LICENCIA

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LA VITRINA DE LA CONVERSA
sábado, enero 22, 2022
viernes, enero 14, 2022
IVÁN DUQUE: UN PERFECCIONISTA DEL IMPORTACULISMO
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-
Imagen tomada de: Perfil Twitter @_Gelver_ |
Hablar, escribir, trinar, comentar o publicar alrededor de la aparente irresponsabilidad o incompetencia del encargado, por parte de la derecha colombiana, de la presidencia de Colombia, pareciera ser un ejercicio repetitivo y por supuesto ineficaz; sin embargo, estando a pepo y cuarta de las elecciones presidenciales, imagino que no sobra la tarea de señalar que, votar por lo mismo, no solo, sería incomprensible, sino peligroso.
Aunque desde tiempo atrás, me había impuesto una especie de
censura respecto al tema de la peste del Covid19, casi dos años después, tengo
que retomar el asunto, para seguir señalando la desastrosa ejecutoria en el
manejo de la peste, que el gobierno Duque, le impuso a mandatarios y
mandatarias regionales y locales, hecho este, que por supuesto, tampoco excusa
las desinteligencias que un número mayoritario de alcaldías y gobernaciones,
siguen cometiendo, a la hora del manejo de la crisis sanitaria de la variante Ómicron
del covicho.
Al parecer, el manejo de la pandemia en Colombia, quedó en
manos de un deficiente equipo asesor de imagen, antes que un equipo serio de
científicos de peso. El afán de presentarle a la maleable y desinformada
opinión pública de base colombiana, algunas cifras, pero sobre todo, anuncios,
que vendieran la idea, o mejor, la imagen de una buena ejecutoria del manejo de
la crisis sanitaria y económica, mientras se ejecutaban planes y programas de
emergencia dirigidos únicamente a unos pocos sectores amigos del gobierno
nacional, especialmente, aquellos relacionados con el renglón del comercio; ha
sido la impronta que tanto Duque, como su ministro de salud, le han dado a la
gestión de la peste.
Como consecuencia de la política de importaculismo social y
económico, orientada por los asesores de imagen con título de economistas, a
quienes Duque, les ha soltado el manejo del país; las cifras de apestados por
la última cepa del bicho, se dispararon de forma sustancial, no obstante que,
con antelación, científicos serios de Colombia y del mundo entero, ya habían
advertido sobre las consecuencias de una apertura súbita y simultánea de las
actividades económicas.
Encaramados en el eslogan, que no en una seria estrategia,
de reactivación económica, Iván Duque, en sus aparentes desvaríos de príncipe Caspian
de Narnia y su ejercito de bestias parlantes, se han empeñado en venderle a la
sociedad colombiana unos fabulosos relatos, en los que todo el mundo está
vacunado, la peste ya pasó, la economía colombiana es la mejor de Latinoamérica,
el desempleo sigue bajando, las infraestructuras hospitalarias y educativas son
las mejores del mundo; por lo que ad portas del fin de año 2021, le dio vía
libre al consumismo, el jolgorio, la parranda y el contagio masivo, a pesar de
los sabios consejos de los científicos y algunos economistas serios.
Con la peste galopando por doquier, a pesar de los intentos por disfrazar los peligros del contagio y la enfermedad, afirmando que e@_Gelver_
s una
gripita o el abrazo de Macta, el colombiano promedio ya no sabe qué hacer. Aunque
la economía va bien; sólo que, para unos pocos, (esto es, los exportadores de minería,
cocaína, café y dos o tres renglones más), el paisano de a pie, constata con
tristeza y rabia, que el publicitado (costosamente) aumento del salario mínimo,
no era cosa diferente a otro cuento de Narnia. El colombiano cotidiano, ahora
ya siente que él también hace parte de esas horribles estadísticas de gente que
ya no como tres veces al día y que, al paso que van las cosas; ya ni para dos
veces, alcanza el cacareado milloncito.
