POBREZA Y COVID
Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-
Tal y como ya nos tiene acostumbrados, el gobierno uribista de extremo centro de don
Duque y asociados, nuevamente salió con una de sus brillanteces, esta vez en
boca del director del DANE, Juan
Daniel Oviedo, quien haciendo alarde de extrema agudeza mental y súper poderes
de análisis, manifestó respecto a las cifras de su estudio sobre la pobreza en
Colombia que: “…precisamente los hogares cuyo jefe de hogar está desempleado
tienen una mayor probabilidad de caer en la pobreza,…”. Monumental demostración
de perspicacia, equiparable a la de quien descubrió que el agua moja.
Pero, más allá
de las delicias epistémicas del gobierno del malabarista balompédico, diestro guitarrista, narrador de cuentos de
unicornios y enanos naranjas y mejor amigo del tal Maluma, lo que realmente
llama la atención es la confirmación oficial del aterrador estado de pobreza y
de inequidad, en la que está sumida la población colombiana, incluso con la
colaboración del que dijo Uribe, ahora graduado de presentador de magacines
televisivos.
Aterra
comprobar, que las cifras del DANE, enmarcadas en el rebuscado y pomposo lenguaje
técnico de su director y demás tecnócratas, demuestran hechos conocidos
empíricamente, tales como, aquellos en que se muestra que antes de la pandemia
y ya bajo el gobierno centrista de Duque, los niveles de la que el informe
llama “pobreza monetaria”, ya venían mostrando alarmantes incrementos, así como
aquellos referidos a la llamada pobreza extrema o línea de miseria. El director
del DANE, reconoce en su informe que por ejemplo, los nuevos debutantes en pobrecia
y miseria pasaron respectivamente del 34,7% en 2018 a 35,7% en 2019; y de 8,2%
a 9,6% en ese mismo periodo de tiempo.
Estos datos, salidos de la entraña del gobierno nacional, demuestran la verdad, sabida empíricamente, según la cual, más de la mitad de la población colombiana fluctúa entre la pobreza y la miseria, esto es, familias que tienen que sobrevivir con menos de 40 dólares al mes. Esta espeluznante revelación oficial contrasta y choca con las declaraciones del actual ministro de hacienda colombiano, quien sin rubor en la cara y sin remordimiento alguno, ha expresado en distintos foros que el salario mínimo que ganan, los ahora sí privilegiados asalariados criollos, es muy alto, perla esta, solamente comparable con aquella expresada por el DANE según la cual, quien alcance a ganar $137.000 al mes ya no se considera pobre, o mejor, en términos técnicos: POBRE MONETARIO.
Y como para
ponerle un poco más de suspenso y terror al delicioso informe decembrino del
DANE, FEDESARROLLO, el oráculo de Delfos de Duque y sus muchachos, ha
manifestado que gracias a la peste del Covid19, las estimaciones de más pobres,
desposeídos y muertos de hambre en Colombia, o mejor “Pobres monetarios”, tal
como los doctores los llaman, podrían incrementarse en un 44%. Un oscuro
panorama, que curiosamente, también contrasta con las estimaciones de las
autoridades económicas colombianas, en las que el golpe en la economía colombiana,
podría ser superado rápidamente, eso sí, con la solidaridad del pueblo
colombiano, renunciando a pretensiones exageradas de salario mínimo más alto y
una que otra contribución fiscal de más, que haría la muy solidaria clase media
colombiana.
Tal y como
hasta aquí se ha relatado, ni el informe del DANE, ni mucho menos los estudios
de FEDESARROLLO, apuntan a plantear soluciones diferentes para salir de la
preocupante crisis económica que ya venía padeciendo la mayoría de la población
colombiana, agravada con la crisis sanitaria ocasionada por la peste del Covid,
diferentes a las ya intentadas y fracasadas recetas neoliberales de contracción
de los salarios reales de los trabajadores y la ampliación de la base
tributaria de, la ahora empobrecida, clase media colombiana, pasando, ni más
faltaba, por las reducciones, excepciones y alivios fiscales para algunos
sectores de la producción, particularmente, el sector financiero, el importador
y en términos generales, el comercial, de los grandes almacenes de cadena.
El periodo de
pos pandemia, que aún no se sabe cuándo empezara, ofrece más, mucho más de lo
mismo, para una sociedad agobiada por el miedo a la peste, a la muerte, pero
sobre todo a la pobreza, que sin embargo, tuvo los arrestos para gastarse más de
DOCE BILLONES DE PESOS en tres fines de
semana, durante la orgía consumista de los días sin IVA, y los mal llamados
black Fridays, sin contar con los datos de las compras decembrinas de último
momento y que han disparado el número de apestados y fallecidos.
Aunque se va a leer rudo y hasta insensible en unas fechas de por si sensibles, los despistados colombianos empujados por la tacañería irresponsable del gobierno Duque y la propaganda de los gremios, se lanzaron, los unos al rebusque del diario en la actividad comercial y los otros a gastarse hasta lo que no tenían, para solidarizarse con el despegue de la economía nacional, aupados todos, por una fuerte campaña mediática de presiones al gobierno de Duque para abrir la economía, por parte de COTELCO, FENALCO y otros gremios que vieron en esta época, la oportunidad de enriquecerse a costa de la confusión y el miedo a demostrar la pobreza o apestarse, en la que cayeron los despistados colombianos, encantados por los cantos de sirena de una irresponsable campaña publicitaria, que llamaba al retorno a la normalidad decembrina, en medio de una aterradora realidad de pobreza y covid.
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