LA VITRINA DE LA CONVERSA

Mostrando entradas con la etiqueta CORRUPCION. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta CORRUPCION. Mostrar todas las entradas

miércoles, enero 31, 2024

La gaseosa da fresco mientras el fiscal sigue de ‘refresco’

                                

Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas*

Editor: Francisco Cristancho R.

Llegará el fin del castigo injusto y el perdón impune.

El legado de Barbosa se resume, en una palabra: Puestos. En lugar de investigar, de inspirar o al menos de exigir buenos resultados a sus subordinados, el fiscal general se ocupó de avanzar una candidatura presidencial que desde su llegada y hasta la fecha se advierte imposible de ganar por su evidente incapacidad

Hay palabras que tienen muchos significados, piénsese por ejemplo en el término fresco: así se le dice al pescado que ha caído en la red y que emprende rumbo a la cacerola; también al sol que no maltrata y que, por el contrario, invita a su disfrute; pero también se emplea para reprochar al individuo que entra a un lugar sin intenciones de abandonarlo, haciéndolo suyo sin serlo. Existe otra palabra fonéticamente semejante: refresco, que describe aquella bebida que con su ingesta provee la hidratación necesaria para sentirse a gusto; aunque también se admite su uso como superlativo del individuo fresco, quien por su conducta también pasa por rudo, atrevido y conchudo.

Fresco, rudo, atrevido y conchudo es el señor fiscal general, Francisco Barbosa, un refresco impotable en Bogotá y en Washington, a juzgar por los acontecimientos recientes. Barbosita se llevó a su compinche –la vicefiscal cuestionada por vínculos con el narcotráfico, Martha Mancera– de viaje por los corredores del gobierno federal de EE. UU. pues, como lo reportó el veterano periodista Gonzalo Guillén, fueron pocos quienes quisieron abrir sus puertas al avistarlos. Anticipando su fracaso y haciendo gala de su insuperable capacidad para mentir, Barbosa afirmó ante la prensa que el gobierno de Estados Unidos veía con buenos ojos a la vicefiscal Mancera y expresaba su ‘respaldo total’ a quien presentó como “fiscal general encargada”, sin percatarse –claro está– de que con ese artificioso título él se quedaba sin cargo y sin corte que le llevara el equipaje.

El legado de Barbosa se resume, en una palabra: Puestos. En lugar de investigar, de inspirar o al menos de exigir buenos resultados a sus subordinados, el fiscal general se ocupó de avanzar una candidatura presidencial que desde su llegada y hasta la fecha se advierte imposible de ganar por su evidente incapacidad, dejando una estela de compromisos que no podrá satisfacer. En lo único en lo que Barbosa pudo haber acertado es en asegurar que la Corte Suprema de Justicia se vea obligada a elegir su reemplazo entre la terna enviada por el presidente Petro, pues con el paso de las horas se develan los favores recibidos por algunos magistrados, ensombreciendo la pretendida independencia que invocaron como defensa tras imponerse el voto en blanco en la primera ronda, opción de voto que no debe consentirse ni debería permitirse, pues la obligación constitucional del alto tribunal es de escoger entre las opciones puestas a su consideración por el nominador, sin lugar a dejar el cargo vacante o a sonsacarse un candidato del organigrama de la entidad excediendo sus competencias legales.

Quienes conocen los intríngulis de ese aparato llamado Fiscalía sostienen que la danza de la nómina sigue imperando, aun cuando el dueño de la chequera ya está haciendo maletas. Lo cierto es que corre el reloj para que Barbosa abandone el búnker y con ello libere finalmente la sala de evidencias que su señora esposa ocupó con prendas de vestir y demás pertenencias. A la celebración que por su salida unirá al país decente se harán partícipes los perros de la familia Barbosa, quienes se alegrarán al tener a ambos amos en casa y con el clóset de zapatos completo para desgastarlos en las caminatas que sus antiguos paseadores –pagados por los contribuyentes– ya no podrán darles.

Adenda: hay quienes llegan al mundo a pelechar, a encontrar toda ventaja posible y a hacer cuanto daño les es consentido. Estos individuos, perniciosos en su propia existencia, se tornan en un peligro inminente cuando son investidos con funciones públicas. Nos corresponde a los ciudadanos detenerlos, bien con el voto; con la voz o con la movilización pública y pacífica.

