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LA VITRINA DE LA CONVERSA
domingo, septiembre 11, 2022
martes, septiembre 06, 2022
Juntos, pero no revueltos
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| Panorámica de CAM Santander de Quilichao. Tomada de: Radio 1040 A.M. |
Por: Omar Orlando
Tovar Troches – ottroz69@gmail.com-
Una de las
características más sobresalientes de quienes han hecho política y se han hecho
elegir por partidos, movimientos y grupos significativos de ciudadanos, que
representan la política tradicional colombiana, es su asombrosa capacidad de atribuir
a los demás, la historia, la economía o a la misma naturaleza, la responsabilidad
de sus desaciertos o de su ineptitud.
Este
comportamiento, rayano a la impudicia, que ostenta la clase política
tradicional, normalmente es exhibido cuando las circunstancias adversas, e
incluso, las críticas a sus metidas de pata o a su inacción, se salen de
control. En estos momentos de crisis, el cinismo se les sale, el oportunismo
toma el control y en lugar de apelar a una actitud humilde de reconocimiento de
los errores, la falta de tino para decidir o de la ignorancia sobre tal o cual
asunto; asumen una actitud de superioridad moral y terminan acudiendo a la auto
victimización y al ejercicio del espejo retrovisor, para endilgarle su ineficiencia
e incapacidad a administraciones pasadas, sin importarles, siquiera, que éstas
hayan sido sus aliadas o sus patrocinadoras.
Este escenario,
tristemente naturalizado por las ciudadanías necesitadas, pero, sobre todo,
desinformadas, es el que presenta la actual administración de Santander de
Quilichao, en momentos en los que, los niveles de inseguridad y de violencia
que azotan a este municipio norte caucano, han alcanzado niveles inimaginables.
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| Imagen tomada de: cuartodehora.com |
La ciudadanía atemorizada por el clima de violencia que ha implantado la delincuencia en todas sus formas, ha empezado a manifestar su indignación por la total ineficacia de las medidas que ha tomado la administración municipal y siente que tanto la alcaldesa, como los altos mandos militares, no están cumpliendo con su obligación constitucional de preservar la vida, honra y bienes de quienes habitan en esta zona del norte del departamento del Cauca.
Ahora bien, una vez señaladas las características de la clase política que desde hace veinte años y hasta la fecha, ha tenido la responsabilidad de lo que en la actualidad acontece en el municipio más importante del norte del Cauca, se hace necesario plantear que, no es de extrañar el tibio llamado a la unidad, que desde el despacho de la alcaldía de Santander de Quilichao, se hace a algunos sectores de la sociedad civil de esta comarca, toda vez que, como se venía señalando, este es uno de los comportamientos típicos de la clase política tradicional, cuando se encuentra impotente ante el resultado de haber transitado la acostumbrada ruta del amiguismo clientelar y de la desconexión con la realidad política y social del territorio que supuestamente “administran”.
Contrario a lo que
piensan algunos miembros de la oposición política quilichagüeña, quien estas
líneas comparte, no considera que el llamado a la unidad que hace la mandataria
local, pueda considerarse como incoherencia, todo lo contrario; tal y como se
ha venido planteando en esta columna, esta actuación hace parte de la línea
política de la derecha tradicional colombiana, que una vez abrumada por la
efectividad de su incompetencia, acude a una especie de chovinismo local,
aprovechando el desespero de la sociedad, para intentar “democratizar” su
fracaso, echando mano de iniciativas ajenas para salir del paso y ¿por qué
no?... ejecutar una maroma de re encauche, o de mimetización de su posible
sucesor (a), así sea en el cuerpo de algún aliado.
No obstante que la
confianza ciudadana hacia la mandataria municipal, se encuentre en muy malas
condiciones, lo cierto es que, la sociedad quilichagüeña debe dar el paso de
reclamar para sí, el poder constitucional que tiene (Artículo 3 de la
Constitución Política de Colombia), con el propósito de buscar salidas
consensuadas al gravísimo problema de inseguridad que padece el municipio. La
Carta Política colombiana ofrece varias alternativas de participación
ciudadana, dentro de la que está incluida la del Cabildo Abierto, o los
diferentes espacios de coadministración que ofrece la arquitectura estatal (los
consejos municipales de planeación, de juventud, entre otros espacios) ya que
el ente de control político y de coadministración dominado por los aliados de
la alcaldesa, se ha rehusado a cumplir con su obligación constitucional.
Debe quedar claro que el llamado no es para rodear a la actual alcaldesa o al Bonillo –Grijalbismo, sino al ejercicio de la búsqueda conjunta de soluciones que puedan restablecer la tranquilidad al municipio y que eviten brotes de justicia por mano propia.
Debe quedar claro que el llamado que hace este opinador, no es a rodear a la actual alcaldesa o al Bonillo –Grijalbismo en todas sus vertientes, sino al ejercicio de la participación democrática directa, a la búsqueda conjunta de soluciones, que no solo, puedan restablecer la armonía y la tranquilidad al municipio, sino que además, eviten brotes de justicia por mano propia, ocultos en convenientes nombres de grupos de seguridad ciudadana, grupos de reacción ciudadana, seguridad comunitaria, etc., ya intentados por el uribista ex secretario de gobierno de la actual administración municipal de Santander de Quilichao. La seguridad y la convivencia ciudadana no pueden quedar, como los cacareados Consejos de Seguridad, en un simple y muy utilizable llamado a la unidad, sino que debe ser un llamado a la civilidad y a la solidaridad ciudadana.
