LA VITRINA DE LA CONVERSA

martes, noviembre 04, 2025

CEO en el Cauca: El apagón anunciado de la privatización

 

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com- 

La lucha por un servicio de energía digno en el Cauca es más que una reivindicación por un bien básico; es una batalla por la dignidad de sus habitantes 

Durante décadas, los caucanos hemos sido víctimas de un servicio de energía eléctrica deficiente, intermitente y de baja calidad, prestado por la Compañía Energética de Occidente (CEO). Esta situación, que no corresponde a eventos aislados y, por lo tanto, no debe llamar a sorpresa; es el resultado previsible de un modelo económico y político impuesto en el país, que prioriza el lucro privado sobre el bienestar colectivo y los derechos fundamentales.

Las continuas fallas de la CEO, empresa controlada por el grupo financiero de Luis Carlos Sarmiento Angulo (ejemplo claro de la concentración de la riqueza en Colombia), son la manifestación concreta de un proyecto de despojo que comenzó con la apertura económica de los años 90 y fue profundizado con celo durante la hegemonía uribista.

La raíz del problema se remonta a la ola privatizadora implementada a raíz de los resquicios dejados en la Constitución de 1991 y acelerada bajo el gobierno de César Gaviria. Bajo el dogma neoliberal de que la empresa privada es más eficiente, se promovió la entrega en concesión de los servicios públicos domiciliarios a capitales privados. Este modelo, llevado al extremo durante los casi 20 años de influencia uribista, transformó derechos fundamentales, como la energía, el agua, las comunicaciones, la educación y la salud en simples mercancías sujetas a la lógica del mercado.

Desde un principio, las voces de la dirigencia social y, de manera destacada, la sindical (que no cayó en la tentación de los contratos sindicales ni la tercerización vía cooperativas), advirtieron sobre el peligro inminente. Se alertó que un sector privado, cuyo norte único es la maximización de ganancias para sus accionistas, no tendría interés real en garantizar una cobertura universal, una prestación eficiente o en invertir en el mantenimiento de la infraestructura en regiones complejas y con altos índices de pobreza como el Cauca. El objetivo no era servir, sino exprimir hasta el último peso de los bolsillos de una población ya de por sí empobrecida.

La historia les ha dado la razón. 30 años después de la "apertura Gavirista" y más de 20 de la "privatización Uribista", la evidencia es abrumadora. La CEO, como tantas otras empresas de servicios públicos privatizadas, ha demostrado que su prioridad es la rentabilidad financiera. En esa obsesión, la inversión en redes, la modernización tecnológica y la calidad del servicio pasan a un segundo plano. Los reiterados apagones, las fluctuaciones de voltaje y la lentitud en la respuesta a reclamos y a las emergencias no son "fallas" del sistema; son características estructurales de un modelo que concibe a los usuarios no como ciudadanos con derechos, sino como fuentes de ingreso. La privatización nunca fue la solución para el bienestar de la comunidad; fue la garantía de su postergación.

Ante este escenario de abandono, la ciudadanía caucana ha mirado tradicionalmente hacia su clase política regional en busca de soluciones y representación. No obstante, esta espera ha sido en vano. La clase política tradicional del Cauca, muchas veces disfrazada de un progresismo de conveniencia, ha demostrado una incapacidad e indolencia crónicas. Su labor no se ha orientado a la defensa férrea de los intereses de las comunidades, sino a perpetuar una red de favores y clientelismo que beneficia a quienes financian sus campañas.

La eternización de contratos de asesoría, la designación de funcionarios ineptos por compromisos políticos y la falta de una veeduría y control efectivos sobre la CEO han sido la constante. Esta complicidad, activa o pasiva, con el statu quo ha dejado a las comunidades urbanas y rurales en total desamparo. Confiar en que esta estructura política tradicional resolverá el problema es como pedirle al lobo que cuide las ovejas. Su silencio cómplice o sus acciones tibias e ineficaces son parte del mismo problema.