Junto con el horrible panorama de constante violación de
derechos humanos, con el que ahora, es mundialmente conocido el actual gobierno
de Colombia, a pesar de la insistencia en la negación constante de la verdad,
como política de Estado; el que dijo Uribe, sigue empecinado en convencer a
Raimundo y todo el mundo, de su constante perfeccionamiento en la estolidez, la
mentira y la irresponsabilidad, desviando la atención de la opinión pública
hacia sus constantes y bien calculadas metidas de pata, sus gazapos e
incoherencia, en tanto que prepara el camino de regreso a las épocas del terror
paramilitar y la seguridad democrática, para asegurar la continuidad de la
derecha en el poder por otros cuatro años más, con el pretexto de ser la única
salida que el desespero colombiano puede tener.
Aprovechando la estrategia del rio revuelto, en medio de
ataques terroristas y la desbordante corruptela del uribismo en el poder a lo
largo y ancho del territorio colombiano,
sin querer queriendo, ha impuesto una reforma laboral a la medida de sus
amigos empresarios, privilegiando la
economía de sus patrocinadores y para
seguir confundiendo y enturbiando las aguas de la opinión; ahora se hace el
loco con el manejo de la peste, obligando a todo el mundo a seguir exponiéndose
a la peste en empresas e instituciones educativas y a hacerse cargo por su
propia cuenta de las consecuencias, esto es, aislándose cuando se sienta
apestado, aprovechando su supuesto aislamiento para tramitar por cuenta y
riesgo propio, su incapacidad.
Don Iván Duque ha perfeccionado a limites inusitados, el
arte del importaculismo. Caracterizado como príncipe Caspian de Narnia-Colombia-Encanto,
hace todo lo habido y por haber, para venderse como un incompetente, un incapaz
o un mal asesorado, cuando en el fondo, ha perfeccionado las artes del engaño y
de la obediencia, ahora que, en apariencia el viejo Aslan del Ubérrimo,
pareciera sufrir, muy convenientemente, ataques de senilidad, intentando decidir
¿Quién será el próximo perfeccionista al que Uribe le dé su rugido de bendición?
martes, diciembre 28, 2021
Se puede... ¡Claro que se puede!
Imagen tomada de perfil FB |
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com
Lo primero que hay que hacer es convencernos de la
justeza y la necesidad de cambiar los modelos, mitos y mentiras con las que
hemos convivido y hemos sido gobernados, por más de doscientos años.
Convencernos de que este cambio es posible, sin tener que acudir a milagros,
mesías, caudillos o a copiar estándares externos, impuestos por el mercado o
las gigantescas empresas trans nacionales, que en últimas; terminan siendo lo
mismo.
Millones de personas desplazadas, cientos de miles
muertas y/o desaparecidas, miles y miles amenazadas, cientos de niños muertos
de hambre, a causa de enfermedades prevenibles y curables, o por acción de la
guerra; así como los millones y millones de desempleados e informales, que
conforman las cientos de miles de familias sumidas en la pobreza, cuando no, en
la más aterradora miseria; conforman el recuento básico de pruebas que
confirman la ineficacia, lo perjudicial y lo inhumano del sistema político y
económico, con el que los verdaderos privilegiados, herederos de los primeros
saqueadores y sus aliados, los prósperos comerciantes de lo ilícito; han
gobernado y piensan seguir haciéndolo por otros cuatro años más.
Seguir creyendo en las maravillas y los beneficios de
una educación con calidad, solo para un sector de la población, que ha generado, como mínimo, dos generaciones de colombianos adiestrados en la prospección, la proactividad, el mindfulness
y demás delicias del entrenamiento tipo emprendimiento multinivel, al mejor
estilo de Yanbal, Herba life, etc.; es un acto de absoluta irresponsabilidad,
con las actuales, pero sobre todo, con las futuras generaciones de colombianos,
que en serio, merecen el buen vivir, que un país tan rico, como Colombia; les
puede ofrecer.
