LA VITRINA DE LA CONVERSA

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martes, diciembre 12, 2023

De cóndores y carruseles*

Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas

Editor: Francisco Cristancho R.

Imaginen ustedes, si un decreto del gobierno que dio cumplimiento a una orden del Consejo de Estado armó semejante zaperoco entre los congresistas, ¿cómo recibirán la propuesta de despenalizar por completo el uso de la marihuana?

Un diario capitalino abre su edición sabatina con el titular “Cóndores no vuelan todos los días”, expresión que nos hizo recordar una obra de antaño llamada “Cóndores no entierran todos los días”. A diferencia de aquella, esta no se refería al pájaro majestuoso que surca los Andes, sino a los pajarracos; término que precedió a la apócope ‘paraco’, pero que se refería a lo mismo: sujetos que mataban por negocio y, para justificarse, decían tener alguna ideología retardataria. En Tuluá –municipio en donde se desarrolla la obra– Germán recuerda que los visitantes eran recibidos por un aviso que se leía “ha llegado usted a Tuluá, remanso de paz, corazón del Valle”, al que algún estudiante agregó “nido de pájaros”. Solo podemos imaginar la confusión que producía para la época la palabra pájaro, pues uno no sabría a ciencia cierta si debía cuidar de él o cuidarse de él.

Vemos con preocupación que este municipio, a noventa minutos en carro de Cali, no se ha librado del yugo de los delincuentes: durante la campaña electoral fue asesinado un parapentista que desde el cielo hacía proselitismo en favor de un candidato aparentemente odiado por los narcos, candidato que tampoco pudo hacer campaña pues –según cuenta la prensa– los criminales le tenían vedado abandonar su residencia. En el municipio pocos saben lo que ocurre y cada vez son menos quienes se atreven a reportar la escalada narcoparamilitar que se tomó el municipio: no queda ni una emisora local, puesto que sus directores y reporteros tuvieron que abandonar –con la mejor de las suertes– el oficio, mientras que otros con menos suerte se vieron forzados al desarraigo e incluso al exilio.

Las amenazas se entreveran y son tantos grupos delincuenciales –o al menos así se quieren presentar– que es difícil llevar registro de todas las intimidaciones y ataques a la población civil. Bien lo resume el periodista Robert Posada en entrevista con El País (de España, por supuesto, pues aunque el tema les sea más próximo seguro que no interesa a los editores y nuevos propietarios del homónimo de Cali): “casi que por cada alimento hay un cartel”.

Las cosas no están bien en Latinoamérica y advierten empeorar: una guerra en ciernes entre Venezuela y Guyana, y un golpe de Estado en curso en Guatemala. A buena hora el presidente Petro manifiesta su voz de protesta y convoca a los líderes de la región para rodear a Bernardo Arévalo, presidente electo del país centroamericano y a quien una muy corrupta e igualmente organizada clase política pretende cesar antes de jurar el cargo. Además de las reminiscencias que saltan a la vista, la ruptura del proceso democrático en Guatemala –unido al régimen autocrático de Bukele en el vecino Salvador– pone en grave riesgo la estabilidad de la región y nos retrotrae a la época de dictaduras, represiones y censuras. Ojalá el pueblo guatemalteco y el concierto internacional detengan este intento de subrogar la voluntad popular y dejen en evidencia a la camarilla que con el apoyo del narcotráfico gestó y ahora impulsa el golpe.

