LA VITRINA DE LA CONVERSA

lunes, agosto 11, 2025

Vidas que Valen, Vidas que No: La Hipocresía de la Derecha (*)

 

Imagen tomada del perfil Facebook
Por:  Valparaíso Antioquia Humana** 

 No pidas lo que no das…ni exijas lo que no entregas

Para los parásitos, cínicos y miserables miembros de la derecha colombiana, la vida tiene precio. No lo digo yo, lo demuestra la reacción de quienes hoy lloran a unos, pero callaron o justificaron cuando asesinaron a otros. Para ellos hay vidas que sí valen y vidas que no.

En Colombia la vida debería ser sagrada, sin excepciones. La muerte de Miguel Uribe Turbay es lamentable, como lo es la muerte de cualquier ser humano. Nadie merece morir, la violencia nunca debe ser justificada.

Pero resulta imposible no ver la hipocresía de la prensa tradicional y de la derecha política que hoy se rasgan las vestiduras, exigen justicia y señalan culpables con dedo acusador. Son los mismos que guardaron silencio o, incluso, justificaron [la violencia y la muerte][1], cuando el alcalde de El Roble fue asesinado, cuando a Jaime Garzón le arrebataron la vida, cuando Dilan Cruz cayó por un disparo del ESMAD y se atrevieron a decir que “se le metió al proyectil

En este país pareciera que hay vidas que importan y vidas que no.

[…En Colombia][2] el valor de un ser humano depende de su apellido, su cargo o su cercanía al poder. Mientras tanto, la mayoría del pueblo colombiano: campesinos, estudiantes, líderes sociales, trabajadores, etc., seguimos siendo para ellos esas vidas que no valen, esas muertes que no merecen portada ni duelo nacional.

La verdadera justicia solo existe cuando se aplica a todos por igual. Cuando el dolor por una muerte es el mismo sin importar la clase social, el color político o la posición económica de la víctima. De lo contrario, seguiremos viviendo en un país donde unos pocos son intocables y la mayoría somos desechables.

¿A qué clase cree que pertenece Usted?


*El título de este texto no aparece en la nota original. Fue agregado por LaConversa de Fin de Semana para señalar su total acuerdo con el contenido de la mencionada nota

**Texto original tomado del perfil Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100075200780998


[1] Texto en cursiva dentro de corchetes por fuera del texto original

[2] Ibid.

miércoles, julio 23, 2025

Adiós Ozzy

 

Por: Omar Orlando Tovar Troches – ottroz69@gmail.com-

Times have changed and times are strange
Here I come but ain’t the same.

(Tomado de: Mamma I´m Coming Home)

En medio de la cacofonía de los medios de comunicación corporativa, recordándonos cuánto nos odiamos y lo poco que nos importa el futuro; la noticia de la partida de Ozzy Osbourne, justo a unos días del evento de última reunión y despedida de Black Sabbath, le recuerda a la generación X y a los supervivientes Baby Boomers, la sentencia contundente de Rubén Blades: “… El tiempo no se detiene ni por amor, ni por dinero” y que hasta nuestro Príncipe de las Tinieblas tenía fecha de vencimiento.

Para quienes nacimos oyendo las notas del recién inventado hard rock de los setenta y maduramos bajo los riffs atronadores de los ochenta, la noticia de la partida del cofundador de Black Sabbath resuena como el último acorde de una era irrepetible. La muerte del referente del Metal representa, no solo, el final simbólico de un coloso que forjó, junto a Page, Jagger, Bowie y otros titanes, el paisaje sonoro de nuestra identidad como Generación X, sino el ocaso de la brillantez lírica y sonora del Rock. El Heavy Metal; la criatura poderosa que surgió de las fábricas de Birmingham con el Sabbath a la cabeza fue mucho más que volumen y excesos. Fue, y sigue siendo, una catedral de genialidad musical a menudo incomprendida.