Seguir repitiendo a diestra y siniestra; que intentar
un nuevo estilo de gobierno que erradique las viejas clientelas y los viejos
vicios de la clase política tradicional, es algo así como un suicidio; no es
nada más, ni nada menos, que seguirle apostando a la corrupción, la guerra y la
muerte. Falacias como la pérdida de la confianza inversionista o la llegada del
coco comunista al palacio de Nariño, no es nada más que la respuesta desesperada, de una clase dirigente, acorralada, desnudada en su talante
racista, homofóbico, patriarcal y déspota, que no tiene, ni desea; salidas para
la violencia, la pobreza y la muerte que padecen millones de colombianos,
diferentes al glifosato y el incremento en pie de fuerza en el campo. El miedo,
hecho política de estado y campaña masiva de comunicación social, no puede
seguir siendo la hoja de ruta de Colombia.
Si bien es cierto que las particularidades, propias,
de un país sin un mito fundacional de su nacionalidad, como Colombia, que posee pequeñas naciones, ubicadas en diferentes zonas geográficas,
separadas por las deslumbrantes cordilleras andinas; hace que sea casi
imposible, tramitar una salida unificada a los cientos de miles de problemas,
que los representantes del actual modelo han ocasionado o no han querido
resolver, con tal de mantener el statu quo que los sigue beneficiando. Sin
embargo, esta aparente dificultad, también brinda la posibilidad de explorar
diferentes formas de ver, entender y proponer salidas a la endémica crisis
social y económica, que viven los colombianos, sin que esta exploración
signifique unanimismo u homogenización del pensamiento.
Una vez transitados los arduos caminos de la búsqueda
de sintonía política entre las mil y una visiones que la izquierda colombiana tiene
sobre la realidad del país; es necesario hacer propósito común en el verdadero
objetivo a alcanzar en las próximas jornadas de electores del 2022; en las que
la sociedad colombiana va a elegir a los miembros del congreso y a los nuevos
huéspedes del palacio de Nariño.
Aunque una cosa es el burdo utilitarismo político, que
se ha impuesto y que todavía regula el accionar electoral colombiano y otra muy
distinta, la defensa y promoción de una ética política que impida que la
delincuencia, siga siendo la rectora de la democracia; se hace urgente,
reforzar aquellas propuestas y aquellas candidaturas que planteen el cambio de
modelo económico y social, la lucha
radical en contra de la corrupción, el saqueo de lo público, el clientelismo y
las alianzas con los prósperos comerciantes de lo ilícito; aun cuando no se
encuentren arropadas en las banderas del partido o la coalición que se
considere más de izquierda, más anti corrupción, más democrática, más
progresista o más humana; lo realmente importante es que el viejo establecimiento,
aún con nuevas y jóvenes caras y nombres, le de paso a un nuevo modelo socio
económico, acorde a las verdaderas características y necesidades de Colombia.
Se puede... ¡claro que se puede! Colombia requiere
empezar a construir ese nuevo país, en el que la irracionalidad, lo inhumano, o
la ganancia económica, no sigan siendo las directrices éticas de la sociedad.
Se puede … ¡claro que se puede! Pasar de la indignación en las calles; a la
acción contundente en las urnas.
viernes, diciembre 24, 2021
domingo, diciembre 19, 2021
lunes, diciembre 13, 2021
martes, diciembre 07, 2021
jueves, diciembre 02, 2021
domingo, noviembre 28, 2021
jueves, noviembre 25, 2021
domingo, noviembre 21, 2021
domingo, noviembre 14, 2021
martes, noviembre 09, 2021
viernes, noviembre 05, 2021
sábado, octubre 30, 2021
viernes, octubre 22, 2021
miércoles, octubre 20, 2021
Reducción de la jornada laboral: El regalo envenenado del uribismo
Reducción de la jornada laboral: El regalo envenenado del uribismo
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-
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Imagen tomada de: @atcalsas.com |
Los grandes gremios de la producción de Colombia, que además de financiar campañas electorales, ofician como tanques de pensamiento y estrategas de la administración pública; empiezan a dictar, por estas épocas, los lineamientos, con los que los gobernantes a su servicio, deberán diseñar las políticas, tributaria, comercial, financiera y laboral, con la que gobernarán cada año o durante el periodo que les corresponda.
