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La Conversa de Fin de Semana by Omar Orlando Tovar Troches is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
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LA VITRINA DE LA CONVERSA
martes, marzo 08, 2022
sábado, febrero 26, 2022
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sábado, febrero 12, 2022
sábado, febrero 05, 2022
domingo, enero 30, 2022
La Paz y la Vida también dan votos
Foto: Portal El Pais de España |
En el acostumbrado ejercicio periodístico capitalino
de priorizar las noticias, en función de la importancia económica o farandulera
que tengan; los colombianos pudimos constatar con altas cuotas de indignación,
cómo, toda la prensa privada de Bogotá le dedicó páginas y tiempo, en primer
lugar, a la justicia espectáculo del Fiscal Barbosa, en su libreto de Sherlock
Holmes criollo, capaz de resolver en tiempo récord, el asesinato de un afamado
estilista de las estrellas de los canales de televisión y en segundo lugar; a centrar la atención de la opinión pública
nacional, alrededor de la situación de guerra en la frontera con Venezuela,
objetivo de la demagogia internacional del uribismo, pero sobre todo, de gran
interés para la industria del petróleo y del contrabando.
Preocupa que la matriz informativa de los
poderosos medios privados de comunicación, siga encasillada en el morbo
amarillista de las notas de farándula y de baranda judicial, en tanto que la
crisis humanitaria, ocasionada por el empecinamiento de la dirigencia
colombiana en hacer trizas el proceso de paz con la ex guerrilla de las FARC-EP,
sigue cobrando víctimas, ya no en términos de días, sino de horas. Las muertes
de lideres y lideresas sociales, incluidas las del niño Breiner Cucuñame y de
Albeiro Camayo , ambos guardias indígenas del pueblo Nasa, ambos protectores de
los DD.HH. y del medio ambiente en el norte
del Cauca, aún siguen esperando un mínimo de atención de estos medios de
comunicación, pero, sobre todo, de la sociedad colombiana, perdida en la matriz
mentirosa de la polarización política, gestada por el terrorismo mediático de
la derecha colombiana, que insiste en el miedo como estrategia electoral.
En este escenario de las pos verdades creadas y
gestionadas por el mercadeo político de las campañas electorales, la vida, la
paz, la verdad, la justicia y la equidad, siguen relegadas a ser asuntos
incómodos que no concitan la atención del posible elector, como sí lo hacen, el
insulto, el terrorismo electoral, el engaño, las promesas alucinantes, el baile
de Tik Tok, o asumir una superioridad moral, declarándose de centro y anti
polarizador.
El miedo a Petro, al castro chavismo, a volvernos
como Venezuela, Cuba y ahora último a Rusia (¿?), vuelven a hacer parte de la
estrategia de miedo acordada y emprendida, una vez más por el uribismo y sus
partidos aliados. A punta de inundar los noticieros, programas y páginas de
opinión de todos los portales de los medios privados de comunicación, con
señalamientos de oscuras relaciones entre grupos armados ilegales, los
vándalos, las primeras líneas de las protestas, con los partidos y movimientos
opuestos al actual gobierno nacional; una vez más, la derecha colombiana y sus
patrocinadores, intentan convencer al muy desinformado elector promedio, de la
necesidad de elegir congresistas y presidente de mano firme y corazón grande,
así no se llamen Álvaro Uribe, lo importante es que se ataje a Petro o a quien
lo represente o se le parezca.
La Paz y la vida, no son los temas sobre los que giren las propuestas de los aspirantes a ser congresistas o a ser presidente y vicepresidente de Colombia, si acaso, se mencionan como parte de los llamados eslóganes de campaña, o para diferenciarse del rival de turno, si éste o ésta no lo hacen primero. Salvo las alusiones que, sobre el tema de la paz, han hecho los partidos y movimientos aglutinados en el Pacto Histórico y las del Candidato a senado Humberto de la Calle; estos temas parecen carecer de importancia en las agendas programáticas y electorales de las campañas políticas para las elecciones 2022.
