LA VITRINA DE LA CONVERSA

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miércoles, agosto 30, 2023

¿Compraría un carro para guardarlo en el garaje?*


Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas

Editor: Francisco Cristancho

uno de los dueños del país –quien por estos días anda en toda clase de enredos con Odebrecht-Aval– pretende, por intermedio de su banco, endeudar a unos cuantos con créditos para la compra de automotores. ¿Para qué va a comprarse un carro hoy en día? Si el carro en Colombia es para guardar en el garaje, como consecuencia de la epidemia del pico y placa inoculada por Peñalosa en ciudades capitales e intermedias

Esta semana hay de todo, como en botica; pero no como en botica del gato con botas, sino como en una droguería. ¿Por qué decimos que hay de todo? Pues porque en las noticias escuchamos políticos sinvergüenzas; parlamentarios vagos y candidatos a la alcaldía lacrimosos. Vamos a lo que nos interesa: está al aire un programa –de televisión o no sabemos de qué cosa– en el que cada candidato a la alcaldía de Bogotá prepara una receta. Está la receta de Carlos Fernando Galán, el candidato preferido de la derecha –no porque maneje por la derecha– sino porque es más godo que un hijo de Laureano Gómez, aunque no lo exhiba en sus videos que inundan las redes sociales, quien propone la receta conocida de polisombras, TransMilenios, pico y placa; y eso sí, cero metros subterráneos. Desconocemos si es por desconocimiento o con un ánimo venal, pero lo cierto es que, en su tercer intento, Galán adopta al pie de la letra el recetario de Enrique Peñalosa y Claudia López.

Al momento de redactar esta columna por medio de teléfono, Germán se encuentra en una pequeña ciudad europea llamada Tbilisi, capital de un país que no destaca por su riqueza ni por sus avances tecnológicos; que cuenta con cipote metro para una población de dos millones de habitantes. Sus ciudadanos parecen disfrutar el viaje en metro, y en privado elogian este sistema, en una actitud diametralmente opuesta a la de los bogotanos que corren con la mala suerte de verse obligados a usar TransMilenio para llegar a sus trabajos y regresar a sus casas después de jornadas extenuantes y recurrentes demoras en los servicios. En Bogotá el sistema de transporte público no sirve ni servirá porque hay un par de vivos –o una cadena de vivos– que les gusta negociar con buses y que cuentan con el favor de los mandatarios locales, como es el caso de Enrique Peñalosa y de la que sabemos. En Tbilisi también hay bicicletas y se observan algunos biciusuarios que viajan con ellas en el metro, pero ello no ha obstado –como pareciera que lo ha hecho en Bogotá– a la prestación de un servicio público de transporte multimodal eficaz, seguro y rápido.

En las ciudades colombianas no se justifica gastar en un carro lo que con enorme esfuerzo logran ahorrar los trabajadores, como lo sugiere el Banco de Occidente en reciente publicidad de divulgación exhaustiva. Fíjense lo curioso, uno de los dueños del país –quien por estos días anda en toda clase de enredos con Odebrecht-Aval– pretende, por intermedio de su banco, endeudar a unos cuantos con créditos para la compra de automotores. ¿Para qué va a comprarse un carro hoy en día? Si el carro en Colombia es para guardar en el garaje, como consecuencia de la epidemia del pico y placa inoculada por Peñalosa en ciudades capitales e intermedias durante su etapa como consultor “experto”.

No hace falta engañarse. La principal razón por la que los ciudadanos adquieren un vehículo –pocos de contado y la mayoría a crédito, con tasas de interés altísimas– es para evitar la ordalía diaria que supone el transporte público basado en BRT de la mayoría de las ciudades colombianas, con la notable excepción de Medellín. Nuestra recomendación es que desatiendan el canto de sirena del banquero caído en desgracia e inviertan en cosas que puedan disfrutar cuando les plazca. Como están las cosas, resulta más beneficioso comprarse un garaje que un vehículo, pues al menos aquel lo puede usar como depósito sin que le impongan absurdas y onerosas cargas adicionales al impuesto correspondiente. Teniendo en cuenta las limitaciones al uso y goce del vehículo particular que dejaron los alcaldes Peñalosa y López, ¿qué puede esperarse de uno de sus más juiciosos alumnos y antiguo compañero de andanzas?

Nos dispensarán por lo breve de esta columna, pero Germán está muy lejos de Pablo y debemos sortear todo tipo de obstáculos para redactarla. Les pedimos que, mientras Germán descansa, ustedes –nuestros apreciados lectores– digieran esta columna y en la medida de lo posible se abstengan de acompañar su lectura con un trago, pues, aunque entendemos que el panorama de la ciudad desazona a cualquiera, no pueden desaprovechar el día en que la alcaldesa les permite disfrutar de su propiedad móvil.

