¿EXISTE UNA OPCIÓN DE CENTRO POLÍTICO EN COLOMBIA?
Por:
Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com
Los
poderosos medios de comunicación y algunos periodistas afines al actual régimen
político en el poder de Colombia, han desplegado durante los últimos días, toda
una estrategia comunicativa de lanzamiento de la que han llamado “La nueva
opción de centro político”.
La
sociedad colombiana, que se precia de estar informada, ha estado atestiguando
el desesperado desfile por emisoras de radio, cadenas de televisión, salas de
redacción y plataformas de internet, de una muy variopinta selección de la
clase política tradicional colombiana, buscando convencer a ese esquivo
electorado, que se auto proclama como a-político, de que ellos (la auto
nombrada opción de centro) encarnan, no sólo, una opción al bipolarismo actual
de Colombia, sino que también encarnan la renovación de la clase y las
costumbres políticas, de una Colombia urgida de cambio, no el Radical de Vargas
LL.
Por ahí
se ve a Roy Barreras, a Cristo, no julito, a Velasco, a Lara, a Galán, los
renegados delfines, al delfín Gaviria, a Clara López, codo a codo, discurso a
discurso, peleándose los reflectores con sus congéneres, Benedetti, Iragorri,
Ángela Lozano y demás, tratando de sacar de la metafísica abstracción de
ballenas e hidroituangos, en las que anda perdido, al nuevo alfil del santismo,
según el innombrable del Ubérrimo; don Sergio Fajardo. Pretenden juntar al
renombrado MOIR ahora Dignidad, del nada maoísta y muy fajardista Robledo, con
el nuevo-viejo liberalismo ahora si auto denominado social demócrata, tras el
triunfo del candidato del partido demócrata estadounidense Joe Biden. Magistral
pieza de lagarteria de esa renovadora clase política del Nuevo Centro
colombiano.
Claro
que en el campo de las ideologías políticas, es posible la existencia de una
opción neutra, de una no acción, no involucramiento, no decisión, elección esta
que, paradójicamente implica todo lo contrario, ya que al decidirse por esta
opción, ya se tomó una postura; la de no tomar postura. (Larga vida a
Cantinflas). No obstante esta posibilidad, lo que sí es claro, al menos para el
caso colombiano, es que, esta opción (la de no tomar partido), es difícilmente justificable
en la muy crítica realidad social y económica que viene afrontando la sociedad
colombiana desde su propio nacimiento.
Si bien
es cierto que las posiciones extremas, son harto peligrosas, ya que apelan a
los instintos primarios y a fanatismos, por medio de la manipulación mediática
de la realidad, para beneficiar opciones caudillistas, distinguidas, por su
populismo y su feroz autoritarismo; también es cierto que, ante situaciones
extremas, que requieren serias, rápidas y contundentes respuestas, optar por
enterrar la cabeza en la arena, no sólo no aporta a la solución de desastre,
sino que expone pudendas partes a otro tipo de desastres.
La
sociedad colombiana no puede seguir entrampada en la vieja estratagema de todos
aquellos que han ejercido la política durante años y años, de desdecir, hablar
mal, vituperar y denunciar la corrupción de las instituciones que ellos se han
encargado de destruir, para ofrecerse como impolutos renovadores de la política
que no polarizan, ni mucho menos caer en el error del facilismo de siglo XXI o
sacaculismo que llaman, de echar en una bolsa a todas las personas que ejercen
cargos de elección popular, aduciendo que todos los políticos son unos
bandidos, mientras están aupados por quienes sí lo son, reclamando un muy
higiénico abstencionismo, justificado en optar por un centrismo virtuoso que
tampoco resuelve nada.
Los
Barrera, los Velasco, los Iragorri, las Lozano, las López y demás, no pueden
venir ahora a fungir como salvadores de la patria, blandiendo la espada de una
total pulcritud y compromiso para con todos los colombianos, muchos de ellos y
ellas, quizás no con sus acciones, sino con su aquiescencia y su formalismo
extremo, han permitido que la corrupción pase por enfrente de ellos y ellas,
sin que pase nada, por andar en busca de unas bellas formas diplomáticas, que
eviten el debate o la confrontación, en pos de una sociedad imaginaria de Hello
Kitty y pitufos.
Colombia
requiere del compromiso de toda la sociedad, para empezar a cambiar esta ruta
al despeñadero en la que nos han embarcado quienes ahora se muestran como intachables
salvadores y salvadoras de la Matria. El centrismo tal y como lo pretenden
vender los actuales oportunistas y los cómodos dueños de la franquicia, no
sirve para resolver el desastre estructural, que el centrismo exagerado y los
partidos políticos tradicionales de Colombia han ocasionado. Es hora de ponerse
colorados por unos instantes, para no quedar con la palidez de la muerte por
siempre.
En
ultimas; Sí, de vez en cuando, se requiere tomar opción. Generalmente la opción
que plantea un cambio; es la acertada.