Imagen Portal Proclama del Cauca
Hace algún tiempo, este servidor, junto con personas
de otras ciudades de Colombia, suscribimos el documento: Carta
abierta a todos los partidos y movimientos políticos de Colombia. HASTA QUE
AMEMOS LA VIDA. (ver: Carta
abierta a todos los partidos políticos de Colombia (proclamadelcauca.com)),
en el que le pedíamos a los aspirantes a congresistas y presidencia de
Colombia; poner en el centro de la agenda de sus campañas; los temas de la
defensa de la Vida, los territorios, el cumplimiento del Acuerdo de Paz con las
FARC-EP y la salida negociada a la actual conflictividad armada. Gracias a la
colaboración de varios medios independientes, tanto de Santander de Quilichao,
como de Bogotá, el documento pudo ser público, sin embargo; ninguno de los
movimientos, partidos o candidatos, a quienes se les hizo llegar el documento, se
tomó la delicadeza de al menos; acusar recibo del mismo, mucho menos de
considerarlo y ponerlo en sus agendas.
Quienes suscribimos el mencionado documento y creemos
que millones de colombianos más, seguimos convencidos de la necesidad de poner
la Vida y la Paz, como centro de atención del ejercicio político del próximo
gobierno nacional y de la agenda legislativa del nuevo congreso. Seguimos
creyendo que ya es tiempo de parar las masacres, el terror, la violencia, el
odio y la intolerancia, que, durante más de doscientos años, se han convertido
en el quehacer de la sociedad colombiana y sus dirigentes.
Una vez más, invito a quien lea estas líneas, a
que nos juntemos para demandar de la clase política y empresarial de Colombia,
que se pongan serios y nos ayuden a parar esta matanza, este abandono, esta
violencia, empezando por el clientelismo, el abuso del poder, la exclusión y la
delincuencia; reunidos todos en el cáncer de la corrupción.
¡ojo! Candidatas y candidatos: La Paz y la Vida
también dan votos.
miércoles, enero 26, 2022
sábado, enero 22, 2022
viernes, enero 14, 2022
IVÁN DUQUE: UN PERFECCIONISTA DEL IMPORTACULISMO
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-
Imagen tomada de: Perfil Twitter @_Gelver_ |
Hablar, escribir, trinar, comentar o publicar alrededor de la aparente irresponsabilidad o incompetencia del encargado, por parte de la derecha colombiana, de la presidencia de Colombia, pareciera ser un ejercicio repetitivo y por supuesto ineficaz; sin embargo, estando a pepo y cuarta de las elecciones presidenciales, imagino que no sobra la tarea de señalar que, votar por lo mismo, no solo, sería incomprensible, sino peligroso.
Aunque desde tiempo atrás, me había impuesto una especie de
censura respecto al tema de la peste del Covid19, casi dos años después, tengo
que retomar el asunto, para seguir señalando la desastrosa ejecutoria en el
manejo de la peste, que el gobierno Duque, le impuso a mandatarios y
mandatarias regionales y locales, hecho este, que por supuesto, tampoco excusa
las desinteligencias que un número mayoritario de alcaldías y gobernaciones,
siguen cometiendo, a la hora del manejo de la crisis sanitaria de la variante Ómicron
del covicho.
Al parecer, el manejo de la pandemia en Colombia, quedó en
manos de un deficiente equipo asesor de imagen, antes que un equipo serio de
científicos de peso. El afán de presentarle a la maleable y desinformada
opinión pública de base colombiana, algunas cifras, pero sobre todo, anuncios,
que vendieran la idea, o mejor, la imagen de una buena ejecutoria del manejo de
la crisis sanitaria y económica, mientras se ejecutaban planes y programas de
emergencia dirigidos únicamente a unos pocos sectores amigos del gobierno
nacional, especialmente, aquellos relacionados con el renglón del comercio; ha
sido la impronta que tanto Duque, como su ministro de salud, le han dado a la
gestión de la peste.
Como consecuencia de la política de importaculismo social y
económico, orientada por los asesores de imagen con título de economistas, a
quienes Duque, les ha soltado el manejo del país; las cifras de apestados por
la última cepa del bicho, se dispararon de forma sustancial, no obstante que,
con antelación, científicos serios de Colombia y del mundo entero, ya habían
advertido sobre las consecuencias de una apertura súbita y simultánea de las
actividades económicas.
