LA VITRINA DE LA CONVERSA

martes, julio 27, 2021

Cauca: sangre y cadáveres

Cauca: sangre y cadáveres: Un llamado despertar de la anestesia del fútbol, el ciclismo y los juegos olímpicos para poner la mirada a la grave situación que vive este departamento

miércoles, julio 21, 2021

La gente de gris, la memoria histórica y la colectiva (II)

La gente de gris, la memoria histórica y la colectiva (II)

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com- 

 Senadora Fernanda Cabal convocó a pintar de gris murales en Cali- Imagen: Las 2 Orillas

¿Tienen color la historia y la memoria? Claro que sí. Incluyendo el gris. Lo que acontece es que, de la misma manera en que algunos fenómenos de la física determinan que podamos distinguir tal o cual color, dependiendo de las frecuencias que este o aquel objeto reflejen y puedan ser percibidos por bastones y conos en nuestros ojos, los colores de la historia y de la memoria, también dependen de fenómenos externos a cada persona, que pueden determinar que un hecho, persona o fenómeno, pueda ser registrado y recordado de una manera específica. 

En la primera parte de esta nota (La gente de gris, la memoria histórica y la colectiva (I) - Las2orillas) se planteaba que algunos de los fenómenos asociados con la forma, color y hasta sabor, con los que las sociedades recuerdan su existencia, dependen de quién o quienes determinen lo que se debe o no recordar, cómo y hasta qué punto, a través de herramientas como la política y la economía, que sí o sí, hasta el día de hoy, definen la historia de las sociedades, esto es; los recuerdos oficiales que deberían compartir, atesorar y replicar cada uno de sus miembros, impartidos por los científicos del recuerdo: Los periodistas e historiadores. 

Afortunada o desafortunadamente, los mecanismos de almacenamiento de recuerdos que tiene cada ser humano, no dependen únicamente de los procesos de educación (entrenamiento) al que se somete durante su vida útil, sino que también están asociados a otros mecanismos, que en ocasiones, todas ellas, afortunadas, escapan al control de quien gobierne en un momento dado, tales como los sentidos y la cultura, sobre todo esta última, que depende de otras construcciones, mucho más afines a la ancestralidad y a los afectos, que al exceso de racionalidad y utilitarismo, con los que, convenientemente intentan manipular la percepción de la realidad, quienes detentan el poder. 

Los intentos de imponer un único color, un único olor, un único sabor, un único recuerdo o un único pensamiento, son característicos de sistemas socio económicos que pretenden controlar hasta el más mínimo detalle de las vidas de los miembros de las sociedades que dominan o desean dominar y que son conocidos como regímenes absolutistas, autoritarismos, dictaduras o fascismo, todos ellos dedicados a mantener un orden establecido que favorezca los intereses de unas minorías bastante homogéneas, que encuentran en la policromía de la diversidad, del disenso y la democracia, algo que no se debe permitir, so pretexto de mantener el orden y las buenas costumbres que protejan el emprendimiento, el éxito y el crecimiento económico, así solo sean; los de las minorías en el poder.

Esta tensión entre quienes intentan uniformar los recuerdos, la memoria y la historia y aquellos que le apuestan por una visión descentrada, multicolor, ruidosa y hasta caótica de la realidad, mucho más acorde con el carácter pluriétnico y multicultural de la sociedad colombiana; no es otra cosa que, el reflejo de las contradicciones que se presentan entre la memoria individual, la memoria colectiva y la memoria histórica. No obstante que las tres estén unidas a la noción de tiempo; cada una de ellas, al menos para el caso colombiano, está determinada por circunstancias especiales que dependen de la etnicidad, el estrato social y la posibilidad de acceso que estás le den a las personas a tal o cual cultura, lo que a su vez determinará la manera en que las experiencias vitales y los relacionamientos sociales, convertidos en los recuerdos individuales, se crucen con los comunitarios y con el registro que se elabore de tales experiencias. 

