Por: Hernán Riaño
Estas "guerrillas" que aún no quieren hacer la paz, no les interesa, o prefieren seguir delinquiendo con negocios ilícitos como el narcotráfico y secuestro ¿están aliadas con la extrema derecha?, ¿Siguen sus indicaciones? ¿Mantienen el nombre de insurgentes solo para tapar sus negocios ilegales? ¿Quiénes se benefician con estas acciones?
No es desconocido para ningún colombiano, que toda la
política hecha en Colombia por Álvaro Uribe Vélez, desde que incursionó, se ha
basado y lo sigue haciendo en una "pelea" contra las guerrillas
colombianas y todo lo que a él le parezca a desarrollo social y democracia. No
en vano ha tildado cualquier posibilidad de avance democrático con epítetos
inventados por él, como “castrochavista”, que no se sabe qué quieren decir,
pero que ha calado en sus estúpidos seguidores y que repiten como loros mojados
en cualquier reunión pública o privada.
Pero Uribe fue muy eficiente en la construcción de un
enemigo interno: la guerrilla, y además intentó mostrarla como enemigo
personal, al acusarlos de la muerte de su padre Alberto Uribe; hoy ya hay dudas
al respecto, y las investigaciones han dado para conocer otros aspectos de esa
muerte y de la vida del señor padre del “ex”. A partir de ese momento, y
justificándolo con la muerte de su papá, declaró una guerra sin cuartel a la
guerrilla.
Con esta consigna llegó a la gobernación de Antioquia, al
Congreso de la República, dos veces a la presidencia y hoy por hoy es un líder
indiscutible de esa ultraderecha neoliberal corrupta. En su gobierno
departamental creó la génesis de las autodefensas, las Convivir, para enfrentar
a ese enemigo que, según él, era el causante de todos los males de Colombia. Es
conocido hoy, gracias a la Comisión de la Verdad y a la JEP, para qué fue lo
que sirvieron realmente esas autodefensas.
Retrocediendo un poco en el tiempo, hay que recordar que la
guerrilla decepcionó a los colombianos con el fracaso del proceso del Caguán y
que esto fue aprovechado por la ultraderecha nacional para desacreditarlos
completamente.
Pero volvamos, las guerrillas de todos los pelambres, que
llevan más de 50 años como insurgentes, se quedaron en eso, solo en eso, sus
propuestas se fueron diluyendo en el tiempo, y a los otros los fue consumiendo
el narcotráfico y cambiando sus objetivos, y hoy más parecen bandas criminales
dedicadas exclusivamente a ese negocio ilícito.
Ellos pregonaban los cambios del país, unos queriendo un
gobierno democrático y otros un gobierno socialista, estos últimos no aceptan
medias tintas. Con esos argumentos unos firmaron el proceso de paz de la Habana
y las alas más radicales se quedaron en el monte. Hoy, esos que no lo hicieron
antes, iniciaron un nuevo proceso con otras condiciones.
Con este panorama, estas guerrillas que aún persisten en
mantener la guerra, contrario a lo que se podría pensar, se dedicaron a hacerle
la vida imposible a Gustavo Petro con acciones terroristas, paros armados y
cuanta cosa se puedan imaginar para torpedear al gobierno y “sacarle” ventajas
inesperadas y en muchos casos desleales.
Uno no puede entender qué están pensando los líderes y
militantes de esta extrema izquierda, que, en vez de pensar en el país, de
analizar la situación tan delicada en la que lo dejaron los gobiernos
derechistas, se comporten como ellos y se suman, en la práctica, a su
“oposición inteligente”. Con sus acciones, lo único que hacen es sumársele a su
símil, la extrema derecha, en el torpedeo que le hacen al gobierno y en últimas
frenar las reformas sociales que tanto necesita el pueblo colombiano.
Nunca habíamos tenido un presidente democrático, hoy
reconocido líder mundial y que nos envidian en muchos países y en
contraposición la extrema izquierda se porta como si fueran otra fase de la
oposición al gobierno.
El dicho popular que dice que “las extremas se
juntan” se está viendo claramente, en vivo y en directo en nuestra
nación. Dos facciones de la política colombiana que uno supondría enemigos, hoy
abrazados en el objetivo de “tumbar” a Gustavo Petro de la presidencia.
Es necesario, oportuno y obligatorio recordar que el líder
de esta guerrilla autodenominada EMC, Iván Mordisco fue declarado muerto por
los señores Iván Duque y Diego Molano, presidente y ministro de defensa
respectivamente, y que por su “muerte” pagaron ¡3 mil millones de pesos de
recompensa! (1), ninguno de los dos ha aclarado a quien le pagaron ese dinero
ni por qué lo hicieron, sabiendo hoy que está vivo pactando contra el gobierno
Petro. A otro que habían declarado muerto fue a Iván Márquez que en los últimos
días también apareció dando declaraciones.
De lo que se concluye con este episodio, es que este EMC que
aún está haciendo la guerra en Colombia es de la extrema derecha y actúa en
concordancia con las otras derechas del país, la pregunta obligada (y no es
afirmación) es: ¿La muerte de Iván Mordisco, el pago de esa cuantiosa
recompensa, su reaparición y accionar contra el gobierno democrático, a qué
obedecieron? Mutis por el foro, dicen los entendidos, pero sí es muy
sospechoso. Con esas acciones también les colaboran a los corruptos para
desviar la atención sobre las gravísimas denuncias en los últimos días sobre
desfalcos y robos en muchas entidades en los gobiernos anteriores o realizados
por funcionarios que vienen de esos gobiernos.
¿Estas guerrillas que aún no quieren hacer la paz, no les
interesa o prefieren seguir delinquiendo con negocios ilícitos como el
narcotráfico y secuestro ¿están aliadas con la extrema derecha?, ¿Siguen sus
indicaciones? ¿Mantienen el nombre de insurgentes solo para tapar sus negocios
ilegales? ¿Quiénes se benefician con estas acciones? O ¿Los autodenominados
guerrilleros son idiotas útiles de la extrema derecha y el uribismo? Preguntas
que no tienen respuesta después de muchos años de conflicto en Colombia y que,
ojalá, más temprano que tarde las respondan al país.
Otro aspecto a analizar es, como se lo han preguntado en las
redes sociales, ¿estos ataques terroristas de todos los sectores violentos,
¿Obedecen al llamado a juicio y posterior acusación por tres delitos a Álvaro
Uribe Vélez? Si fuera cierto, sería muy grave que los autoproclamados
guerrilleros, estuvieran defendiendo con sus acciones al “ex”.
Esas guerrillas serán las responsables si hay un golpe de
Estado blando o duro contra el primer gobierno democrático, porque ellos con su
accionar solo alimentan y justifican los deseos desestabilizadores de los
empresarios y políticos neoliberales, además de las consecuencias sociales que
tienen las regiones con estas acciones de bloqueos, paros, bombas y secuestros,
ya que los únicos perjudicados son, en primera instancia los habitantes de esas
zonas y en segunda la sociedad colombiana que ellos pregonan defender.
Es que la guerra es un negocio en los que unos actores, los
que la impulsan y alimentan, ganan mucho dinero, casi que por todos los rubros
que tienen que ver con los conflictos y no olvidemos que uno de los personajes
a los que más le gusta es a Álvaro Uribe Vélez, por eso le gusta tanto.
Nota publicada originalmente en SoNoticias – Periodismo verídico para proporcionar elementos para la creación de conceptos propios (wordpress.com) y compartida con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad de su director, el periodista HERNAN RIAÑO.
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