Volviendo al terruño, publica El Espectador en su edición del sábado un reportaje sobre el estado de la seguridad en Bogotá tras cuatro años de gobierno de Claudia López. Los entendidos en la materia coinciden en que se fue al traste, igual que la movilidad, la limpieza y el bienestar de los ciudadanos. Todo lo malo aumentó, incluso los negocios para los implicados en el carrusel de la contratación, que volvieron al ruedo –¿o al carrusel? – con la alcaldesa cuidadora, quien supo protegerlos con contratos por el orden de los 35.000 millones de pesos, según denuncia del concejal Diego Cancino. Nos unimos al mensaje de Daniel Coronell en su reporte de La W: hará falta la voz crítica de Cancino en el Concejo de Bogotá, pues se requiere coraje y convicción para enfrentarse a una integrante de su propio partido y máxime al considerar que su oposición a esta pudo costarle la reelección, pues como lo cuenta Carlos Carrillo, la alcaldesa tenía favoritos en el cabildo distrital e hizo de madrina para garantizarles la curul en el siguiente periodo. Para evitar fútiles indignaciones, por madrina nos referimos a la cuarta acepción del término en el diccionario general de la lengua española de la editorial Larousse, que se lee: “[m]ujer que protege o ayuda a una persona, en especial en su vida profesional, o que da su ayuda, apoyo o protección, especialmente económica, para el desarrollo de un proyecto o una actividad.”

Adenda: un amigo nos daba su definición de la depresión como el estado anímico de la mayoría un lunes a las diez de la mañana sin cinco en el bolsillo y con cuentas por pagar. Razón no le falta y su sapiencia deviene especialmente valiosa en estas semanas de excesos.

Adenda dos: el Congreso de la República, uno de los peores en las últimas décadas, aún no se pone de acuerdo en una fecha para dar trámite al proyecto de ley que busca la legalización del cannabis para uso adulto. Imaginen ustedes, si un decreto del gobierno que dio cumplimiento a una orden del Consejo de Estado armó semejante zaperoco entre los congresistas, ¿cómo recibirán la propuesta de despenalizar por completo el uso de la marihuana?

*Texto publicado originalmente en https://sonoticias0.wordpress.com/ y compartido a la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad de nuestro aliado, el periodista Hernán Riaño

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad.  Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

 

jueves, diciembre 07, 2023

No me diga que Name dijo*


Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas

Editor: Francisco Cristancho R.

Revelación de El Espectador deja muy mal parada a la Alianza Verde, partido que ha recibido miles de millones de reposición de votos por la consigna ‘anticorrupción’, causa que no les ha impedido asignar a dedo y con ‘pliegos sastre’ –de los que antes denostaba la alcaldesa verde, Claudia López– puestos y contratos para la progenie de los Name.


Hay familias con suerte o pícaros con fortuna. Después de ver el roscograma que publicó El Espectador en su edición dominical y que tiene en su centro al presidente del Senado, Iván Name, concluye uno que el país no es de los Char ni de los Gerlein sino de otra familia costeña, mucho menos conocida, que salió de un municipio de Bolívar a ocupar escaños en el Congreso y en el Concejo de Bogotá, al tiempo que detenta puestos aquí y allá, en despachos ministeriales; unidades de trabajo legislativo y quién sabe cuántos contratistas a nivel nacional y territorial. Sin pena alguna, el martes o miércoles volverá el hasta hace poco ignoto senador Iván Name al estrado desde el que ordena el pleno del Senado y avanza en su conquista puestera. Y porque no podemos perder la gracia ni pasar por alto lo divertido de nuestras desgracias, es tal el apetito de los Name que no dejaron ni el cargo de mecanógrafa de la secretaría general de la Cámara de Representantes, que ahora ocupa la sobrina de Iván Name.

Esta revelación de El Espectador deja muy mal parada a la Alianza Verde, partido que ha recibido miles de millones de reposición de votos por la consigna ‘anticorrupción’, causa que no les ha impedido asignar a dedo y con ‘pliegos sastre’ –de los que antes denostaba la alcaldesa verde, Claudia López– puestos y contratos para la progenie de los Name. Iván Leónidas, hijo del presidente del Senado, es asesor de un representante a la Cámara perteneciente a la Alianza Verde, así como su hermana Janeth, y María Clara, su exesposa, acaba de terminar un sustancioso contrato en el despacho del gobernador ‘verde’ de Boyacá, seguramente a la espera de uno mejor con la posesión del viejo conocido y amigo de la familia, el taimado Carlos Amaya.

