LOS PAGANINIS DE LA REFORMA
TRIBUTARIA.
Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-
Hablar, o
mejor, escribir acerca de impuestos, de reformas fiscales o tributarias, o como
las puedan entender (si es que alguna vez las pueden entender) las personas del
común, como Usted o yo, es un asunto borrascoso e inexpugnable, si me permiten
los dos adjetivos.
El
complicadísimo lenguaje técnico con el que se han abordado y se abordarán las discusiones
sobre este importante tema, es una de las “barreras naturales”, con las que se
encuentra el ciudadano de a pie, que por estos días ose meter sus narices en
los noticieros o programas de opinión de Colombia. Parece ser que es un
requisito indispensable, echar mano de una jerga casi incomprensible, para
tratar de explicar el contenido del proyecto de ley que busca hacer otra
reforma fiscal, reforma tributaria o aumento de impuestos para los de ruana,
para que nos vayamos entendiendo.
El hecho
cierto es que en este País, a uno le diera la impresión de que pagar (impuestos)
no paga. Cada cierto tiempo, los gobiernos centrales de turno, amenazan y hasta
prometen, cada uno de ellos, sin importar su tinte ideológico, si es que existe,
con: “Una Nueva Reforma Tributaria Estructural, que ahora si hará más
progresivo, el régimen tributario colombiano, con el fin de asegurar la
confianza inversionista, alcanzar la prosperidad democrática y darle la
bienvenida al futuro” ¿?...Correcto, Usted entendió lo mismo que el colombiano
promedio.
La realidad
histórica es otra, los paganinis de la “reformitis fiscal” que padece el Estado
colombiano, son los de siempre, los integrantes de esa inmensa mayoría de colombianas
y colombianos, que viven del fiado, no obstante que sus deudas ahora no estén
anotadas en el cuaderno del tendero de la esquina, sino en las bases de datos
del sinnúmero de tarjetas de crédito a disposición de todo aquel que tenga Cédula
de Ciudadanía, porque los de la inmensa minoría poseedora de más de la mitad de
la riqueza colombiana, serán sujetos del más delicado trato tributario, vía exenciones,
deducciones, reducciones, devoluciones y hasta condonaciones de sus
obligaciones fiscales(impuestos).
Los
representantes de los gremios ya pusieron su educado pero sonoro grito en el
cielo de sus medios de comunicación, con gracia y gentileza han insinuado, muy
dulcemente por cierto, que si son “víctimas” de maltrato tributario por parte
del Estado Colombiano, se verán en la penosa, pero obligatoria, necesidad de
sacar su “exiguos recursitos” hacia tierras en donde se les valore su confianza
inversionista, o llegado el extremo, se verán forzados a endosarle ese aumento
en sus impuestos, a los muy queridos consumidores, bien sea aumentando el
precio de los bienes y servicios que ellos de manera desinteresada venden o
recortando la planta del ya muy poco personal estable que trabaja en sus
empresas.
Por el otro
lado del escenario de la opinión pública, también van apareciendo los otros
próceres de la patria, los congresistas de los partidos tradicionales
colombianos, que aunque con color, logo y olor diferente, siguen representando
los mismos intereses, los de ellos y los de sus patrocinadores, o sea, la
inmensa minoría dueña del país del sagrado corazón de Jesús. Ad portas de año
pre-electoral, posan y posarán como los redentores de las clases menos pudientes,
con voz y ademán “veintejulieros”, recorrerán los caminos del país, para hacer
público su descontento por ese nuevo atentado en contra de las clases menos
privilegiadas, prometiendo que si vuelven a votar por ellos o ellas, no habrá
más Reformas Fiscales o Tributarias o de impuestos, para que nos vayamos
entendiendo.
Y ahí, entre
una que otra pluma azul de pájaro trinador, ya apareció el verdadero, el único,
el irreemplazable Mesías del Ubérrimo, con sus dotes de encantador de
serpientes, afirmando a 140 caracteres, que él ya lo había dicho, que eso de la
paz era un embeleco de entretención para las masas castro-chavistas-maoístas-leninistas-maduristas.
Que si se necesita una que otra “reformita”, como las que él inteligentemente aprobó
en sus dos gobiernitos, eso sí, para atraer esa confianza inversionista que se
lleva del país la friolera de más de 70.000 millones de dólares al año y que lo
mejor que pudo hacer últimamente el C.D. era haber promovido el voto “verraco”
del No, pero eso sí, que era un SI camuflajeado a la confianza inversionista, a
las Zonas Francas de Tom y Jerry o las AIS de “Uribito”.
En todo caso
el plato mediático está servido, no sabemos para quienes, pero el hecho cierto
es que tanto Usted como yo, seguiremos sin entender, por qué a los pobres les
toca pagar impuestos, mientras que a los pobres ricos “cartelizados” se les invita
contribuir con lo que puedan, a través de sus programas de Responsabilidad
Social, o por qué el pueblo colombiano sigue votando, cuando es que vota, por
los mismos que cada nada, nos “enverracan” y nos hacen meter la pata eligiendo
los mismos males patrios.