Adenda: Mucha atención les recomendamos pongan a los debates, a propósito de las elecciones que se avecinan. Aquí en Bogotá, el ‘estadístico’ no disimula su gusto por el tal “corredor verde”, que no es otra cosa que más TransMilenio pintado de otro color. Como dice uno de los Gasca: “y después no digas que no te avisamos...”

¡Hasta la próxima semana!

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad.  Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

 Texto publicado originalmente en: SoNoticias – Periodismo verídico para proporcionar elementos para la creación de conceptos propios (wordpress.com) y compartido en La Conversa por cortesía del periodista OTTO HERNÁN RIAÑO


miércoles, agosto 16, 2023

En Estados Unidos sanción, en Colombia impunidad *




Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas

Editor: Francisco Cristancho R.


En la teoría el juez es un ente imparcial, quien después de escuchar las alegaciones de las partes dicta en derecho la decisión que reconoce una garantía o impone una sanción. En la práctica no siempre es así.

Las legislaciones penales colombianas parecen estar hechas para que reine la impunidad y el hampa con privilegios que permiten gozar de libertad, mamarle gallo a la opinión pública y seguir en las mismas. Veamos el caso de José Manuel Gnecco, quien está acusado de haber dado muerte a su esposa María Mercedes, hecho que ocurrió a finales de 2021 y, sin embargo, la audiencia final de juicio está en veremos por dilaciones y ‘recursitis’ de la defensa. Cuenta El Espectador en su edición dominical que el señor Gnecco está siendo juzgado por un amigo suyo, magistrado del tribunal de San Andrés que ha resuelto no declararse impedido para conocer del proceso. Es frecuente ver cómo, so pretexto de una libertad, el sub júdice escapa de la acción de la justicia. Nos dirán que somos carceleros, y no señores, todo lo contrario; pero sí queremos que se aplique la ley sin distinción de cuenta bancaria o posición social. Esta es nuestra protesta ante semejante acto de impunidad.

¿Por qué será que en cada crimen de importancia aparece el sello colombiano? En el magnicidio del presidente de Haití hubo colombianos implicados; mercenarios que otrora habían portado uniformes de las fuerzas militares y opacos empresarios que desde Miami habrían urdido el plan para desestabilizar por completo este país caribeño. Los autores materiales ya están donde deben estar: en la cárcel. Nada de casinos ni de escuelas de cadetes. ¿Y los determinadores? Hasta donde se ha conocido, sus procesos siguen en indagación por parte de las autoridades haitianas y estadounidenses. Lo cierto es que si los estuvieran juzgando en Colombia ya gozarían de libertad o estarían esperándola cómodamente en una guarnición militar.

El epítome de este fenómeno de exportación de sicarios ocurrió hace tan solo una semana, en Ecuador, donde asesinaron a un candidato presidencial y sus presuntos homicidas son seis connacionales nuestros. Por otra parte, hay casos en los que no se precisa hacer viajar a los asesinos, como con Marcelo Pecci, fiscal paraguayo de renombre quien se disponía a disfrutar en paz de sus vacaciones en Barú, hasta donde llegaron sicarios contratados por una organización criminal que perseguía en su país y le causaron la muerte. El mercado de ‘perros de guerra’ preocupa y debe ocupar la atención de las autoridades, en particular de las fuerzas militares en tanto suelen ser exmilicianos quienes lo conforman. Si no se da un tratamiento oportuno a este asunto puede convertirse en obstáculo para las relaciones con los países receptores de estos asesinos a sueldo y eventualmente afectará la política exterior de Colombia.

Un titular nada complicado y honesto en el que se informara que el Grupo Aval fue sancionado con una multa de 40 millones de dólares por los sobornos de Odebrecht, lo convirtió sin escrúpulos El Tiempo en una absolución

Galimatías han armado algunos periodistas por tratar de decir y no decir lo que ya es un decir. En las portadas y en los micrófonos de unos pocos, pero poderosos medios le hicieron el quite a la noticia de que una de las empresas del señor Luis Carlos Sarmiento Angulo había sido sancionada con una cuantiosa multa por parte de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, con ocasión de las trampas que emprendieron en asocio de Odebrecht para hacerse con contratos de infraestructura vial. Por lo visto, hay quienes no quieren enfrentarse con uno de los mayores financiadores de pauta del país, incluso si ello resulta perjudicial para sus audiencias. Prevaleció el ansia de alimento al interés por informar. La cosa fue tan cómica que hubo un periodista que afirmó que habían impuesto una multa y al mismo tiempo lo habían absuelto. Si uno no estaba enterado de lo ocurrido, podía llegar a creer que el gobierno estadounidense estaba premiando al Grupo Aval por sus buenos oficios en el desarrollo de la infraestructura de Colombia.