Es imperativo que las juntas de acción comunal, las organizaciones sociales, los sindicatos que resistieron, las comunidades indígenas, los consejos comunitarios afrodescendientes y la ciudadanía en general construyan un gran movimiento unitario que alce su voz de protesta de manera contundente. Se deben emprender acciones legales, como tutelas colectivas por la vulneración del derecho fundamental al mínimo vital; acciones de incidencia ante la Superintendencia de Servicios Públicos y la Comisión de Regulación de Energía y dado el caso, medidas de hecho pacíficas y organizadas que evidencien la magnitud del descontento.

Este movimiento debe dirigir sus reclamos de forma clara al Gobierno Nacional. El Cauca no puede seguir siendo la eterna olvidada de la agenda nacional. Se exige una intervención inmediata que obligue a la CEO a realizar las inversiones necesarias, a reparar la infraestructura y a compensar a los usuarios por los perjuicios causados. Se debe evaluar, incluso, la revocatoria de la concesión y la búsqueda de modelos alternativos de gestión comunitaria o pública que prioricen el servicio sobre el lucro.

La lucha por un servicio de energía digno en el Cauca es más que una reivindicación por un bien básico; es una batalla por la dignidad de sus habitantes y contra un modelo económico depredador. Ahora toca a la comunidad, unida y organizada, escribir el capítulo de su propia liberación.


jueves, octubre 30, 2025

La estupidez como sustento del poder

 

Foto tomada de: La Voz del Cinaruco

Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-

Líderes como Netanyahu, Trump, Bolsonaro, Milei y Uribe no son anomalías, sino productos sintomáticos de un ecosistema social que premia lo irracional. Su populismo se nutre de la incapacidad de grandes mayorías para evaluar críticamente sus actitudes, discursos y propuestas. 

El actual escenario político y social del mundo se caracteriza por una paradoja profunda y alarmante: en la era de la máxima expansión del acceso a la información y la educación formal, se constata un preocupante declive en las capacidades cognitivas colectivas y un auge de liderazgos políticos que encarnan la irracionalidad. Este fenómeno, probablemente, es la consecuencia lógica de varias décadas de imposición vertiginosa de una ideología neoliberal que, al transformar la vida en mercancía, ha degradado los pilares fundamentales del pensamiento crítico. 

El asalto neoliberal a las universidades, como epicentros tradicionales de la producción de conocimiento y pensamiento crítico, ha sido particularmente devastador. Noam Chomsky, en una lúcida intervención, señaló que “todo esto sucede cuando las universidades se convierten en empresas, como ha venido ocurriendo durante las últimas décadas, cuando el neoliberalismo ha ido tomando por asalto cada una de las dimensiones de la vida”. El resultado directo es una “precariedad académica” que socava la calidad educativa. ¿Cómo puede un profesor, sometido a la inestabilidad y la sobrecarga burocrática, dedicarse a fomentar el pensamiento complejo? 

El sistema, diseñado para la eficiencia y el costo-beneficio, premia la docencia superficial. Los cursos superfluos y la presión por los créditos y las deudas convierten a los estudiantes en clientes y a los conocimientos en productos. Se fomenta así que los estudiantes “se limiten a tomar apuntes y a recitarlos de manera literal a la hora de la evaluación”, anulando la esencia de la educación que, según Chomsky, es la capacidad de “inquirir, crear, innovar y desafiar”.

Este modelo educativo, enfocado en la utilidad inmediata y la reproducción acrítica del saber, tiene una consecuencia directa y medible: el declive de las capacidades cognitivas a nivel social. Investigaciones recientes confirman lo que se conoce como el "efecto Flynn inverso". Según Sergio Parra (2023), “El cociente intelectual está descendiendo por primera vez en décadas”, un fenómeno observado en países como Estados Unidos y Noruega. Aunque las causas son multifactoriales, los expertos apuntan a un “empeoramiento de los sistemas escolares” y a un “aumento negativo del uso de las redes sociales” como posibles detonantes. 

