LA VITRINA DE LA CONVERSA

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martes, noviembre 21, 2023

La ordalía de viajar en avión*


Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas

Editor: Francisco Cristancho R.

un cínico de marca mayor es el expresidente Iván Duque, quien se atreve a declarar que “el gobierno de Petro se convirtió en un símbolo de fractura nacional”. Todavía nos estamos riendo cuando vemos que el peor presidente de la historia, el que provocó tres paros nacionales e innumerables críticas por su desgobierno y amoralidad, tiene el nervio de expresarse públicamente en oposición a su sucesor

Desde que Ícaro se elevó con sus alas de cera para intentar alcanzar el sol, el ser humano ha ansiado y visto como un éxito surcar los cielos. Es tan evidente el deseo de volar que algunos individuos le dieron al Espíritu Santo la capacidad de elevar sus alas. Hasta hace unos años viajar en aeronave era un placer, hoy se asemeja más a una tortura: antes se percibía un interés de la tripulación por hacer sentir a gusto al pasajero, ahora parece que les estorban; antes cuidaban a su clientela y especialmente a quienes llevaban años viajando en su línea, ahora poco o nada les importa, sean nuevos o viejos conocidos; antes recibían a los pasajeros con una bebida, ahora hay que pagar hasta por el agua –situación que debería ocupar la atención de la Superintendencia de Industria y Comercio, dada la absoluta concentración de la oferta y los precios exorbitantes– y próximamente habrá que hacerlo por usar el baño.

Antes con recibir el boleto se tenía la confianza implícita de que contaba con un lugar garantizado en el avión, ahora hasta que no se está sentado, con el cinturón abrochado y la puerta cerrada no hay certeza de nada, especialmente en aquella aerolínea otrora colombiana cuyo nombre todos conocemos y que incurre reiteradamente en la práctica de sobrevenir asientos sin salvaguarda alguna para los pasajeros que puedan verse afectados por el exceso en la demanda – conducta que merece la atención de la autoridad de protección al consumidor–; antes todas las contingencias se resolvían cara a cara en el mostrador del aeropuerto, ahora las discusiones comienzan 24 horas antes del vuelo con la acostumbrada pelea –si tiene suerte, por teléfono con un ser humano, de lo contrario con un robot– para que se adjudique un asiento a bordo o se admita un equipaje a la bodega. Lo que antes era un momento ansiado ahora es un suplicio. Y no nos queda alternativa distinta a resistir porque debemos llegar a nuestros destinos y no podemos hacerlo a nado o al lomo de un caballo. Ojalá el Estado ejerza pronto su poder de inspección en procura del interés general y garantice la primacía de los derechos de los viajeros, tan vulnerados por estos días.

–Pasando a otro tema– Encontramos a nuestro regreso que la política colombiana no cambia. Un gobierno que pretende hacer efectivos los derechos de la mayoría, como nunca antes, encuentra frenos por doquier. Un poder ejecutivo que fija sus esfuerzos en alcanzar la paz por todos los frentes recibe la oposición de ex-negociadores que les parece objetable adelantar negociaciones simultáneas, como si las de ellos –que corrían solas– hubiesen alcanzado su propósito. Un presidente que cumple con el mandato de sus electores, que no es otro que el de las reformas que conduzcan a una mejoría en las condiciones de vida, recibe calificaciones de “impredecible”, “adanista” o “megalómano”. Mientras tanto, los poderes de toda la vida –entre ellos los Olímpicos de Barranquilla– disfrutan del percibido colapso del gobierno y celebran en micrófonos y tribunas de opinión los abucheos a la familia presidencial. Y el Congreso estático, entregado a la dilación promovida por sectores de interés que ven en el debate un riesgo a sus negocios, ajeno a la calidad de foro público que le dio origen y lleno de individuos que deslucen la dignidad parlamentaria. Para Germán, quien ocupó un escaño en la Cámara de Representantes por 24 años y que ha visto de todo en los puestos vecinos, esta legislatura preocupa en comparación con las que le antecedieron por su mediocridad y baja calidad argumentativa.

El que sí es un cínico de marca mayor es el expresidente Iván Duque, quien se atreve a declarar que “el gobierno de Petro se convirtió en un símbolo de fractura nacional”. Todavía nos estamos riendo cuando vemos que el peor presidente de la historia, el que provocó tres paros nacionales e innumerables críticas por su desgobierno y amoralidad, tiene el nervio de expresarse públicamente en oposición a su sucesor. Bien podría decirse que Duque aspiró a ser y logró hacerse con la medalla al tiro, porque descolló en tirarse el país. La corrupción alcanzó sus mayores niveles con Duque a la cabeza, sería bueno que nos contara cuántos de sus amigos se lucraron del tubo de Ecopetrol. Donde hubiera tenido un año más de gobierno, se acababan las reservas y no quedaba combustible ni para cargar un briquet. También convendría que explicara por qué una familiar suya era conocida entre altos funcionarios del Estado como “la madrina”, quien gozaba de un acceso irrestricto a entidades y procesos de selección. Le preguntamos a un historiador si él o alguien de su ramo se atreverían a escribir la historia del gobierno Duque y dijo que nadie se ocuparía con ello porque lo que resultaría no sería un libro sino un cómic.

