LA VITRINA DE LA CONVERSA

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miércoles, octubre 20, 2021

Reducción de la jornada laboral: El regalo envenenado del uribismo

Reducción de la jornada laboral: El regalo envenenado del uribismo

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-         

Imagen tomada de: @atcalsas.com

Los grandes gremios de la producción de Colombia, que además de financiar campañas electorales, ofician como tanques de pensamiento y estrategas de la administración pública; empiezan a dictar, por estas épocas, los lineamientos, con los que los gobernantes a su servicio, deberán diseñar las políticas, tributaria, comercial, financiera y laboral, con la que gobernarán cada año o durante el periodo que les corresponda.

Tal y como se ha evidenciado en los últimos veinte años de régimen uribista; salvo la influencia que han alcanzado oscuros agentes del narco tráfico, en algunas esferas del régimen; el poder de los gremios ha permanecido intacto, e incluso, durante el gobierno Duque, se ha fortalecido, incluso yendo en contra de las tendencias académicas del mundo desarrollado, que han puesto en duda las creencias de la ortodoxia económica colombiana, fuente de inspiración de los gremios criollos, con el reciente premio nobel de economía otorgado a David Card, Guido Imbens y Joshua Angrist, por desmontar el dogma de los economistas colombianos y los grandes gremios de la producción, según el cual; aumentar el salario mínimo equivalía a disparar la inflación y otras secuelas indeseables.

Los poderosos Fedesarrollo, Anif y recientemente Fenalco, en franca rebeldía académica al llamado mainstream de la economía mundial, que privilegia una especie de vuelta a las prácticas del Estado Bienestar y de respaldo a modelos económicos alternativos al llamado neoliberalismo, han venido presionando desde hace mucho tiempo atrás, un infame retorno a las condiciones más crudas del semi feudalismo-capitalista, en el que ha vivido Colombia durante los últimos 200 años.

Desde la adopción de las sucesivas reformas laborales, que han puesto en condiciones de disimulada servidumbre a quienes,  a esta fecha, puedan disfrutar de un empleo estable en el sector privado, pasando por las constantes desregulaciones del precario mercado laboral colombiano, hasta la adopción de un ofensivo y mal trasplantado sistema de seguridad social; los gobiernos nacionales de turno, con el visto bueno de los gremios, han venido empujando cada día más, a millones de hombres, pero sobre todo, mujeres, a condiciones de miseria y de exclusión, que solo han servido para cerrar el círculo vicioso de los dueños del poder, que encuentran en esta inmensa pobrecía, una colosal despensa de mano de obra, calificada, pero desesperada; dispuesta a laborar por raticos y por unos cuantos pesos.

Así lo entendió el que dijo Uribe en el 2017, quien sintiéndose respaldado por sus amigos en el Consejo Nacional Gremial y aprovechando la crisis sanitaria; le dio rienda suelta a su lambisconería o gratitud, para devolver los favores a las élites económicas, aprobando a manos llenas, cuanto decreto fuera posible, para flexibilizar aún más, el ya precarizado mercado laboral colombiano, abaratando a más no poder la mano de obra y quitando los, ya escasos, beneficios sociales a cargo de los empleadores, por medio de los Decretos Presidenciales, amparados en la emergencia sanitaria ocasionada por la peste.

Imagen tomada de: BBC News Mundo

Las controvertidas y mil veces rechazadas por los trabajadores, reformas laboral y pensional, se deslizaron en medio del miedo a la muerte y el confinamiento de la pandemia y aunque, mencionadas en los recientes estallidos sociales, permanecen intactas, en el actual marco jurídico colombiano. Junto con la disfrazadas reformas laboral y pensional que esconde el Decreto 1174, se yergue ahora; la ley 2101 de 2021, la cual, según el uribismo, le regalo a la clase trabajadora de Colombia una reducción de la jornada laboral. Ambas normas, no han hecho otra cosa que ir allanando el camino para la última petición del Consejo Nacional Gremial, ahora en voz de Fenalco, consistente en la flexibilización laboral a través de la contratación por horas con prestaciones sociales y plantear un salario regional, de acuerdo con la realidad de cada zona del país.

