LA VITRINA DE LA CONVERSA

jueves, agosto 26, 2021

Adiós a Watts: el comienzo del fin

 Adiós a Watts: el comienzo del fin





Charlie Watts - Baterista de Los Rolling Stones-
Imágenes: NY Times-DW

Por Omar Orlando Tovar Troches -ottoz69@gmail.com-

Estos casi dos años de peste mundial, nos han puesto de cara a la única condición que, en vida, hermana a todos los seres humanos; la muerte.

En medio de las sensaciones de incertidumbre, miedo y soledad, ocasionadas por la obligatoriedad del encierro, brotó aquí y allá un sentimiento colectivo de añoranza de tiempos pasados, inocentemente considerados como mejores, comparados con la crueldad de una muy presente peste comunitaria, que fue arrasando con la vida de propios y extraños, ante la inacción atarantada de gobiernos, más preocupados por las pérdidas económicas de sus amigotes, que por la pérdida catastrófica de vidas humanas.

En ese marco de nostalgias, agravadas por una agobiante sensación de impotencia, poco a poco, muchos de los integrantes de la llamada generación “X”, nos hemos volcado a eso que los gringos llaman “memorabilia”[1], para buscar un cierto anclaje a la seguridad de ese supuesto pasado venturoso; de los años pasados. Allí, en ese lugar de la memoria, llamado nostalgia, paulatinamente nos fuimos refugiando en la banda sonora de los años maravillosos, buscando en las redes sociales, en aplicaciones o dispositivo de reproducción; a nuestros héroes y heroínas musicales de toda la vida. Allí estaban el cantante y los músicos de Charlie Watts, unos muchachos de casi ochenta años llamados los Rolling Stones.

Los Rolling Stones - Imagen Rock FM
Y es que la constatación, tanto de la fragilidad, pero, sobre todo, de la brevedad de la vida, nos ha hecho valorar, al menos a un buen número de cuarentones y cincuentones, el asombroso valor que tienen el arte y la memoria. Cosas de cuchos, dirán irreverentes, los treintañeros milenials y los imberbes Z; cosas importantes, diremos los directos responsables de que ahora todo esté como está.

De manera pasmosa, hemos venido siendo testigos del constante marchitamiento de esa fuerza poderosa de rebeldía, que incluso nos movió allá en los ochenta y noventa del siglo pasado y que aún nos alcanza a mover hoy, casi cuarenta años después: El Rock. Esa cultura heredada de algunos de nuestros papás y mamás; que casualmente tuvo a los Stones como pioneros de esa evolución del blues, el jazz y la música folclórica norte americana e inglesa; la música de sus papas y mamás; hoy, con la muerte de Watts, parece estar anunciando el comienzo de su fin.

Durante los últimos años, hemos sido testigos de la muerte de muchos de esos héroes y heroínas de la rebeldía musical:  Kurt Cobain, Amy Winehouse, Gustavo Ceratti, Luis Spinetta, Scott Weiland, Chester Benningnton, Dolores O´Riordan, Chris Cornell, David Bowie y ahora Charlie Watts. Poco a poco, esos iconos de la alternatividad, del descontento, pero también; de la fuerza y el inconformismo, le fueron cediendo su puesto a otras manifestaciones, que, aunque con algún valor estético y/o lúdico, nada tienen que ver con los refinamientos literarios y musicales alcanzados por estos héroes y heroínas del Rock.

Aunque por ahí todavía nos quedan; Thom Yorke ( Radiohead), Eddie Vedder (Pearl jam), Dave Grohl (The Foo fighters) y algunos más, realmente conocidos y dignos de ser llamados los herederos y expositores del Rock; desafortunadamente, nuestra indolencia por acompañar la formación cultural de nuestros hijos y nietos, el mal ejemplo de haber permitido que la contracultura traqueta se tomara el mundo, incluido el musical, ocasionó que nombres como los de Dylan (con premio Nobel abordo), los Beatles, Joe Cocker, Carlos Santana, The Who, los Sex Pistols, Pink Floyd, Genesis, Jethro Tull, los mismos Rolling Stones, Estados alterados, las 1280 Almas, La Derecha, La Pestilencia, Superlitio o los Aterciopelados; le dieran paso a nombres conformado por letras iniciales, que

Imagen: Uniminuto Radio

comienzan con iniciales o echan mano al espanglish, cuyas obras tienen la misma duración y utilidad que el papel de baño y las toallas higiénicas, a pesar de que nuestros hijos, los milenials y los centenials; las descarguen millones de veces de esa red mundial de computadores que nos inventamos y a la que, por pereza, ambición o descuido; los volvimos adictos.