*Texto originalmente publicado en SONOTICIAS y compartido a la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad de su director; el periodista Hernán Riaño.

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad.  Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

 

jueves, junio 03, 2021

Colombia entre el romanticismo comunitario y el fascismo individualista

Imágenes: ciudadanos del sur del Cali armados junto a la Policía Colombia y marcha del silencio convocada por empresarios en Cali, mayo 2021- Perfil Facebook - El Tiempo
Colombia entre el romanticismo comunitario y el fascismo individualista

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

Por estos días de conflictividad social, en los que la indignación, pero sobre todo el desespero que expresan las mayorías en calles, carreteras y redes sociales, ha puesto en evidencia la verdadera realidad de Colombia, de cantidades inmensas de ciudadanos empujados sin remordimiento alguno hacia la pobreza y la miseria, con tal de mantener la confianza inversionista y las groseras ganancias del empresariado amigo del uribismo, se ven a sus voceros, los de los gremios, en noticieros, informativos  y hasta programas de variedades de radio, televisión e internet, llamando, ahora sí, a la búsqueda de consensos y de solidaridad, con ellos, los gremios; por parte de la comunidad hambrienta y desesperada que protesta.

Imagen Paro nacional Colombia 2021 de CLARO

La cosa, descrita así, no debería pasar de una irritante anécdota protagonizada por los voceros de la institucionalidad gremial. El problema con estos llamados a la solidaridad y a los acuerdos, es que éstos se hacen junto con la manipulación oportunista de las llamadas encuestas de opinión, a partir de la alteración de la verdad, por medio de piezas de propaganda oficial, hecha y difundida por los medios amigos del uribismo, en las que la justificada indignación y la constitucional protesta de la ciudadanía, termina siendo señalada como la culpable de todos los males de la nación.

La estrategia de tergiversación de la realidad social que padecen la mayoría de los colombianos, siempre ha tenido como finalidad, la construcción de un relato social, artificialmente consensuado, en el que lo realmente importante, es mantener una normalidad, así sea la mal llamada nueva normalidad de la peste, en la que a toda costa se debe resguardar, ya no la integridad física de la sociedad en su conjunto, sino la integridad del mercado, especialmente el sector comercio de la economía, para lo cual, el sacrificio mayor, incluso el de la vida misma, debe ser puesto por el ciudadano común, confiado depositario de las libertades de movilizarse, pero sobre todo de comprar, así no tenga con qué.

Dentro de esta lógica del mercado, situaciones de dislocación de la nueva normalidad de consumo, tales como la protesta social y las interrupciones de la movilidad, ponen en serios aprietos a poderosos sectores de la economía, que ven como su grosero incremento de ganancias, se ve interrumpido por la acción aleve, según ellos y algunas ellas, de vándalos desadaptados, que se rehúsan a mal vivir en el mundo de ensoñación consumista al debe, que gobierno y medios les venden y les imponen a través de las redes masivas de información.

Ya en este punto, en el que las mayorías de viejos y nuevos pobres, se han dado cuenta de la verdadera realidad económica, en la que la prosperidad es patrimonio exclusivo de unos pocos y la miseria es socializada entre las grandes mayorías, es en el que, de manera desesperada, la elite corporativista que gobierna Colombia, acude a la reconstrucción de su relato de búsqueda de consensos y de solidaridad, no necesariamente en búsqueda de más y mejores oportunidades y garantías de bienestar para todos, sino de más y mejores garantías de mantener el esquema en el que unos pocos siguen siendo beneficiarios de todas las gabelas del estado, a costa de la salud, la educación, el empleo y el buen vivir del resto de la sociedad.

Ante la imposibilidad de seguir con el meta relato del enemigo nacional del castro chavismo, o de un todo poderoso Gustavo Petro, como maestro titiritero del mal, tanto gremios como su gobierno, se han dado a la tarea de la construcción de otra narrativa en la que, el nuevo enemigo termine siendo la protesta social, que socaba las libertades del individuo y atenta contra el bienestar general, un enemigo de múltiples cabezas, pero que se pueden personalizar en los vándalos de primera y segunda línea, ahora declarados objetivos de alto valor para las FF.MM. y las auto defensas ciudadanas.

Imagen: Indígenas son atacados por ciudadanos armados del sur de Cali durante protestas 2021. Perfil Facebook.

Si bien es cierto que a la hora de escribir estas notas, ya se vienen dando, así sea a marchas forzadas, los primeros pasos para el esperado encuentro entre el gobierno nacional y las distintas expresiones de la protesta social, la desconfianza que siente la mayoría de los colombianos hacia la institucionalidad gremial y estatal, así como la intransigencia de sectores de la ultra derecha en el poder, no han permitido que se avance en la ruta de una negociación, en la que las justas reclamaciones de millones, acompasen el desaforado deseo de ganancias de unos pocos.