Encaramados en el eslogan, que no en una seria estrategia,
de reactivación económica, Iván Duque, en sus aparentes desvaríos de príncipe Caspian
de Narnia y su ejercito de bestias parlantes, se han empeñado en venderle a la
sociedad colombiana unos fabulosos relatos, en los que todo el mundo está
vacunado, la peste ya pasó, la economía colombiana es la mejor de Latinoamérica,
el desempleo sigue bajando, las infraestructuras hospitalarias y educativas son
las mejores del mundo; por lo que ad portas del fin de año 2021, le dio vía
libre al consumismo, el jolgorio, la parranda y el contagio masivo, a pesar de
los sabios consejos de los científicos y algunos economistas serios.
Con la peste galopando por doquier, a pesar de los intentos por disfrazar los peligros del contagio y la enfermedad, afirmando que e@_Gelver_
s una
gripita o el abrazo de Macta, el colombiano promedio ya no sabe qué hacer. Aunque
la economía va bien; sólo que, para unos pocos, (esto es, los exportadores de minería,
cocaína, café y dos o tres renglones más), el paisano de a pie, constata con
tristeza y rabia, que el publicitado (costosamente) aumento del salario mínimo,
no era cosa diferente a otro cuento de Narnia. El colombiano cotidiano, ahora
ya siente que él también hace parte de esas horribles estadísticas de gente que
ya no como tres veces al día y que, al paso que van las cosas; ya ni para dos
veces, alcanza el cacareado milloncito.
Junto con el horrible panorama de constante violación de
derechos humanos, con el que ahora, es mundialmente conocido el actual gobierno
de Colombia, a pesar de la insistencia en la negación constante de la verdad,
como política de Estado; el que dijo Uribe, sigue empecinado en convencer a
Raimundo y todo el mundo, de su constante perfeccionamiento en la estolidez, la
mentira y la irresponsabilidad, desviando la atención de la opinión pública
hacia sus constantes y bien calculadas metidas de pata, sus gazapos e
incoherencia, en tanto que prepara el camino de regreso a las épocas del terror
paramilitar y la seguridad democrática, para asegurar la continuidad de la
derecha en el poder por otros cuatro años más, con el pretexto de ser la única
salida que el desespero colombiano puede tener.
Aprovechando la estrategia del rio revuelto, en medio de
ataques terroristas y la desbordante corruptela del uribismo en el poder a lo
largo y ancho del territorio colombiano,
sin querer queriendo, ha impuesto una reforma laboral a la medida de sus
amigos empresarios, privilegiando la
economía de sus patrocinadores y para
seguir confundiendo y enturbiando las aguas de la opinión; ahora se hace el
loco con el manejo de la peste, obligando a todo el mundo a seguir exponiéndose
a la peste en empresas e instituciones educativas y a hacerse cargo por su
propia cuenta de las consecuencias, esto es, aislándose cuando se sienta
apestado, aprovechando su supuesto aislamiento para tramitar por cuenta y
riesgo propio, su incapacidad.
Don Iván Duque ha perfeccionado a limites inusitados, el
arte del importaculismo. Caracterizado como príncipe Caspian de Narnia-Colombia-Encanto,
hace todo lo habido y por haber, para venderse como un incompetente, un incapaz
o un mal asesorado, cuando en el fondo, ha perfeccionado las artes del engaño y
de la obediencia, ahora que, en apariencia el viejo Aslan del Ubérrimo,
pareciera sufrir, muy convenientemente, ataques de senilidad, intentando decidir
¿Quién será el próximo perfeccionista al que Uribe le dé su rugido de bendición?
martes, diciembre 28, 2021
Se puede... ¡Claro que se puede!
Imagen tomada de perfil FB |
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com
Lo primero que hay que hacer es convencernos de la
justeza y la necesidad de cambiar los modelos, mitos y mentiras con las que
hemos convivido y hemos sido gobernados, por más de doscientos años.
Convencernos de que este cambio es posible, sin tener que acudir a milagros,
mesías, caudillos o a copiar estándares externos, impuestos por el mercado o
las gigantescas empresas trans nacionales, que en últimas; terminan siendo lo
mismo.