Siguiendo el buen ejemplo del senador Iván Name, hay otro congresista –virtualmente desconocido para la mayoría– de nombre Óscar Barreto, quien venía de ser gobernador de Tolima y ahora se encuentra en calzas prietas, pues no logra explicar por qué adjudicó doce contratos de obra por valor de 35 mil millones prácticamente a dedo para luego dejar pasar toda suerte de justificaciones absurdas por el incumplimiento de los contratistas. Esta semana la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia le ha llamado a indagatoria por el delito de peculado por apropiación. Veremos si el señor Barreto decide responder a la justicia o si prefiere, como hizo con los llamados de la prensa, guardar silencio.

Recordábamos por estos días la crítica que formuló una senadora al entonces candidato a alcalde Gustavo Bolívar, quien publicó un video hacia las nueve de la mañana en el que se le veía recostado en su cama. El reproche, que ya olvidamos pero que definitivamente llamó nuestra atención porque como dormilones nos sentimos aludidos, iba por las líneas de que una persona que se levantara tarde de su cama no podía ser un buen administrador. Ahora resulta que médicos de varias especialidades parecen haber alcanzado un consenso respecto de las virtudes de un buen descanso, desvirtuando ese dicho tan colombiano y tan equivocado de que “al que madruga, Dios le ayuda”, y al que siempre respondemos con otro refrán: “no por mucho madrugar amanece más temprano”. Y aprovechando la oportunidad, preguntamos a quienes pretenden que sus funcionarios electos estén laborando al alba, ¿acaso a ustedes les hace más productivos levantarse de noche para ir a trabajar?

Quien sí le madruga al despilfarro es la saliente alcaldesa Claudia López, quien –como dice ella– “con los impuestos de los bogotanos” pagó, no una página ni la portada de El Tiempo, sino una revista entera que acompañaba la edición dominical –día de la pauta más cara– y que salía expulsada al abrir el diario, como si las páginas del periódico pudieran sentir la misma repulsa que nos suscita a la mayoría de bogotanos ver tamaño desperdicio.

Para nuestro pesar, rara vez encuentra uno revistas, separatas o al menos una nota en el periódico en efeméride de la vida y obra de grandes hombres y mujeres en Colombia. Por ello replicamos y celebramos dos acontecimientos recientes: el primero, la decisión de la empresa Metro de Medellín de dedicar uno de sus trenes a la pianista Teresita Gómez y engalanar los vagones con recuerdos de su vida –que sin lugar a duda ha sido una bien vivida y ejemplo para generaciones presentes y futuras–, y el segundo, la determinación editorial de El Espectador para ocupar sus páginas, en el día en que se cumplen treinta años de la muerte del asesino Pablo Escobar, a honrar las vidas interrumpidas por el terrorismo financiado por los narcos y reivindicar el derecho de sus dolientes a conocer la verdad. Deseamos, para los años venideros, que sean muchos los reconocimientos a Teresita y cada vez menos los onomásticos a Escobar.

Adenda: aún con Names y Barretos avanza la reforma a la salud contra todo pronóstico. El gobierno que acusan de poco eficiente; mal ejecutor; distraído y sin ruta ni destino está ad-portas de aprobar la más contenciosa de sus reformas.

Adenda II: Un familiar cercano comentó hace poco cómo, por una pequeña infracción, la policía de tránsito hizo que se detuviera. Le practicó prueba de alcoholemia, le recomendó tener más cuidado y, por no reportar contravención anterior… ¡lo dejó ir! Por supuesto eso no ocurrió en Colombia, en donde cualquiera de esos chupasangres le hubiese quitado a ese distraído conductor hasta la dignidad. Porque no hay nadie más inhumano en este país que un agente de tránsito, y no hay nada más terrorífico que ser detenido por uno de ellos. Un ruego para que alguien le eche una mirada a estos ‘servidores’ –que para nada sirven– y que se les brinde una urgente capacitación en Derechos Humanos, respeto y normas de tránsito, porque de lo único que saben es de abusar del ciudadano.

*Texto originalmente publicado en https://sonoticias0.wordpress.com y compartido a la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, por la generosidad de nuestro aliado, el periodista Hernán Riaño.

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad.  Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.