La actual disputa por imponer una determinada estética pública (unas determinadas estatuas, un determinado color y estilo de fachadas, un estilo uniforme de arte callejero, un particular género musical, un deporte nacional, etc.) sigue demostrando la importancia que tiene el encuentro o la toma de algún espacio público determinado, para poner en el centro de la opinión pública; el o los asuntos de interés artístico, económico o político, que algún grupo determinado de la sociedad, tiene el interés de reivindicar. Movimientos como el 15M en España, la Primavera Árabe, las marchas de los indígenas en Colombia o los paros de Chile y Colombia, junto con sus expresiones artísticas, se han constituido en hitos sociales de búsqueda de apertura y participación política en los espacios públicos, históricamente hegemonizados por la institucionalidad , en otras palabras; la irrupción de otras voces y otras estéticas, reclamando la participación de la memoria colectiva en la construcción de la llamada historia oficial.

Las discusiones sobre la validez o no de la defenestración de íconos de las llamadas épocas de la conquista, la colonia e incluso del republicanismo, junto con el forcejeo por echar el último brochazo sobre los murales de las ciudades y municipios de Colombia e incluso, sobre el derribamiento del arte popular (monumento a la Resistencia en Cali), por ser considerado ajeno a la estética oficial de las élites artísticas cercanas al poder; no es sino el cuestionamiento que amplios sectores de la sociedad le están haciendo al antiguo esquema psicológico, sociológico y político, impuesto desde hace más de doscientos años, según el cual, los recuerdos y la memoria de los individuos y las comunidades, debían ceder ante la historia oficial de los vencedores o de los poderosos. 

domingo, julio 04, 2021

El Cauca y la regulación de la coca

 El Cauca y la regulación de la coca

Por: Omar Orlando Tovar Troches – ottroz69@gmail.com-

A pesar de que la llamada clase dirigente del Cauca ha tenido una prolongada presencia en el escenario de la política nacional, casi que desde el nacimiento mismo de Colombia como República independiente del imperio español y de que la existencia del atraso y la pobreza de esta región, coinciden con esta larga e inútil figuración; sólo hasta después de doscientos años, un representante de esta comarca, salido de las históricamente relegadas y discriminadas comunidades indígenas, ha tenido la sensatez de plantear una alternativa para sacar de la pobreza y de la guerra a todas sus comunidades.


Imagen: Feliciano Valencia - Senador del Cauca 

El senador caucano Feliciano Valencia (Movimiento Alternativo Indígena y Social –MAIS–) junto con el senador Iván Marulanda (Partido Alianza Verde), presentaron y han sacado adelante, al menos en su primer debate; un proyecto de ley que plantea un cambio de paradigma de la política de drogas en Colombia: el Proyecto de Ley “Por medio del cual se establece el marco regulatorio de la hoja de coca y sus derivados y se dictan otras disposiciones.”

Si bien es cierto que esta proyecto ha tenido un histórico avance, todavía tiene un largo y azaroso camino para su consolidación, dadas las circunstancias de correlación de fuerzas en el congreso colombiano, puesto que las derechistas mayorías oficialistas, ya han planteado su férrea oposición a esta audaz propuesta de cumplimiento del Acuerdo de Paz Estable y Duradera, que busca ponerle freno a los graves problemas que el cultivo, transformación y comercio ilegal de los derivados de la hoja de coca, le han ocasionado al país y que han agravado los casi que tradicionales problemas de inequidad, exclusión, pobreza, violencia guerra y atraso de regiones como el departamento del Cauca.

La propuesta de regulación de la producción de la hoja de coca y de sus derivados, liderada por el senador indígena Feliciano Valencia y el  senador de la Alianza Verde Iván Marulanda, recoge, no sólo la visión de los saberes ancestrales de las comunidades indígenas del cauca, víctimas del actual esquema de guerra anti drogas, sino que también recoge los resultados de estudios y análisis de sectores científicos, académicos y políticos de Colombia y del mundo entero, que desde hace mucho tiempo atrás, han venido señalando el fracaso del actual esquema de lucha antidrogas, dados los pobres resultados en erradicación de sembradíos, disminución de producción de cocaína exportada, control del blanqueo de capitales, frente a los inmensos gastos de recursos económicos en armamento y logística para fumigaciones y erradicación forzosa, así como el grave daño ambiental, la nula disminución del consumo y la invaluable pérdida de vidas humanas.


Ahora que los sectores más acomodados de las sociedades del mundo, hablan de un sospechoso regreso a la normalidad, bien vale la pena evaluar con detenimiento, propuestas de cambio de algunos paradigmas  económicos, ambientales y sociales, como las que están planteadas en el proyecto de ley de los senadores del MAIS y la Alianza Verde, para empezar a transitar el camino del no regreso a esa normalidad de pobreza, exclusión, desplazamiento, guerra y muerte que quedó desnudada durante la actual crisis sanitaria y económica ocasionada por la peste del COVID19.

