se conoce como el "efecto Flynn inverso". Según Sergio Parra (2023), “El cociente intelectual está descendiendo por primera vez en décadas”, un fenómeno observado en países como Estados Unidos y Noruega. Aunque las causas son multifactoriales, los expertos apuntan a un “empeoramiento de los sistemas escolares” y a un “aumento negativo del uso de las redes sociales” como posibles detonantes. 

Ambos factores están intrínsecamente ligados al paradigma neoliberal: la desinversión en educación pública de calidad y la colonización de la atención por parte de plataformas digitales que priorizan el engagement sobre la profundidad; al priorizar las TIC, no como herramientas de emancipación, si no como vehículos de distracción masiva y de pensamiento fragmentado, se ha agravado la merma en las habilidades de razonamiento, concentración y análisis crítico.

Es aquí donde la advertencia de Dietrich Bonhoeffer sobre la estupidez cobra una vigencia aterradora; al constatarse, muy seguido, que incluso las personas consideradas como “más inteligentes”, pueden ser llevadas a respaldar ideas irracionales “simplemente por no pensar”. Una población que ha visto debilitada su capacidad de razonar de manera compleja se vuelve más vulnerable a los discursos simplistas, a los relatos emocionales carentes de sustento y a la manipulación política.

Este panorama allana el camino para el ascenso de una clase dirigente que se aprovecha de este declive cognitivo generalizado. Líderes como Netanyahu, Trump, Bolsonaro, Milei y Uribe no son anomalías, sino productos sintomáticos de un ecosistema social que premia lo irracional. Su populismo se nutre de la incapacidad de grandes mayorías para evaluar críticamente sus actitudes, discursos y propuestas. 

En este contexto global, la estructura social sigue siendo piramidal y perversa: en la cúspide, un porcentaje reducido de personas son dueños de la gran riqueza; en el centro, unas amplias capas de las sociedades están en el limbo de una clase media aspiracional, que se auto reconoce como rica, así no tenga las condiciones materiales para serlo, alienada por el consumismo y el mito del emprendedor; y en la base, unas grandes mayorías de pobres, cuyas necesidades inmediatas y bajos coeficientes intelectuales los hacen presa fácil del discurso populista que canaliza su frustración contra chivos expiatorios, en lugar de contra las estructuras que perpetúan su condición.

En conclusión, el proyecto neoliberal, al mercantilizar la vida ha generado una auténtica catástrofe cognitiva, al debilitar sistemáticamente nuestra capacidad colectiva para pensar, cuestionar y crear. La “estupidez” de la que hablaba Bonhoeffer se ha convertido en el combustible de un sistema que prioriza la acumulación de unos pocos sobre el bienestar colectivo y la supervivencia del planeta. Frente a esto, la tarea urgente, como bien señala el análisis de Bonhoeffer, es reconocer que “combatir la estupidez es una tarea colectiva”. 

Fuentes: 

"El neoliberalismo tomó por asalto a las universidades": Noam Chomsky - Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE)

El cociente intelectual está descendiendo por primera vez en décadas

La amenaza de la estupidez, según Bonhoeffer - Nueva Revista