Es cierto, las hazañas de Ozzy, como, por ejemplo, la leyenda del murciélago, los días perdidos en nieblas químicas, se convirtieron en titulares fáciles, caricaturas que eclipsaron la sustancia. Pero detrás de esa máscara de "loco del rock", latía una fuerza vocal única, una presencia escénica magnética y, sobre todo, el vehículo para una música revolucionaria. Los riffs de Tony Iommi, pesados como bloques de acero y oscuros como minas abandonadas, no eran simple ruido; eran arquitectura sonora. Las letras, que exploraban la paranoia, la guerra, la locura y lo oculto ("Paranoid", "War Pigs", "Iron Man"), fueron mensajes crudos y poéticos sobre el lado sombrío de la condición humana.

Ozzy, con su voz capaz de pasar de un aullido desgarrador a una melodía inesperadamente conmovedora ("Changes"), fue el chamán perfecto para guiarnos por esos paisajes sonoros. Y he aquí el verdadero duelo para nuestra generación. Estos dinosaurios del Rock son, sencillamente, irrepetibles. Nacieron en un crisol único: la efervescencia creativa post-psicodélica y la necesidad de expresar la rabia y la alienación de épocas convulsas a través de instrumentos analógicos y gargantas sin filtro. El genio de Ozzy y los otros dinosaurios del Metal fue forjado en el escenario en vivo, sin redes de seguridad digitales. No hubo Autotune que corrigiera sus imperfecciones (que eran parte de su humanidad), ni beats electrónicos que suplantaran la furia orgánica de una batería. Fueron auténticos, vulnerables, gigantescos en sus talentos y en sus caídas.

El reggaetón y la producción digital dominan las ondas hoy, y tienen su lugar. Pero no pueden replicar la épica, la artesanía instrumental, la densidad lírica y la autenticidad visceral que Ozzy y sus contemporáneos vertieron en cada nota. Ellos no seguían algoritmos; creaban los códigos. Eran alquimistas que transformaban el blues, el rock psicodélico y sus propias angustias en un sonido nuevo, monumental.

Por eso, el último viaje del Príncipe de las Tinieblas será el deterioro de un pedazo fundamental del ADN cultural de la Generación X, un recordatorio brutal de que presenciamos y crecimos con una constelación de genios irrepetibles. Ozzy Osbourne, con toda su locura y su innegable talento, fue la voz distorsionada de nuestra juventud rebelde, el chamán que nos inició en las sombras sonoras del Metal.

Buen viaje, Príncipe. Tu grito distorsionado, tus melodías inesperadas y la genialidad monumental del Metal que ayudaste a crear, resonarán eternamente en las sábanas de sonido de nuestra memoria. Gracias por el caos, por la oscuridad y, sobre todo, por la auténtica, cruda e imborrable genialidad rockera. El mundo será un lugar mucho menos interesante cuando se acabe la estirpe de titanes.

There is a woman living in my head

She comes to visit every night in bed

(Tomado de Ghost behind my eyes)

Ojalá que el riff final sea eterno…

 

viernes, abril 04, 2025

DIALÉCTICA DE LA ESTUPIDEZ*

 

Imagen tomada de Depositphotos

Por: Carlos Medina Gallego

Defender la paz, los derechos humanos y la dignidad de las comunidades y de los pueblos no es un acto de debilidad, sino el mayor signo de fortaleza y humanidad.

Una reflexión crítica sobre la violencia, la guerra y la urgencia de la transformación social

La historia de la humanidad está marcada por una constante pugna entre la razón y la sinrazón, entre la lucidez creadora y la estupidez destructiva. La guerra, como máxima expresión de esta última, representa no solo un fracaso ético, sino también un colapso racional. La violencia organizada, ejecutada con precisión técnica y justificada con discursos ideológicos, constituye una de las formas más brutales de estupidez colectiva: aquella que destruye lo que debería proteger, que mata en nombre de la vida y que oprime invocando la libertad. Aquella que se alegra con el fracaso de la paz y le otorga el triunfo a la estupidez de la guerra y la violencia. 

La dialéctica de la estupidez emerge cuando los actores sociales, políticos, económicos y armados sustituyen el diálogo por la imposición, la empatía por el odio, y la justicia por la venganza. Esta dialéctica no construye, sino que descompone el tejido de lo humano. Se sostiene en un conjunto de lógicas perversas que normalizan lo inaceptable: la desigualdad, la explotación, la marginación y la muerte de inocentes. A lo largo de la historia, imperios, estados y movimientos han sido arrastrados por esta inercia de la estupidez, repitiendo las mismas lógicas criminales bajo nuevas banderas, porque han hecho de la guerra un oficio y un negocio. 