Teniendo en cuenta que, a la hora de escribir esta nota, aún se ven y se oyen las miles de voces inconformes con el pésimo manejo que tanto a la peste, pero sobre todo, a la economía y a la sociedad en general, le han dado los partidos de derecha que han gobernado a Colombia, durante estos últimos doscientos años y de los que han hecho parte nobilísimos representantes de la clase política caucana, es fácil caer en un razonable pesimismo, frente al futuro de esta iniciativa de regulación de producción de la hoja de coca y sus derivados, dado que; el uribismo, dueño de casi todos los entes del Estado colombiano, así como un, todavía, amplio sector de la opinión pública internacional, miran con un recelo doble moralista, proyectos de formalización del cultivo y transformación de productos como la coca, la marihuana e incluso la amapola, que antes de ser vistos como el origen del mal, deberían ser vistos como oportunidades de redención.

No obstante, el arduo camino que todavía tienen que transitar propuestas de control de los cultivos y procesamiento de la coca y la marihuana, hay que felicitar a los senadores Feliciano Valencia e Iván Marulanda, así como los demás congresistas que acompañan esta iniciativa, por su empecinamiento en avanzar en la búsqueda de la solución de los graves problemas que padecen el Cauca y otras regiones de Colombia. Es una lástima el poco tiempo que queda de este periodo legislativo y que les tocó luchar con la inutilidad, la torpeza y la doble moral de una derecha recalcitrante, dueña del poder económico y político en Colombia.

Amanecerá y veremos, que dicen los próximos elegidos frente al Cauca y la regulación de la coca.

Adenda: Para más y mejor información acerca del Proyecto de Ley “Por medio del cual se establece el marco regulatorio de la hoja de coca y sus derivados y se dictan otras disposiciones.”; dirigirse a:

·         Acción Técnica Social | Proyecto de Ley para la Regulación de la COCA-ína en Colombia. (acciontecnicasocial.com)

·         ¿Qué ganaría Colombia si legaliza las drogas ilícitas? | Revista Pesquisa Javeriana

·         Coca y paz: el mito de Sísifo en el Cauca – Proclama del Cauca y Valle

 

lunes, junio 28, 2021

Ultraderecha en Colombia y la psicopatía exitosa


Ultraderecha en Colombia y la psicopatía exitosa

Imagen: listennotes.com
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

 De vez en cuando, quienes nos hemos dedicado a hacer público nuestro humilde punto de vista acerca de los eventos y personas que generan opinión pública, tenemos la necesidad de intentar hacer un alto en el camino, para revisar con mayor detenimiento, el contexto histórico de todo aquello, sobre lo que recurrentemente expresamos nuestra percepción. Siguiendo acaso con una de las consignas de los muchachos y muchachas durante estas jornadas de protesta; “parar para avanzar”, este es el momento de parar para revisar lo que le está pasando a Colombia.

 Por allá, por el año 2015, este servidor planteaba una comparación entre el llamado síndrome de Estocolmo (identificación, justificación y hasta relacionamiento sentimental de las víctimas del secuestro con sus secuestradores) y la relación entre la sociedad colombiana con su clase dirigente, especialmente, la clase política. En ese comentario ya se planteaba la necesidad de revisar con detenimiento esta especie de patología comunitaria de Colombia, para emprender una terapia nacional (ver: EL SINDROME DE ESTOCOLMO DE COLOMBIA (proclamadelcauca.com))

 Entre auto complacido y frustrado por la continua constatación de las sospechas acerca de la presencia de una especie de desorden sicológico comunitario de la sociedad colombiana, quien estas líneas suscribe, se rehusó a creer que tal condición clínica, realmente existiera, de hecho, al igual que muchos otros opinadores, también se suscribió a la teoría de la falta de educación política o en términos generales, de educación de calidad, como causante de esa enfermiza relación de codependencia entre las mayorías abandonadas y excluidas de la sociedad colombiana y los políticos adscritos a los partidos y movimientos de la derecha tradicional.