Afortunadamente, por ahí en medio de la estulticia y la vulgaridad de eso que ahora, pretenciosamente, llaman genero urbano, sobreviven algunos genios del Rock como Jack White, la discutidísima Billy Eilish, los Artic Monkies, los Arcade Fire o los Black Keys, para no hablar las propuestas del hip hop, realmente alternativas y con gran calidad como las de los Alkolyricoz, e incluso, el trabajo de la argentina Nathy Peluso.

Se nos fue el viejo Charlie Watts, dicen que el más juicioso de los Stones, tenemos que prepararnos para una futura desbandada, de los ya escasos grandes del Rock que aún viven. Estemos preparados para su partida, pero hagamos algo para que el viejo Rock, no parta con ellos. Ojalá que ese sentido adiós a Charlie Watts, no termine siendo el comienzo del final.

 



[1] Things that are remarkable and worthy of remembrance. A wealth of early railroad memorabilia.Things that stir recollection or are valued or collected for their association with a particular field or interest : mementos. Baseball memorabilia. En su versión inglesa.  Objeto o prenda con valor sentimental, generalmente por haber pertenecido a una persona querida; en español.

lunes, agosto 23, 2021

¿Renacen las Convivir?

 ¿Renacen las Convivir?

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

Al parecer, lo que resta del actual gobierno nacional, del encargado por Uribe Vélez; señor Iván Duque, no cambiará mucho en lo que tiene que ver con su visión y tratamiento militarista, a los problemas de convivencia e inseguridad que padece la sociedad colombiana y que se han visto exacerbados, por el pésimo manejo que les ha dado el uribismo a las relaciones con el vecindario, la crisis de la pandemia, la economía y al Acuerdo de Paz.

Imagen tomada de cuenta Twitter @Diego_Molano
Tal y como lo había hecho el jefe supremo de la derecha colombiana, cuando gobernó en Antioquia; el discutidísimo ministro de guerra, Diego Molano, anuncia que, ante la incapacidad, o más bien, la reticencia del uribismo a buscar salidas estructurales al endémico problema de delincuencia, de inobservancia de las normas e intolerancia que padece Colombia; la única salida es la “alianza solidaria entre la @PoliciaColombia y empresas de servicios de vigilancia privada para el intercambio de información y capacidades que permita hacer frente al delito en las ciudades.[1]; palabras más o menos; la nueva reedición de las tristemente célebres “Convivir”, que dieron origen público al fenómeno del paramilitarismo, que tanto horror y dolor sembraron y siembran en Colombia.

Llama mucho la atención que, a sabiendas de las justificadas prevenciones que despierta este modelo de “seguridad democrática”, en sectores mayoritarios de la sociedad colombiana, el discutido Mindefensa Molano, no se haya tomado siquiera el trabajo de hacer una mejor paráfrasis del discurso con el que Uribe defendió y defiende el engendro de las Convivir cuando gobernó en Antioquia. Para la muestra; el botón: “Uribe Vélez precisa que: como gobernador de Antioquia la apoyé y la promoví porque creo en la colaboración ciudadana con la Fuerza Pública. Esta colaboración construye confianza institucional en los ciudadanos, evita su postración ante el crimen o que busquen salidas contrarias a la ley…[2].

