Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas*
Editor: Francisco Cristancho R.
Llegará el fin del
castigo injusto y el perdón impune.
El legado de Barbosa se resume, en una palabra: Puestos.
En lugar de investigar, de inspirar o al menos de exigir buenos resultados a
sus subordinados, el fiscal general se ocupó de avanzar una candidatura
presidencial que desde su llegada y hasta la fecha se advierte imposible de
ganar por su evidente incapacidad
Hay palabras que tienen muchos significados, piénsese por
ejemplo en el término fresco: así se le dice al pescado que ha caído en la red
y que emprende rumbo a la cacerola; también al sol que no maltrata y que, por
el contrario, invita a su disfrute; pero también se emplea para reprochar al
individuo que entra a un lugar sin intenciones de abandonarlo, haciéndolo suyo
sin serlo. Existe otra palabra fonéticamente semejante: refresco, que describe
aquella bebida que con su ingesta provee la hidratación necesaria para sentirse
a gusto; aunque también se admite su uso como superlativo del individuo fresco,
quien por su conducta también pasa por rudo, atrevido y conchudo.
Fresco, rudo, atrevido y conchudo es el señor fiscal
general, Francisco Barbosa, un refresco impotable en Bogotá y en Washington, a
juzgar por los acontecimientos recientes. Barbosita se llevó a su compinche –la
vicefiscal cuestionada por vínculos con el narcotráfico, Martha Mancera– de
viaje por los corredores del gobierno federal de EE. UU. pues, como lo reportó
el veterano periodista Gonzalo Guillén, fueron pocos quienes quisieron abrir
sus puertas al avistarlos. Anticipando su fracaso y haciendo gala de su
insuperable capacidad para mentir, Barbosa afirmó ante la prensa que el
gobierno de Estados Unidos veía con buenos ojos a la vicefiscal Mancera y
expresaba su ‘respaldo total’ a quien presentó como “fiscal general encargada”,
sin percatarse –claro está– de que con ese artificioso título él se quedaba sin
cargo y sin corte que le llevara el equipaje.
El legado de Barbosa se resume, en una palabra: Puestos. En
lugar de investigar, de inspirar o al menos de exigir buenos resultados a sus
subordinados, el fiscal general se ocupó de avanzar una candidatura
presidencial que desde su llegada y hasta la fecha se advierte imposible de
ganar por su evidente incapacidad, dejando una estela de compromisos que no
podrá satisfacer. En lo único en lo que Barbosa pudo haber acertado es en
asegurar que la Corte Suprema de Justicia se vea obligada a elegir su reemplazo
entre la terna enviada por el presidente Petro, pues con el paso de las horas
se develan los favores recibidos por algunos magistrados, ensombreciendo la
pretendida independencia que invocaron como defensa tras imponerse el voto en
blanco en la primera ronda, opción de voto que no debe consentirse ni debería
permitirse, pues la obligación constitucional del alto tribunal es de escoger
entre las opciones puestas a su consideración por el nominador, sin lugar a
dejar el cargo vacante o a sonsacarse un candidato del organigrama de la
entidad excediendo sus competencias legales.
Quienes conocen los intríngulis de ese aparato llamado
Fiscalía sostienen que la danza de la nómina sigue imperando, aun cuando el
dueño de la chequera ya está haciendo maletas. Lo cierto es que corre el reloj
para que Barbosa abandone el búnker y con ello libere finalmente la sala de
evidencias que su señora esposa ocupó con prendas de vestir y demás
pertenencias. A la celebración que por su salida unirá al país decente se harán
partícipes los perros de la familia Barbosa, quienes se alegrarán al tener a ambos
amos en casa y con el clóset de zapatos completo para desgastarlos en las
caminatas que sus antiguos paseadores –pagados por los contribuyentes– ya no
podrán darles.
Adenda: hay quienes llegan al mundo a pelechar, a
encontrar toda ventaja posible y a hacer cuanto daño les es consentido. Estos
individuos, perniciosos en su propia existencia, se tornan en un peligro
inminente cuando son investidos con funciones públicas. Nos corresponde a los
ciudadanos detenerlos, bien con el voto; con la voz o con la movilización
pública y pacífica.
Sugerencia de viaje: sea usted amigo del juego o no,
nos permitimos recomendar a nuestros lectores la ciudad de Las Vegas, en la que
los autores de esta columna disfrutamos un par de días sin ser muy duchos en
las cartas. A apenas dos horas por carretera puede conocer el borde occidental
del Gran Cañón y en el recorrido maravillarse por el ingenio humano que
permitió construir –en plena crisis económica y con un décimo de la tecnología
disponible hoy– la imponente presa Hoover.
Hasta la próxima
*Texto originalmente publicado en el portal SONOTICIAS y
compartido a la comunidad de La Conversa de Fin de Semana gracias a la
generosidad de nuestro aliado, el periodista Hernán Riaño.
Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva
responsabilidad. Les invitamos a leer,
comentar, compartir y a debatir con respeto.