LA VITRINA DE LA CONVERSA

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sábado, marzo 01, 2025

Matones en todas las direcciones


Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Editor: Francisco Cristancho R.

El fenómeno de las criptomonedas, como ocurrió en Argentina, puede tener consecuencias graves y rápidas para la población. Se espera que los ciudadanos sean cautelosos ante la desregulación promovida por una candidata presidencial con un pasado controvertido.

Cada día que vivimos confirmamos que las cosas están al revés. Leyendo una información reciente sobre el tesoro del Galeón San José –que como todo lo nuestro lleva años de retraso e incontables pleitos– el redactor de turno especuló sobre el valor de lo que allí se encontraría, si es que algún día bajamos a buscarlo. Miles de millones, dijo, cientos de miles, dicen allá, una esperanza que parece espejismo, pero que sí existe a la hora de crear problemas. Mientras Colombia reclama la propiedad sobre los bienes, dado que se encuentran en sus aguas territoriales, otros países sostienen que lo allí escondido es suyo y les fue expoliado durante la colonia, por lo que exigen su restitución. Los más desvergonzados son los españoles, quienes, honrando su tradición en el trato con América, demandan la entrega del contenido como quiera que la nave era suya y ejercía una actividad, en su concepto, lícita.

Germán recuerda que en su primer año de derecho aprendió que los delitos cometidos contra bienes de propiedad no sanean el título para el poseedor de los mismos, es decir, que si uno se apropia de algo mediante hurto por violencia –por ejemplo– el paso del tiempo no variará el hecho de que es producto de un ilícito. Los españoles pretenden desconocer que a bordo de ese galeón llevaban minerales hurtados a poblaciones originarias u obtenidos mediante el trabajo forzoso de estas o prevalidos de la dominación propia de un régimen colonial. A buena hora tenemos la historia, misma que las más de las veces deja mal parados a los colonizadores, aunque haya quienes pretendan, sin sustento y con intenciones abiertamente supremacistas, proponer una versión caritativa y bondadosa de la invasión y ocupación de América.

Aunque hoy no queremos destinar estas líneas a las últimas genialidades del matón del norte, debemos advertir a nuestros estimados lectores que supimos de la existencia de un sucedáneo suyo que vive en el sur y muy cerca de Colombia. Nos referimos al presidente de Ecuador y aspirante a la reelección, Daniel Noboa, un joven que tiene todo resuelto y que detenta el poder porque su padre siempre lo quiso para él y hoy vive a través del hijo el sueño que pagó.

Resulta que el señor Noboa, ansioso de mojar prensa, decidió sin mayores consideraciones imponer aranceles a los productos que Ecuador importa de México, en una evidente calca de las órdenes ejecutivas de Trump y, seguramente, para congraciarse con él. Cuando se supo de la decisión en México, un economista entrevistado por la prensa solo supo reírse, pues el impacto que ello causaría en la economía mexicana no afectaría “ni a la tienda de una esquina”, y sugirió que el costo de imprimir la medida para su publicación bien podría exceder los ingresos que de esta reciba el tesoro ecuatoriano.

Con estos hechos Germán halló verdad en un dicho que de joven escuchó y que, si la memoria cumple con su tarea, iba por las líneas de que “Ecuador es un enano en zancos”. Lo cierto es que debemos estar atentos a los arrebatos del nuevo matón del sur, porque en uno de esos puede que nos haga lo mismo a nosotros, lo cual sí causaría un perjuicio real para ambas naciones, o que se invente –como lo ha hecho antes– una crisis de seguridad que restrinja a su antojo la movilidad entre los dos países.

Adenda: con ocasión de la investigación de La Nueva Prensa sobre las empresas de seguridad privada –que reseñamos en columna pasada– leímos varios interrogantes que se referían a la cantidad inmensurable de información que el personal de seguridad privada obtiene, bien directamente o a través de medios tecnológicos, y que transmite en el curso ordinario de su operación. Nos sumamos a las preguntas, ¿hay alguien vigilando el monitoreo por medio de cámaras que recaudan video y audio en el espacio público? ¿Existe algún control sobre la transmisión de dicha información a “centrales de monitoreo”? ¿Qué tan cierto es que las empresas de seguridad privada “comparten” los datos recaudados con autoridades públicas?  ¿Cuán avanzadas están las tecnologías de vigilancia en Colombia y sabe el Estado quiénes están adquiriéndolas?

