LA CONEXIÓN TRUMP - CAUCA.
Diera la impresión que el efecto Trump está empezando
a sentirse en todos los rincones del mundo, y aunque obvio, no sobra decir que
el Cauca está incluido. El desprevenido lector o lectora se preguntará: ¿y a
todas estas… qué tiene que ver el recientemente elegido Donald, que no el pato,
con lo que pasa acá en este históricamente olvidado y pobre departamento del
sur de Colombia? Desafortunadamente mucho. Y eso es lo triste.
De todos los habitantes de esta gran pelota azul en la
que vivimos, son conocidas las políticamente incorrectas posiciones y
actuaciones del nuevo huésped de la Casa Blanca, allá en la tierra del ratón
Miguelito. Aunque censurados por una inmensa mayoría que no votó por él (Don
Donald), parece ser que algunos émulos suyos alrededor del mundo han empezado a
poner en práctica, lo que para ellos ahora es oficial es decir; el abuso, la
grosería, el matoneo y la violencia.
Don Donald, que no el pato, aunque trate de lavar sus
manos, cara y copete, negando que su mal ejemplo se haya popularizado, ha
puesto de moda el mal comportamiento social. De todos los closets del mundo
están saliendo los atarbanes y rufianes hasta ahora medianamente escondidos,
aunque siempre activos, para reclamar para sí y en nombre del doctor Trump, la
patente de corso para imponer a la brava, sus más primitivos deseos, modos de ver y hacer el mundo.
Pero… ¿y el Cauca que tiene que ver con eso? Serenidad
y paciencia.
En estos últimos días, la comunidad Quilichagüeña ha
asistido al aterrador espectáculo protagonizado por algunos simpatizantes de
Don Trump. Primero un “devengador” de salarios del muy dudoso sistema acusatorio
colombiano, casi que deja en la impunidad al autor de un feminicido, al
calificar la actuación del asesino como un simple homicidio, tras pactar con el
imputado. La víctima de esta bestialidad, para más señas y mayor vergüenza, era
una joven mujer de ascendencia afro. Aunque impactado por este premio a la brutalidad,
en días más próximos, quien les escribe tuvo noticia, por parte de algunos y
algunas estudiantes de la Universidad del Cauca, de las salvajadas, por decir
muy poco, que en contra de las estudiantes afro descendientes de esa
universidad, practica un docente de la facultad de derecho, a quien a pesar de
haber denunciado por acoso sexual y racismo ante las autoridades de la universidad y las
judiciales, no parece pasarle nada, como tampoco les paso a Clinton Bill y
Trump Donald.
Da piedra, en términos coloquiales, enterarse y/o ser
testigos del avance de la barbarie en la institucionalidad de este rincón de
Colombia. Causa inmensa indignación saber que las personas encargadas de poner
en cintura a los delincuentes o al menos de impedir que el salvajismo siga
avanzando, trancen con los agresores o simplemente no hagan nada, permitiendo
de paso que la cultura del más fuerte, el más macho, el mejor relacionado o el
más vivo siga campeando por nuestra sociedad, en concordancia con el mal
ejemplo del doctor Trump.
Para el caso particular de acoso y racismo en la
Universidad del Cauca, da mucha más piedra con su organismo de dirección,
máxime cuando la conducción de esta Institución Educativa, se encuentra, al
momento de escribir estas líneas, a cargo de un hombre que se paseó y bebió de
las fuentes de las luchas por las reivindicaciones sociales (inclusión, equidad
y respeto por la dignidad humana) convertido ahora en un simple y autista burócrata
del establecimiento que él crítico y combatió cuando se ufanaba de ser de
izquierda.
Espero haber podido establecer la triste conexión
Trump-Cauca.
NOTA
APARTE: Hablando de Unicauca. Ni el Gobernador del Cauca, ni la dirección de la
Universidad y tampoco la Asamblea
Departamental, le contestan a los norte caucanos la pregunta: ¿Por qué los y las estudiantes del
tristemente célebre programa de regionalización de Unicauca del norte del
departamento, pagan el doble del valor de la matricula que pagan los
estudiantes en Popayán por los mismos programas? Sin querer ser insidioso,
en otras partes y en otros tiempos, a eso se le ha llamado discriminación. ¿Y
si la Institucionalidad da mal ejemplo, qué se les puede pedir a sus docentes,
estudiantes y egresados? Y de la bancada congresista del Cauca tampoco se ve ni
se oye nada.