Reducción de la jornada laboral: El regalo envenenado del uribismo
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-
Imagen tomada de: @atcalsas.com |
Los grandes gremios de la producción de Colombia, que además de financiar campañas electorales, ofician como tanques de pensamiento y estrategas de la administración pública; empiezan a dictar, por estas épocas, los lineamientos, con los que los gobernantes a su servicio, deberán diseñar las políticas, tributaria, comercial, financiera y laboral, con la que gobernarán cada año o durante el periodo que les corresponda.
Tal y como se ha evidenciado en los últimos veinte años de
régimen uribista; salvo la influencia que han alcanzado oscuros agentes del
narco tráfico, en algunas esferas del régimen; el poder de los gremios ha
permanecido intacto, e incluso, durante el gobierno Duque, se ha fortalecido,
incluso yendo en contra de las tendencias académicas del mundo desarrollado,
que han puesto en duda las creencias de la ortodoxia económica colombiana,
fuente de inspiración de los gremios criollos, con el reciente premio nobel de
economía otorgado a David Card, Guido Imbens y Joshua Angrist, por
desmontar el dogma de los economistas colombianos y los grandes gremios de la
producción, según el cual; aumentar el salario mínimo equivalía a disparar la
inflación y otras secuelas indeseables.
Los poderosos Fedesarrollo, Anif y recientemente Fenalco, en
franca rebeldía académica al llamado mainstream de la economía mundial, que
privilegia una especie de vuelta a las prácticas del Estado Bienestar y de
respaldo a modelos económicos alternativos al llamado neoliberalismo, han
venido presionando desde hace mucho tiempo atrás, un infame retorno a las
condiciones más crudas del semi feudalismo-capitalista, en el que ha vivido
Colombia durante los últimos 200 años.
Desde la adopción de las sucesivas reformas laborales, que
han puesto en condiciones de disimulada servidumbre a quienes, a esta fecha, puedan disfrutar de un empleo
estable en el sector privado, pasando por las constantes desregulaciones del precario
mercado laboral colombiano, hasta la adopción de un ofensivo y mal trasplantado
sistema de seguridad social; los gobiernos nacionales de turno, con el visto
bueno de los gremios, han venido empujando cada día más, a millones de hombres,
pero sobre todo, mujeres, a condiciones de miseria y de exclusión, que solo han
servido para cerrar el círculo vicioso de los dueños del poder, que encuentran
en esta inmensa pobrecía, una colosal despensa de mano de obra, calificada,
pero desesperada; dispuesta a laborar por raticos y por unos cuantos pesos.
Así lo entendió el que dijo Uribe en el 2017, quien sintiéndose respaldado por sus amigos en el Consejo Nacional Gremial y aprovechando la crisis sanitaria; le dio rienda suelta a su lambisconería o gratitud, para devolver los favores a las élites económicas, aprobando a manos llenas, cuanto decreto fuera posible, para flexibilizar aún más, el ya precarizado mercado laboral colombiano, abaratando a más no poder la mano de obra y quitando los, ya escasos, beneficios sociales a cargo de los empleadores, por medio de los Decretos Presidenciales, amparados en la emergencia sanitaria ocasionada por la peste.
Imagen tomada de: BBC News Mundo |
Las controvertidas y mil veces rechazadas por los
trabajadores, reformas laboral y pensional, se deslizaron en medio del miedo a
la muerte y el confinamiento de la pandemia y aunque, mencionadas en los
recientes estallidos sociales, permanecen intactas, en el actual marco jurídico
colombiano. Junto con la disfrazadas reformas laboral y pensional que esconde
el Decreto 1174, se yergue ahora; la ley 2101 de 2021, la cual, según el
uribismo, le regalo a la clase trabajadora de Colombia una reducción de la
jornada laboral. Ambas normas, no han hecho otra cosa que ir allanando el
camino para la última petición del Consejo Nacional Gremial, ahora en voz de
Fenalco, consistente en la flexibilización laboral a través de la contratación
por horas con prestaciones sociales y plantear un salario regional, de
acuerdo con la realidad de cada zona del país.
Es claro que, siguiendo con la tradición de la clase
dirigente tradicional de Colombia, es en estas fechas pre decembrinas, cuando
hay que lanzar estos anuncios, aprovechando el infalible despiste que el
desorden navideño le impone a la frágil memoria criolla, para asestar el mortal
golpe. Tras engañosos regalos, como la reducción de la jornada laboral, la
promesa de más días sin IVA y el desmonte de las medidas de bio seguridad para
prevenir la peste, que permita un mes de parranda y animación derrochona; el
uribismo, se alista para darnos el veneno de la legalización, ahora sí,
definitiva; de las reformas que el Consejo Nacional Gremial necesita.
El regalo envenenado: una vuelta a los años de
1800, cuando existía un pequeño jornal, para todo aquel afortunado que cayera
en gracia del todo poderoso de los cielos y del ocasional patrón terrenal, al
ser regalado con el preciado favor de un trabajito, eso sí, pagado un poquitico
más barato si era en el campo y con la ventaja de tener la suerte, incluso, de poder regalar, en agradecimiento; un
poquitico más de trabajo en beneficio de su patrón, o al menos, renunciar a
ganarse uno que otro pesito extra, por el gran privilegio de trabajar para él.
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