Adenda dos: ya que andamos de preguntones, ¿reconocen las autoridades nacionales el alcance, gravedad y capacidad lesiva de las criptomonedas? No es sino mirar hacia el sur para darse cuenta de que el tema no es menor y puede afectar mucho y a muchos en cuestión de segundos. Confiamos en que los ciudadanos sabrán advertir el riesgo de la desregulación que aboga, desde temprano en la carrera a la presidencia de la República, una candidata experiodista de ingrata recordación.

Hasta la próxima semana.

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad.  Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

Esta columna fue publicada originalmente en SoNoticias y es compartida con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana, gracias a la generosidad del periodista Hernán Riaño.


lunes, noviembre 18, 2024

Los medios de los medios



Por: Hernán Riaño

Día tras día, los medios de comunicación corporativos tradicionales de nuestro país se degradan más; para ellos ya no hay límites, honestidad, honradez ni mucho menos ética.

Pero los medios son una forma de hacer información y ejercer el periodismo, o lo que llaman ahora “comunicación social” por unos personajes que se han graduado en unas universidades que los preparan para todo menos para tener las calidades que mencionamos, sobre todo la ética, que debe tener toda persona y sobre todo los que se dicen profesionales en un oficio tan delicado como es comunicar la verdad que afecta a una sociedad.

En Colombia, y ya lo he mencionado en otras columnas, el periodismo solo había sido ejercido por unos medios de propiedad de las élites que han gobernado mal el país, solo para su propio beneficio. Esos periódicos, emisoras y canales de televisión y sus periodistas decían la última palabra en opinión pública, sí, porque ellos eran la opinión pública y se autodenominaron sus voceros. De propiedad de empresarios y políticos de los partidos tradicionales (el liberal y el conservador), fueron actores fundamentales en las masacres y asesinatos en la llamada violencia política de los años cuarenta, cincuenta e inicios de los sesenta. 

El periódico El Siglo, del conservador Laureano Gómez, quien fuera presidente de la república y de muy mala recordación para los liberales por las políticas de exterminio que impulsó a quienes declaró como sus enemigos. El otro diario conservador La República de Mariano Ospina Pérez y su esposa Bertha Hernández Ospina Pérez con una influencia ultraderechista con acciones parecidas a sus colegas de partido.  Por el lado liberal estaban El Tiempo de la familia Santos de la cual han salido dos presidentes, un nefasto vicepresidente, Pachito, el supuesto promotor del bloque capital de las autodefensas, y de varios periodistas de renombre que hoy le hacen oposición al señor presidente Gustavo Petro y El Espectador de la familia Cano, cuyo director, Guillermo Cano, ejerció un periodismo calificado como decente e imparcial por muchos en el país, asesinado por sectores del narco paramilitarismo, pero que su sucesor Fidel, hoy dirigiéndolo también, se propuso hacer oposición y atacar inmisericordemente a la democracia y a su primer representante Gustavo Petro. Es de anotar que hoy este diario es de propiedad del grupo Valorem de la familia Santodomingo.

Las nuevas ciudadanías ya no sintonizan las emisoras ni canales tradicionales, no leen periódicos, toda la comunicación que los surte viene de los influenciadores progresistas, de periodistas independientes y de otros medios alternativos que hacen investigaciones serias y denuncias respaldadas con verdaderas pruebas.