Sugerencia de viaje: sea usted amigo del juego o no, nos permitimos recomendar a nuestros lectores la ciudad de Las Vegas, en la que los autores de esta columna disfrutamos un par de días sin ser muy duchos en las cartas. A apenas dos horas por carretera puede conocer el borde occidental del Gran Cañón y en el recorrido maravillarse por el ingenio humano que permitió construir –en plena crisis económica y con un décimo de la tecnología disponible hoy– la imponente presa Hoover.

Hasta la próxima

*Texto originalmente publicado en el portal SONOTICIAS y compartido a la comunidad de La Conversa de Fin de Semana gracias a la generosidad de nuestro aliado, el periodista Hernán Riaño.

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad.  Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.


miércoles, noviembre 18, 2020

¿EXISTE UNA OPCIÓN DE CENTRO POLÍTICO EN COLOMBIA?

 ¿EXISTE UNA OPCIÓN DE CENTRO POLÍTICO EN COLOMBIA?

Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com

Los poderosos medios de comunicación y algunos periodistas afines al actual régimen político en el poder de Colombia, han desplegado durante los últimos días, toda una estrategia comunicativa de lanzamiento de la que han llamado “La nueva opción de centro político”.

La sociedad colombiana, que se precia de estar informada, ha estado atestiguando el desesperado desfile por emisoras de radio, cadenas de televisión, salas de redacción y plataformas de internet, de una muy variopinta selección de la clase política tradicional colombiana, buscando convencer a ese esquivo electorado, que se auto proclama como a-político, de que ellos (la auto nombrada opción de centro) encarnan, no sólo, una opción al bipolarismo actual de Colombia, sino que también encarnan la renovación de la clase y las costumbres políticas, de una Colombia urgida de cambio, no el Radical de Vargas LL.



Por ahí se ve a Roy Barreras, a Cristo, no julito, a Velasco, a Lara, a Galán, los renegados delfines, al delfín Gaviria, a Clara López, codo a codo, discurso a discurso, peleándose los reflectores con sus congéneres, Benedetti, Iragorri, Ángela Lozano y demás, tratando de sacar de la metafísica abstracción de ballenas e hidroituangos, en las que anda perdido, al nuevo alfil del santismo, según el innombrable del Ubérrimo; don Sergio Fajardo. Pretenden juntar al renombrado MOIR ahora Dignidad, del nada maoísta y muy fajardista Robledo, con el nuevo-viejo liberalismo ahora si auto denominado social demócrata, tras el triunfo del candidato del partido demócrata estadounidense Joe Biden. Magistral pieza de lagarteria de esa renovadora clase política del Nuevo Centro colombiano.

Claro que en el campo de las ideologías políticas, es posible la existencia de una opción neutra, de una no acción, no involucramiento, no decisión, elección esta que, paradójicamente implica todo lo contrario, ya que al decidirse por esta opción, ya se tomó una postura; la de no tomar postura. (Larga vida a Cantinflas). No obstante esta posibilidad, lo que sí es claro, al menos para el caso colombiano, es que, esta opción (la de no tomar partido), es difícilmente justificable en la muy crítica realidad social y económica que viene afrontando la sociedad colombiana desde su propio nacimiento.

Si bien es cierto que las posiciones extremas, son harto peligrosas, ya que apelan a los instintos primarios y a fanatismos, por medio de la manipulación mediática de la realidad, para beneficiar opciones caudillistas, distinguidas, por su populismo y su feroz autoritarismo; también es cierto que, ante situaciones extremas, que requieren serias, rápidas y contundentes respuestas, optar por enterrar la cabeza en la arena, no sólo no aporta a la solución de desastre, sino que expone pudendas partes a otro tipo de desastres.

La sociedad colombiana no puede seguir entrampada en la vieja estratagema de todos aquellos que han ejercido la política durante años y años, de desdecir, hablar mal, vituperar y denunciar la corrupción de las instituciones que ellos se han encargado de destruir, para ofrecerse como impolutos renovadores de la política que no polarizan, ni mucho menos caer en el error del facilismo de siglo XXI o sacaculismo que llaman, de echar en una bolsa a todas las personas que ejercen cargos de elección popular, aduciendo que todos los políticos son unos bandidos, mientras están aupados por quienes sí lo son, reclamando un muy higiénico abstencionismo, justificado en optar por un centrismo virtuoso que tampoco resuelve nada.



