Imagen tomada de Diario del Magdalena |
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-
Para verdades… el tiempo, pero no el de Luis Carlos Sarmiento Angulo, el controversial y poderoso banquero colombiano, ese no, el otro; el del transcurrir de la vida, el que no perdona, el que no se detiene ni por amor, ni por dinero [1].
No creo que la confesión espontánea del imputado
expresidente y ex senador Álvaro Uribe Vélez, según la cual, él sí dio la orden
para que se llevara a cabo la horriblemente célebre operación Orión, en la que
a punta de sangre y fuego se pretendió la pacificación (seguridad democrática)
de la comuna 13 en la ciudad de Medellín; haya sido un episodio de senilidad,
de improvisación oratoria, ni siquiera de mal logrado sarcasmo; mucho menos,
cuando en el ambiente de la capital antioqueña resuenan las denuncias sobre los
extraños vínculos entre actores armados ilegales y el pasado gobierno del hoy
candidato del centro democrático a la alcaldía de esa ciudad.
La inesperada confesión se presentó en medio de las
acostumbradas confrontaciones verbales de Álvaro Uribe con quienes lo
contradicen o le increpan sobre su responsabilidad por la política de estado de
los mal llamados “Falsos Positivos”, en la que se asesinaros miles de jóvenes
para hacerlos pasar como guerrilleros, en cumplimiento de la estrategia de
seguridad democrática, durante sus dos periodos de mandato en la presidencia de
Colombia.
Probablemente esta confesión de parte no es más que otra muestra del gran poder que tiene el ex senador del Centro Democrático, soportado en su manejo de la Fiscalía y la Procuraduría, así como en la complicidad de un importante número de aliados políticos, pero sobre todo económicos (Los dirigentes de los grandes gremios de producción)
Si bien es cierto que los interlocutores del
expresidente Álvaro Uribe le reclamaban por los Falsos Positivos, también lo
es, el hecho de que, en uno de sus acostumbrados ataques de soberbia y de
autoritarismo; el exmandatario colombiano se ufanó de haber dado la orden de
ejecutar la Operación Orión, en la que, según algunos testigos: “el Estado llegó juzgándonos a todos
como guerrilleros, como malandros, como asesinos. Ni siquiera hizo una
distinción sino que empezó a hacer su incursión militar como si toda la Comuna
fuera guerrillera, como si toda la Comuna fuera paramilitar. Como si toda la
Comuna tuviera que ver con el conflicto”[2]
Aunque la
aceptación de responsabilidad de Uribe por esta oscura operación no es nueva,
lo que si es nuevo es la actitud y el contexto en que ocurrió. La confesión se
dio frente a una creciente presión por parte de los familiares de las víctimas
de los falsos positivos y por las recientes y contundentes revelaciones de
exparamilitares sobre los vínculos entre estos grupos ilegales y el gobierno de
Álvaro Uribe Vélez, todo esto, en el marco de la pugnacidad política alrededor
de las elecciones de mandatarios locales y regionales, específicamente; la que
se está presentando en medio de la lucha por la alcaldía de Medellín, uno de
los bastiones de la derecha colombiana.
También
sorprende que el habilidoso líder de la derecha colombiana haya atraído para
sí, la atención de la opinión pública, justo cuando sus aliados, los dueños de
la mal llamada gran prensa colombiana, habían dado la orden de arreciar la
campaña de manipulación de la información para ensuciar la imagen del actual
presidente de Colombia, Gustavo Petro. Es posible (elucubración del autor de
estas líneas) que esta aparente confesión de parte, busque seguir relevando a
la justicia colombiana, especialmente a la Fiscalía General, de tener que
probar su total responsabilidad judicial por el terrorismo de estado
implementado durante sus mandatos, en otra de las acostumbradas jugaditas del
uribismo.
Desde mi humilde punto de vista, no creo que haya
lugar para algún tipo de optimismo frente al avance de las investigaciones y/o
enjuiciamiento del señor Álvaro Uribe, toda vez que, nada de lo que este
controvertido personaje haga o diga es gratis, ni mucho menos improvisado.
Probablemente esta confesión de parte no es más que
otra muestra del gran poder que tiene el ex senador del Centro Democrático, soportado
en su manejo de la Fiscalía y la Procuraduría, así como en la complicidad de un
importante número de aliados políticos, pero sobre todo económicos (Los
dirigentes de los grandes gremios de producción), quienes, durante más de 20
años han convivido y se han enriquecido mutuamente bajo un indecente manto de
impunidad.
Nos quedaría el consuelo de que, por una u otra razón,
la presión de las ciudadanías libres y decentes logró que el dueño del Ubérrimo
expresara públicamente que Él si dio la orden, aunque reitero, es muy probable
que se trate de un acto más de exhibicionismo de su poder.
La ñapa: Se llegó
la fecha de decidir si realmente queremos el cambio en la forma de hacer
política y de manejar lo público, si queremos que haya justicia, verdad y
reparación o si lo que queremos es que los poderosos se sigan enriqueciendo a
costa de la miseria, la violencia y la muerte. Así de sencilla, pero así de
importante es nuestra decisión, a la hora de votar este 29 de octubre. Votar
bien o votar por lo mismo. (Recomendado: Elecciones 2022: ¿Votar bien o Votar lo mismo?
En el canal YouTube de La Conversa
de Fin de Semana)
[1] Referencia a la letra de “Maestra
vida” compuesta por Rubén Blades.
[2] Extracto del relato de “Martha
Cecilia Rugeles, una habitante de la Comuna 13, en Medellín”, tomado
de [Audio]
Operación Orión en la Comuna 13 de Medellín, 16 años después | la fm