Por que no soy cristiano
Por:Bertrand Russell
https://www.bloghemia.com/2021/01/por-que-no-soy-cristiano-por-bertrand.html
Por que no soy cristiano
Por:Bertrand Russell
https://www.bloghemia.com/2021/01/por-que-no-soy-cristiano-por-bertrand.html
Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-
Tal y como ya nos tiene acostumbrados, el gobierno uribista de extremo centro de don
Duque y asociados, nuevamente salió con una de sus brillanteces, esta vez en
boca del director del DANE, Juan
Daniel Oviedo, quien haciendo alarde de extrema agudeza mental y súper poderes
de análisis, manifestó respecto a las cifras de su estudio sobre la pobreza en
Colombia que: “…precisamente los hogares cuyo jefe de hogar está desempleado
tienen una mayor probabilidad de caer en la pobreza,…”. Monumental demostración
de perspicacia, equiparable a la de quien descubrió que el agua moja.
Pero, más allá
de las delicias epistémicas del gobierno del malabarista balompédico, diestro guitarrista, narrador de cuentos de
unicornios y enanos naranjas y mejor amigo del tal Maluma, lo que realmente
llama la atención es la confirmación oficial del aterrador estado de pobreza y
de inequidad, en la que está sumida la población colombiana, incluso con la
colaboración del que dijo Uribe, ahora graduado de presentador de magacines
televisivos.
Aterra
comprobar, que las cifras del DANE, enmarcadas en el rebuscado y pomposo lenguaje
técnico de su director y demás tecnócratas, demuestran hechos conocidos
empíricamente, tales como, aquellos en que se muestra que antes de la pandemia
y ya bajo el gobierno centrista de Duque, los niveles de la que el informe
llama “pobreza monetaria”, ya venían mostrando alarmantes incrementos, así como
aquellos referidos a la llamada pobreza extrema o línea de miseria. El director
del DANE, reconoce en su informe que por ejemplo, los nuevos debutantes en pobrecia
y miseria pasaron respectivamente del 34,7% en 2018 a 35,7% en 2019; y de 8,2%
a 9,6% en ese mismo periodo de tiempo.
Estos datos, salidos de la entraña del gobierno nacional, demuestran la verdad, sabida empíricamente, según la cual, más de la mitad de la población colombiana fluctúa entre la pobreza y la miseria, esto es, familias que tienen que sobrevivir con menos de 40 dólares al mes. Esta espeluznante revelación oficial contrasta y choca con las declaraciones del actual ministro de hacienda colombiano, quien sin rubor en la cara y sin remordimiento alguno, ha expresado en distintos foros que el salario mínimo que ganan, los ahora sí privilegiados asalariados criollos, es muy alto, perla esta, solamente comparable con aquella expresada por el DANE según la cual, quien alcance a ganar $137.000 al mes ya no se considera pobre, o mejor, en términos técnicos: POBRE MONETARIO.
Y como para
ponerle un poco más de suspenso y terror al delicioso informe decembrino del
DANE, FEDESARROLLO, el oráculo de Delfos de Duque y sus muchachos, ha
manifestado que gracias a la peste del Covid19, las estimaciones de más pobres,
desposeídos y muertos de hambre en Colombia, o mejor “Pobres monetarios”, tal
como los doctores los llaman, podrían incrementarse en un 44%. Un oscuro
panorama, que curiosamente, también contrasta con las estimaciones de las
autoridades económicas colombianas, en las que el golpe en la economía colombiana,
podría ser superado rápidamente, eso sí, con la solidaridad del pueblo
colombiano, renunciando a pretensiones exageradas de salario mínimo más alto y
una que otra contribución fiscal de más, que haría la muy solidaria clase media
colombiana.