Ambos factores están intrínsecamente ligados al paradigma neoliberal: la desinversión en educación pública de calidad y la colonización de la atención por parte de plataformas digitales que priorizan el engagement sobre la profundidad; al priorizar las TIC, no como herramientas de emancipación, si no como vehículos de distracción masiva y de pensamiento fragmentado, se ha agravado la merma en las habilidades de razonamiento, concentración y análisis crítico.

Es aquí donde la advertencia de Dietrich Bonhoeffer sobre la estupidez cobra una vigencia aterradora; al constatarse, muy seguido, que incluso las personas consideradas como “más inteligentes”, pueden ser llevadas a respaldar ideas irracionales “simplemente por no pensar”. Una población que ha visto debilitada su capacidad de razonar de manera compleja se vuelve más vulnerable a los discursos simplistas, a los relatos emocionales carentes de sustento y a la manipulación política.

Este panorama allana el camino para el ascenso de una clase dirigente que se aprovecha de este declive cognitivo generalizado. Líderes como Netanyahu, Trump, Bolsonaro, Milei y Uribe no son anomalías, sino productos sintomáticos de un ecosistema social que premia lo irracional. Su populismo se nutre de la incapacidad de grandes mayorías para evaluar críticamente sus actitudes, discursos y propuestas. 

En este contexto global, la estructura social sigue siendo piramidal y perversa: en la cúspide, un porcentaje reducido de personas son dueños de la gran riqueza; en el centro, unas amplias capas de las sociedades están en el limbo de una clase media aspiracional, que se auto reconoce como rica, así no tenga las condiciones materiales para serlo, alienada por el consumismo y el mito del emprendedor; y en la base, unas grandes mayorías de pobres, cuyas necesidades inmediatas y bajos coeficientes intelectuales los hacen presa fácil del discurso populista que canaliza su frustración contra chivos expiatorios, en lugar de contra las estructuras que perpetúan su condición.

En conclusión, el proyecto neoliberal, al mercantilizar la vida ha generado una auténtica catástrofe cognitiva, al debilitar sistemáticamente nuestra capacidad colectiva para pensar, cuestionar y crear. La “estupidez” de la que hablaba Bonhoeffer se ha convertido en el combustible de un sistema que prioriza la acumulación de unos pocos sobre el bienestar colectivo y la supervivencia del planeta. Frente a esto, la tarea urgente, como bien señala el análisis de Bonhoeffer, es reconocer que “combatir la estupidez es una tarea colectiva”. 

Fuentes: 

"El neoliberalismo tomó por asalto a las universidades": Noam Chomsky - Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE)

El cociente intelectual está descendiendo por primera vez en décadas

La amenaza de la estupidez, según Bonhoeffer - Nueva Revista


martes, septiembre 23, 2025

EL MANUAL DEL HEMBRO

Imbéciles gobernando imbéciles*


Por: Germán Navas Talero

Editor: Francisco Cristancho R.

Si Uribe le permite ser candidato a Juan Carlos Pinzón por el partido uribista o conservador o del que quieran… ¡Acaba con el partido que represente! Porque él fue y sigue siendo un inepto. Si hay dos cosas que decepcionan son: la incapacidad mental de Donald Trump y la del exministro uribista.

La autoeliminación o suicidio es un acto voluntario mediante el cual un ser viviente, de forma consciente, resuelve quitarse la vida. Sin embargo, hay seres que no quisieran suicidarse, pero la situación los lleva a tal extremo que por desequilibrio lo hacen. ¿Por qué viene esto a colación? Pues porque me puse a pensar… ¿a qué estado de desequilibrio podría llegar una neurona de un ser humano al tener que soportar uno de los discursos del señor Juan Carlos Pinzón?

Juan Carlos Pinzón fue ministro de Defensa durante alguno de los regímenes conservadores de nuestro pasado reciente y, posteriormente, embajador de Colombia en Washington, Estados Unidos; aunque estando allí, parecía más un embajador de ese país que del nuestro. ¡Y qué tipo para hablar tan aburridoramente! Aburrido a morir -hablando de suicidios-. Ahora, cuando salen con que este sujeto aspira a ser presidente de la República, uno se pregunta… ¿será que las neuronas de los colombianos van a querer seguir viviendo luego de escuchar las palabras de este zoquete?