Tal y como se ha evidenciado en los últimos veinte años de
régimen uribista; salvo la influencia que han alcanzado oscuros agentes del
narco tráfico, en algunas esferas del régimen; el poder de los gremios ha
permanecido intacto, e incluso, durante el gobierno Duque, se ha fortalecido,
incluso yendo en contra de las tendencias académicas del mundo desarrollado,
que han puesto en duda las creencias de la ortodoxia económica colombiana,
fuente de inspiración de los gremios criollos, con el reciente premio nobel de
economía otorgado a David Card, Guido Imbens y Joshua Angrist, por
desmontar el dogma de los economistas colombianos y los grandes gremios de la
producción, según el cual; aumentar el salario mínimo equivalía a disparar la
inflación y otras secuelas indeseables.
Los poderosos Fedesarrollo, Anif y recientemente Fenalco, en
franca rebeldía académica al llamado mainstream de la economía mundial, que
privilegia una especie de vuelta a las prácticas del Estado Bienestar y de
respaldo a modelos económicos alternativos al llamado neoliberalismo, han
venido presionando desde hace mucho tiempo atrás, un infame retorno a las
condiciones más crudas del semi feudalismo-capitalista, en el que ha vivido
Colombia durante los últimos 200 años.
Desde la adopción de las sucesivas reformas laborales, que
han puesto en condiciones de disimulada servidumbre a quienes, a esta fecha, puedan disfrutar de un empleo
estable en el sector privado, pasando por las constantes desregulaciones del precario
mercado laboral colombiano, hasta la adopción de un ofensivo y mal trasplantado
sistema de seguridad social; los gobiernos nacionales de turno, con el visto
bueno de los gremios, han venido empujando cada día más, a millones de hombres,
pero sobre todo, mujeres, a condiciones de miseria y de exclusión, que solo han
servido para cerrar el círculo vicioso de los dueños del poder, que encuentran
en esta inmensa pobrecía, una colosal despensa de mano de obra, calificada,
pero desesperada; dispuesta a laborar por raticos y por unos cuantos pesos.
Así lo entendió el que dijo Uribe en el 2017, quien sintiéndose respaldado por sus amigos en el Consejo Nacional Gremial y aprovechando la crisis sanitaria; le dio rienda suelta a su lambisconería o gratitud, para devolver los favores a las élites económicas, aprobando a manos llenas, cuanto decreto fuera posible, para flexibilizar aún más, el ya precarizado mercado laboral colombiano, abaratando a más no poder la mano de obra y quitando los, ya escasos, beneficios sociales a cargo de los empleadores, por medio de los Decretos Presidenciales, amparados en la emergencia sanitaria ocasionada por la peste.
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Imagen tomada de: BBC News Mundo |
Las controvertidas y mil veces rechazadas por los
trabajadores, reformas laboral y pensional, se deslizaron en medio del miedo a
la muerte y el confinamiento de la pandemia y aunque, mencionadas en los
recientes estallidos sociales, permanecen intactas, en el actual marco jurídico
colombiano. Junto con la disfrazadas reformas laboral y pensional que esconde
el Decreto 1174, se yergue ahora; la ley 2101 de 2021, la cual, según el
uribismo, le regalo a la clase trabajadora de Colombia una reducción de la
jornada laboral. Ambas normas, no han hecho otra cosa que ir allanando el
camino para la última petición del Consejo Nacional Gremial, ahora en voz de
Fenalco, consistente en la flexibilización laboral a través de la contratación
por horas con prestaciones sociales y plantear un salario regional, de
acuerdo con la realidad de cada zona del país.
Es claro que, siguiendo con la tradición de la clase
dirigente tradicional de Colombia, es en estas fechas pre decembrinas, cuando
hay que lanzar estos anuncios, aprovechando el infalible despiste que el
desorden navideño le impone a la frágil memoria criolla, para asestar el mortal
golpe. Tras engañosos regalos, como la reducción de la jornada laboral, la
promesa de más días sin IVA y el desmonte de las medidas de bio seguridad para
prevenir la peste, que permita un mes de parranda y animación derrochona; el
uribismo, se alista para darnos el veneno de la legalización, ahora sí,
definitiva; de las reformas que el Consejo Nacional Gremial necesita.