Ante crisis de
extrema gravedad, como la que atraviesa Santander de Quilichao, es necesario
estar juntos en torno a buscar soluciones, lo que no podemos permitir es una
revoltura coyuntural para tapar veinte años de lo mismo. Quilichao no puede
permitirse el lujo de seguir la misma senda. Ya fue suficiente de la
alternancia de los de siempre, así sea con sus nuevas caras, ahora en trance de
mimetismo y de ventajosa aproximación a sectores alternativos.
Juntos, pero no
revueltos.
domingo, septiembre 04, 2022
sábado, agosto 27, 2022
domingo, agosto 21, 2022
jueves, agosto 18, 2022
PENSIONADOS DEBEMOS ACEPTAR LA PROPUESTA DE GRAVAR LAS PENSIONES
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| Imagen tomada de: tributi.com |
Por: Carlos Julio Medina Triana
Pensionado de Telecom - Miembro de Nuestra Memoria Colectiva
En primer lugar, quiero que comprendamos, ante todo, el
espacio en el que nos estamos moviendo los pensionados.
Por un lado, de acuerdo a la información disponible,
actualmente hay reportados como pensionados, alrededor de 2.350.808 de
colombianos, mientras que los adultos mayores, es decir, personas de 60 años o
más en el país, estarían por el orden de 6.808.641.
De otro lado, según los resultados de las encuestas de
opinión, publicadas durante la campaña presidencial, está población, es decir
las personas de 60 años o más, incluidos los mismos pensionados; en su mayoría
no apostaban por el triunfo de Gustavo Petro.
Ahora bien, luego del triunfo electoral del actual
presidente de Colombia, es necesario que empecemos a observar con detalle, lo
afirmado por el actual gobierno; que propone que pagarán impuesto todos aquellos
que tengan ingresos brutos mayores a 10 millones de pesos. En el escenario así
planteado, para la discusión debemos considerar dos aspectos fundamentales.
Desde hace mucho tiempo hemos librado una fuerte lucha para
obtener un equilibrio social, basados en que, durante la existencia de nuestra
República, más de doscientos años, la oligarquía, de la mano de los
gobernantes, han construido un marco socio-jurídico, en todos los órdenes, que
los cubre de privilegios y que alimenta las diferencias sociales. Estos
privilegios han sido convertidos, artificialmente, en parte nuestra cultura, pero,
sobre todo, en una parte fundamental de las leyes que nos rigen.
Estos beneficios, elevados a la categoría de leyes de la
República, han permitido que estos funcionarios, todos con altos salarios, que incluso
sobrepasan la ley, obtengan mesadas pensiónales altas, beneficio que comparten
con gerentes y funcionarios de alto rango de la empresa privada, la banca y la
industria; mientras que la tabla salarial de los demás trabajadores colombianos,
sean estos profesionales o no, difícilmente superan los 10 SMLV (Salarios Mínimos
Legales Vigentes).
Estas situaciones nos han llevado a proponer el desmonte de
todo este tipo de privilegios, entre los que se encuentran, los exuberantes
beneficios para los congresistas y los altos funcionarios del estado, así como
el vacío legal y jurídico existente en las normas laborales y asistenciales,
que permite estas anomalías contrarias a la obligación del estado, de proteger
a los ciudadanos más vulnerables.
Ir en contra de la propuesta del gobierno de gravar las pensiones superiores a los 10 millones de pesos, es hacer defensa de la injusticia laboral y pensional que queremos acabar.
Así las cosas, al ir en contra de la propuesta del gobierno
de gravar las pensiones superiores a los 10 millones de pesos; como se planteó
en pasadas oportunidades, entramos en una enorme contradicción con nuestros
principios de equidad y, paradójicamente, entramos a hacer la defensa de la
injusticia laboral y pensional que queremos acabar.
Regresando a las cifras disponibles; si sacáramos la
diferencia entre las personas mayores de 65 años, que ya deberían tener pensión
en Colombia y quienes si la tenemos, suponiendo que todos somos mayores de 60
años, veríamos qué hay 4.457.833 colombianos adultos mayores que deberían tener
pensión y hoy no la tienen. Esta diferencia, seguramente, corresponde a los 5
millones de adultos mayores a quienes el actual gobierno propone pensionar con
medio salario mínimo. Nuestra discusión debe enfocarse en obtener la pensión digna
para todo el que tenga derecho a ella, fijando un valor tope a cargo del estado,
que podría ser del orden de los 10 SMLV y lo que pase de allí debería ser con
cargo al sector privado.
En este orden de ideas, no podemos limitar la función
legislativa del actual gobierno, pretendiendo sustentar la existencia de
normas, distintas a las constitucionales, pues esto limitaría la autonomía de
los legisladores y la discusión planteada frente a la defensa del privilegio de
exonerar las pensiones de gravamen fiscal, terminaría dándole la razón a algunos
congresistas para no reducir sus privilegios.
Al desenfocar la discusión de la histórica lucha por un
sistema pensional realmente equitativo, pero sobre todo digno, lo que se
terminaría planteando sería: quitar los privilegios de ellos, pero mantener los
de algunos pensionados, exactamente del 0,31% de los 6.808.641 colombianos que
deberían tener pensión, o del 0,89% de los 2.350.808 actuales pensionados.
Esta particular postura de oposición a la propuesta de
gravar las pensiones más elevadas, con el propósito de brindar la posibilidad
de acceso a este derecho a un gran número de colombianos que no la tienen, revela
otra cara de la misma contradicción, de la que seguro saldrán ganadores
aquellos que no apoyaron el triunfo del pacto histórico.
Por tal motivo propongo que los pensionados debemos aceptar
el gravamen propuesto por el actual gobierno, sobre la base de ingresos brutos
mayores a los 10 SMLV.


