#YoTambiénMePongoLasBotas
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Foto tomada de: Facebook |
Imposible
dejar pasar de largo, uno de los más recientes hechos de prejuicio racista y
político en contra de las comunidades indígenas de Colombia, protagonizado por algunos
miembros de la Policía Nacional del municipio norte caucano de Santander de
Quilichao, cuando de manera brusca, desconocieron los mínimos principios de
legalidad que la Constitución, las leyes ordinarias y la decencia; les exigen a
estos agentes del estado, a la hora de tratar a cualquier ciudadano colombiano,
mucho más, cuando estos ciudadanos pertenecen a un grupo poblacional
especialmente protegido, al menos en el papel, por el marco jurídico nacional e
internacional.
Este bochornoso
episodio se suma a la ya larguísima lista de atropellos sufridos por las
comunidades étnicas de este país, protagonizada por agentes del Estado, dizque,
obligados a protegerlos. En esta ocasión la excusa argüida por los agentes del
orden, era la apariencia sospechosa de unos indígenas que aguardaban en uno de
los improvisados terminalitos de Santander de Quilichao, a que llegaran
documentos y pertenencias que estaban en la Asociación de Cabildos Indígenas
del Norte del Cauca, para seguir rumbo a su territorio, luego de una jornada de
recorrido humanitario por la convulsiva región del Naya.
A los
efectivos de la Policía Nacional, que llegaron en asombroso número para,
supuestamente, requerir la cédula a estos sospechosos personajes mal vestidos,
con botas de caucho y embarrados hasta el apellido, no les basto que uno de
ellos se identificara como Autoridad Tradicional Indígena y que los demás lo
hicieran como miembros del grupo de paz, conocido como guardia indígena,
tampoco les basto observar que llevaban sus bastones de mando, reconocidos
internacionalmente. Querían ver el documento físico, no obstante, que la ley
que ellos, supuestamente, están obligados a obedecer y hacer cumplir, hace rato
dijo que tal requerimiento no es necesario, para eso, basta con verificar el
número en la base de datos. No, estos agentes del orden requerían el bendito
pedazo de plástico, si o sí, dizque para identificar a estos sospechosos.
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Autoridad y Guardia Indígenas Arrestados ilegalmente. Foto: Facebook
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Luego del rifirrafe
entre las autoridades ancestrales y el comandante de policía, el resultado fue un
comunero indígena herido y conducido a la Fiscalía, por supuesta agresión a un
policial. Al ser consultados sobre la causa última del incidente, algunas
fuentes consultadas, coincidieron en indicar que los policiales afirmaron, sin
rubor alguno, que todo empezó por parecerles sospechosa la apariencia física, la
vestimenta y las botas embarradas de los indígenas. Tras la indignada reacción
de las comunidades indígenas y de un buen número de ciudadanos quilichagüeños,
la alcaldesa municipal de Santander de Quilichao, propuso una mediación que
concluyo con la propuesta de unos cursitos para que los indígenas y policías aprendieran
quien era cada quien y quien era autoridad.
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Reunión Alcaldía, Policía y Autoridades Indígenas. Foto: Alcaldía de Santander de Quilichao |
Asombra, pero,
sobre todo aterra; comprobar que agentes del Estado, desconocen impunemente la
Constitución y la Ley colombiana. No puede salir la alcaldesa de Santander de
Quilichao, con que todo se soluciona con unas charlitas para que sus
subordinados (la policía de este municipio) conozcan sus obligaciones y, sobre
todo, reconozcan a otras autoridades. Lo que debió haber hecho es haber salido
públicamente a ofrecer disculpas ante sus iguales, las autoridades ancestrales
indígenas del municipio, por el oprobioso hecho protagonizado por sus
subalternos, esa era su responsabilidad política. Sin embargo, optó por seguir
el ejemplo del uribismo, revictimizando a los agredidos, igualándolos en el “castigo
pedagógico”.
Lo que
queda claro, no sólo por este reciente hecho de atropello, sino por la larga
cadena de maltrato que han protagonizado miembros de las FFMM e incluso altos
funcionarios de este gobierno, encargados de interactuar con los indígenas, es
un patrón de prejuicio político y de racismo en contra de los grupos étnicos
colombianos, en el que, no sólo se desconoce el marco jurídico colombiano, que
reconoce la autonomía, la jurisdicción y la autoridad, propia de las naciones
indígenas de Colombia; sino que ha sembrado un discurso público que reproduce
este patrón al interior de un buen numero de colombianos que, aún en pleno
siglo XXI, creen a pie juntillas que los indios no deberían tener derechos,
autonomía, ni menos autoridad.
En las
redes sociales del Cauca, ya se viene proponiendo un día en el que todos
salgamos con botas y ojalá embarradas para protestar por este acto de
persecución política y de racismo, efectivamente: #YoTambiénMePongoLasBotas.