El regalo envenenado: una vuelta a los años de
1800, cuando existía un pequeño jornal, para todo aquel afortunado que cayera
en gracia del todo poderoso de los cielos y del ocasional patrón terrenal, al
ser regalado con el preciado favor de un trabajito, eso sí, pagado un poquitico
más barato si era en el campo y con la ventaja de tener la suerte, incluso, de poder regalar, en agradecimiento; un
poquitico más de trabajo en beneficio de su patrón, o al menos, renunciar a
ganarse uno que otro pesito extra, por el gran privilegio de trabajar para él.
sábado, octubre 16, 2021
GOLPE DE ESTADO DE LA DERECHA EN EL CONGRESO
GOLPE DE ESTADO DE LA DERECHA
EN EL CONGRESO
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-
No es un juego de palabras, no es un vaticinio, no es
una campaña de desprestigio; simplemente es la constatación del deseo de la
derecha colombiana, de perpetuarse en el poder, cooptando para si los entes de
control, por medio de una reforma a la Constitución Política de Colombia,
agenciada a través de los proyectos de Actos legislativos: PAL 13-21; “Por medio del cual se
establece la forma de elección del Contralor General de la República, el
Procurador General de la Nación, el Defensor del Pueblo y el Fiscal General de
la Nación” y el PAL 320-2021C; “por medio del cual se
reforma la justicia”.
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Imagen tomada perfil facebook del autor |
Mientras
muchos de los colombianos del común, sobre todo, aquellos que siguen pensando
que la política no les interesa, porque no sirve para nada o aquellos otros que
hicieron campaña por el Referendo Anticorrupción, no obstante, seguir votando
por los mismos; están por ahí entretenidos, viendo a los esfuerzos de adorables
mayores, para alcanzar una última oportunidad de fama en un concurso de
televisión, discuten si Ospina ha sido o no el mejor arquero de la selección
Colombia de Futbol de todos los tiempos, o celebran alborozados, la obra y
gracia de una nueva santa paisa; esa política que no les interesa, está a punto
de asestarle un mortal golpe a la democracia y la vida civil de Colombia: Gol
caracol ...¡Se metioooo!
De manera
sigilosa, casi que, a escondidas, los emisarios de las élites económicas y
políticas del país; han puesto en movimiento, al interior del congreso
colombiano; toda una estrategia de derrumbamiento del sistema de contrapesos
institucionales, propio de las democracias liberales de occidente. El primer
paso consistió en la apropiación del congreso, a punta de alianzas no santas, con grupos
extremistas de derecha, de forma que, a punta de manipular el miedo de los
ciudadanos, como consecuencia de una guerra iniciada por las mismas élites casi
dos siglos atrás; lograron posicionar en el congreso, todo un conjunto de
dilectos agentes políticos a su servicio, capaces de instaurar una especie de
dictadura constitucional, disfrazada de democracia, durante los últimos veinte
años de régimen uribista.
Apalancados
en la llamativa arquitectura institucional del estado, plasmada en la
Constitución Política de 1991, los políticos tradicionalistas, adscritos a los
partidos de derecha en el Congreso de la República colombiana, en complacencia
conveniente con el espíritu mesiánico de la ultraderecha colombiana,
personalizada en Álvaro Uribe Vélez y vuelta ideología en el uribismo, se han
dado a la tarea de nombrar, periodo tras periodo, en los entes de investigación
y control, a personas afines a su línea política, o al menos, dispuestos a
tranzar impunemente, favores políticos, por frondosas nóminas, en Procuraduría,
Contraloría, Fiscalía, Defensoría y Registraduría. Así lo han hecho durante el
tiempo, aunque no de manera oculta, sino a la vista de todos, en vivo y en
directo por unos medios de comunicación, alguna vez el cuarto poder
fiscalizador de la opinión pública, convertidos desde tiempo atrás, en tribunas
propias de los poderosos. Gol, gol, gol...gol caracol ... ¡Se metiooo!, Una vez
más.
