EL MAL EJEMPLO
Pedagogos,
sicologos, sociólogos y demás estudiosos de esa cosa, que en este país del
Sagrado Corazón está venida a menos llamada educación, han prescrito que para formar, enseñar o educar; lo más
efectivo es dar buen ejemplo. Tristemente, la dirigencia Colombiana, ha hecho y
hace caso omiso de tan sabia recomendación.
En una
sociedad convulsionada por la contra cultura “traqueta” del todo vale, el atajo,
la mentira, la manipulación y la violencia como formas de imponer ideas,
coaccionar decisiones o adquirir ascenso social o riqueza, es lamentable que
las personas encargadas de dar ejemplo a la comunidad de tolerancia, inclusión,
generosidad, solidaridad, humildad, respeto por la dignidad y la vida, debido a
su condición de haber sido elegidos popularmente unos y unas, ser reconocidos y
reconocidas otros y otras o autoproclamados unos y unas pocas más, se hayan
dedicado a dar mal ejemplo con sus actitudes, posiciones, opiniones, acciones u
omisiones.
Por un lado
quienes se auto designaron como voceros de las personas que votaron NO en el pasado plebiscito del 2 de
Octubre, no han sabido responder con altura, esa tarea que se auto impusieron. A
pesar de haber logrado la renegociación de los fallidos acuerdos de la Habana
entre las F.A.R.C. y el Gobierno Nacional, no han sabido asumir con grandeza su
logro, que no es de ellos aunque se lo abroguen, de mejorar dichos acuerdos,
vía inclusión de sus apuntes, correcciones o adiciones en un mamotreto más
grande que los mencionados acuerdos y ahora dan mal ejemplo con su egoísmo y su
tacañería conceptual y política para con la sociedad colombiana, insisten en su
NO por el NO.
En la otra
orilla, quienes en nombre del Estado Colombiano estaban y están encargados de proteger la dignidad y la vida
de un buen número de ciudadanos, dedicados a promover la reconciliación y la participación ciudadana como formas de
transitar hacia la Paz en Colombia, fallaron terriblemente en su misión. El
pasado fin de semana fuimos testigos de una especie de retorno a las épocas del
terror de los años 50, 80 y 90 del siglo pasado. Los organismos de seguridad
del Estado colombiano dan mal ejemplo con su irresponsabilidad, al no prever lo
que ya se había advertido con las denuncias sobre amenazas a los líderes
sociales, siguen dando mal ejemplo con
su falta de eficacia, no sólo con su deber de proteger la vida de todos los
colombianos y colombianas, sino con la falta de resultados en la búsqueda y
judicialización de los responsables materiales e intelectuales de esta nueva
oleada de terror.
Finalmente,
como colofón de esta mezcla de intolerancia, fanatismo y falta de
responsabilidad social, el tristemente célebre Alcalde de Bogotá, dio el más
grande mal ejemplo institucional y social de intolerancia e irrespeto por los
derechos ciudadanos, al ordenar el desalojo de los colombianos y colombianas
del Campamento de Paz establecidos en la emblemática Plaza de Bolívar de la
Capital colombiana, so pretexto de realizar un festival de música conocido como
Salsa al Parque.
Ahora hasta la
Personera Distrital, encargada de defender los Derechos Humanos en Bogotá, como
poniéndole el moño final al despropósito del Alcalde Mayor, salió dizque a
justificar a Peñalosa, su patanería y falta de respeto por los derechos a
reunirse, a protestar y a la paz de los “campamentarios”, con el prurito inverosímil, según el cual, la
Paz es un derecho como cualquier otro, incluido como no, el de improvisar la
cultura capitalina.
La sociedad
colombiana ha venido demostrando en los últimos días, su descontento hacia
estos nefastos personajes de la vida nacional, tanto los institucionales como
quienes se proclaman de oposición situados a la extrema de la derecha, así lo
constatan las miles de voces que claman por una inmediata implementación de los
acuerdos de Paz con las F.A.R.C., los mensajes de respaldo hacia el proceso por
parte de numerosas congregaciones religiosas y miembros de diferentes gremios
económicos de Colombia. En pocas palabras, los colombianos y colombianas de
bien ya estamos cansados de la intolerancia, el egoísmo, la irresponsabilidad,
la omisión, el irrespeto y la violencia, lo único que queremos es que por una
vez en sus vidas, estos miembros de la mal llamada dirigencia nacional nos den
un buen ejemplo; dejando que cese nuestra muy larga y horrible noche, para que
en los surcos de tanto dolor; el bien germine ya.