Por: Omar
Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-
$1.400.000.000.
Mil cuatrocientos millones de pesos. Esa cifra es lo que podría costar la
creación de los nuevos cargos en la administración central del municipio de
Santander de Quilichao. Perdón por empezar estas notas con una cifra.
En tiempos
en los que la devaluación de la moneda colombiana nos ha obligado a empezar a
pensar en cifras astronómicas, billonarias, así con “B”, para referirnos a lo
que cuesta cualquiera de los ítems de la administración pública y tristemente,
a lo que nos cuesta el despilfarro y la corrupción; mil cuatrocientes millones
de pesos, resultaría ser una suma pequeña, en comparación con los más de
cuatrocientos billones de pesos estimados para el Presupuesto General de la
Nación colombiana, para el año 2023. La verdad, la comparación no cabe y los mil
cuatrocientos millones, si son significativos para el presupuesto municipal de
Quilichao.
En la foto Concejo Municipal y Alcaldesa de Santander de Quilichao.
Imagen tomada de Proclama del Cauca y Valle
Para una
administración municipal, como la de la señora Alcaldesa Lucy Amparo Guzmán,
que constantemente se queja, a través de la oficina de relaciones públicas y
propaganda en la que terminó convertido el Concejo Municipal de Santander de Quilichao, de la constante
falta de recursos para inversiones como, por ejemplo, la restauración de la malla
vial del casco urbano o el cumplimiento del mandato judicial de pago de la
deuda con la Compañía Energética de Occidente, por solo mencionar las más
llamativas; sumarle otra carga por más de mil millones de pesos, a las precarias
arcas municipales, no deja de causar serias preocupaciones para el ciudadano
del común.
Un ejercicio responsable de lo público no podría permitir poner en riesgo la viabilidad financiera del municipio, al sumarle otra gran carga laboral a un precario presupuesto, así en palabras del comité de aplausos, tan solo se trate de 1.400.000.000 de pesitos
Si bien es
cierto que, la lectura del libreto jurídico-económico de la propuesta de la alcaldesa,
por parte de los concejales proponentes, ante un escaso público con poco manejo
de los enrevesados términos técnicos de la dichosa propuesta, podría dejar la
sensación del cumplimiento con la legalidad de la propuesta; también lo es, el
hecho de que el ejercicio memorístico de recitación de tal libreto no termina
de convencer a la opinión pública mayoritaria, de la legitimidad de tal
proposición.
En este
punto es preciso señalar que dentro de un Estado Social y de Derecho, como el
colombiano, la expedición de las normas (para este caso un Acuerdo Municipal),
obliga al operador legislativo (el Concejo municipal de Santander de Quilichao)
a tener en cuenta que las normas que prescriben, además de tener legitimidad
formal, también deben tener legitimidad material, esto es : “el
consenso (reconocimiento) del pueblo respecto de la ley creada o de la
actuación del Poder Público y nos remite al contenido ético de la norma con
referencia al contexto social en que ha de ser aplicada.” [1]
Platanizando la nota; lo anterior quiere decir que,
sin importar, qué tan bonito y sobre todo, “técnico” suene y se lea la
propuesta de incrementar la nómina del municipio, esta proyecto de Acuerdo debe
obedecer a principio éticos de la misma administración pública, que señalarían
que un ejercicio responsable de lo público, no podría permitir poner en riesgo
la viabilidad financiera del municipio, al sumarle otra gran carga laboral a un
precario presupuesto, así en palabras del comité de aplausos, tan solo se trate
de 1.400.000.000 de pesitos: ¡Quiere cacao!
Causa indignación que la propuesta de cargar con más gastos
laborales a las maltrechas finanzas municipales, que, entre otras cosas, pagamos
todos, intente disfrazar el vulgar ejercicio de la politiquería, con argucias
tecnocráticas, con tal de cumplir las promesas electoreras de nombramientos y
contraticos.
El intento de mezclar la certificación en educación, con las
necesidades del servicio de la administración, no deja de ser una jugadita
desesperada, no solo para cumplirle al comité de aplausos, sino para intentar dejar
incrustadas en la administración municipal, a fichas claves que defiendan o
tapen, 20 años de deficientes administraciones.
Las ciudadanías libres y decentes de Santander de Quilichao se
sienten indignadas por este nuevo irrespeto al sentido común, puesto que no
pueden entender cómo se podría justificar un aumento de la nómina municipal,
cuando se observa en el día a día, como se duplican funciones, como hay
funcionarios, sin funciones y como se contratan (tercerizan) funciones propias
de la administración.
Por muy bonito y técnico que les suene y se les lea el
libreto, ni los concejales oficialistas, ni la alcaldesa y mucho menos, el
Bonillo-Grijalbismo, pueden olvidar, por un minuto, que así logren salirse con
la suya, raspando la olla y empeñando al municipio con estos favores
clientelares; Quilichao vive indignado y va a seguir mostrando su indignación
en las urnas.