Este anuncio del ministro Molano, prende todas las alertas, no solo de las víctimas del horror paramilitar, sino de organizaciones defensoras de derechos humanos a nivel nacional e internacional, por lo que parece ser; uno más de los terribles desaciertos, que, en cuestión de orden público, ha cometido y sigue cometiendo el uribismo, en su afán de imponer su política pública de armar a los civiles y crear “frentes de seguridad ciudadana” que le permitan aplicar su estrategia de “mano dura” contra lo que el uribismo y sus aliados, ahora posiblemente armados, o al menos con poder de señalar, consideren o se imaginen es una amenaza o atente contra la integridad, vida y honra de las personas de bien, tal y como ya pasó con los primeros desbordes de las benditas Convivir.

Imagen tomada del portal Las 2 Orillas
La percepción que se tiene es que este anuncio del ministro Diego Molano, de reedición del modelo de seguridad democrática de los tiempos del ex gobernador, ex presidente y ex senador Uribe Vélez, hace parte de una estrategia mucho más amplia de control social, la cual, aprovechando el desespero por el clima de inseguridad y de criminalidad que perciben y padecen los colombianos; pretende instaurar vía decretos de excepción, un modelo de gobierno policivo, en el que, tras la intención de brindar seguridad, se esconde la criminalización de la oposición. Esta sospecha se soporta en la constatación casi que diaria de el sesgo con el que los órganos de control y de acusación, inician o no investigaciones, precluyen o apresuran procesos, dependiendo de la cercanía que tenga el implicado o implicada, con el uribismo, o su proximidad, así sea lejana, con lo que se vea o parezca oposición al uribismo.

En este sentido, es urgente hacer un llamado a la sindéresis, al aplomo y a la equidad, que en términos generales, siempre ha demostrado la rama judicial de Colombia, para que no caiga en la trampa de las presiones políticas y mediáticas del uribismo, que buscan que, por medio de sentencias judiciales, se vaya sentando una jurisprudencia conveniente a la visión de la derecha colombiana, según la cual, el derecho a ejercer las libertades de opinión, expresión, reunión, disenso, movilización y participación en política, sean considerados como actos terroristas o que “induzcan al terrorismo”, como lo ha planteado el actual Fiscal General, frente a los jóvenes participantes de las recientes jornadas de protesta o como, peligrosamente, al menos para este humilde servidor; hizo el tribunal superior de Bogotá, frente al caso de las señora Daneidy Barrera (“Epa Colombia”).

Lo cierto es que, anuncios como los del ministro Molano, las controvertidas actuaciones del Fiscal Barbosa, el increíble mutismo de la Procuradora Cabello, así como del Defensor del Pueblo y la anuencia de ciertos operadores judiciales; permiten tener la impresión de que el actual gobierno nacional esta tras la constitución de una sospechosa estrategia de persecución política y judicial de la oposición, que junto con la degradación de la seguridad ciudadana, quizás en manos de las nuevas Convivir; le permitan a la derecha colombiana, tener las justificaciones necesarias, bien sea, para convencer al colombiano desinformado y angustiado; de la necesidad de un gobierno de mano dura que “limpie” la sociedad de la delincuencia y los “vándalos” y/o la urgencia de un muy democrático golpe de Estado, tal y como ya lo han intentado.

Ojalá que estos temores frente a las actuaciones y declaraciones del gobierno de Uribe en el rostro de Duque, solo sean producto del estrés ocasionado por la pandemia del SarsCov2; sería increíble que, a la crisis sanitaria por culpa de la peste, lo mismo que al paulatino empobrecimiento de más colombianos, el aterrador incremento de las masacres y asesinatos selectivos de líderes y lideresas sociales, se le vaya a sumar el renacimiento oficial del esperpento de las malhadadas Convivir.