Los Barrera, los Velasco, los Iragorri, las Lozano, las López y demás, no pueden venir ahora a fungir como salvadores de la patria, blandiendo la espada de una total pulcritud y compromiso para con todos los colombianos, muchos de ellos y ellas, quizás no con sus acciones, sino con su aquiescencia y su formalismo extremo, han permitido que la corrupción pase por enfrente de ellos y ellas, sin que pase nada, por andar en busca de unas bellas formas diplomáticas, que eviten el debate o la confrontación, en pos de una sociedad imaginaria de Hello Kitty y pitufos.

Colombia requiere del compromiso de toda la sociedad, para empezar a cambiar esta ruta al despeñadero en la que nos han embarcado quienes ahora se muestran como intachables salvadores y salvadoras de la Matria. El centrismo tal y como lo pretenden vender los actuales oportunistas y los cómodos dueños de la franquicia, no sirve para resolver el desastre estructural, que el centrismo exagerado y los partidos políticos tradicionales de Colombia han ocasionado. Es hora de ponerse colorados por unos instantes, para no quedar con la palidez de la muerte por siempre.

En ultimas; Sí, de vez en cuando, se requiere tomar opción. Generalmente la opción que plantea un cambio; es la acertada. 

jueves, diciembre 22, 2016

2016 Año Bisiesto



Por: Omar Orlando Tovar Troches – ottroz69@gmail.com-
Creían las personas mayores, aferrándose a ese determinismo trágico impuesto por la invasión europea a lo que hoy se conoce como América (latina), que los años bisiestos guardan en sus entrañas, malos presagios y peores acontecimientos.

Parece ser que los desbarajustes en eso de contar nuestros días terrestres y mortales y que fueron observados por un monje con el nombre del dios de la borrachera (Dionisio, que no Juan Carlos Vélez, el del C.D.), dejaron en nuestro inocente colectivo la desazón por los años bisiestos, a los que les adjudicamos extraordinarios augurios, mucho más acá en el País del Sagrado Corazón en el que, siguiendo con lo de la beodez, la mayoría de nuestros males ocurre por excesos en la celebración, la improvisación o porque corre por nuestras venas un desbarajuste más grave  que ni Dionisio el pequeño ha podido enmendar.

Luego de más de doscientos años de vida republicana violenta, la nación colombiana está cerca de dar los primeros pasos en un nuevo intento de reconciliación, a pesar del terror que produce lo novedoso en una sociedad liderada por hombres y mujeres aferrados a un atavismo conservador que causa desconcierto, reproche e hilaridad en el exterior, en donde no se entiende por qué la gente en Colombia votó en contra de su anhelada paz y matan o dejan morir a sus niños y niñas.

Pasamos de las justas épicas de nuestros jóvenes deportistas, a lo cantinflesco de la cotidianidad de nuestra dirigencia política. De manera increíblemente reiterativa, la sociedad colombiana viaja de un extremo al otro del espectro de la sensibilidad, eso lo saben las élites de nuestro querido País del sagrado corazón, por eso  lo fomentan, lo amplifican y lo usan para que a pesar de todo lo que pase, no pase nada.

Uno que otro asalariado de las noticias, en su afán de entregar la materia prima de esa carroñera industria del sensacionalismo, del espectáculo, del morbo por la violencia o amarillismo que llaman algunos, nos sorprendieron durante este año, luchando desesperadamente por  ser los primeros en el sitio de los siniestros aéreos, en cubrir las muertes de los niños de la Guajira, el abuso diario de mujeres y niños, en conseguir los videos de vigilancia de los ya múltiples linchamientos de atracadores de casas, bolsos y celulares de alta gama, todo debidamente contrastado con el glamour del futbol internacional y los programas de “realities” que quedan en medio de las series televisivas dedicados a nuestra narco-cultura.