Tal y como
hasta aquí se ha relatado, ni el informe del DANE, ni mucho menos los estudios
de FEDESARROLLO, apuntan a plantear soluciones diferentes para salir de la
preocupante crisis económica que ya venía padeciendo la mayoría de la población
colombiana, agravada con la crisis sanitaria ocasionada por la peste del Covid,
diferentes a las ya intentadas y fracasadas recetas neoliberales de contracción
de los salarios reales de los trabajadores y la ampliación de la base
tributaria de, la ahora empobrecida, clase media colombiana, pasando, ni más
faltaba, por las reducciones, excepciones y alivios fiscales para algunos
sectores de la producción, particularmente, el sector financiero, el importador
y en términos generales, el comercial, de los grandes almacenes de cadena.
El periodo de
pos pandemia, que aún no se sabe cuándo empezara, ofrece más, mucho más de lo
mismo, para una sociedad agobiada por el miedo a la peste, a la muerte, pero
sobre todo a la pobreza, que sin embargo, tuvo los arrestos para gastarse más de
DOCE BILLONES DE PESOS en tres fines de
semana, durante la orgía consumista de los días sin IVA, y los mal llamados
black Fridays, sin contar con los datos de las compras decembrinas de último
momento y que han disparado el número de apestados y fallecidos.
Aunque se va a leer rudo y hasta insensible en unas fechas de por si sensibles, los despistados colombianos empujados por la tacañería irresponsable del gobierno Duque y la propaganda de los gremios, se lanzaron, los unos al rebusque del diario en la actividad comercial y los otros a gastarse hasta lo que no tenían, para solidarizarse con el despegue de la economía nacional, aupados todos, por una fuerte campaña mediática de presiones al gobierno de Duque para abrir la economía, por parte de COTELCO, FENALCO y otros gremios que vieron en esta época, la oportunidad de enriquecerse a costa de la confusión y el miedo a demostrar la pobreza o apestarse, en la que cayeron los despistados colombianos, encantados por los cantos de sirena de una irresponsable campaña publicitaria, que llamaba al retorno a la normalidad decembrina, en medio de una aterradora realidad de pobreza y covid.
Por:
Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-
La peor
tragedia política que ha padecido la sociedad colombiana en los últimos años,
es haber permitido que la cultura traqueta, impuesta por los señores y señoras
de la guerra, a través de sus mandaderos en el congreso y presidencia de
Colombia, impusieran, no sólo el modus vivendi del país entero, sino, el qué hacer de la democracia colombiana.
La
influencia de la contra cultura del narcotráfico ha calado tan profundo en el
inconsciente colectivo del colombiano promedio, que hoy es casi imposible
separar la vida normal de la sociedad, de la influencia del negocio de las
sustancias psico activas de comercio ilícito, de hecho, se ha llegado al
extremo de romantizar la vida de los capos asesinos de los carteles de la droga
y la minería ilegal colombiana, a un extremo tal, que incluso, el otrora serio,
canal cultural Discovery Channel, ha dispuesto buena parte de su parrilla, para
reforzar el mito de Robin Hood criollo de Pablo Escobar, y ni hablar de la
narcotización de las políticas públicas de los gobiernos colombianos, plegados
a las directrices de la DEA.
Foto: Imágen del Congreso de Colombia
Entonces, cuando el jefe natural de la derecha colombiana, Alvaro Uribe, publicó en sus redes sociales una advertencia sobre el futro político inmediato de Colombia, esto es, las elecciones de congreso y presidencia del 2022, la sociedad colombiana entró en una especie de estado de alerta comunitario, tratando de entender ese “ojo con el 2022” planteado hábilmente por el líder supremo de la centro derecha y la derecha colombiana. La enigmática anunciación de Uribe Vélez, puso a cavilar, sobre todo, a la clase política, incluidos analistas, encuestadores y periodistas y, cómo no, a la izquierda, que ahora no se llama izquierda si no progresismo o alternatividad.