Con la
complicidad de una inmensa mayoría de colombianos, con serios problemas de
educación política, mal informados, pero, sobre todo, manipulados; la derecha
colombiana, ha venido dando los pasos necesarios para retener el poder del
estado colombiano; así lo ha venido demostrando, con los múltiples intentos de
reelección de su jefe supremo, el ex presidente, ex senador e imputado; Uribe
Vélez. Contando con la venia de las federaciones de municipios, capitales y
departamentos y con las organizaciones de juntas comunales; recientemente, el
uribismo, intento una vez más, en medio de la peste del Covid19, prolongar el
periodo del que dijo Uribe, hoy encargado de la presidencia de Colombia y por
ahí derecho, el de alcaldes y gobernadores, agremiados en las mencionadas
federaciones, dirigidas por controvertidos personajes, también afines al
uribismo; intentando cambiar un articulito, a petición de Toro, Tavera y Ordosgoitia.
Ahora,
envalentonados, o quizás, un tanto nerviosos, por los recientes levantamientos
populares, iniciados en el 2018 y exacerbados por la ineptitud y la corrupción
del actual gobierno nacional; los emisarios de la derecha en el congreso,
después de haber nombrado en los entes de control, registro e investigación a
fichas afines al uribismo, dedicados a torpedear el proceso de paz, pero sobre
todo, a obstruir cuanta investigación se inicie en contra de los miembros del
uribismo; pretenden completar su sutil estrategia de Golpe de Estado
Institucional, intentando “flexibilizar”, aún más, algunos requerimientos para
el nombramiento de personas idóneas, en la dirección de estas entidades, pero
sobre todo, y he ahí el horror; intentando brindarle impunidad institucional, a
los titulares de Fiscalía, Contraloría, Procuraduría y otros funcionarios de alto
nivel, trasladando la competencia de su investigación y juzgamiento, de la
Honorable Corte Suprema de Justicia, a la muy controvertida e inane Comisión de
Acusaciones de la Cámara de Representantes.
Esta
promesa de impunidad, ofrecida a quienes están encargados de investigar y
sancionar la agobiante carga de violencia y de delincuencia que se cierne sobre
todos los ciudadanos, de velar por el buen comportamiento de los funcionarios,
sancionar sus abusos y ponerlos al recaudo de la justicia, o de dar fe del
estado civil y de llevar a cabo y garantizar los procesos de elecciones; no
permite creer en un buen futuro para uno de los países, con mayores índices de
desigualdad económica, con serias sospechas de degradación del conflicto e
irrespeto total por los derechos humanos y con una corrupción que asusta, como
Colombia.
Esta
intentona de asegurarse sí o sí, el poder político, pero sobre todo, el poder
sancionatorio, ante un futuro político incierto, en el que la izquierda y los
movimientos progresistas y alternativos a la derecha tradicional colombiana,
tienen serias posibilidades de hacerse con el gobierno nacional y aumentar el número
de curules en el congreso; es una apuesta muy riesgosa, en un ambiente de
inseguridad y terror, que ya tiene agobiada a una sociedad cansada de la falta
de acceso a la justicia y que ve, como este intento de cambio de la
Constitución, nuevamente corroborará la percepción de que la sanción de la
justicia es únicamente para los de ruana.
La promesa
de impunidad para la actual clase dirigente, incluidos, sus amigos los
contratistas (centros poblados, etc.), podría estar gestando escabrosos hechos
de justicia propia, como el ocurrido con los niños de Tibú, mucho más, si como ha venido aconteciendo en los dos
últimos años, los excesos de la fuerza pública y los aberrantes casos de
corrupción, han puesto en entredicho, la eficiencia de estos mismos entes de
control, exacerbando aún más, los ánimos de una sociedad asustada y desesperada.