 

 

 



[2] Juan Diego Restrepo. (2013). Álvaro Uribe, entre las ‘Convivir’ y las AUC. Artículo, sección opinión, Revista Semana. Disponible en: https://www.semana.com/opinion/articulo/alvaro-uribe-entre-convivir-las-auc-opinion-juan-diego-restrepo/358144-3/

 

martes, julio 27, 2021

Cauca: sangre y cadáveres

Cauca: sangre y cadáveres: Un llamado despertar de la anestesia del fútbol, el ciclismo y los juegos olímpicos para poner la mirada a la grave situación que vive este departamento

miércoles, julio 21, 2021

La gente de gris, la memoria histórica y la colectiva (II)

La gente de gris, la memoria histórica y la colectiva (II)

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com- 

 Senadora Fernanda Cabal convocó a pintar de gris murales en Cali- Imagen: Las 2 Orillas

¿Tienen color la historia y la memoria? Claro que sí. Incluyendo el gris. Lo que acontece es que, de la misma manera en que algunos fenómenos de la física determinan que podamos distinguir tal o cual color, dependiendo de las frecuencias que este o aquel objeto reflejen y puedan ser percibidos por bastones y conos en nuestros ojos, los colores de la historia y de la memoria, también dependen de fenómenos externos a cada persona, que pueden determinar que un hecho, persona o fenómeno, pueda ser registrado y recordado de una manera específica. 

En la primera parte de esta nota (La gente de gris, la memoria histórica y la colectiva (I) - Las2orillas) se planteaba que algunos de los fenómenos asociados con la forma, color y hasta sabor, con los que las sociedades recuerdan su existencia, dependen de quién o quienes determinen lo que se debe o no recordar, cómo y hasta qué punto, a través de herramientas como la política y la economía, que sí o sí, hasta el día de hoy, definen la historia de las sociedades, esto es; los recuerdos oficiales que deberían compartir, atesorar y replicar cada uno de sus miembros, impartidos por los científicos del recuerdo: Los periodistas e historiadores. 

Afortunada o desafortunadamente, los mecanismos de almacenamiento de recuerdos que tiene cada ser humano, no dependen únicamente de los procesos de educación (entrenamiento) al que se somete durante su vida útil, sino que también están asociados a otros mecanismos, que en ocasiones, todas ellas, afortunadas, escapan al control de quien gobierne en un momento dado, tales como los sentidos y la cultura, sobre todo esta última, que depende de otras construcciones, mucho más afines a la ancestralidad y a los afectos, que al exceso de racionalidad y utilitarismo, con los que, convenientemente intentan manipular la percepción de la realidad, quienes detentan el poder. 

Los intentos de imponer un único color, un único olor, un único sabor, un único recuerdo o un único pensamiento, son característicos de sistemas socio económicos que pretenden controlar hasta el más mínimo detalle de las vidas de los miembros de las sociedades que dominan o desean dominar y que son conocidos como regímenes absolutistas, autoritarismos, dictaduras o fascismo, todos ellos dedicados a mantener un orden establecido que favorezca los intereses de unas minorías bastante homogéneas, que encuentran en la policromía de la diversidad, del disenso y la democracia, algo que no se debe permitir, so pretexto de mantener el orden y las buenas costumbres que protejan el emprendimiento, el éxito y el crecimiento económico, así solo sean; los de las minorías en el poder.

Esta tensión entre quienes intentan uniformar los recuerdos, la memoria y la historia y aquellos que le apuestan por una visión descentrada, multicolor, ruidosa y hasta caótica de la realidad, mucho más acorde con el carácter pluriétnico y multicultural de la sociedad colombiana; no es otra cosa que, el reflejo de las contradicciones que se presentan entre la memoria individual, la memoria colectiva y la memoria histórica. No obstante que las tres estén unidas a la noción de tiempo; cada una de ellas, al menos para el caso colombiano, está determinada por circunstancias especiales que dependen de la etnicidad, el estrato social y la posibilidad de acceso que estás le den a las personas a tal o cual cultura, lo que a su vez determinará la manera en que las experiencias vitales y los relacionamientos sociales, convertidos en los recuerdos individuales, se crucen con los comunitarios y con el registro que se elabore de tales experiencias. 