Millones de personas desplazadas, cientos de miles
muertas y/o desaparecidas, miles y miles amenazadas, cientos de niños muertos
de hambre, a causa de enfermedades prevenibles y curables, o por acción de la
guerra; así como los millones y millones de desempleados e informales, que
conforman las cientos de miles de familias sumidas en la pobreza, cuando no, en
la más aterradora miseria; conforman el recuento básico de pruebas que
confirman la ineficacia, lo perjudicial y lo inhumano del sistema político y
económico, con el que los verdaderos privilegiados, herederos de los primeros
saqueadores y sus aliados, los prósperos comerciantes de lo ilícito; han
gobernado y piensan seguir haciéndolo por otros cuatro años más.
Seguir creyendo en las maravillas y los beneficios de
una educación con calidad, solo para un sector de la población, que ha generado, como mínimo, dos generaciones de colombianos adiestrados en la prospección, la proactividad, el mindfulness
y demás delicias del entrenamiento tipo emprendimiento multinivel, al mejor
estilo de Yanbal, Herba life, etc.; es un acto de absoluta irresponsabilidad,
con las actuales, pero sobre todo, con las futuras generaciones de colombianos,
que en serio, merecen el buen vivir, que un país tan rico, como Colombia; les
puede ofrecer.
Seguir repitiendo a diestra y siniestra; que intentar
un nuevo estilo de gobierno que erradique las viejas clientelas y los viejos
vicios de la clase política tradicional, es algo así como un suicidio; no es
nada más, ni nada menos, que seguirle apostando a la corrupción, la guerra y la
muerte. Falacias como la pérdida de la confianza inversionista o la llegada del
coco comunista al palacio de Nariño, no es nada más que la respuesta desesperada, de una clase dirigente, acorralada, desnudada en su talante
racista, homofóbico, patriarcal y déspota, que no tiene, ni desea; salidas para
la violencia, la pobreza y la muerte que padecen millones de colombianos,
diferentes al glifosato y el incremento en pie de fuerza en el campo. El miedo,
hecho política de estado y campaña masiva de comunicación social, no puede
seguir siendo la hoja de ruta de Colombia.
Si bien es cierto que las particularidades, propias,
de un país sin un mito fundacional de su nacionalidad, como Colombia, que posee pequeñas naciones, ubicadas en diferentes zonas geográficas,
separadas por las deslumbrantes cordilleras andinas; hace que sea casi
imposible, tramitar una salida unificada a los cientos de miles de problemas,
que los representantes del actual modelo han ocasionado o no han querido
resolver, con tal de mantener el statu quo que los sigue beneficiando. Sin
embargo, esta aparente dificultad, también brinda la posibilidad de explorar
diferentes formas de ver, entender y proponer salidas a la endémica crisis
social y económica, que viven los colombianos, sin que esta exploración
signifique unanimismo u homogenización del pensamiento.
Una vez transitados los arduos caminos de la búsqueda
de sintonía política entre las mil y una visiones que la izquierda colombiana tiene
sobre la realidad del país; es necesario hacer propósito común en el verdadero
objetivo a alcanzar en las próximas jornadas de electores del 2022; en las que
la sociedad colombiana va a elegir a los miembros del congreso y a los nuevos
huéspedes del palacio de Nariño.
Aunque una cosa es el burdo utilitarismo político, que
se ha impuesto y que todavía regula el accionar electoral colombiano y otra muy
distinta, la defensa y promoción de una ética política que impida que la
delincuencia, siga siendo la rectora de la democracia; se hace urgente,
reforzar aquellas propuestas y aquellas candidaturas que planteen el cambio de
modelo económico y social, la lucha
radical en contra de la corrupción, el saqueo de lo público, el clientelismo y
las alianzas con los prósperos comerciantes de lo ilícito; aun cuando no se
encuentren arropadas en las banderas del partido o la coalición que se
considere más de izquierda, más anti corrupción, más democrática, más
progresista o más humana; lo realmente importante es que el viejo establecimiento,
aún con nuevas y jóvenes caras y nombres, le de paso a un nuevo modelo socio
económico, acorde a las verdaderas características y necesidades de Colombia.
Se puede... ¡claro que se puede! Colombia requiere
empezar a construir ese nuevo país, en el que la irracionalidad, lo inhumano, o
la ganancia económica, no sigan siendo las directrices éticas de la sociedad.
Se puede … ¡claro que se puede! Pasar de la indignación en las calles; a la
acción contundente en las urnas.