Este desencuentro no es cosa diferente que la expresión pública de una vieja contradicción social, no solo presente en Colombia, sino en muchas otras latitudes, en la que se enfrenta el romanticismo social alrededor de lo realmente comunitario y el individualismo extremo, devenido en la justificación del fascismo como mecanismo para mantener los privilegios de una minoría. Tal cual.

 

martes, mayo 25, 2021

YO APOYO EL PARO; PERO …

 Yo apoyo el Paro; pero ...

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

Foto: Marcha del Silencio, mayo 25721/ El Pais de Cali

No obstante, el mayoritario y abrumador respaldo que han alcanzado las jornadas de protesta, iniciadas el pasado 28 de abril de 2021, tal y como se puede constatar en los resultados de los sondeos de opinión, publicados recientemente, incluso por empresas consultoras afines al actual gobierno nacional de Iván Duque, aún subsiste y empieza a crecer, un sector de la sociedad colombiana que aún no se convence o ha dejado de creer en la justeza y necesidad de las protestas. Este sector corresponde al de aquellas personas, cuya opinión sobre la protesta se resume en la expresión: Yo apoyo el paro; pero…

Es normal que jornadas de protesta de tan larga duración, sufran un desgaste, bien sea por el cansancio físico y mental de los protestantes, por las incomodidades que la alteración de la cotidianidad (movilidad, orden público, acceso a bienes y servicios, etc.) ocasiona en la población que no protesta activamente en las calles, por la percepción de impotencia de protestantes y ciudadanía en general, frente a los abusos y desmanes ocurridos durante las jornadas o por la desconfianza frente a una institucionalidad alcahueta con la violencia e ineficiente a la hora de negociar con quienes están protestando. En todo caso, sea cual sea la causa, la protesta también desgasta y se desgasta.

Minga es atacada al sur de Cali - Imagen tomada de perfil Facebook
Pero, más allá del análisis de las dinámicas propias de la protesta social y del manejo institucional que se le dé, en estas notas se pretende hacer un muy somero examen a las motivaciones que tienen sectores de la sociedad colombiana, frente a unas jornadas de movilización social, que, si bien es cierto, encuentran  justificadas, no terminan por motivarlos a participar directamente en ellas, e incluso, terminan por satanizar, al no encontrar en ellas, relación directa con su realidad socio económica, su ideología o por la incomodidad que les causan.

En primer lugar, habría que señalar que, este sector de la población que dice apoyar las jornadas de protesta, pero que también las cuestiona, corresponde, en términos generales, a personas mayores de 35 años, de los estratos socio económicos 3 en adelante, con escolaridad de nivel tecnológico y profesional, religiosamente activos, que tienen trabajos mas o menos estables y se auto definen como emprendedore(a)s, de tendencia política de centro. También es posible encontrar personas de estratos 1 y 2, mayores de 50 años, con baja escolaridad, religiosamente activos, de ideología política conservadora. Ambos grupos, corresponden a personas que viven en cascos urbanos.

Este particular grupo poblacional de la sociedad colombiana, refleja en mucho, una concepción, más bien conservadora del relacionamiento entre el Estado colombiano y la llamada sociedad civil, mucho más afín a la concepción de Estado de Derecho, correspondiente al planteado en la Constitución Política de Colombia de 1886, que aquella planteada por el Estado Social de Derecho, establecida en la Constitución de 1991. En términos muy sucintos, este grupo poblacional cree y siente que gobierno y Estado son la misma cosa y que ambas son entidades superiores, a las que se les debe respeto reverencial y que cualquier intento de subversión de su orden, es asimilable a un pecado capital.

Ante una concepción instaurada en la psique colectiva de la sociedad colombiana desde hace muchos años, en la que protesta social es sinónimo a subversión del orden establecido, es fácilmente comprensible que ciertos grupos poblacionales, como los anteriormente descritos, crean firmemente en las bondades de un sistema socio político de este tipo (conservador-capitalista) que, si bien es cierto, posee falencias, estas pueden ser subsanadas a través de las peticiones, quejas y/o reclamos, debidamente gestionados por el conducto regular o por el enlace electrónico dispuesto para ello por la institucionalidad oficial.

Vicepresidenta Ramírez, Álvaro Uribe, Iván Duque-Imagen perfil facebook
Sin embargo, ante la demostrada ineficiencia del actual gobierno nacional de Iván Duque, el desgaste y falta de salidas del modelo socio económico que, durante los últimos veinte años, ha exacerbado el paulatino empobrecimiento de este grupo poblacional específico (capas medias urbanas y pequeños y medianos propietarios rurales), se presenta una especie de fractura en ese reverencial respeto a la dupla Gobierno-Estado y se encuentra, así sea momentáneamente, que las quejas y modos de tramitarlas, que plantean otros sectores de la sociedad colombiana (campesinos, afros, indios, lgbtiq, mujeres, animalistas, estudiantes, artistas, profesores, sindicatos, políticos alternativos, etc.), bien valen la pena ser apoyadas, en tanto no alteren la falsa sensación de bienestar que el sistema le ha vendido a este sector poblacional, ni mucho menos, que vaya afectar sus emprendimientos o capacidad de ingreso constante; que les permita mantener su ritmo y niveles de consumo.