La
sociedad colombiana, pero sobre todo la dirigencia política, está tan inmersa
en el campo de juego diseñado por la contra cultura traqueta, hábilmente aprovechado
por la centro derecha y la derecha; que una frase, si se quiere desprevenida,
de Uribe, bastó para que todos, absolutamente todos los jugadores políticos,
corrieran presurosos a alistar sus cábalas y sus apuestas, para rediseñar sus
estrategias de mercadeo político, a fin de salirle adelante a la admonición
electoral del uribismo.
En las
toldas de la Colombia Humana, así como en los partidos y movimientos
alternativos o progresistas, que no de izquierda, pronto se empezaron a pedir y
a hacer jugadas tácticas, con el propósito de montar una campaña, que ahora si
o si, asegure los votos suficientes para vencer al monstruo político del
Uribismo. Al parecer el “ojo con el 2022” de Uribe en sus redes sociales, bastó,
no solo para insinuar, sino para ir implementando una especie de relajamiento
de los también férreos preceptos éticos, esgrimidos por estas agrupaciones,
como principios rectores de su quehacer político y administrativo, que los
diferenciaban de la relajada ética y la corruptela de la derecha.
Ganar
si o si la presidencia de Colombia en el 2022, parece ser el mantra asumido
como slogan publicitario por más de un activista y dirigente del progresismo
nacional. Causa, como mínimo curiosidad, observar la manera en que
paulatinamente, las prácticas políticas que causaban repulsa en la gran mayoría
de los militantes y simpatizantes de la otrora izquierda colombiana, poco a
poco, por obra y gracia de la frasecita de Uribe; le vienen dando paso a las
practicas manzanillistas, clientelares y de estratégicas alianzas, con antiguos
enemigos políticos, a quienes solo hasta ayer se les señalaba como co-autores
de la tragedia nacional.
Claro
que en un futuro, ojalá no tan lejano, de reconciliación nacional y de tránsito
hacia la paz, es necesario, eso que llaman ahora como sinergia de todos los
actores sociales y, sobre todo, políticos, para re encaminar el destino de
Colombia, eso, se reitera, no debiera tener objeción alguna. Sin embargo, y dado
el histórico comportamiento de ciertos actores y ciertas actrices de la
política colombiana, muy dados al oportunismo electoral y a la traición, si valdría la pena ir
evaluando, no el curriculum de esos nuevos mamertos, si no el papel que tendrán
en un probable y necesario frente amplio progresista de cara al ejercicio
electoral del 2022.
Resultaría
triste y contra producente para el progresismo, que ocurrieran desaguisados a
la hora de ejercer la administración pública, tales como los acontecidos en tiempos
de Luis Eduardo Garzón en su paso por la Alcaldía de Bogotá, así como en otros
escenarios en los que la vieja izquierda, hoy progresismo, logró hacerse al
poder, en los que, no obstante haber logrado el éxito electoral soportado en
las bases progresistas; a la hora de definir los encargados de co administrar
desde la alternatividad; a los históricos activistas, líderes y trabajadores
del progresismo se les dejó con un palmo de narices; quedaron por fuera de esas
administraciones y no precisamente por falta de perfil.
Un
viraje en el rumbo del modelo político que ha gobernado a Colombia durante toda
su existencia, es necesario, puesto que, la misma historia ha venido
demostrando, no sólo la inequidad y lo inhumano del actual modelo, sino que
últimamente, también está demostrando su ineficiencia, incluso para el mismo
capitalismo. No obstante esta urgente necesidad de cambio político, éste debe
ser hecho con decisión, sin ambages, sin medias tintas y sin grandes
concesiones a ese mismo modelo, de lo contrario, estaremos de frente, en el
2022, a un nuevo episodio de frustración y de desencanto, con el acumulado de
muertes y desolación que tal resultado, necesariamente acarreará.