La actual disputa por imponer una determinada estética pública (unas determinadas estatuas, un determinado color y estilo de fachadas, un estilo uniforme de arte callejero, un particular género musical, un deporte nacional, etc.) sigue demostrando la importancia que tiene el encuentro o la toma de algún espacio público determinado, para poner en el centro de la opinión pública; el o los asuntos de interés artístico, económico o político, que algún grupo determinado de la sociedad, tiene el interés de reivindicar. Movimientos como el 15M en España, la Primavera Árabe, las marchas de los indígenas en Colombia o los paros de Chile y Colombia, junto con sus expresiones artísticas, se han constituido en hitos sociales de búsqueda de apertura y participación política en los espacios públicos, históricamente hegemonizados por la institucionalidad , en otras palabras; la irrupción de otras voces y otras estéticas, reclamando la participación de la memoria colectiva en la construcción de la llamada historia oficial.

Las discusiones sobre la validez o no de la defenestración de íconos de las llamadas épocas de la conquista, la colonia e incluso del republicanismo, junto con el forcejeo por echar el último brochazo sobre los murales de las ciudades y municipios de Colombia e incluso, sobre el derribamiento del arte popular (monumento a la Resistencia en Cali), por ser considerado ajeno a la estética oficial de las élites artísticas cercanas al poder; no es sino el cuestionamiento que amplios sectores de la sociedad le están haciendo al antiguo esquema psicológico, sociológico y político, impuesto desde hace más de doscientos años, según el cual, los recuerdos y la memoria de los individuos y las comunidades, debían ceder ante la historia oficial de los vencedores o de los poderosos. 

domingo, julio 04, 2021

El Cauca y la regulación de la coca

 El Cauca y la regulación de la coca

Por: Omar Orlando Tovar Troches – ottroz69@gmail.com-

A pesar de que la llamada clase dirigente del Cauca ha tenido una prolongada presencia en el escenario de la política nacional, casi que desde el nacimiento mismo de Colombia como República independiente del imperio español y de que la existencia del atraso y la pobreza de esta región, coinciden con esta larga e inútil figuración; sólo hasta después de doscientos años, un representante de esta comarca, salido de las históricamente relegadas y discriminadas comunidades indígenas, ha tenido la sensatez de plantear una alternativa para sacar de la pobreza y de la guerra a todas sus comunidades.


Imagen: Feliciano Valencia - Senador del Cauca 

El senador caucano Feliciano Valencia (Movimiento Alternativo Indígena y Social –MAIS–) junto con el senador Iván Marulanda (Partido Alianza Verde), presentaron y han sacado adelante, al menos en su primer debate; un proyecto de ley que plantea un cambio de paradigma de la política de drogas en Colombia: el Proyecto de Ley “Por medio del cual se establece el marco regulatorio de la hoja de coca y sus derivados y se dictan otras disposiciones.”

Si bien es cierto que esta proyecto ha tenido un histórico avance, todavía tiene un largo y azaroso camino para su consolidación, dadas las circunstancias de correlación de fuerzas en el congreso colombiano, puesto que las derechistas mayorías oficialistas, ya han planteado su férrea oposición a esta audaz propuesta de cumplimiento del Acuerdo de Paz Estable y Duradera, que busca ponerle freno a los graves problemas que el cultivo, transformación y comercio ilegal de los derivados de la hoja de coca, le han ocasionado al país y que han agravado los casi que tradicionales problemas de inequidad, exclusión, pobreza, violencia guerra y atraso de regiones como el departamento del Cauca.

La propuesta de regulación de la producción de la hoja de coca y de sus derivados, liderada por el senador indígena Feliciano Valencia y el  senador de la Alianza Verde Iván Marulanda, recoge, no sólo la visión de los saberes ancestrales de las comunidades indígenas del cauca, víctimas del actual esquema de guerra anti drogas, sino que también recoge los resultados de estudios y análisis de sectores científicos, académicos y políticos de Colombia y del mundo entero, que desde hace mucho tiempo atrás, han venido señalando el fracaso del actual esquema de lucha antidrogas, dados los pobres resultados en erradicación de sembradíos, disminución de producción de cocaína exportada, control del blanqueo de capitales, frente a los inmensos gastos de recursos económicos en armamento y logística para fumigaciones y erradicación forzosa, así como el grave daño ambiental, la nula disminución del consumo y la invaluable pérdida de vidas humanas.