Desafortunadamente, esta deformación de la realidad colombiana, atribuible, en buena parte, al modelo educativo replicado por siempre por generaciones y generaciones de educadores, también formados en este mismo modelo, ha producido un grupo de personas que, ante el dilema de apoyar unas reclamaciones que consideran justas o proteger su aparente normal estilo de vida de supuesto bienestar económico; terminan por justificar el uso de la violencia, en contra de aquellos que pelean por eso que este grupo considera justo y deseable, pero cuya lucha, molesta su cotidianidad y su posibilidad de continuar yendo al gimnasio, al Éxito o a Mac Donald´s.

lunes, abril 19, 2021

La Reforma Tributaria; la reciente jugadita del Uribismo

 

La Reforma Tributaria; la reciente jugadita del Uribismo

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

Imagen tomada de: https://facebook.com/laconversafindesemana/

Al igual que las mutaciones del SarCov2, corresponsable, junto con la indisciplina social y la ineficiencia de Duque, de la crisis que padece Colombia; el uribismo sorprende todos los días, al ciudadano promedio, con sus mutaciones políticas.

La última variante del uribismo, consistente  en mostrarse  ante el paisano de a pie, bajo el esquema policía bueno-policía mano, le ha servido al encargado de la presidencia de Colombia, para presentar su última creación con el pomposo y descresta calentanos nombre de: "… infraestructura de equidad fiscalmente sostenible para fortalecer la política de erradicación de la pobreza, a través de la redefinición de la regla fiscal, el fortalecimiento y focalización del gasto social y la redistribución de cargas tributarias y ambientales con criterios de solidaridad… ". 

Y aunque el mamotreto en sí mismo ha dado y dará para escribir miles y miles de palabras, la mayoría de ellas, dedicadas a descalificarlo, la intención de esta nota, está más bien dirigida a intentar poner sobre aviso a toda aquella desprevenida y, sobre todo, desesperada ciudadanía, acerca de la agenda, ya no tan oculta, del uribismo, diseñada para sostener sus mayorías parlamentarias, vía untuosa, aunque vituperada, mermelada presupuestal, proteger a sus patrocinadores y jefes, los poderosos empresarios y de paso, legalizar uno que otro entuerto pendiente, de este deplorable ejercicio de gobierno de Duque.

La presentación oficial del texto oficial de la Reforma, ha dejado, ahora sí, en claro, que un muy alto porcentaje de la opinión pública de base, está absolutamente en contra de tan inconveniente esperpento tributario, sin embargo, y aunque parezca increíble, existe un sector, por ahora minoritario, que cree, defiende y defenderá las bondades de la Reforma de rimbombante nombre y aterradoras consecuencias. Es acerca de este, por ahora minoritario, sector de la opinión pública, sobre el que esta nota pretende que el ciudadano desprevenido, centre su atención.

Esta deliciosa minoría que defiende y defenderá la Reforma Tributaria del uribismo, es aquella conformada, en primera instancia, por el séquito de lambiscones y lambisconas amistades del mismo Iván Duque, hoy bien ubicados en los ministerios y altas consejerías presidenciales.

Linea de defensa de Duque. Imagen tomada de : Semana.com
Una segunda línea de defensa de la famosa Reforma, la conforman, un número indeterminado de recién graduados de economía, y otros que no lo son, pero se creen, que andan por ahí en los medios y las redes sociales, aún medio atarantados y super convencidos de las bondades de la escuela de Chicago y de la justeza de los postulados de Hayek y compañía, que comparten junto con el Ministro de Hacienda, Don Carrasquilla, una visión monetarista de la vida, en la que los pobres para lo único que sirven, es para enriquecer a los que tienen y que también cree que la especie humana se debe dividir entre los que tienen y los que pueden, ya que los demás son prescindibles.

Y en medio de este mínimo ejercito de defensores de la Reforma y del uribismo, se encuentran los llamados a ser jueces del proyecto de ley de estrambótico nombre y funestas consecuencias; los congresistas afines y colaboracionistas al uribismo, quienes, desde ya, en cabeza de sus prestigiosas direcciones (Álvaro Uribe, por el C.D., Dilian por la U, Vargas Ll. por Cambio, Gaviria por Liberales, John Milton por las iglesias protestantes, los demás y Manguito), se presentan ante el sufrido y horrorizado pueblo colombiano como sus futuros defensores (policías buenos), ante el oprobioso ataque de los policías malos (Duque, Carrasquilla, los amigotes y amigotas de Duque en la burocracia y los Castro chavistas de la oposición).

