QUE PARE YA LA MATANZA
Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-
Carlos Escué, del resguardo Munchique los Tigres en Santander de Quilichao, coordinador local de jóvenes y vocalista del grupo musical Intentos de Amor. Juan Carlos Petins, del resguardo Belalcázar en el municipio de Páez – Cauca. Eduardo Pino Julicué, hijo de la exconsejera y lideresa de la ACIN Luz Eyda Julicué Gómez, de Caloto. Emerli Basto, Fernando Trochez y David Trochez (hermanos), también de Santander de Quilichao; todos ellos indios, todos ellos asesinados.
¡Que pare ya
la matanza!, recogía en una de sus publicaciones en red, el también indio y
amenazado; senador Feliciano Valencia.
El contador
de masacres en el Cauca, parece el contador de kilómetros de una chiva intermunicipal.
Todos los días amanecemos con la noticia de amenazados, desplazados y
asesinados, sin que hasta la fecha se vea voluntad alguna por parte del
pusilánime gobierno nacional, en cabeza del flojo presidente Duqe y el cínico e
inútil ministro de defensa Carlos Holmes- el gris; de tomar algún tipo de
medida, más o menos razonable, para detener este rio de sangre que no para de
fluir en el Cauca, diferente a la de más plomo y glifosato.
Los mandatarios locales y el regional, quizás amedrantados y temerosos como el resto de sus conciudadanos caucanos, carecen del coraje necesario para emprender con energía, pero sobre todo, con valentía y dignidad, la defensa de sus electores y gobernados. A ellos solo les interesó, y les pararon bolas, irle a pedir al gobierno de Uribe, que les quiten las restricciones de contratación, en la ley de garantías electorales; para lo demás, seguimos en Pandemia.
Más allá de
los repetidos e inservibles consejos de seguridad, cuyos resultados se
materializan en el incremento del pie de fuerza policial y militar, para su
respectivo amontonamiento en las
estaciones de policía o en los
innumerables, estáticos e ineficaces retenes militares que copan el territorio,
donde precisamente están ocurriendo las masacres; no hay a la vista, otra
solución por parte del Estado colombiano, que no sea seguir a pie juntillas los
dictámenes de la D.E.A.
Claro que
esta nota está escrita con rabia, con dolor, pero sobre todo, con impotencia e
indignación, al constatar, no la ineficiencia de este gobierno, sino el
silencio cómplice y la justificación del genocidio, por parte del resto de la
sociedad, a quienes la guerra, las balas asesinas, las amenazas, el
desplazamiento, las muertes y la sangre, les parecen del universo Netflix y no
la de sus vecinos o paisanos.
Ya no
sabemos cómo seguir pidiendo auxilio, cómo seguir rogando que por favor no nos
maten, sólo nos queda juntarnos con el indio Feliciano, para seguir colocando
en las redes sociales: ¡QUE
PARE YA LA MATANZA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
POR FAVOR OPINE SOBRE LOS ARTICULOS o envie su comentario a : ottroz69@gmail.com