Un tiempo después, con curiosidad, pero, sobre todo con asombro, este opinador, leyó con ávido interés la columna de Ricardo Silva en El Tiempo de septiembre de 2019, titulada ¿Será que Colombia necesita un Psiquiatra General de la Nación? (Ver: Ricardo Silva: Historia de la locura en Colombia - Música y Libros - Cultura - ELTIEMPO.COM), en la que Silva Romero, desarrolla, como lo hacen los que saben, aquella vaga idea que, quien les escribe, había alcanzado a garabatear tiempo atrás. En las líneas de Romero Silva, se sustentó de manera más completa, la sospecha de la presencia de una anomalía en la salud mental de la sociedad colombiana, pero ahora, involucrando, o mejor, replanteando el esquema del síndrome de Estocolmo, para ponerlo en términos, no de la enfermedad de la víctima, si no en términos de la enfermedad de los victimarios.

Imagen: estilonext.com

La sospecha de la presencia de algún tipo de desorden sicológico comunitario, o al menos en buena parte de la comunidad, se vio reforzada en tiempos recientes, al atestiguar la manera en la que la mayoría de quienes pueden votar en Colombia, elegían una y otra vez, a quienes representaban las propuestas políticas soportadas en un modelo socio económico de gobierno de exclusión, desamparo, olvido y violencia, aun cuando públicamente la mayoría de miembros de la sociedad expresaran su desespero por la constante crisis económica y el desempleo, así como su deseo de paz, así lo evidenciaron los resultados de la consulta anti corrupción y la re elección del uribismo en el gobierno nacional, no obstante que durante la campaña electoral, planteara su objetivo de hacer trizas el Acuerdo de Paz, recientemente alcanzado.

Al hacer un muy superficial y muy limitado análisis sobre las características sicológicas de la clase política colombiana, para este humilde opinador los victimarios (En el esquema del Síndrome de Estocolmo), siguiendo con el planteamiento de Ricardo Silva, es posible encontrar que, efectivamente, la dirigencia colombiana, cumple con los presupuestos sintomáticos de quienes padecen lo que se conoce como Trastorno Antisocial de la personalidad - TAP(psicopatía), tales como: “falta de remordimiento o empatía por los demás, la falta de culpa o la capacidad de asumir la responsabilidad de sus acciones, el desprecio por las leyes o las convenciones sociales y la inclinación a la violencia y una naturaleza engañosa y manipuladora.”[1]

Imagen: elcolombiano.com

Es claro que, aunque hace falta una verdadera aproximación científica al fenómeno aquí esbozado, no obstante que ya existan algunas en el plano internacional, en las que la presencia de los TAP en la clase dirigente está sustentada (ver: Trastornos de Personalidad y Violencia. Artículo de Reflexión Para el Posconflicto Colombiano en Enlace ORCID: http://orcid.org/0000-0001-7495-0314  ), la afición de la dirigencia colombiana, al menos la de los últimos veinte años, por imponer por la fuerza sus puntos de vista, incluso con el abuso de la autoridad, irrespetando de paso, los derechos de las mayorías, evadiendo la responsabilidad e incluso, atribuyéndosela a las víctimas, confirma que la permanencia de la ultraderecha en el poder, es reafirmación de que en política, al menos en Colombia; la psicopatía en el poder es exitosa.

 

 

 

 

 

 

 



[1]Alonso, María y Skodol, Andrew, en: ¿Qué diferencia a un psicópata de un sociópata? y Trastorno de la personalidad antisocial (TPA), respectivamente. Disponibles en: ¿Qué diferencia a un psicópata de un sociópata? | Psyciencia y Trastorno de la personalidad antisocial (TPA) - Trastornos psiquiátricos - Manual MSD versión para profesionales (msdmanuals.com)

lunes, junio 21, 2021

HAY QUE CONVENCER A LOS DEL CENTRO

 HAY QUE CONVENCER A LOS DEL CENTRO

Imagen: Ecured.cu

Por: Omar Orlando Tovar Troches ottroz69@gmail.com

Ahora que gracias al sistema de comunicación del uribismo, nos hemos dado cuenta que las movilizaciones sociales tienen objetivos políticos y hasta electorales, se hace necesario empezar a dar los pasos precisos para transformar todas esas expresiones de descontento y reclamo de cambio, en  mecanismo efectivos para lograr que esas masivas movilizaciones en las calles, carreteras y redes sociales, se transformen en los votos para elegir a un nuevo congreso y ojalá a un nuevo ejecutivo nacional, que garanticen la oportunidad de construir un país distinto a este, que hemos heredado y que les estábamos heredando a las generaciones futuras.