Por ahí se los oye y se los ve donde Don Julio W, Don Néstor M. Blu, Don Vélez R.C.N.,  Doña Vicky Semana, Don Jorge Alfredo Caracol Noticias y Don Lozano RCN Noticias, diciendo que sí, que la Reforma es odiosa, que es inconveniente, que es inoportuna, que los gremios la rechazan y que ellos mismos y mismas también, pero que mire que sostener los gastos del Estado no es fácil y que el pobre Duque ya no tiene de donde echar mano para seguir ayudando a los pobres, a los emprendedores, a los estudiantes, que lo del Ingreso Solidario, lo de los Subsidios a la Nómina, los auxilios a las MiPyme, las matrículas cero, las tablets y los datos de internet para la semi presencialidad, las bonificaciones de los Héroes y Heroínas de la salud, los auxilios a los discapacitados, los eventos virtuales de los artistas y demás ayudas, no se pagan solos y que por tanto hay que dialogar y negociar la Reformita Sostenible y Solidaria.

Ni que hablar de los Honorables Representantes a la Cámara, que tan mal les fue con el proyectico de alargar el periodo presidencial, de gobernaciones y de alcaldías, ellos y ellas que por la noche firman los proyectos y a la mañana dicen no estar de acuerdo, o que no sabían o que no los leyeron o que les ordenaron o que fue, que fue; ahí andan otra vez, de la mano de Fedemunicipios y Fededepartamentos, junto con los gremios, poniéndose a la orden para “humanizar” y “ablandar” la Reformita, porque tal y como ya le han planteado a alcaldesas y alcaldes, gobernadores y gobernadoras amigas, la platica hace falta, mucho más ahora que estamos en campaña, no vaya y sea que las obritas se queden sin hacer y los contraticos sin otorgar.

Ahí está la reciente jugadita del Uribismo, en su interpretación adaptada del Doctor Jekyll y el Señor Hyde, en buen chibchombiano: Policía bueno-policía malo. Ahí es donde deben poner sus ojos las Ciudadanías Decentes, no en los descaches del precio de una docena de huevos, si no en la vigilancia extrema de las andanzas de Representantes y Senadores, de directores y directoras de partidos y movimientos políticos, que se presten para secundar la reciente jugadita del uribismo, puesto que, la decencia, pero sobre todo, el sentido común, indican que la tal Reforma no debe ser ni siquiera discutida, debe hundirse de una, por lo que cualquier otra acción; debe considerarse como una alta traición y una grosería en contra de las buenas gentes de Colombia.

martes, marzo 23, 2021

OJO CON LA TERCERA OLEADA DE LA PESTE

OJO CON LA TERCERA OLEADA DE LA PESTE

Imagen: Fundspeople
Por: Omar Orlando Tovar Toches -ottroz69@gmail.com-

Sin dejar de lado las, ya abundantes y generalizadas, críticas al muy deficiente manejo que el gobierno nacional, en manos del uribismo, le ha dado a la crisis sanitaria ocasionada por la peste del Covid19, es urgente alertar a la comunidad, sobre el muy serio riesgo de una tercera oleada de contagios y de decesos ocasionados por el Sarscov2 o Covid19, que llaman, y que pondría en serios aprietos al, aún enclenque, sistema hospitalario con el que cuentan los colombianos.

Colombia actualmente se ubica entre los primeros 20 puestos a nivel mundial, de contagios y muertes ocasionadas por el Covid19, debido a las medidas que han asumido los titulares de los cargos de Presidencia de la República y Ministerio de Salud de Colombia, en cuanto al manejo de la pandemia, las cuales, distan mucho de haber sido las más eficientes, no obstante que sus anuncios al respecto, hayan recibido uno que otro elogio de académicos y comunicadores afines.

La tardanza en tomar decisiones de cierres de fronteras, la aplicación de pruebas diagnósticas, la falta de apoyos económicos reales para que la ciudadanía más pobre no tuviera que exponerse al contagio y una apresurada re apertura de la actividad económica, así como el oscuro manejo de la muy improvisada adquisición de las vacunas, han puesto a la sociedad colombiana, en su conjunto, en un estado de vulnerabilidad aterrador frente a la peste.

Foto: Semana.com
A pesar de que el ciudadano colombiano del común, está más o menos informado de las aterradoras cifras de apestados y finados que el virus de marras está cobrando nuevamente, en lo que los expertos han llamado la tercera ola o tercer pico de contagio, parece ser que una especie de irresponsable desinterés por la vida propia y la de los demás, hubiera reemplazado a la sindéresis, el buen juicio o a la cordura que debería asumir la mayoría de colombianos, frente a este mortal riesgo, aún latente en el mundo entero, y que según reportes oficiales, ya ha obligado a muchos gobiernos a retomar medidas restrictivas de la movilidad y de las demás actividades cotidianas de sociedades, que incluso, han avanzado grandemente en sus procesos de vacunación.

Sin embargo, también es claro que, este irresponsable comportamiento de ignorar las mínimas medidas de auto cuidado y de bio seguridad, asumidas por un buen numero de paisanos y paisanas, obedece también a la inhumana presión que sobre ellos han venido ejerciendo, tanto los gobiernos nacional, como los locales, presionados a su vez, por los todopoderosos gremios de la producción, específicamente Fenalco, Cotelco, Acodres y algunas Cámaras de comercio, para que unas mayorías desesperadas, cansadas y sumidas en unas profundas crisis económicas, salgan desordenadamente a las calles y sitios de consumo, no tanto a producir, como a gastar los escasos recursos que aún tienen, empujados por la codicia de los amigos empresarios del Uribismo.