Es claro que, siguiendo con la tradición de la clase dirigente tradicional de Colombia, es en estas fechas pre decembrinas, cuando hay que lanzar estos anuncios, aprovechando el infalible despiste que el desorden navideño le impone a la frágil memoria criolla, para asestar el mortal golpe. Tras engañosos regalos, como la reducción de la jornada laboral, la promesa de más días sin IVA y el desmonte de las medidas de bio seguridad para prevenir la peste, que permita un mes de parranda y animación derrochona; el uribismo, se alista para darnos el veneno de la legalización, ahora sí, definitiva; de las reformas que el Consejo Nacional Gremial necesita.

El regalo envenenado: una vuelta a los años de 1800, cuando existía un pequeño jornal, para todo aquel afortunado que cayera en gracia del todo poderoso de los cielos y del ocasional patrón terrenal, al ser regalado con el preciado favor de un trabajito, eso sí, pagado un poquitico más barato si era en el campo y con la ventaja de tener la suerte, incluso,  de poder regalar, en agradecimiento; un poquitico más de trabajo en beneficio de su patrón, o al menos, renunciar a ganarse uno que otro pesito extra, por el gran privilegio de trabajar para él.

 

 

miércoles, julio 21, 2021

La gente de gris, la memoria histórica y la colectiva (II)

La gente de gris, la memoria histórica y la colectiva (II)

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com- 

 Senadora Fernanda Cabal convocó a pintar de gris murales en Cali- Imagen: Las 2 Orillas

¿Tienen color la historia y la memoria? Claro que sí. Incluyendo el gris. Lo que acontece es que, de la misma manera en que algunos fenómenos de la física determinan que podamos distinguir tal o cual color, dependiendo de las frecuencias que este o aquel objeto reflejen y puedan ser percibidos por bastones y conos en nuestros ojos, los colores de la historia y de la memoria, también dependen de fenómenos externos a cada persona, que pueden determinar que un hecho, persona o fenómeno, pueda ser registrado y recordado de una manera específica. 

En la primera parte de esta nota (La gente de gris, la memoria histórica y la colectiva (I) - Las2orillas) se planteaba que algunos de los fenómenos asociados con la forma, color y hasta sabor, con los que las sociedades recuerdan su existencia, dependen de quién o quienes determinen lo que se debe o no recordar, cómo y hasta qué punto, a través de herramientas como la política y la economía, que sí o sí, hasta el día de hoy, definen la historia de las sociedades, esto es; los recuerdos oficiales que deberían compartir, atesorar y replicar cada uno de sus miembros, impartidos por los científicos del recuerdo: Los periodistas e historiadores. 

Afortunada o desafortunadamente, los mecanismos de almacenamiento de recuerdos que tiene cada ser humano, no dependen únicamente de los procesos de educación (entrenamiento) al que se somete durante su vida útil, sino que también están asociados a otros mecanismos, que en ocasiones, todas ellas, afortunadas, escapan al control de quien gobierne en un momento dado, tales como los sentidos y la cultura, sobre todo esta última, que depende de otras construcciones, mucho más afines a la ancestralidad y a los afectos, que al exceso de racionalidad y utilitarismo, con los que, convenientemente intentan manipular la percepción de la realidad, quienes detentan el poder. 

Los intentos de imponer un único color, un único olor, un único sabor, un único recuerdo o un único pensamiento, son característicos de sistemas socio económicos que pretenden controlar hasta el más mínimo detalle de las vidas de los miembros de las sociedades que dominan o desean dominar y que son conocidos como regímenes absolutistas, autoritarismos, dictaduras o fascismo, todos ellos dedicados a mantener un orden establecido que favorezca los intereses de unas minorías bastante homogéneas, que encuentran en la policromía de la diversidad, del disenso y la democracia, algo que no se debe permitir, so pretexto de mantener el orden y las buenas costumbres que protejan el emprendimiento, el éxito y el crecimiento económico, así solo sean; los de las minorías en el poder.