Contrario a lo que planteaban las nuevas castas de opinadores y periodistas al servicio del gobierno de Duque, la dispersión de coordinaciones del Paro Nacional, traducidas en primeras, segundas, terceras y cuartas líneas, a lo largo y ancho de Colombia, antes que ser un signo de debilidad, al que tanto le apuntó y le apuntan los voceros de Uribe, tal dispersión; se ha convertido en un valioso recurso, lleno de novedosas perspectivas y formas de hacer política, que antes que chocar con la vieja dirigencia social, ha empezado a refrescar esos tradicionales modos de pensar y hacer.

Sin embargo, tras una larga batalla, en la que, efectivamente se alcanzaron grandes avances en lo reivindicativo, en lo político, pero, sobre todo; en lo organizativo, es preciso, no quedarse solo en los triunfos, que, aunque valiosos, aún son insuficientes para lograr un gran cambio del modelo, que por más de doscientos años ha ordenado a la sociedad colombiana. En este punto, los nuevos escenarios del Paro, llamadas Asambleas Populares Permanentes, tienen que servir, en primer lugar, como verdaderos puntos de encuentro democrático, de los cientos de miles de colombianos, desencantados e indignados con el sistema y con sus gobiernos, de forma tal, que lo que allí se acuerde y se mandate, sea fruto de verdaderas representatividades y del consenso.

De otro lado, al realizar los urgentes balances, es menester analizar el futuro mediato de las movilizaciones, en el entendido de que, la derecha ya  viene implementando toda una estrategia de manipulación de la opinión pública, por medio de informaciones tendenciosas, verdades a medias y de señalamientos, tanto al paro como a sus coordinaciones, de forma tal, que dentro de la memoria colectiva, se vaya posicionando al paro y a su dirigencia, como los causantes de la exclusión, la miseria, la violencia y la muerte que padecen millones de colombianos de todas las edades y no, los malos gobiernos de los partidos tradicionales, que han gobernado durante toda la historia republicana de Colombia.

Es precisamente en este punto, el de la manipulación de la opinión, en el que las dirigencias sociales de base, tienen que prestar especial atención, puesto que, si bien es cierto que a momentos de escribir estas notas, los porcentajes de favorabilidad que tienen las movilizaciones sociales y el paro, sobrepasan el 70%, también lo es, el hecho, fácilmente constatable, del paulatino re alinderamiento hacia el statu quo, por parte de algunos miembros de los estratos medios (personas con trabajo estable, propietarios de pymes, profesionales independientes emprendedores, como se auto clasifican y pensionados) que poco a poco, vienen sucumbiendo a la constante manipulación, que de ellos hace, la derecha colombiana, a través de su  sistema informativo.

Imagen: Coalición centrista de Colombia. Tomada de Confidencialcolombia.com
Este segmento de la población, el de los estratos socio económicos 3,4 y 5, es el sector de la sociedad colombiana, que ha encontrado en las posiciones de centro o de “apoliticismo”, un conveniente refugio, para protestar cuando sus intereses particulares se ven seriamente afectados (principalmente impuestos y tarifas de servicios públicos) y a la vez, para no involucrarse en lo que muchos de sus miembros consideran, polarizaciones innecesarias, cuando de reclamar los derechos de los otros estratos se trata. Es a este particular grupo poblacional, los del centro, al que toda la dirigencia social de base, debe prestar especial atención, para poder traducir sus reivindicaciones y exigencias sociales en votos.

La empatía que despertaron las novedosas movilizaciones sociales, la indignación y el rechazo que provocaron los desmanes del uribismo, pero sobre todo, una especie de hermandad en el desamparo, causada por el mal gobierno de Duque, alcanzadas dentro de miles de ciudadanos y ciudadanos de las capas medias urbanas, son los puntos de partida para empezar a construir, nuevas rutas de acercamiento, pero sobre todo, de pedagogía, para acabar de convencer, a este sector, de que en el centro político, no es posible encontrar la salida al atolladero, en el que la derecha de extremo nos ha dejado y que ya los alcanzó a ellos y ellas.

Hay que insistir en que este avance de la protesta social, también es el triunfo de la gente que se refugia en el mal llamado centro político, que es por la ruta de estar juntos y no por la salida facilista de apelar a hacernos pasito en elecciones, por donde se puede lograr el fin de este modelo corrupto e inhumano que nos está exterminando.