La guerra no es —como algunos pretenden— una necesidad natural ni un destino inevitable. Es una construcción política y económica que responde a intereses de dominación y acumulación. Quienes la promueven suelen estar lejos del frente de batalla; sus beneficios son siempre desproporcionados frente a un elevadísimo costo humano en vidas y sufrimientos. En este sentido, la estupidez no radica únicamente en la violencia en sí, sino en su legitimación social cuando las comunidades y los pueblos aceptan la guerra como única salida, han sido ya vencidos en el terreno de la conciencia, son comunidades alienadas.

Por ello, repudiar la guerra no es una postura ingenua ni romántica, sino un imperativo ético, humano y revolucionario. Es preciso rechazar todo discurso que glorifique el conflicto armado como vía de solución o de redención histórica después de décadas de estruendosos fracasos y terribles desenlaces. La única victoria verdadera es la que preserva la vida, garantiza la dignidad y protege los derechos fundamentales de todas y cada una de las comunidades y de cada ser humano.

Frente a esta dialéctica perversa, saludamos y celebramos los esfuerzos de paz, diálogo y transformación social que surgen desde abajo, desde los márgenes, desde las comunidades que se niegan a ser carne de cañón. La paz no es solo la ausencia de balas; es la presencia de justicia, de pan, de salud, de educación, de tierra, de libertad. Es una construcción ardua, que exige valentía y compromiso, pero es el único camino digno de ser recorrido.

Las transformaciones sociales verdaderas —las que rompen con las estructuras de opresión y promueven una redistribución justa del poder y los recursos— no pueden imponerse por la fuerza, porque entonces reproducen la lógica que dicen combatir. Solo una sociedad que renuncia conscientemente a la violencia como instrumento político puede aspirar a una paz duradera y a una democracia real. Estos son otros tiempos que están movidos por nuevas fuerzas sociales y políticas, que han aprendido del fracaso de la vía armada y le están apostando a reinventar la política y la democracia sin renunciar a su agenda de cambios y transformaciones revolucionarias. 

En tiempos donde resurgen los discursos de odio, la militarización de la vida civil y la normalización del sufrimiento ajeno es urgente desenmascarar la dialéctica de la estupidez. No basta con denunciar sus efectos: hay que atacar sus raíces, combatir la indiferencia, rechazar la desinformación y desarticular las estructuras que la sostienen. La lucidez crítica es un acto de resistencia que construye y transforma.

Hoy más que nunca, defender la paz, los derechos humanos y la dignidad de las comunidades y de los pueblos no es un acto de debilidad, sino el mayor signo de fortaleza y humanidad. Porque en un mundo donde todo conspira contra el sentido común, pensar, amar y transformar son actos radicales y revolucionarios.

*Esta nota fue publicada originalmente en SoNoticias y es compartida con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad del periodista Hernán Riaño.

lunes, marzo 31, 2025

RTVC y la libertad de prensa

 

¿Quién empoderó a esa FLIP para determinar qué es o qué no es libertad de prensa y además censurar al único medio, el estatal, por decir la verdad y presentar un punto de vista diferente al de la prensa tradicional? 

Desde su aparición en el mundo, la prensa fue catalogada como el cuarto poder, es decir, que debería ser el contrapeso a los poderes conocidos en la democracia: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, con el fin de que esos otros tres no se desbordaran y se convirtieran en un factor dictatorial en las democracias del mundo.

En cuanto a la noción de libertad de prensa, según Wikipedia, se tiene que, aunque muchos no le tienen confianza; la libertad para subir contenidos es: “La libertad de prensa o la libertad de los medios de comunicación es el principio de que la comunicación y la expresión a través de diversos medios, incluidos los medios impresos y electrónicos, especialmente los materiales publicados, deben considerarse un derecho que se ejerce libremente. Tal libertad implica la ausencia de interferencia del Estado. Esto implica la prohibición de la censura previa” (1). 