QUE PARE YA LA MATANZA
Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-
Carlos Escué, del resguardo Munchique los Tigres en Santander de Quilichao, coordinador local de jóvenes y vocalista del grupo musical Intentos de Amor. Juan Carlos Petins, del resguardo Belalcázar en el municipio de Páez – Cauca. Eduardo Pino Julicué, hijo de la exconsejera y lideresa de la ACIN Luz Eyda Julicué Gómez, de Caloto. Emerli Basto, Fernando Trochez y David Trochez (hermanos), también de Santander de Quilichao; todos ellos indios, todos ellos asesinados.
¡Que pare ya
la matanza!, recogía en una de sus publicaciones en red, el también indio y
amenazado; senador Feliciano Valencia.
El contador
de masacres en el Cauca, parece el contador de kilómetros de una chiva intermunicipal.
Todos los días amanecemos con la noticia de amenazados, desplazados y
asesinados, sin que hasta la fecha se vea voluntad alguna por parte del
pusilánime gobierno nacional, en cabeza del flojo presidente Duqe y el cínico e
inútil ministro de defensa Carlos Holmes- el gris; de tomar algún tipo de
medida, más o menos razonable, para detener este rio de sangre que no para de
fluir en el Cauca, diferente a la de más plomo y glifosato.
Los mandatarios locales y el regional, quizás amedrantados y temerosos como el resto de sus conciudadanos caucanos, carecen del coraje necesario para emprender con energía, pero sobre todo, con valentía y dignidad, la defensa de sus electores y gobernados. A ellos solo les interesó, y les pararon bolas, irle a pedir al gobierno de Uribe, que les quiten las restricciones de contratación, en la ley de garantías electorales; para lo demás, seguimos en Pandemia.
Más allá de
los repetidos e inservibles consejos de seguridad, cuyos resultados se
materializan en el incremento del pie de fuerza policial y militar, para su
respectivo amontonamiento en las
estaciones de policía o en los
innumerables, estáticos e ineficaces retenes militares que copan el territorio,
donde precisamente están ocurriendo las masacres; no hay a la vista, otra
solución por parte del Estado colombiano, que no sea seguir a pie juntillas los
dictámenes de la D.E.A.
Claro que
esta nota está escrita con rabia, con dolor, pero sobre todo, con impotencia e
indignación, al constatar, no la ineficiencia de este gobierno, sino el
silencio cómplice y la justificación del genocidio, por parte del resto de la
sociedad, a quienes la guerra, las balas asesinas, las amenazas, el
desplazamiento, las muertes y la sangre, les parecen del universo Netflix y no
la de sus vecinos o paisanos.
Ya no
sabemos cómo seguir pidiendo auxilio, cómo seguir rogando que por favor no nos
maten, sólo nos queda juntarnos con el indio Feliciano, para seguir colocando
en las redes sociales: ¡QUE
PARE YA LA MATANZA!
¿Y ACASO… EL DIEGO NO ERA INMORTAL?
Por: Omar Orlando Tovar Troches -ottroz69@gmail.com-
Al parecer no.
No han bastado las tres o más noches con sus respectivos amaneceres, luego de la noticia de su deceso, para confirmar que la respuesta sigue siendo que no; El Diego no era inmortal. A estas alturas de la nada que dejo la partida de un grande, nosotros sus admiradores, sus seguidores, aún estamos como medio pasmados, suspendidos en el limbo de la interminable sucesión de imágenes de su cortejo y de su siembra al lado de sus viejos.
Con la
venia del inmenso Benedetti, la muerte
del Diego nos dejó así, consternados rabiosos. Aunque esta muerte, la
del Pelusa, haya sido uno de los absurdos previsibles, después de ese trasegar
suyo entre la gloria y el infierno.
Estamos consternados rabiosos, porque sentimos que no nos
pidió permiso para abandonarnos, se fue sin decir adiós, sin previo aviso, de
repente. Nos sentimos como engañados, como decepcionados, como burlados, porque
siempre, pero siempre; creímos que El Diego era inmortal. ¿Cómo se le ocurrió
engañarnos de esa forma?
