LA VITRINA DE LA CONVERSA

martes, octubre 06, 2015

POLITICA LOCAL Y NACIONAL

¿RECONCILIACION O UNANIMISMO?
Por: Omar Orlando Tovar Trochesottroz69@gmail.com

Foto tomada de: http://occidente.co/puntos-claves-en-nuevo-ciclo-de-dialogos-en-la-habana/

Más allá de la efervescencia y el calor producidos por las maravillosas noticias venidas desde La Habana, Cuba, acerca de los diálogos entre El Gobierno de Juan Manuel Santos y la Guerrilla de las F.A.R.C. – E.P., hay que llenarse de una optimista pero sabia mesura.
Contrasta la alegre expectativa que despierta la declaración conjunta entre  el gobierno Nacional y la guerrilla, con el particular ambiente proselitista reinante en Colombia, previo a las elecciones de autoridades locales del próximo 25 de Octubre. Para nadie es un secreto que la polarización política reinante, ha sido promovida hasta más no poder, por sectores de la extrema derecha de nuestro país, dirigida y encarnada por su epítome, el H. Senador Álvaro Uribe Vélez. Es claro que las campañas electorales no han salido incólumes de esta polarización. Nuevamente las fuerzas políticas; se alinean entre quienes están a favor del proceso de paz colombiano y entre quienes no están de acuerdo o no lo comparten en su totalidad. Hasta allí; santo, bueno y democrático, sin embargo,  a pesar de que se habla de posconflicto y de reconciliación nacional,  se siguen poniendo trabas, se desinforma y se miente. Quienes no comparten el dialogo entre gobierno y guerrilla; avivan sentimientos de odio, claman retaliación o  venganza disfrazadas de justicia y a la vez  denuncian persecución política.
Se habla en todas las campañas del “posconflicto”, muestra de ello son; los innumerables foros, conversatorios, conferencias o encuentros que se realizan y a los que acuden todos y todas las candidatas en contienda. Se habla, se discursea, pero de propuestas realizables desde las regiones; más bien poco, es posible que esto se deba a la poca información que sobre el tema, tiene el pueblo colombiano así como los y las candidatas, con notables y muy contadas excepciones. Falló la pedagogía que prometió el Gobierno Nacional y que se quedó en el lanzamiento farandulero de la famosa: “Catedra de La Paz”
Claro  que  es necesario emprender caminos de reconciliación, de la solución dialogada de todos los restantes conflictos económicos y sociales que aún padecemos, los colombianos y colombianas de a pie, los que vivimos del fiado y recibimos bienestar en cómodas cuotas mensuales. Es obvio que necesitamos aprender a respetarnos los unos y los otros y las otras, con eso que se llama tolerancia y pactar las nuevas reglas de convivencia familiar, escolar o ciudadana, pero ese camino de la nueva ciudadanía, no puede ser camisa de fuerza para evitar el disenso, el debate, la oposición o el no acuerdo, lo que se necesita es empezarnos a reconocer diferentes, en género, diversidad sexual, etnicidad, cosmovisión e incluso en afinidad política.
Aún nos queda mucho trabajo para alcanzar una Colombia con oportunidades, libre de exclusión social y económica, una Colombia sin prejuicios ni inequidades, falta un gran trecho para cambiar las estructuras político-económicas tradicionalistas, que desde hace más de doscientos años de vida republicana, nos han hecho transitar por caminos de odios y violencia.
¿Perdón y olvido? El alzhéimer comunitario de Colombia, ha permitido que las y los mismos, cada cuatro años, vuelvan una y otra vez a los círculos del poder local, regional y nacional, con toda su carga de clientelismo, corrupción y violencia y sigan imponiéndonos el estado de cosas que las mayorías sufren, pero que aceptan estoicamente, eso sí, de manera unánime, lo único que ha cambiado es la manera en que esos y esas, que le ponen palos a la rueda de la paz, ahora se han vuelto vergonzantes de su oscuro pasado político y hasta de su nombre y se camuflan en alianzas con los sectores que permitieron su ascenso al poder en el pasado reciente y que en un afán electorero; ahora llaman a sus  filas a sus no tan antiguos contradictores, estoy hablando del “uribismo”, ahora en llamativa connivencia con el liberalismo en el Cauca, asaltando de paso, la “buena fe” de una y uno que otro despistados, que pretenden seguir con nuestra comunitaria y endémica falta de memoria, creando artificiales separaciones entre la política local y la nacional.

Insisto, lo que no se puede perder de vista, es el objetivo mayor; ese bien deseable llamado Paz, eso sí, en un ambiente de saludable  discusión. No podemos confundir la reconciliación con el unanimismo, tampoco podemos dejarnos engañar por los cantos de sirena de quienes por un lado; pintan la prosperidad democrática como ríos de miel, de calles adoquinadas con chocolates y rondas eternas con colombianos y colombianas agarradas por las manos, y quienes, desde la seguridad democrática; ven el proceso de paz como el resultado de una frenética lluvia de bombas y de balas y extensos campos de fosas comunes y filas de eternos desplazados sin nombre. No son ellos, los de siempre, los llamados a construir el posconflicto, es el pueblo del común, el que vota y paga impuestos, quien debe emprender este otro camino, que tenemos que pensarnos y construir entre todos y todas,  respetando eso de ser y pensar diferente al establecimiento bipartidista, que aunque disfrazado con otros nombres, pretende seguir estando en el poder.