Ahora que los sectores más acomodados de las sociedades del mundo, hablan de un sospechoso regreso a la normalidad, bien vale la pena evaluar con detenimiento, propuestas de cambio de algunos paradigmas  económicos, ambientales y sociales, como las que están planteadas en el proyecto de ley de los senadores del MAIS y la Alianza Verde, para empezar a transitar el camino del no regreso a esa normalidad de pobreza, exclusión, desplazamiento, guerra y muerte que quedó desnudada durante la actual crisis sanitaria y económica ocasionada por la peste del COVID19.

Teniendo en cuenta que, a la hora de escribir esta nota, aún se ven y se oyen las miles de voces inconformes con el pésimo manejo que tanto a la peste, pero sobre todo, a la economía y a la sociedad en general, le han dado los partidos de derecha que han gobernado a Colombia, durante estos últimos doscientos años y de los que han hecho parte nobilísimos representantes de la clase política caucana, es fácil caer en un razonable pesimismo, frente al futuro de esta iniciativa de regulación de producción de la hoja de coca y sus derivados, dado que; el uribismo, dueño de casi todos los entes del Estado colombiano, así como un, todavía, amplio sector de la opinión pública internacional, miran con un recelo doble moralista, proyectos de formalización del cultivo y transformación de productos como la coca, la marihuana e incluso la amapola, que antes de ser vistos como el origen del mal, deberían ser vistos como oportunidades de redención.

No obstante, el arduo camino que todavía tienen que transitar propuestas de control de los cultivos y procesamiento de la coca y la marihuana, hay que felicitar a los senadores Feliciano Valencia e Iván Marulanda, así como los demás congresistas que acompañan esta iniciativa, por su empecinamiento en avanzar en la búsqueda de la solución de los graves problemas que padecen el Cauca y otras regiones de Colombia. Es una lástima el poco tiempo que queda de este periodo legislativo y que les tocó luchar con la inutilidad, la torpeza y la doble moral de una derecha recalcitrante, dueña del poder económico y político en Colombia.

Amanecerá y veremos, que dicen los próximos elegidos frente al Cauca y la regulación de la coca.

Adenda: Para más y mejor información acerca del Proyecto de Ley “Por medio del cual se establece el marco regulatorio de la hoja de coca y sus derivados y se dictan otras disposiciones.”; dirigirse a:

·         Acción Técnica Social | Proyecto de Ley para la Regulación de la COCA-ína en Colombia. (acciontecnicasocial.com)

·         ¿Qué ganaría Colombia si legaliza las drogas ilícitas? | Revista Pesquisa Javeriana

·         Coca y paz: el mito de Sísifo en el Cauca – Proclama del Cauca y Valle

 

lunes, junio 28, 2021

Ultraderecha en Colombia y la psicopatía exitosa


Ultraderecha en Colombia y la psicopatía exitosa

Imagen: listennotes.com
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

 De vez en cuando, quienes nos hemos dedicado a hacer público nuestro humilde punto de vista acerca de los eventos y personas que generan opinión pública, tenemos la necesidad de intentar hacer un alto en el camino, para revisar con mayor detenimiento, el contexto histórico de todo aquello, sobre lo que recurrentemente expresamos nuestra percepción. Siguiendo acaso con una de las consignas de los muchachos y muchachas durante estas jornadas de protesta; “parar para avanzar”, este es el momento de parar para revisar lo que le está pasando a Colombia.

 Por allá, por el año 2015, este servidor planteaba una comparación entre el llamado síndrome de Estocolmo (identificación, justificación y hasta relacionamiento sentimental de las víctimas del secuestro con sus secuestradores) y la relación entre la sociedad colombiana con su clase dirigente, especialmente, la clase política. En ese comentario ya se planteaba la necesidad de revisar con detenimiento esta especie de patología comunitaria de Colombia, para emprender una terapia nacional (ver: EL SINDROME DE ESTOCOLMO DE COLOMBIA (proclamadelcauca.com))

 Entre auto complacido y frustrado por la continua constatación de las sospechas acerca de la presencia de una especie de desorden sicológico comunitario de la sociedad colombiana, quien estas líneas suscribe, se rehusó a creer que tal condición clínica, realmente existiera, de hecho, al igual que muchos otros opinadores, también se suscribió a la teoría de la falta de educación política o en términos generales, de educación de calidad, como causante de esa enfermiza relación de codependencia entre las mayorías abandonadas y excluidas de la sociedad colombiana y los políticos adscritos a los partidos y movimientos de la derecha tradicional.