Si han de querer perder el tiempo, pónganse a buscar algunas de las intervenciones que balbuceó Pinzón Bueno siendo ministro malo. Eso sí que era una vaina -como dicen- bien mamona, y él, igual que la fruta: todo un mamoncillo. ¡Mamonsísimo! ¿Y ese sujeto aspira a ser presidente de la República cuando fue absolutamente inepto como ministro y como embajador? Así era Juan Carlos Pinzón en ese entonces, muy emperifollado, muy peinadito y todo, pero de una incapacidad mental impresionante. ¡Qué tal ese individuo presidente de la República! Si a ese tipo le permiten ser candidato por el partido uribista o conservador o del que quieran… ¡Acaba con el partido que represente! Porque, repito, él fue y sigue siendo un inepto. Si hay dos cosas que decepcionan son: la incapacidad mental de Donald Trump y la de Juan Carlos Pinzón.

Pinzón de presidente sería lo mismo que es Trump para la presidencia de los Estados Unidos, porque -según los entendidos en la materia- Trump ha sido el peor presidente que ha tenido EE. UU. en toda su historia, superando ampliamente incluso a Bush. Aquí, donde esa desgracia nos llegara a ocurrir, tendríamos que decir entonces que… “después de Andrés Pastrana, el peor presidente fue Juan Carlos Pinzón”. Yo, sería capaz de convertirme a cualquier religión y hacer cualquier promesa ‘sagrada’ para que ese sujeto no consiga más de dos votos: el de él y el de su esposa; porque no creo que alguien con sus neuronas en sano juicio, sea capaz de votar por ese individuo.

-Cambiando de tema- Hay actos políticos que merecen reproche y otros que merecen crítica. Pero hay actos que, más que actos, son groserías. Lo más grosero que yo he visto en los últimos años en materia política es el hecho de que los Estados Unidos -¡Primer consumidor de drogas en el mundo!-, venga a descertificar a Colombia, dizque porque este país no lucha contra el narcotráfico. Si Colombia pudiese suprimir de un plumazo la producción de cocaína o de las demás sustancias, no pasaría de ser algo chévere para el mundo. Pero se imaginan ustedes qué pasaría con los gringos si les quitaran la cocaína. Imaginen a los gringos sin morfina, cocaína, fentanilo o marihuana, ¿a qué se dedicarían? Ellos no saben hacer nada más. Cuando uno tiene la oportunidad de transitar por ciertos lugares de ese país ve que muchas cosas giran en torno a eso, a la droga. El único sueño del gringo es conseguir ‘de eso’, y cuando vienen aquí, vienen con la ilusión de poder conseguir eso aún más fácil que allá.

Pero no hace mucho me decía un gringo que allá, en las calles de su país, se conseguía más fácil la droga que acá en Colombia. “Es que aquí hay que hacer muchas vueltas”, decía. Allá uno sabe ya en qué esquina está. Estira la mano con el billete y le pasan el paquete. ¡Y si lo dicen ellos! Yo le pregunté por qué gustaba tanto la cocaína en ese país. Él decía que con el estrés que viven, es la única forma de escapar de una realidad que no quieren. Y los entiendo. Con un presidente de la calaña de Donald Trump, cualquiera prefiere un pase. Con razón el consumo está disparado.

Y es que es vergonzoso escuchar bestializar a Trump. Hace poco dijo qué, gracias a él, se evitó un conflicto entre Armenia y Camboya. Ahí uno se da cuenta de que ese tipo ni de geografía sabe, porque él cree que estos son países vecinos, pero resulta que está más cerca Armenia de Nueva York que de Camboya. Camboya está pegado a Vietnam, en tanto que Armenia es vecino de Turquía.