Tal como las pirañas o los tiburones, nos dejamos hipnotizar y  entramos sin reacción alguna en el frenesí que causa la sangre de la primicia, la exclusiva, la chiva. Conocedores de las mil y una argucias para provocar esa sensiblería que nos define a un buen número de colombianos y colombianas, los dueños y algunos directores de medios no escatimaron y, aún hoy, no escatiman artificios para seguir sacándole jugo a la tragedia. A fe que lo lograron durante este extraño año bisiesto de medallas olímpicas, de Nobel de Paz,  de los asesinatos de Yulianna, Dora Lilia y cientos y cientos de víctimas del miedo recurrente que le tenemos al cambio.

martes, septiembre 13, 2016

LA CORRUPCIÓN NUESTRA DE CADA DIA

LA CORRUPCIÓN NUESTRA DE CADA DÍA.


Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-

Al momento de escribir estas líneas, luego de efectuar mi, ya desacostumbrado, tour por el parque de las Palomas Caídas del Municipio norte caucano de Santander de Quilichao, y entre los dimes y diretes concernientes al próximo debate electoral o plebiscitario respecto al Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto Armado y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, mire con asombro, ubicadas en el costado sur del parque, unas carpas inflables, las cuales según fui informado estaban allí con motivo de la visita de funcionarios venidos desde la capital, para atender a las víctimas del conflicto armado.
Obstaculizando la movilidad que tan celosamente cuida y promueve la actual Secretaría de Transito de este municipio, estaban las carpas dummies y las filas de personas que pretendían ingresar a ellas. Mi primera curiosidad se fue transformando en una especie de regocijo, puesto que allí, infladitos de azul y con todos los letreros de la institucionalidad colombiana, se erigían imponentes, estos símbolos concernientes al proceso de paz, para mandar a callar a cuanto desinformado o desinformador recalcitrante, pretendiera seguir insistiendo en la mentira según la cual, el actual proceso de acuerdo entre la guerrilla y el gobierno nacional no sirve.
Vi las caras de muchas personas que se acercaban para saber cómo iba su proceso, o si aún se podía inscribir o qué papel les hacía falta, como en la canción de J. Luis Guerra: “Eran las cinco de la mañana /un seminarista, un obrero /con mil papeles de solvencia /que no les dan para ser sinceros”, todos y todas juiciosamente esperando y buscando la visa para este otro sueño.
Al acercarme y mirar con un poco más de detalle, vi caras conocidas  desde hace mucho tiempo, algunas de ellas pertenecientes a personas establecidas económicamente, con pensión una que otra, con vivienda, una que otra o con trabajo, una que otra,  exigiendo con voz imperativa; la obligación del Estado de resarcir su “extrema desventura” de no tener más de lo que ya gozan, haciendo fila y buscando visa para este otro sueño.
Confieso que la curiosidad, que se volvió regocijo y esperanza, súbitamente se volvió amargura, rabia e indignación al comprobar, una vez más, hasta dónde ha llegado la corrupción en Colombia, que ya no es inherente a los funcionarios públicos o privados, que no es solo atribuible al clientelismo endémico de estas tierras, esta otra corrupción tiene que ver más con esa herencia de la cultura “traqueta” del atajo y todo vale, está relacionada con esas consignas mal entendidas y peor aplicadas de las nuevas religiones del “coaching ”y la auto superación, las nuevas herramientas del capitalismo extremo, que pregonan la competencia despiadada y el individualismo extremo en pos del ser proactivo y exitoso que pasa por encima de los demás, sin remordimiento alguno.
Una sombra vestida de pesimismo me cubrió, al contemplar la triste escena de paisanos y paisanas medianamente acomodados,  tratando de sacar provecho de las circunstancias y de las oportunidades, en desmedro de  las victimas reales de esta histórica tragedia nacional que no cuentan con amigotes en la institucionalidad del Estado Colombiano, que los apunten en las listas de los elegidos para recibir esta otra visa  de la visibilización y la reivindicación.
Tan deprimente espectáculo social me recordó, por enésima vez, una verdad de a puño, dictada por un indio zapoteca que llegó a ser presidente de Méjico: “El respeto al derecho ajeno es la paz” y que la corrupción nuestra de cada día; es el verdadero mal contra el que tenemos que unirnos y luchar, empezando por nuestra casa y  nuestros corazones..