CAUCA Y
PALESTINA
Por: Omar
Orlando Tovar Troches -@ottroz69@gmail.com-
Aunque parezca
increíble, más allá de la proximidad física de los caracteres del título de
esta nota, entre estas dos realidades, existen grandes coincidencias, más de
las que a primera vista se podrían prever.
Cauca y
Palestina, tienen el privilegio de ser cuna y asiento de culturas milenarias,
declaradas patrimonio intangible de la humanidad, apreciadas, apoyadas y hasta
protegidas por casi todo el mundo, eso sí, por fuera de sus fronteras
territoriales. Tienen en común, estar
ubicadas espacialmente, en unos puntos geográficos estratégicos, que las han
vuelto, durante toda su historia, no solo punto de referencia, llegada y salida
del tránsito de cosas y personas, sino preciados objetivos económicos,
políticos y, cómo no, militares, de una élite histórica de poderosos
mercachifles, politiqueros y violentos masacradores.
Allá y acá, en
Palestina y en el Cauca, los poderosos de todos los tiempos, a punta de
intimidación, corrupción, asesinatos y desapariciones, no solo, se apropiaron
de la riqueza cultural y material de tierras y gentes, sino que también
decidieron instaurar ominosos sistemas de segregación; con alambrados y muros,
en Palestina, con declaraciones, demandas, vituperios, señalamientos, abandono
y corrupción; en el Cauca. En ambos territorios, se ha desplazado y se quiere
exterminar a sus pobladores originarios, para darle paso a una nueva y moderna
civilización, acorde al imperio blanco de occidente.
Los palestinos y
caucanos de base, se han enfrentado desde siempre a la ocupación y el
desplazamiento, han emprendido valerosas gestas de resistencia y de denuncia,
han recibido reconocimiento internacional y hasta los han premiado. Sin
embargo, mientras en las redes sociales y los foros mundiales se reclama su protección, su ayuda y
el apoyo necesario para proteger y promover la existencia de estos pueblos
milenarios, buena parte de esos momentáneos entusiastas de las causas palestina
y caucana, convenientemente voltean a mirar para otro lado, se quedan callados,
se ponen en el cómodo centro, a la hora de tomar acciones democráticas contundentes para detener la ignominia de una histórica clase dirigente, a la que sólo le
interesa la riqueza y la utilidad de estos territorios, pero no su gente.
La gran prensa
privada internacional y la colombiana, hace algunos años, mostró hasta el
cansancio, la imagen de un joven enfrentado únicamente con su cuerpo, a un tanque de guerra, en una protesta en
China, mostrándola como símbolo de resistencia, dignidad y lucha por la
libertad y la democracia, no obstante que, tiempo después, las imágenes de
niños palestinos y jóvenes de las guardias indígenas y cimarronas del Cauca,
también enfrentados a tanques de guerras, con tan solo piedras y resorteras, no
sólo, fueron poco difundidas, sino que fueron expuestas por algunos medios y
comunicadores, para demostrar, según ellos; el talante terrorista de esos niños
palestinos y caucanos.
Afortunada y
tristemente, ahora en el siglo XXI, la sospechosa democracia de las redes
sociales, ha puesto en el orden del día internacional, el horror de las guerras
que están aconteciendo ahora mismo en el Cauca y en Palestina. El mundo entero
está ahora bien enterado que las víctimas de estas “estratégicas “ guerras, por
el petróleo, la coca, los recursos, el paso o el acceso al mar, la selva o el
desierto, que mueven ambos conflictos, está cobrando las vidas de estos niños y
niñas, cuyas imágenes de horror, miedo, tristeza dolor y rabia, día a día
llegan a los dispositivos de comunicación personal de todo el mundo, buscando
despertar, la cacareada empatía que mueva al mundo a defender de una vez por
todas, la vida y la esperanza de vida del Cauca y de Palestina.
Desafortunadamente,
es más poderoso el mensaje de Maluma “baby”, lo grupos “K-pop”, las mentiras de
los de siempre y la comodidad del centro, que la sangre y la vida de los
niñitos de allá y de acá, del Cauca y de Palestina.
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