Ante una muy preocupante perspectiva de ocurrencia de una tercera ola de contagios masivos , con su secuela de fallecimientos, que cada día es más evidente en términos de cifras oficiales de la OMS, es urgente que los generadores de opinión pública, así como los demás actores sociales de Colombia, llamen la atención de los gobiernos nacional y locales, para que tomen las medidas necesarias que permitan, si no evitar el tercer pico, al menos que éste no alcance las dimensiones de los anteriores, a fin de impedir la ocurrencia de una catástrofe humanitaria. Para ello, se requiere, ahora sí, que las muy controvertidas Federaciones de Municipios y de Departamentos, le exijan al gobierno nacional, las facultades para sus asociados, de modo que puedan tomar de manera autónoma, las medidas urgentes para salvaguardar la vida de sus comunidades.

Foto: El Tiempo
De otra parte, la opinión pública de base, debe manifestarse con fuerza, para obligar al gobierno de Duque y su Ministro de Salud, a dejar de estar haciendo propaganda, pasando de los anuncios a los hechos reales, por ejemplo, cumpliendo con las medidas establecidas por la Ley Estatutaria 1761 de 2015,  que obligan al Estado a “respetar, proteger y garantizar el goce efectivo del derecho fundamental a la salud”, de manera  que su famoso Plan Nacional de Vacunación, deje de ser ese listado de buenas intenciones y pase a ser una realidad eficiente, que beneficie a toda la ciudadanía.

Es urgente que al gobierno nacional deje, así sea en este momento de gran riesgo para la vida de los colombianos, su marcado interés de ayudar a sus patrocinadores del sector privado, corrigiendo, por ejemplo, el manejo que le han dado las EPS a la peste, cuyas bases de datos son exactas para cobrar, pero incompletas y borrosas para el agendamiento de citas de vacunación y así mismo,  debe Duque y demás miembros del Uribismo, dejar de seguir intentando el involucramiento del empresariado, en la adquisición y distribución de las vacunas, hecho este que a todas luces, genera gran desconfianza en la equidad y eficiencia del también recelado;  proceso de vacunación.

Ya Chile, mucho más adelante en el proceso de vacunación, se vio obligada a decretar nuevos cierres y demás medidas restrictivas, ante la aparición del tercer pico de la peste. A estas horas, no se sabe que están esperando los mandatarios (as), locales, regionales y el nacional, para tomar fuertes medidas preventivas para evitar más muertes, teniendo en cuenta la absoluta indisciplina social que su deficiente manejo de la peste ha promovido, la proximidad de un largo feriado (semana santa) y la lejanía en el tiempo, de una masiva vacunación, que pudiera acercarnos a la tan cacareada inmunidad de rebaño.  Ojo con la tercera oleada de la peste; está muy cerca.

 

 

 

lunes, febrero 08, 2021

DE ESPALDAS AL PACÍFICO

DE ESPALDAS AL PACÍFICO

La respuesta de este gobierno, al igual que la de sus predecesores de derecha y de extremo centro, ha sido la misma, más consejos de seguridad, más anuncios de recompensas, de inversiones y más pie de 
fuerza.

Fuente: eltiempo.com

Por: Omar Orlando Tovar Troches – ottroz69@gmail.com

Con tristeza, no de opinador, sino de colombiano, tengo que decir, que me apena, reitero, no por mi ego, sino por las comunidades afectadas, tener que reiterarme en un mismo tema: La horrible crisis que afrontan las buenas personas que habitan el litoral pacífico colombiano.

Después de algo más de tres años, es deplorable tener que retomar una columna sobre la misma tragedia: el olvido, el racismo, la exclusión, la manipulación, el saqueo y la corrupción que se han tomado a sangre y fuego la vida de chocoanos, vallunos, caucanos y nariñenses.

En mis líneas de 2017 (ESE TAL PAZIFICO NO EXISTE – Proclama del Cauca), me atrevía a tomar palabras de algún pensador Pacífico, quien dijo alguna vez sobre el Departamento del Chocó, que éste era un territorio de cara al Océano Pacífico y con la espalda de Colombia a sus espaldas, o algo así, como diría el Chapulín Colorado.

Cuatro años más tarde, me toca, con desconsuelo, pero  con la misma indignación, apropiarme de las palabras de un líder social de Buenaventura, para señalar el desconocimiento, el olvido, la exclusión, o el desprecio, con el que algunos personajes de la otra Colombia, miran a las personas del pacífico, cuando al contestarle a una periodista de un medio afín al poder, Leonard Rentería dijo: “A ustedes les debería dar vergüenza decir eso que están diciendo, les debería dar vergüenza que cómo vamos a perjudicar a 50 millones de colombianos, cuando los 50 millones de colombianos no piensan en nosotros, que somos los que hacemos posible que a ustedes les llegue la mercancía y les llegue todo lo que les llega a su casa. Debería darles vergüenza y deberían sentir empatía por un pueblo que le ha dado tanto a este país y este país no ha hecho más que desconocerlo, que comportarse de forma racista y tratarnos como nos tratan”

Casi que decir o escribir algo más sobra. Lástima que no es así.