Un tiempo después, con curiosidad, pero, sobre todo con asombro, este opinador, leyó con ávido interés la columna de Ricardo Silva en El Tiempo de septiembre de 2019, titulada ¿Será que Colombia necesita un Psiquiatra General de la Nación? (Ver: Ricardo Silva: Historia de la locura en Colombia - Música y Libros - Cultura - ELTIEMPO.COM), en la que Silva Romero, desarrolla, como lo hacen los que saben, aquella vaga idea que, quien les escribe, había alcanzado a garabatear tiempo atrás. En las líneas de Romero Silva, se sustentó de manera más completa, la sospecha de la presencia de una anomalía en la salud mental de la sociedad colombiana, pero ahora, involucrando, o mejor, replanteando el esquema del síndrome de Estocolmo, para ponerlo en términos, no de la enfermedad de la víctima, si no en términos de la enfermedad de los victimarios.

Imagen: estilonext.com

La sospecha de la presencia de algún tipo de desorden sicológico comunitario, o al menos en buena parte de la comunidad, se vio reforzada en tiempos recientes, al atestiguar la manera en la que la mayoría de quienes pueden votar en Colombia, elegían una y otra vez, a quienes representaban las propuestas políticas soportadas en un modelo socio económico de gobierno de exclusión, desamparo, olvido y violencia, aun cuando públicamente la mayoría de miembros de la sociedad expresaran su desespero por la constante crisis económica y el desempleo, así como su deseo de paz, así lo evidenciaron los resultados de la consulta anti corrupción y la re elección del uribismo en el gobierno nacional, no obstante que durante la campaña electoral, planteara su objetivo de hacer trizas el Acuerdo de Paz, recientemente alcanzado.

Al hacer un muy superficial y muy limitado análisis sobre las características sicológicas de la clase política colombiana, para este humilde opinador los victimarios (En el esquema del Síndrome de Estocolmo), siguiendo con el planteamiento de Ricardo Silva, es posible encontrar que, efectivamente, la dirigencia colombiana, cumple con los presupuestos sintomáticos de quienes padecen lo que se conoce como Trastorno Antisocial de la personalidad - TAP(psicopatía), tales como: “falta de remordimiento o empatía por los demás, la falta de culpa o la capacidad de asumir la responsabilidad de sus acciones, el desprecio por las leyes o las convenciones sociales y la inclinación a la violencia y una naturaleza engañosa y manipuladora.”[1]

Imagen: elcolombiano.com

Es claro que, aunque hace falta una verdadera aproximación científica al fenómeno aquí esbozado, no obstante que ya existan algunas en el plano internacional, en las que la presencia de los TAP en la clase dirigente está sustentada (ver: Trastornos de Personalidad y Violencia. Artículo de Reflexión Para el Posconflicto Colombiano en Enlace ORCID: http://orcid.org/0000-0001-7495-0314  ), la afición de la dirigencia colombiana, al menos la de los últimos veinte años, por imponer por la fuerza sus puntos de vista, incluso con el abuso de la autoridad, irrespetando de paso, los derechos de las mayorías, evadiendo la responsabilidad e incluso, atribuyéndosela a las víctimas, confirma que la permanencia de la ultraderecha en el poder, es reafirmación de que en política, al menos en Colombia; la psicopatía en el poder es exitosa.

 

 

 

 

 

 

 



[1]Alonso, María y Skodol, Andrew, en: ¿Qué diferencia a un psicópata de un sociópata? y Trastorno de la personalidad antisocial (TPA), respectivamente. Disponibles en: ¿Qué diferencia a un psicópata de un sociópata? | Psyciencia y Trastorno de la personalidad antisocial (TPA) - Trastornos psiquiátricos - Manual MSD versión para profesionales (msdmanuals.com)