Finalmente, uno no se explica cómo los estadounidenses pudieron votar alguna vez por esa bestia, y mucho menos reelegirlo. Usted tiene derecho a ser patriota, pero no imbécil. Y si el presidente de un país es un imbécil, el mejor acto de patriotismo es criticarlo y decírselo. Bueno, entiendo que el poder presidencial de allá permite que el presidente haga lo que le da la gana. Las cortes se agachan y la democracia es una palabra que está en el diccionario, pero nunca en la realidad.

Se ha llegado al extremo de hacer botar a un periodista por haberlo criticado. Nadie, nadie puede hablar mal del presidente de la República, y si de pronto alguien en algún periódico llega a criticarlo, simplemente lo manda a cerrar. Esa es la libertad hoy en los Estados Unidos. Ese es el país que un día se proclamó como cuna de la democracia. ¡Qué vergüenza la democracia tan mal representada en países como ese!

Coletilla: Escuché unas palabras por ahí del reconocido actor Denzel Washington. El juicio con el cual hace sus críticas es para aplaudirlo. Está bien documentado. Él, a diferencia de muchos, no cree que criticar a Trump sea cuestión de apátridas; por el contrario, sus conceptos son precisos y sus críticas exactas. Sabe que cuando critica al gobierno de su país no está criticando a su país como tal. Me gustó ese Washington, porque dice verdades de a puño; obviamente, cuando hay tan buenos oradores como este y hablan para imbéciles -como Trump-, se pierde cualquier esfuerzo; porque no creo que Trump entienda ni la mitad de lo que este artista afirma.

Adenda: Las vías públicas se han vuelto un buen negocio para los vivos en este país. Ese sistemita de cobrar por parquear en vías sin que el dinero quede en poder del Estado viene enriqueciendo a muchos. Por eso considero justa la protesta de este fin de semana en La Mesa, Cundinamarca, en donde habitantes y comerciantes se manifestaron contra el negociazo de las Zonas Azules. La gente está cansada de que le cobren por parquear su carrito en la vía pública. Y es que hoy cualquier vivo, amigo del alcalde de turno o de cualquier concejal, está consiguiendo que le adjudiquen su propia calle; además de no pagar nada, se llena de plata; y el pobre ciudadano, que es el que paga con sus impuestos esa vía sí tiene que volverse a meter la mano al dril, y pagar por usar la calle que él mismo pagó por su construcción. ¡Rico, ¿no?!

Adenda internacional: Curioso el poder de la señora Karina Milei, la verdadera gobernante de Argentina. Su hermano Javier aparece como presidente, pero es ella quien manda. Allá se hace lo que ella diga. Tenemos entendido que, además de ser una buena fabricante de biscochos, no tiene ninguna experiencia. Con razón tienen a ese país en la ruina en que lo tienen. ¡Pobre país! ¿Pero, qué tipo de relación tienen Karina y Javier? Esa relación cuasi-incestuosa aquí no la analizaremos.

Apunte del editor: Generoso nos resultó el delincuente del norte. Trump ‘perdonó’ las sanciones a Colombia tras la descertificación; medida infame que desconoce lo que históricamente termina poniendo nuestro país en la inane lucha contra el narcotráfico: ¡Muertos!

Pero Estados Unidos nunca pierde. Está invirtiendo -abierta y descaradamente- en la campaña electoral de 2026. Y mientras tanto, a nuestro supuesto “errático” presidente, como lo llamó con desfachatez Marco Rubio, lo que le sobra es dignidad “Se acaba la dependencia del Ejército de Colombia y sus Fuerzas Militares del armamento de los Estados Unidos. No más limosnas ni regalos.” ¿Y todo esto para qué?, se preguntaría el colega José Antonio Samper Pupo. La respuesta, como en la película, siempre será la misma…

¡Hasta la próxima semana!

*Nota originalmente publicada en SoNoticias y compartida con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad del periodista Hernán Riaño

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad.  Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.


domingo, septiembre 21, 2025

El manual del hembro

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