Siguiendo con el portal Concepto: “La libertad de prensa es el derecho de los periodistas y los medios de comunicación a informar, publicar y difundir noticias sin interferencias del gobierno u otros actores sociales. Es un derecho esencial para el ejercicio de la libertad de expresión, que busca garantizar que la ciudadanía pueda acceder a información veraz y diversa. La libertad de prensa no es un derecho absoluto y puede estar sujeta a limitaciones, especialmente en aquellos casos que implican proteger la seguridad nacional, el orden público o la privacidad de las personas. 

Hoy en día, la libertad de prensa enfrenta desafíos en todo el mundo. Aunque esté protegida por la ley, se ve afectada por presiones políticas y por la influencia de las grandes corporaciones económicas que buscan manipular la opinión pública y el consumo. En regímenes autoritarios, los periodistas enfrentan censura, amenazas y arrestos. Además, en cuanto al contexto mundial: “La libertad de prensa está protegida por normas internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y el Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos (1966), que reconocen este derecho como un principio fundamental en todas las democracias.” (2).

En Colombia, la libertad de información está consagrada en el artículo 20 de la Constitución política de Colombia que afirma: “Artículo 20. Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura” (3).

En nuestro país y como en la mayoría de muchos aspectos de la vida política y social de la nación, este derecho está determinado por los dueños de los medios, que son los grandes conglomerados económicos ultraderechistas, que se fueron apoderando de todos los medios de comunicación nacionales y regionales para defender sus intereses, tapar sus excesos, posibles delitos, negociados y corrupción. Resumiendo, cada grupo económico tiene un conglomerado de periódicos, revistas, emisoras de radio, canales de televisión, páginas web y redes sociales, aunque no en ese orden, en los que presentan “su” verdad, para que solo los favorezca a ellos y en detrimento de los intereses de los ciudadanos. En esto coinciden mucho con lo planteado por el portal web “Concepto”, cuando manifiesta que: “Aunque esté protegida por la ley, se ve afectada por presiones políticas y por la influencia de las grandes corporaciones económicas que buscan manipular la opinión pública y el consumo”. Pero el gran problema de nuestra república es que muchos de esos intereses que afectan a la veraz información, tienen que ver con actividades delictivas y con el narco-poder que se apoderó de nuestro país hace 30 años.  

En Colombia la única “libertad de prensa” que se conocía era la que ejercían los medios tradicionales como El Tiempo, El Siglo, La República, Caracol, RCN, etc. y los medios regionales, todos voceros de la derecha liberal–conservadora, nunca había habido otra visión de la realidad ni, mejor dicho, alguien que informara la verdad, salvo El Espectador que por mucho tiempo y de la mano de Don Guillermo Cano dio algunos visos de independencia y periodismo real; en estos tiempos y por pertenecer al Grupo Valorem (Santo domingo) cambió su rumbo yéndose para la derecha más recalcitrante de la mano de Fidel Cano hijo del asesinado director. Pero con el gobierno de Gustavo Petro, las redes sociales y la aparición de muchos medios autodenominados alternativos, se abrió la posibilidad de contar la verdad de la realidad colombiana.

En este contexto, en las últimas semanas hemos visto un feroz ataque de todos los medios, los empresarios y políticos de la ultraderecha contra RTVC, el sistema de medios públicos por su objetividad para informar todo lo que ocurre y que lo hace con las pruebas en la mano. Pero este ataque no solo se ha remitido al sistema sino también a su gerente Hollman Moris y los periodistas que lo acompañan en esta difícil misión de nadar contra la corriente informativa. A Morris lo siguen atacando por los hechos ocurridos en el pasado, a los cuales se expuso ante la sociedad y a la rama judicial, saliendo totalmente inocente y sin ningún cargo por los que lo acusó el complot del uribismo. A los demás, por su vestimenta, por su afinidad o gusto por determinada música, literatura o por la defensa de los genocidios o injusticias cometidos en todo el mundo, los han llamado “focas que aplauden” por presentar las realizaciones del gobierno del cambio tal y como son.

En el caso de Morris, no solo está la derecha sumida en este ataque, sino que se les ha unido, además desde el principio, un grupo de personas que se autodenominan feministas, las parlamentarias que con votos progresistas llegaron al Congreso para, una vez allí, traicionar a sus electores y al pueblo colombiano y otra muy “digna”, que sin fórmula de juicio y desconociendo las sentencias judiciales siguen empeñadas en esta agresión convirtiéndose en parlantes de la ultraderecha. Hay que ratificarlo, de una vez por todas ¡Hollman Morris salió inocente de todos los cargos!, después de un proceso muy meticuloso.   

