Imagen derrumbe en Rosas- Cauca. Foto de Eltiempo.com
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-
A riesgo de caer en lo ya escrito, en el cliché o lo
repetitivo; estas líneas, una vez más, estarán dedicadas a compartir las reflexiones
alrededor de la cotidiana tragedia en que permanece el departamento del Cauca y
que tristemente es lo que se conoce de esta tierra y lo que han soportado sus
buenas gentes, casi que desde siempre.
Gobernadores del Cauca han pasado, todos ellos, con la bendición de los partidos tradicionales de derecha, no obstante que se hayan hecho elegir, incluso, con avales de organizaciones sociales y todos ellos han fallado a la hora de hacer eso que prometieron a sus electores y que les demanda la misma ley
La privilegiada posición geográfica del Cauca, por
estar en la ruta que conecta el sur del continente con el centro y norte de
Colombia, lo mismo que sus inmensas riquezas naturales, renovables y no renovables
y la calidad de sus moradores, no han servido para brindarle a sus comunidades
los mínimos necesarios para garantizarles una vida digna. Esta estratégica ubicación,
por el contrario, sólo le ha servido a los actores armados y civiles del
conflicto, para incrementar sus ganancias y su poder militar, político y,
obviamente, económico.
Tal y como ya lo han señalado notables científicos
sociales, (Molano, Gaviria, Fals Borda, entre otros muchos más) el Cauca ha
sido y sigue siendo manejado por las elites sociales y económicas de siempre,
herederas de uno que otro apellido y fortunas, frutos del modelo precapitalista
o casi que semi feudal, con la que se han administrado los destinos de este
departamento desde hace más de 200 años, por intermedio de los mandaderos de
estas élites; los integrantes de la clase política tradicional.
Resulta claro que, mantener la incomunicación física
de muchas comunidades, eso sí, asegurando acceso y seguridad para fincas,
haciendas, empresas, minas y/o cultivos, propiedad de terratenientes y prósperos
inversionistas de la agroindustria o de lo ilícito; ha resultado una
herramienta eficaz para mantener el control social y político de las inmensas
mayorías de comunidades campesinas (afro e indígenas), lo mismo que, de un
creciente ejército de personas en la informalidad laboral.
Este eficiente esquema de pobreza, falta de acceso a
todo y violencia, en el que viven un buen número caucanos, le ha garantizado a
un reducido número de sus paisanos, pero, sobre todo, de inversionistas
foráneos; un continuo y creciente flujo de riquezas, en un modelo de economía
regional, ya analizado por el actual ministro de educación de Colombia,
Alejandro Gaviria, junto con otros autores, en un interesante texto sobre la
relación entre el crimen y la economía en Colombia [1].
No es de extrañar entonces, que en este tristísimo contexto,
la encopetada dirigencia Caucana, no haya querido o sido capaz de gestionar y
hacer realidad las proyecciones de infraestructura vial, que por más de cinco
décadas, se sabe que requiere el Cauca, para poder avanzar en su ruta a la
modernidad y que, por el contrario, ahora, durante la más reciente tragedia, la
de Rosas, salgan a lavarse las manos y a endilgarle su incompetencia a los
gobiernos nacionales, de los que también han sido y son parte.
Efectivamente, de nada le ha servido al Cauca, tener
presidentes, designados, ministros y recientemente, director de la unidad de
gestión de riesgos y desastres, todos ellos provenientes o en representación de
la tradicional clase dirigente caucana; si cada cierto tiempo, la
conflictividad armada y/o social, pero sobre todo, la madre naturaleza, se
encargan de hacer evidente, la incapacidad de esta clase dirigente de la
derecha caucana, para hacer lo que manda la ley, como por ejemplo, gestionar la
prevención de estas terribles eventualidades.
Gobernadores del Cauca han pasado, todos ellos, con la
bendición de los partidos tradicionales de derecha, no obstante que se hayan hecho
elegir, incluso, con avales de organizaciones sociales y todos ellos han
fallado a la hora de hacer eso que prometieron a sus electores y que les
demanda la misma ley: Velar por la vida, honra y bienes de sus electores y en
general de todos los caucanos. Incluso, quienes han tenido largos periodos, así
sea en cuerpo ajeno, como don Temístocles, ahora devenido a alternativo, han
demostrado su carácter pusilánime a la hora de representar al Cauca frente al
agobiante centralismo colombiano. Lo de ellos ha sido quedar bien con todos,
para lograr seguir acomodados o reelectos, en lo que sea. ¿Cierto exgobernador Campo? ¿cierto don Tito?
Quienes, desde el Cauca, apoyamos decididamente las
propuestas del Pacto Histórico, confiamos en que durante este gobierno de
Gustavo Petro y Francia Márquez, el Cauca y el sur occidente colombiano, por fin
puedan empezar a ver materializadas las obras de infraestructura vial,
sanitaria e industrial que requiere esta zona, en continua tragedia, para poder
avanzar en la Paz Total y el Buen Vivir, al que también tenemos derecho.
[1] Ver: Martínez, A. (2001). Economía,
crimen y conflicto. Universidad Nacional de Colombia, facultad de Economía.
Ediciones Antropos, Bogotá, Colombia