A pesar de la inmensa solidaridad que despertó en las redes sociales la digna respuesta de Leonard Rentería, uno de los tantos Bonaverenses cansados de su tragedia, la verdad es que todavía persiste en buena parte de la opinión pública de Colombia, esa cierta indiferencia, esa cierta incomodidad por la protesta de las personas del pacífico colombiano, debida quizás, a la constante estigmatización racista y política, con la que un gran sector de la élite centralista de Colombia, se refiere a esta zona del País, que es esa misma seudo aristocracia criolla, representada por periodistas como Paola Ochoa, Ricardo Ospina y demás congéneres de su casa periodística, que hacen eco de una minoría que cree que el ombligo del mundo está en Bogotá, cuando no, a los pies del poder.

Foto de Contagio Radio

En ese triste orden de ideas, se hace necesario recordarle a esa otra Colombia, la que está de espaldas al pacífico, que la posibilidad de otro paro en Buenaventura o incluso la reactivación de la Minga Social del suroccidente colombiana, está más que justificada. Cuatro años después de los paros del Chocó, de la Minga y de Buenaventura misma; la tragedia social que los originó sigue siendo la misma, sólo que ahora con los ilegales patrullando, amenazando y asesinando a la vista de todos, incluso la de los agentes del estado, encargados de defender la vida, honra y bienes de sus paisanos.

La respuesta de este gobierno, al igual que la de sus predecesores de derecha y de extremo centro, ha sido la misma, más consejos de seguridad, más anuncios de recompensas, de inversiones y más pie de fuerza. Hace cuatro años, hace veinte años, hace cien años, las exigencias del pacífico a ese centro blanco de Colombia, enriquecido a costillas del pacifico indio y negro eran y son las mismas: techo, pan, salud, educación, trabajo, paz y vida, nada más, pero nada menos, así lo constatan los historiadores al hacer mención en sus trabajos acerca del pacifico: “Las regiones del litoral pacífico experimentaron efectivamente un desarrollo al margen del país, … Los asentamientos, casi exclusivamente negros, están distribuidos en caseríos y pueblos pequeños o veredas alineados a lo largo de los ríos y constituidos por parentelas, y dieron lugar a una organización cultural, social y política original alejada de los esquemas elaborados por las sociedades coloniales – y después independientes- del centro del país.” (Hoffman, 2007, pág.21) *

Pareciera ser que, salvo en periodos de elecciones, a los que resultan ser elegidos, no en representación de los indios, negros y mestizos campesinos del pacífico, sino de los poderosos gremios de la producción, lo único que les interesa de estas gentes, es su apoyo, sus votos y su aquiescencia para acabar de saquear las riquezas de los erarios municipales y departamentales, pero sobre todo; para autorizarles a sus jefes de Bogotá, Miami, Washington y Europa, la explotación de las riquezas naturales de este incómodo, pero abundante pacífico y claro, ¿cómo no?; la autorización para entrar por el moderno puerto de Buenaventura, dirigida al centro blanco, aristocrático o de clase media que se cree igual; las mercaderías que les permiten vivir bien y criticar la haraganería de los revoltosos del pacífico.

Cuatro años y lo único que le interesa a algunos líderes y lideresas de opinión, es que puedan entrar al país el calzado, la ropa, los electrodomésticos, la comida y demás chécheres que les permita reafirmarse como gente bien, así sus tarjetas de crédito permanezcan en aterrador saldo rojo, del mismo color de los trapos de la pobrecía, a la que esas exportaciones ha dejado sin trabajo, los mismos trapos rojos de hambre de los campesinos que salen a regalar sus productos a la carretera, el mismo rojo de la sangre de los jóvenes del pacífico, que no han encontrado otro camino que el de matar o ser víctimas de esos nuevos-viejos patrones y matronas del mal, que encuentran en su enriquecimiento, la justificación suficiente para mantener a 50 millones de colombianos y colombianas de espaldas al pacífico.

 

* Hoffman, Odile, Comunidades negras en el pacífico colombiano, Innovaciones y dinámicas étnicas, 2007, CONACYT (Méjico), Ediciones Abya – Yala, Quito-Ecuador, ISBN 978-9978-22-694-0 Recuperado de: https://digitalrepository.unm.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1038&context=abya_yala

jueves, diciembre 24, 2020

POBREZA Y COVID

POBREZA Y COVID

Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-

Tal y como ya nos tiene acostumbrados,  el gobierno uribista de extremo centro de don Duque y asociados, nuevamente salió con una de sus brillanteces, esta vez en boca del director del DANE, Juan Daniel Oviedo, quien haciendo alarde de extrema agudeza mental y súper poderes de análisis, manifestó respecto a las cifras de su estudio sobre la pobreza en Colombia que: “…precisamente los hogares cuyo jefe de hogar está desempleado tienen una mayor probabilidad de caer en la pobreza,…”. Monumental demostración de perspicacia, equiparable a la de quien descubrió que el agua moja.