Esta tensión entre quienes intentan uniformar los recuerdos, la memoria y la historia y aquellos que le apuestan por una visión descentrada, multicolor, ruidosa y hasta caótica de la realidad, mucho más acorde con el carácter pluriétnico y multicultural de la sociedad colombiana; no es otra cosa que, el reflejo de las contradicciones que se presentan entre la memoria individual, la memoria colectiva y la memoria histórica. No obstante que las tres estén unidas a la noción de tiempo; cada una de ellas, al menos para el caso colombiano, está determinada por circunstancias especiales que dependen de la etnicidad, el estrato social y la posibilidad de acceso que estás le den a las personas a tal o cual cultura, lo que a su vez determinará la manera en que las experiencias vitales y los relacionamientos sociales, convertidos en los recuerdos individuales, se crucen con los comunitarios y con el registro que se elabore de tales experiencias. 

La actual disputa por imponer una determinada estética pública (unas determinadas estatuas, un determinado color y estilo de fachadas, un estilo uniforme de arte callejero, un particular género musical, un deporte nacional, etc.) sigue demostrando la importancia que tiene el encuentro o la toma de algún espacio público determinado, para poner en el centro de la opinión pública; el o los asuntos de interés artístico, económico o político, que algún grupo determinado de la sociedad, tiene el interés de reivindicar. Movimientos como el 15M en España, la Primavera Árabe, las marchas de los indígenas en Colombia o los paros de Chile y Colombia, junto con sus expresiones artísticas, se han constituido en hitos sociales de búsqueda de apertura y participación política en los espacios públicos, históricamente hegemonizados por la institucionalidad , en otras palabras; la irrupción de otras voces y otras estéticas, reclamando la participación de la memoria colectiva en la construcción de la llamada historia oficial.

Las discusiones sobre la validez o no de la defenestración de íconos de las llamadas épocas de la conquista, la colonia e incluso del republicanismo, junto con el forcejeo por echar el último brochazo sobre los murales de las ciudades y municipios de Colombia e incluso, sobre el derribamiento del arte popular (monumento a la Resistencia en Cali), por ser considerado ajeno a la estética oficial de las élites artísticas cercanas al poder; no es sino el cuestionamiento que amplios sectores de la sociedad le están haciendo al antiguo esquema psicológico, sociológico y político, impuesto desde hace más de doscientos años, según el cual, los recuerdos y la memoria de los individuos y las comunidades, debían ceder ante la historia oficial de los vencedores o de los poderosos. 

lunes, junio 21, 2021

HAY QUE CONVENCER A LOS DEL CENTRO

 HAY QUE CONVENCER A LOS DEL CENTRO

Imagen: Ecured.cu

Por: Omar Orlando Tovar Troches ottroz69@gmail.com

Ahora que gracias al sistema de comunicación del uribismo, nos hemos dado cuenta que las movilizaciones sociales tienen objetivos políticos y hasta electorales, se hace necesario empezar a dar los pasos precisos para transformar todas esas expresiones de descontento y reclamo de cambio, en  mecanismo efectivos para lograr que esas masivas movilizaciones en las calles, carreteras y redes sociales, se transformen en los votos para elegir a un nuevo congreso y ojalá a un nuevo ejecutivo nacional, que garanticen la oportunidad de construir un país distinto a este, que hemos heredado y que les estábamos heredando a las generaciones futuras.

Contrario a lo que planteaban las nuevas castas de opinadores y periodistas al servicio del gobierno de Duque, la dispersión de coordinaciones del Paro Nacional, traducidas en primeras, segundas, terceras y cuartas líneas, a lo largo y ancho de Colombia, antes que ser un signo de debilidad, al que tanto le apuntó y le apuntan los voceros de Uribe, tal dispersión; se ha convertido en un valioso recurso, lleno de novedosas perspectivas y formas de hacer política, que antes que chocar con la vieja dirigencia social, ha empezado a refrescar esos tradicionales modos de pensar y hacer.

Sin embargo, tras una larga batalla, en la que, efectivamente se alcanzaron grandes avances en lo reivindicativo, en lo político, pero, sobre todo; en lo organizativo, es preciso, no quedarse solo en los triunfos, que, aunque valiosos, aún son insuficientes para lograr un gran cambio del modelo, que por más de doscientos años ha ordenado a la sociedad colombiana. En este punto, los nuevos escenarios del Paro, llamadas Asambleas Populares Permanentes, tienen que servir, en primer lugar, como verdaderos puntos de encuentro democrático, de los cientos de miles de colombianos, desencantados e indignados con el sistema y con sus gobiernos, de forma tal, que lo que allí se acuerde y se mandate, sea fruto de verdaderas representatividades y del consenso.