Ahora, tras el show que hicieron de su vida, de su muerte y
de su siembra, esos mismos y mismas que posaron circunspectos y hasta
apesadumbrados por la desaparición del d10s albiceleste, se aprestan para
servir de altavoces de los malquerientes del eterno pibe, para amplificar la
envidia, la maledicencia de aquellos que se alinearon junto con los poderosos,
para glosar cada día, cada hora, cada segundo, cada respiro, cada parpadear y
cada palabra del más grande 10 de al mundo.
Sus amantes seguidores, nosotros los viejos, los eméritos y
los más nuevitos, siempre entendimos que él nunca fue perfecto, por eso lo
queríamos, porque con cada subida y bajada suya, nos demostraba que era inmenso,
por ser la completa perfección de todas las imperfecciones humanas. Nunca lo
creímos un santo, porque al igual que nosotros, la verdadera inmensa mayoría,
era un simple humano, que también sudaba, le daba halitosis por la mañana, se
emborrachaba y la cagaba como nosotros. Por eso lo queríamos y lo queremos, por
ser nosotros y ser diferente a la vez.
Y aunque fueron muchos más sus humanos yerros, fueron
grandiosas sus ejecutorias como héroe de barrio, no como los de acá, que le
vendieron el alma al diablo dinero y al poder, para luego lavar su conciencia
juntándose con los poderosos y comprando perdones con casas, regalos y plata
para los desposeídos. Su heroísmo consistió en todo lo contrario; en señalar
sin vacilación la indecencia de los políticos y de sus amigos, por señalar la
inmoralidad de un sistema social y económico que deja por fuera de todo a los
más débiles que Él siempre representó, por eso se juntó con los descastados de
este sistema económico clasista e inhumano, para incomodar al sistema,
poniéndose del lado de los iguales a él en la pobreza, aun siendo un hombre
rico.
Murales en la devastada Siria, millones de velas formando el
número 10, en argentina y el mundo entero, millones y millones de seres
humanos, reproduciendo las fotos de este grande junto a grandes que querían
estar con él, atestiguan lo que muchos ya sabíamos desde hace rato, que El
Diego no era un ser normal, porque a pesar de ser un futbolista de serie,
prefirió defender desde su pedestal de semi-dios, las causas de los sin voz, ni
figuración, de aquellos a quienes la detestable mano invisible del mercado dejo
sin esperanzas de vivir dignamente, de todos aquellos a quienes como a él, les
tocó y les toca aguantarse la rabia al saber que su mamá, como millones de
mamás del mundo, aguantaban hambre para darle comida a sus hijos, por culpa de
esos y esas a quienes este paladín de la pelota acuso de bandidos, hasta sus
últimos días.
El Diego no era inmortal, porque estaba vivo, pero ahora
que, sin nuestro permiso, nuevamente hizo lo que le dio la gana, muriéndose de
repente, empezó a transitar su vida eterna. No era Perseo, Hércules, Prometeo,
ni Superman, simplemente fue un mago con el balón, implacable con la
inmoralidad de los poderosos, que siempre nos dio y nos dará la esperanza de
otra cosa mejor, no era Dios, era y será El Diego, Maradona, el más grande.
Gracias Diego, por tanta magia futbolera y por señalarnos
que si se puede. Gracias totales.
ARTICULITOS, TRIQUIÑUELAS Y CORRUPTELA ELECTORAL
Por:
Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-
Nuevamente,
como cada cuatro años, y mucho más durante el imperio del Uribismo en Colombia,
los políticos de los partidos tradicionales Liberal y Conservador, ahora
devenidos en feudos con otras denominaciones como Cambio, U, Colombia Justa,
Mira, Alas, Aico, ASI; se disponen gustosos a reformar por enésima vez, el
sistema electoral colombiano, eso sí, en aras de asegurar su permanencia en las
corporaciones públicas, ni más faltaba.
