LA VITRINA DE LA CONVERSA

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lunes, diciembre 02, 2024

¡Petro, venga a limpiar la caca del perro!

Por: Hernán Riaño

El gobierno de Duque llevó a Colombia al borde de una crisis económica, evidenciada por su endeudamiento desmedido durante la pandemia. El expresidente otorgó miles de millones a grupos económicos amigos, EPS y fondos de pensiones, beneficiando a sus allegados y aprovechándose de la confianza de los ciudadanos.

Para nadie decente es un secreto la situación en que la ultraderecha de la mano del uribismo y del gobierno de su pupilo más reciente, Iván Duque, dejaron al país. Poco a poco hemos ido conociendo los robos, desfalcos, desvíos de dineros, incumplimientos, demoras y bloqueos en el manejo de los dineros de los colombianos, de las obras del país y de la solución a los problemas de la ciudadanía, que con el ascenso al poder de esta élite ultraderechista se agravó y nos dimos cuenta de que no tienen límites ni escrúpulos. Todos unos expertos en desaparecer y embolsillarse la plata que no es de ellos. Casos como Chambacú, Foncolpuertos, Ferrocarriles Nacionales, Reficar, Odebretch, el desangre continuado de los dineros destinados a la salud por las EPS, fondos de pensiones, endeudamientos nacionales y extranjeros, SAE, y obras públicas de todo nivel, solo para nombrar muy pocas, pero que muestran la radiografía de cómo han saqueado a Colombia.

Petro asciende al gobierno, opino yo, sin saber plenamente las situaciones que debía afrontar fruto de años de abuso del país por estos sectores de las derechas colombianas y en muchos casos multinacionales. Además, porque, en el empalme, el gobierno Duque se cuidó en ocultar muchos de estos hechos. Con el coraje que lo ha caracterizado empezó a enfrentar y solucionar los problemas que le dejaron, pero con el agravante que cada que incursionaban en un sector encontraban corrupción y desfalco. Todos los días, Colombia empezó a conocer la realidad de la situación que el gobierno democrático de Gustavo Petro debía solucionar por cuenta de las manos largas de los partidos y empresarios de la ultraderecha. 

Pero no solamente habían desfalcado al país, sino que ahora como “oposición inteligente”, como se autodenominaron, y como estrategia para que no se averiguara toda la verdad, ayudados por sus medios de comunicación, calumnian, mienten, inventan y hacen toda clase de malabares para tapar los hechos de robo y corrupción. Y esto último ayudados por el cada vez más pequeño ejército de estúpidos que los sigue ciegamente. 

Pero, además de esa sucia estrategia, y ante los resultados positivos de nuestro gobierno en solucionar todos los entuertos, se dedicaron primero, a abrogarse las soluciones de Petro como propias, como lo mostré en la columna anterior, y luego se dedicaron a presionar al mandatario para que solucionara “de una vez” los desafueros que por más de 200 años han dejado los corruptos que nos han gobernado. 

Se inventaron la matriz informativa, de que, con ellos, nuestro país era el de las mil maravillas, que éramos una nación sin problemas, que antes que Petro vivíamos en Europa o Japón que todo era abundancia y felicidad, que aquí no había pobres ni miserables, que ese era un invento de los mamertos. Y lo más grave es que los estúpidos uribistas pobres están convencidos de eso, que ellos son ricos a pesar de que les quitaron todo: la salud, la comida, la vivienda, todo; muchos de ellos viven con un salario mínimo y la gran mayoría sobrellevan su existencia del rebusque, situación a la que los llevaron esos padres de la patria. El relato mediático incluye que todos los problemas del país fueron causados por los que hasta ahora llegaban al gobierno y que ellos, las derechas, son la solución a esos problemas que ellos mismos crearon. 

La situación de Colombia es muy grave. Las andanzas del gobierno Duque nos dejó al borde de una catástrofe económica. Lo ha demostrado el señor presidente con los datos sobre el endeudamiento sin medida y a escondidas realizado por el más aventajado de los alumnos de Uribe por cuenta de la pandemia. Billones de pesos que entregó a grupos económicos y empresarios, a las EPS, a los fondos de pensiones a sus amigotes y allegados aprovechándose de la buena fe de los colombianos.

No les importa haber dejado a Colombia en una de las situaciones más delicadas de nuestra historia. Su cinismo es tal que presionan para que esos desafueros sean solucionados, como decíamos antes, en el término de la distancia.  Incumplido le dicen, porque él prometió tal o cual cosa y lleva ¡dos años! Y no ha solucionado. Si arregla un problema de un sector, sale un “vocero” de otro sector a gritar: ¿A ellos porque sí y a nosotros por qué no? O ¿A nosotros para cuándo? 

Es cierto, hay muchas regiones de Colombia con graves dificultades, que por años el Estado ha olvidado, que, si alguna vez llegaba, era con el ejército para reprimir a sus habitantes por cuenta de la “seguridad democrática” inventada por el “ex”, pero que esos problemas fueron causados por los politiqueros corruptos adscritos a los partidos de las derechas colombianas y sus empresarios cómplices. Estos mismos personajes utilizan a su antojo a sus seguidores y estos como borregos, a ojo cerrado y sin cuestionar nada van repitiendo lo que su líder les ordena, convirtiéndose en cajas de resonancia de un inventado inconformismo en contra del gobierno. Gritan que todo debe solucionarlo Petro personalmente, que ¿por qué no viene?, que, ¿por qué no hace?, que, ¿por qué no dice? Como si fuera un ser celestial o extraterrestre con todos los poderes del universo. Además, con un irrespeto y una grosería que dan grima.

¿Por qué nunca les exigieron las soluciones a los gobiernos causantes de la debacle del país? ¿Por qué guardaron silencio ante el politiquero de turno que les compró su voto? ¿Por qué no le piden cuentas a su alcalde, concejal, diputado, gobernador, elegidos con promesas que incumplió? Estas y muchos otros interrogantes deberán ser esclarecidos si queremos que Colombia del salto a la democracia.

Esas voces de exigencia de soluciones tienen que ver con el llamado caudillismo que ha imperado en nuestra patria. Desde el siglo XIX, los ciudadanos de la reciente república empezaron a crear o creer en líderes que parecían ser más mesías bíblicos que políticos. La gente esperaba que estos líderes llamados “caudillos” tuvieran la solución a todos sus problemas y solo esperaban que actuara como si tuviera una barita mágica. Pero no se involucraban, en la mayoría de los casos, ni en una organización popular que coadyuvara en imponer un poder del pueblo ni en buscar solución a sus inconvenientes. A lo largo del siglo pasado conocimos muchos de estos como el Tribuno del pueblo, Jorge Eliecer Gaitán o como el general Gustavo Rojas Pinilla, a quien le robaron las elecciones en 1.970 Misael Pastrana con Carlos Lleras Restrepo quien fuera el presidente en ese año. Los caudillos nunca pudieron llegar al gobierno y menos al poder. 

A la gran mayoría los mataron, esa es la razón para que Petro insista en una organización popular, en una constituyente del pueblo a todo nivel y en todos los sectores, porque es la única forma de que los colombianos nos involucremos en la problemática de la patria y nos capacitemos en Democracia para poder avanzar al desarrollo que por tanto años nos ha negado la ultraderecha colombiana. 

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad.  Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

Esta columna fue publicada originalmente en SoNoticias y compartida con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad del periodista Hernán Riaño.