De otro lado, al realizar los urgentes balances, es menester analizar el futuro mediato de las movilizaciones, en el entendido de que, la derecha ya  viene implementando toda una estrategia de manipulación de la opinión pública, por medio de informaciones tendenciosas, verdades a medias y de señalamientos, tanto al paro como a sus coordinaciones, de forma tal, que dentro de la memoria colectiva, se vaya posicionando al paro y a su dirigencia, como los causantes de la exclusión, la miseria, la violencia y la muerte que padecen millones de colombianos de todas las edades y no, los malos gobiernos de los partidos tradicionales, que han gobernado durante toda la historia republicana de Colombia.

Es precisamente en este punto, el de la manipulación de la opinión, en el que las dirigencias sociales de base, tienen que prestar especial atención, puesto que, si bien es cierto que a momentos de escribir estas notas, los porcentajes de favorabilidad que tienen las movilizaciones sociales y el paro, sobrepasan el 70%, también lo es, el hecho, fácilmente constatable, del paulatino re alinderamiento hacia el statu quo, por parte de algunos miembros de los estratos medios (personas con trabajo estable, propietarios de pymes, profesionales independientes emprendedores, como se auto clasifican y pensionados) que poco a poco, vienen sucumbiendo a la constante manipulación, que de ellos hace, la derecha colombiana, a través de su  sistema informativo.

Imagen: Coalición centrista de Colombia. Tomada de Confidencialcolombia.com
Este segmento de la población, el de los estratos socio económicos 3,4 y 5, es el sector de la sociedad colombiana, que ha encontrado en las posiciones de centro o de “apoliticismo”, un conveniente refugio, para protestar cuando sus intereses particulares se ven seriamente afectados (principalmente impuestos y tarifas de servicios públicos) y a la vez, para no involucrarse en lo que muchos de sus miembros consideran, polarizaciones innecesarias, cuando de reclamar los derechos de los otros estratos se trata. Es a este particular grupo poblacional, los del centro, al que toda la dirigencia social de base, debe prestar especial atención, para poder traducir sus reivindicaciones y exigencias sociales en votos.

La empatía que despertaron las novedosas movilizaciones sociales, la indignación y el rechazo que provocaron los desmanes del uribismo, pero sobre todo, una especie de hermandad en el desamparo, causada por el mal gobierno de Duque, alcanzadas dentro de miles de ciudadanos y ciudadanos de las capas medias urbanas, son los puntos de partida para empezar a construir, nuevas rutas de acercamiento, pero sobre todo, de pedagogía, para acabar de convencer, a este sector, de que en el centro político, no es posible encontrar la salida al atolladero, en el que la derecha de extremo nos ha dejado y que ya los alcanzó a ellos y ellas.

Hay que insistir en que este avance de la protesta social, también es el triunfo de la gente que se refugia en el mal llamado centro político, que es por la ruta de estar juntos y no por la salida facilista de apelar a hacernos pasito en elecciones, por donde se puede lograr el fin de este modelo corrupto e inhumano que nos está exterminando.

 

jueves, junio 03, 2021

Colombia entre el romanticismo comunitario y el fascismo individualista

Imágenes: ciudadanos del sur del Cali armados junto a la Policía Colombia y marcha del silencio convocada por empresarios en Cali, mayo 2021- Perfil Facebook - El Tiempo
Colombia entre el romanticismo comunitario y el fascismo individualista

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

Por estos días de conflictividad social, en los que la indignación, pero sobre todo el desespero que expresan las mayorías en calles, carreteras y redes sociales, ha puesto en evidencia la verdadera realidad de Colombia, de cantidades inmensas de ciudadanos empujados sin remordimiento alguno hacia la pobreza y la miseria, con tal de mantener la confianza inversionista y las groseras ganancias del empresariado amigo del uribismo, se ven a sus voceros, los de los gremios, en noticieros, informativos  y hasta programas de variedades de radio, televisión e internet, llamando, ahora sí, a la búsqueda de consensos y de solidaridad, con ellos, los gremios; por parte de la comunidad hambrienta y desesperada que protesta.