Otra
vez, mediante la indebida, pero muy efectiva presión (chantaje se arriesgaría
el opinador), algunos mañosos representantes a la Cámara, así como algunos más
experimentados, y a su vez, más mañosos Senadores, han logrado que las
anodinas, vacuas y hasta ahora inservibles agremiaciones de municipios y de
departamentos de Colombia, pongan en la agenda legislativa del Uribismo en
Cabeza de Iván Duque, la reforma de unos articulitos, para hacerse a las
esquivas untadas de mermelada de los presupuestos municipales y
departamentales, resguardados a través de la famosa Ley de Garantías
Electorales.
Al no
existir, por ahora, la posibilidad de la re-elección presidencial, la moneda de
cambio con la que hasta ahora comerciaban las agremiaciones de municipios y
departamento, con la Casa de Nariño, presupuesto, re elecciones y puestos en la
burocracia nacional, ha pasado de frente al plano de los presupuestos
regionales y locales. Los gamonales electorales de siempre, han encontrado en
el saqueo de los erarios departamentales y municipales, una moneda de cambio
eficaz, para asegurarse la financiación de sus campañas al congreso, a cambio
de la aprobación mayoritaria de la agenda uribista y la asignación de recursos
del orden nacional, para los juiciosos y obedientes mandatarios departamentales
y municipales que, a bien tengan, colaborar con la triquiñuela presupuestal.
Como la
reforma que asegura la permanencia de las y los de siempre en el congreso, es a
todas luces, odiosa para el ciudadano decente, que afortunadamente es mayoría,
así no vote, estos personajes de asombrosa astucia politiquera y leguleya, han
avanzado, apelando a anuncios vacuos de obritas y proyecticos; en una reforma
que permite seguir legalizando la corrupción e incluso el fraude electoral, al
otorgarle al Uribismo en cabeza de Duque, la facultad de nombrar a diestra y siniestra
Registradores afines a su causa y la de sus enmermelados amigotes, para
seguirse asegurando las arrodilladas mayorías que hoy se observa en el
congreso.
Ahora
es normal ver en departamentos y municipios a los congresistas de siempre,
anunciando aquí, allá y acullá, proyectos que supuestamente benefician a las
comunidades, así no hayan sido de su autoría, escondiendo convenientemente el
hecho de haber votado negativamente o hundido proyectos de defensa del medio
ambiente, la aprobación de tratados como el de Escuazú, que asegura una mayor y
mejor veeduría ambiental ciudadana, o simplemente, que fueron cómplices con su voto, de la
permanencia de funcionarios irresponsables, ineficientes y corruptos, enemigos
de la paz, como Carlos Holmes, el gris Trujillo o han votado por la cooptación
de los poderes del estado para favorecer los intereses del Uribismo.
Otros,
los más astutos, los más camaleónicos,
han optado por presentarse ante la sociedad colombiana, como los renovados
salvadores de la paz y los restauradores de la decencia y la moralidad pública,
llamando a propios y a extraños, a juntarse en una opción de centro alejada de
la odiosa polarización entre mamertos y fachos, ocultando, al igual que los
menos osados colegas, su pasado de silencio complaciente con la corrupción, de
ejercicio de la diplomacia burocrática de las buenas y elegantes formas, o la
de voltear a mirar para otro lado, mientras el latrocinio, el desplazamiento,
el asesinato, la guerra y la corrupción continuaban avanzando con su cómplice
silencio o su alcahueta abstención.
Ese es
el actual, pero reiterado, ejercicio legislativo de los partidos tradicionales de Colombia, en
el que, apelando a meros cambios de
nombre y de sede, los de siempre, pretenden seguir mamando de la teta del erario
nacional, tratando de engañar a incautos desinformados o a necesitadas
familias, que requieren del puestico, la recomendación, el contratico o los
cincuenta mil pesitos de cada cuatro años, para ver si pueden sobrevivir en un
escenario de pandemia y pos pandemia; lleno de
articulitos, triquiñuelas y corruptela electoral