Pero, más allá de las delicias epistémicas del gobierno del malabarista balompédico,  diestro guitarrista, narrador de cuentos de unicornios y enanos naranjas y mejor amigo del tal Maluma, lo que realmente llama la atención es la confirmación oficial del aterrador estado de pobreza y de inequidad, en la que está sumida la población colombiana, incluso con la colaboración del que dijo Uribe, ahora graduado de presentador de magacines televisivos.

Aterra comprobar, que las cifras del DANE, enmarcadas en el rebuscado y pomposo lenguaje técnico de su director y demás tecnócratas, demuestran hechos conocidos empíricamente, tales como, aquellos en que se muestra que antes de la pandemia y ya bajo el gobierno centrista de Duque, los niveles de la que el informe llama “pobreza monetaria”, ya venían mostrando alarmantes incrementos, así como aquellos referidos a la llamada pobreza extrema o línea de miseria. El director del DANE, reconoce en su informe que por ejemplo, los nuevos debutantes en pobrecia y miseria pasaron respectivamente del 34,7% en 2018 a 35,7% en 2019; y de 8,2% a 9,6% en ese mismo periodo de tiempo.

Estos datos, salidos de la entraña del gobierno nacional, demuestran la verdad, sabida empíricamente, según la cual, más de la mitad de la población colombiana fluctúa entre la pobreza y la miseria, esto es, familias que tienen que sobrevivir con menos de 40 dólares al mes. Esta espeluznante revelación oficial contrasta y choca con las declaraciones del actual ministro de hacienda colombiano, quien sin rubor en la cara y sin remordimiento alguno, ha expresado en distintos foros que el salario mínimo  que ganan, los ahora sí privilegiados asalariados criollos, es muy alto, perla esta, solamente comparable con aquella expresada por el DANE según la cual, quien alcance a ganar $137.000 al mes ya no se considera pobre, o mejor, en términos técnicos: POBRE MONETARIO.

Y como para ponerle un poco más de suspenso y terror al delicioso informe decembrino del DANE, FEDESARROLLO, el oráculo de Delfos de Duque y sus muchachos, ha manifestado que gracias a la peste del Covid19, las estimaciones de más pobres, desposeídos y muertos de hambre en Colombia, o mejor “Pobres monetarios”, tal como los doctores los llaman, podrían incrementarse en un 44%. Un oscuro panorama, que curiosamente, también contrasta con las estimaciones de las autoridades económicas colombianas, en las que el golpe en la economía colombiana, podría ser superado rápidamente, eso sí, con la solidaridad del pueblo colombiano, renunciando a pretensiones exageradas de salario mínimo más alto y una que otra contribución fiscal de más, que haría la muy solidaria clase media colombiana.

Tal y como hasta aquí se ha relatado, ni el informe del DANE, ni mucho menos los estudios de FEDESARROLLO, apuntan a plantear soluciones diferentes para salir de la preocupante crisis económica que ya venía padeciendo la mayoría de la población colombiana, agravada con la crisis sanitaria ocasionada por la peste del Covid, diferentes a las ya intentadas y fracasadas recetas neoliberales de contracción de los salarios reales de los trabajadores y la ampliación de la base tributaria de, la ahora empobrecida, clase media colombiana, pasando, ni más faltaba, por las reducciones, excepciones y alivios fiscales para algunos sectores de la producción, particularmente, el sector financiero, el importador y en términos generales, el comercial, de los grandes almacenes de cadena.

El periodo de pos pandemia, que aún no se sabe cuándo empezara, ofrece más, mucho más de lo mismo, para una sociedad agobiada por el miedo a la peste, a la muerte, pero sobre todo a la pobreza, que sin embargo, tuvo los arrestos para gastarse más de DOCE BILLONES DE PESOS  en tres fines de semana, durante la orgía consumista de los días sin IVA, y los mal llamados black Fridays, sin contar con los datos de las compras decembrinas de último momento y que han disparado el número de apestados y fallecidos.

Aunque se va a leer rudo y hasta insensible en unas fechas de por si sensibles, los despistados colombianos empujados por la tacañería irresponsable del gobierno Duque y la propaganda de los gremios, se lanzaron, los unos al rebusque del diario en la actividad comercial y los otros a gastarse hasta lo que no tenían, para solidarizarse con el despegue de la economía nacional, aupados todos, por una fuerte campaña mediática de  presiones al gobierno de Duque para abrir la economía, por parte de COTELCO, FENALCO y otros gremios que vieron en esta época, la oportunidad de enriquecerse a costa de la confusión y el miedo a demostrar la pobreza o apestarse, en la que cayeron los despistados colombianos, encantados por los cantos de sirena de una irresponsable campaña publicitaria, que llamaba al retorno a la normalidad decembrina, en medio de una aterradora realidad de pobreza y covid.