Imagen Paro nacional Colombia 2021 de CLARO

La cosa, descrita así, no debería pasar de una irritante anécdota protagonizada por los voceros de la institucionalidad gremial. El problema con estos llamados a la solidaridad y a los acuerdos, es que éstos se hacen junto con la manipulación oportunista de las llamadas encuestas de opinión, a partir de la alteración de la verdad, por medio de piezas de propaganda oficial, hecha y difundida por los medios amigos del uribismo, en las que la justificada indignación y la constitucional protesta de la ciudadanía, termina siendo señalada como la culpable de todos los males de la nación.

La estrategia de tergiversación de la realidad social que padecen la mayoría de los colombianos, siempre ha tenido como finalidad, la construcción de un relato social, artificialmente consensuado, en el que lo realmente importante, es mantener una normalidad, así sea la mal llamada nueva normalidad de la peste, en la que a toda costa se debe resguardar, ya no la integridad física de la sociedad en su conjunto, sino la integridad del mercado, especialmente el sector comercio de la economía, para lo cual, el sacrificio mayor, incluso el de la vida misma, debe ser puesto por el ciudadano común, confiado depositario de las libertades de movilizarse, pero sobre todo de comprar, así no tenga con qué.

Dentro de esta lógica del mercado, situaciones de dislocación de la nueva normalidad de consumo, tales como la protesta social y las interrupciones de la movilidad, ponen en serios aprietos a poderosos sectores de la economía, que ven como su grosero incremento de ganancias, se ve interrumpido por la acción aleve, según ellos y algunas ellas, de vándalos desadaptados, que se rehúsan a mal vivir en el mundo de ensoñación consumista al debe, que gobierno y medios les venden y les imponen a través de las redes masivas de información.

Ya en este punto, en el que las mayorías de viejos y nuevos pobres, se han dado cuenta de la verdadera realidad económica, en la que la prosperidad es patrimonio exclusivo de unos pocos y la miseria es socializada entre las grandes mayorías, es en el que, de manera desesperada, la elite corporativista que gobierna Colombia, acude a la reconstrucción de su relato de búsqueda de consensos y de solidaridad, no necesariamente en búsqueda de más y mejores oportunidades y garantías de bienestar para todos, sino de más y mejores garantías de mantener el esquema en el que unos pocos siguen siendo beneficiarios de todas las gabelas del estado, a costa de la salud, la educación, el empleo y el buen vivir del resto de la sociedad.

Ante la imposibilidad de seguir con el meta relato del enemigo nacional del castro chavismo, o de un todo poderoso Gustavo Petro, como maestro titiritero del mal, tanto gremios como su gobierno, se han dado a la tarea de la construcción de otra narrativa en la que, el nuevo enemigo termine siendo la protesta social, que socaba las libertades del individuo y atenta contra el bienestar general, un enemigo de múltiples cabezas, pero que se pueden personalizar en los vándalos de primera y segunda línea, ahora declarados objetivos de alto valor para las FF.MM. y las auto defensas ciudadanas.

Imagen: Indígenas son atacados por ciudadanos armados del sur de Cali durante protestas 2021. Perfil Facebook.

Si bien es cierto que a la hora de escribir estas notas, ya se vienen dando, así sea a marchas forzadas, los primeros pasos para el esperado encuentro entre el gobierno nacional y las distintas expresiones de la protesta social, la desconfianza que siente la mayoría de los colombianos hacia la institucionalidad gremial y estatal, así como la intransigencia de sectores de la ultra derecha en el poder, no han permitido que se avance en la ruta de una negociación, en la que las justas reclamaciones de millones, acompasen el desaforado deseo de ganancias de unos pocos.

Este desencuentro no es cosa diferente que la expresión pública de una vieja contradicción social, no solo presente en Colombia, sino en muchas otras latitudes, en la que se enfrenta el romanticismo social alrededor de lo realmente comunitario y el individualismo extremo, devenido en la justificación del fascismo como mecanismo para mantener los privilegios de una minoría. Tal cual.