LA VITRINA DE LA CONVERSA

miércoles, noviembre 25, 2020

ARTICULITOS, TRIQUIÑUELAS Y CORRUPTELA ELECTORAL

Por: Omar Orlando Tovar Troches –ottroz69@gmail.com-

Nuevamente, como cada cuatro años, y mucho más durante el imperio del Uribismo en Colombia, los políticos de los partidos tradicionales Liberal y Conservador, ahora devenidos en feudos con otras denominaciones como Cambio, U, Colombia Justa, Mira, Alas, Aico, ASI; se disponen gustosos a reformar por enésima vez, el sistema electoral colombiano, eso sí, en aras de asegurar su permanencia en las corporaciones públicas, ni más faltaba.



Otra vez, mediante la indebida, pero muy efectiva presión (chantaje se arriesgaría el opinador), algunos mañosos representantes a la Cámara, así como algunos más experimentados, y a su vez, más mañosos Senadores, han logrado que las anodinas, vacuas y hasta ahora inservibles agremiaciones de municipios y de departamentos de Colombia, pongan en la agenda legislativa del Uribismo en Cabeza de Iván Duque, la reforma de unos articulitos, para hacerse a las esquivas untadas de mermelada de los presupuestos municipales y departamentales, resguardados a través de la famosa Ley de Garantías Electorales.

Al no existir, por ahora, la posibilidad de la re-elección presidencial, la moneda de cambio con la que hasta ahora comerciaban las agremiaciones de municipios y departamento, con la Casa de Nariño, presupuesto, re elecciones y puestos en la burocracia nacional, ha pasado de frente al plano de los presupuestos regionales y locales. Los gamonales electorales de siempre, han encontrado en el saqueo de los erarios departamentales y municipales, una moneda de cambio eficaz, para asegurarse la financiación de sus campañas al congreso, a cambio de la aprobación mayoritaria de la agenda uribista y la asignación de recursos del orden nacional, para los juiciosos y obedientes mandatarios departamentales y municipales que, a bien tengan, colaborar con la triquiñuela presupuestal.

Como la reforma que asegura la permanencia de las y los de siempre en el congreso, es a todas luces, odiosa para el ciudadano decente, que afortunadamente es mayoría, así no vote, estos personajes de asombrosa astucia politiquera y leguleya, han avanzado, apelando a anuncios vacuos de obritas y proyecticos; en una reforma que permite seguir legalizando la corrupción e incluso el fraude electoral, al otorgarle al Uribismo en cabeza de Duque, la facultad de nombrar a diestra y siniestra Registradores afines a su causa y la de sus enmermelados amigotes, para seguirse asegurando las arrodilladas mayorías que hoy se observa en el congreso.

Ahora es normal ver en departamentos y municipios a los congresistas de siempre, anunciando aquí, allá y acullá, proyectos que supuestamente benefician a las comunidades, así no hayan sido de su autoría, escondiendo convenientemente el hecho de haber votado negativamente o hundido proyectos de defensa del medio ambiente, la aprobación de tratados como el de Escuazú, que asegura una mayor y mejor veeduría ambiental ciudadana, o simplemente, que  fueron cómplices con su voto, de la permanencia de funcionarios irresponsables, ineficientes y corruptos, enemigos de la paz, como Carlos Holmes, el gris Trujillo o han votado por la cooptación de los poderes del estado para favorecer los intereses del Uribismo.



Otros, los  más astutos, los más camaleónicos, han optado por presentarse ante la sociedad colombiana, como los renovados salvadores de la paz y los restauradores de la decencia y la moralidad pública, llamando a propios y a extraños, a juntarse en una opción de centro alejada de la odiosa polarización entre mamertos y fachos, ocultando, al igual que los menos osados colegas, su pasado de silencio complaciente con la corrupción, de ejercicio de la diplomacia burocrática de las buenas y elegantes formas, o la de voltear a mirar para otro lado, mientras el latrocinio, el desplazamiento, el asesinato, la guerra y la corrupción continuaban avanzando con su cómplice silencio o su alcahueta abstención.

Ese es el actual, pero reiterado, ejercicio legislativo  de los partidos tradicionales de Colombia, en el que,  apelando a meros cambios de nombre y de sede, los de siempre, pretenden seguir mamando de la teta del erario nacional, tratando de engañar a incautos desinformados o a necesitadas familias, que requieren del puestico, la recomendación, el contratico o los cincuenta mil pesitos de cada cuatro años, para ver si pueden sobrevivir en un escenario de pandemia y pos pandemia; lleno de  articulitos, triquiñuelas y corruptela electoral


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