Pero además del ataque de los comunicadores de los grandes emporios de medios, en la última semana llegó el de la Fundación para la libertad de prensa FLIP, una entidad privada que no es autoridad de nada, que entre sus fundadores tiene a Francisco Santos, exvicepresidente uribista y enemigo declarado de Petro. Es eso, una entidad privada, una fundación, que por arte de magia se convirtió de la noche a la mañana en un censor más. ¿Quién empoderó a esa FLIP para determinar qué es o qué no es libertad de prensa y además censurar al único medio, el estatal, por decir la verdad y presentar un punto de vista diferente al de la prensa tradicional? Además, lo hace como si fuera un juez pero que ataca a funcionarios y periodistas que no sean de su visión de la realidad. Como esta fundación podrían crearse muchas de diferentes corrientes políticas, porque esta pareciera ser de la ultraderecha. Ellos no son dueños absolutos de la verdad ni mucho menos y en estos episodios han violado el principio fundamental del periodismo que es el de contrastar la información. 

En carta a la junta directiva de la FLIP, Morris plantea lo siguiente:  “A propósito de un pronunciamiento de la Flip, reproducido por algunos medios de comunicación, me entero de que ustedes “han documentado” treinta casos de “censura y presión editorial” dentro del Sistema de Medios Públicos y que han conocido “decenas de publicaciones” que han investigado y documentado “reiteradas irregularidades en la administración de la entidad”, cubriendo, la primera afirmación, con el manto de la generalidad, el anonimato y el rumor, animados por ustedes; y constituyendo, la segunda, una aseveración temeraria, en la medida que ninguna autoridad competente ha constatado esas denuncias falaces.” (la negrilla es de origen) (4). Es de anotar que, en varias oportunidades, esta fundación privada ha querido callar al señor presidente por aclarar las mentiras y calumnias con las que lo atacan. En Colombia se garantiza el debido proceso, ¿ellos tienen patente de corzo para violarlo? A estos neo censores de la FLIP, se han unido otros como “La silla vacía” y “Colombia check” que con la excusa de luchas contra las fake news o noticias falsas, que hoy pululan por todas partes, quieren silenciar a muchos periodistas que se atreven a mostrar otras visiones de la realidad.

RTVC, en algo más de medio año y de la mano de Morris, ha logrado la independencia y veracidad de la información y con ellas el aumento de la aceptación de los sectores progresistas del país o de los que están cansados de la comunicación corporativa mentirosa. Se perdieron más o menos dos años por las presiones de estos grupos, que por un odio irracional al gerente no permitían que los ciudadanos tuviéramos un periodismo independiente y objetivo. Las preguntas obligadas que deben hacerse los malquerientes “progresistas” de Hollman y demás grupos ¿en tan corto tiempo quién hubiera logrado lo que Morris ha hecho? ¿O prefieren que el país no tenga una información independiente y veraz como debe ser, por hundirlo, por sacarlo de la escena periodística? Esa es la calidad humana de muchas de estas personas, que además ¡se dicen progresistas! Debemos defender la información de RTVC, a los periodistas que allí laboran, a su gerente, personal técnico, ya que, si permitimos que todos estos ataques fructifiquen sacando a Hollman Morris y su equipo de la escena noticiosa, será el primer paso para que la derecha vuelva al poder con las cruentas consecuencias que ellos traerían para todos los verdaderos demócratas colombianos. 

PD: AMENAZAS DE MUERTE CONTRA HOLLMAN MORRIS: En las últimas horas el gerente de los medios públicos Hollman Morris ha sido amenazado de muerte, un día después de que apareciera un editorial de El Espectador en contra de RTVC, sin contrastar la información y con acusaciones falsas, según Morris, por hechos ocurridos el jueves en una emisión de “El calentao” (5).


https://es.wikipedia.org/wiki/Libertad_de_prensa

https://concepto.de/libertad-de-prensa/

https://www.constitucioncolombia.com/titulo-2/capitulo-1/articulo-20

https://www.rtvc.gov.co/noticia/comunicado-rtvc-flip-gerente-hollman-morris

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