El periodista Gerardo Reyes, a quien tomamos de su cuenta de Twitter, resumió el problema así: “Un titular nada complicado y honesto en el que se informara que el Grupo Aval fue sancionado con una multa de 40 millones de dólares por los sobornos de Odebrecht, lo convirtió sin escrúpulos El Tiempo en una absolución”. Acompañaba su comentario un titular que aparece en la página web de El Tiempo y que se lee “Justicia de EE.UU. deja libre de investigaciones a Grupo Aval por caso Odebrecht”. Con el valor y la independencia que lo caracterizan, el primero en informar la decisión de las autoridades gringas como correspondía fue Daniel Coronell, quien publicó en su cuenta de Twitter: “La SEC de Estados Unidos multa al grupo Aval de Colombia por prácticas corruptas relacionadas con Odebrecht…”

Destacamos por extraño y preocupante lo reportado por Noticias Uno tras la decisión de las autoridades estadounidenses: en Colombia, el Grupo Aval fue multado por haber pagado sobornos por el orden de los 6.5 millones de dólares, pero en Estados Unidos admitió haber sufragado 23 millones de dólares en coimas. Nos preguntamos, ¿esta discrepancia no es un patente fraude procesal? De lo que sí estamos seguros es del poder de vidente, que no bidente, del ahora presidente de la República y entonces senador, Gustavo Petro. Lo que dijo Petro en relación a esta trama criminal fue predicción de lo que efectivamente ocurrió: desde la indagación que tenía que iniciar la autoridad estadounidense al estar listado en bolsa el Grupo Aval, hasta la posibilidad de negociar una eventual condena y la casi garantizada impunidad en las instancias nacionales. Escúchenlo por ustedes mismos dando clic acá.

Hay gente que nos presta toda credibilidad al momento de acusar a alguien, por su experiencia y capacidad investigativa. Es el caso de Gonzalo Guillén, conocido con el hipocorístico Heliodoptero, quien venía anticipando desde hace mucho rato que a los partícipes del piquete de Odebrecht-Sarmiento les aplicarían las cuarenta, permitiendo que muchos le dijeran fantasioso, insidioso y de plano mentiroso. Hoy vemos que Guillén no estaba poniendo las cartas sino su granito de arena para que hubiese justicia. No nos queda más que aplaudir su trabajo y el de varios periodistas que se ocuparon desde el primer momento de este caso.

Notas varias:

Apuntes buenos se ven ocasionalmente en Twitter, como el de este internauta en el que se refiere al hipotético atentado contra el fiscal Barbosa –cuya credibilidad ha sido puesta en entredicho– y que en opinión suya no sería con criptonita sino con el artefacto que verán a continuación:

Ingenioso y perspicaz nos pareció este tuit de Diana López Zuleta: “Nunca se me había pasado por la cabeza que innumerables asesinatos, incluido el de mi papá, fueran motivo de aplauso y recurso para adquirir votos. A Juana Gómez Bacci, hija del asesino Kiko Gómez, no le da vergüenza y dice: “tengo que cumplirle a mi papá”. […] Cuando ella dice que va a cumplirle al asesino, las víctimas nos preguntamos cuántos homicidios hacen falta”. Oportuna y justa descripción de la mentalidad de ese personaje. Estará en la puerta del horno el aval de los partidos de la derecha para la señora Juana Gómez, sucesora del clan.

Adenda: si quieren entretenerse en medio de todas nuestras desgracias, tienen que escuchar la más reciente conversación entre Urías Velásquez y uno de los coautores de esta columna en “La Hora del Terror”, segmento en el que hacen sorna del acontecer nacional. Dé clic acá para ver el video, espiche duro. En esta conversación no hay lugar a mentiras ni a silencios pagos.

Adenda dos: esta columna, para satisfacción nuestra, es reproducida en varios medios de comunicación, entre otros uno denominado La Conversa. Los invitamos a que, si por algún motivo no pueden acceder a la columna por los medios habituales, se dirijan a ese medio a leer lo aquí escrito. Gracias a su director, Otto Hernán Riaño, y a sus lectores.

¡Nos leemos en la próxima!

*Texto publicado originalmente en: https://www.sonoticias.com.co/   y compartido con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana gracias a la generosidad de sus autores y del periodista Otto Hernán Riaño

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