Los partidos políticos y sus empresarios también tuvieron sus ramificaciones en la radio y la televisión de nuestro país, como la cadena RCN, radio y televisión, de los conservadores y hoy de propiedad del grupo Ardila Lülle, quienes han ejercido un muy oscuro periodismo y hasta empresas de ese grupo han sido mencionados como financiadores de los paramilitares en la JEP. Hay “periodistas reconocidos” de ese conglomerado que se caracterizan por las calumnias, montajes y mentiras para desestabilizar el gobierno.  Caracol radio, hoy concesionario de forma muy dudosa del Canal 1, perteneció a la familia López Michelsen y otros socios que se la vendieron al Grupo Santodomingo y éste al conglomerado Prisa de España, con una actividad en favor de las derechas de ambos países. Valorem, al quedarse sin emisoras, compró estaciones independientes y creo Blu radio con la que están haciendo una labor perversa en contra del país y que desdibuja el verdadero periodismo. Otro actor es Semana del grupo Guilinzki, del que uno de sus propietarios se declaró “trumpista” y uribista y que quería hacer de ese medio un vocero de la extrema derecha colombiana, sabemos quién es su directora, su “periodista” de mostrar y sus actuaciones.

Con este panorama de “calidad” informativa llegó Gustavo Petro a la presidencia, y desde la campaña y ante el descrédito y mala fama de los políticos tradicionales, esos medios corporativos se convirtieron y se constituyeron en la verdadera oposición política del candidato, en esos momentos, y del hoy gobernante. Su estrategia es defenestrar al gobierno democrático por la vía que sea, inclusive muchos autodenominados “periodistas” le sirven de altavoz a los ultraderechistas que piden hasta la muerte del señor presidente. Las tácticas se han concentrado en inventar mentiras, armar montajes, difundir calumnias, servir de eco a los politiqueros y economistas de ultraderecha para desautorizar las realizaciones del gobierno, contratar “expertos” neoliberales con los que pretenden fabricar verdades muy lejanas a la realidad. Pero nada de esto les ha funcionado como ellos quieren, sus mentiras se caen antes de que las crean, sus calumnias se enfrentan con la realidad de los hechos y sus analistas y expertos siempre quedan al descubierto ante las aclaraciones de Petro o de miembros de su gobierno. Ellos viven tramando nuevas tácticas con las que pretenden quitarle el apoyo popular al gobierno.

Hoy vemos como nuevas formas de desinformar, es adjudicarle a la ultraderecha las obras y realizaciones del gobierno. La más descarada ocurrió con la pasada COP 16, lo primero que dijo uno de estos egregios “periodistas” fue que ese evento no era nada y que nadie iba a ir a Cali ni a visitarlo ni a cubrir el evento, por ello lo sacaron de su emisora. Ante el éxito mundial de la COP 16, muchos comunicadores decidieron decir sin recato, sin ponerse colorados, que tanto la consecución para la capital vallecaucana, como su funcionamiento y realización fueron de ¡la gobernadora del departamento del Valle y del alcalde de Cali! Esto sin mencionar muchas otras actuaciones que les han adjudicado a gobernantes locales y que con la complicidad de esos politiqueros corruptos quieren imponer como verdad quitándole los méritos a sus verdaderos autores, el actual gobierno, todo para evitar que el progresismo continúe en el año 2.026. Ya se decidieron a hacer las cosas sin ocultar sus verdaderos motivos, seguros de que un sector estúpido de la población les cree y les sirve para difundir las mentiras y calumnias, ya que esos ciudadanos, en su gran mayoría uribistas convencidos y otros que ni siquiera se atreven a pensar, porque eso implica poner a trabajar al cerebro y ellos no saben como se hace, les creen a ojo cerrado. 

Afortunadamente para el país, muchos colombianos, básicamente los jóvenes, se han dado cuenta que las actuaciones oscuras de esos medios corporativos y sus medios para fabricar las noticias mentirosas, y han migrado, a la internet y las redes sociales. Ellos ya no sintonizan las emisoras ni canales tradicionales, no leen periódicos, toda la comunicación que los surte viene de los influenciadores progresistas, de periodistas independientes y de otros medios alternativos que hacen investigaciones serias y denuncias respaldadas con verdaderas pruebas.

Ya no son los “columnistas de opinión” los que imponen la verdad. Hoy ya se ve una nueva forma de encontrar la verdad que es la corroboración de las fuentes, la confrontación de lo que dicen los que, otrora, se creían dueños de la verdad. Ya nadie respeta ni mucho menos les tienen miedo a las vacas sagradas del periodismo como se conocían en otra época y a los que nadie se atrevía a contradecir.  Hoy, esos jóvenes están creando una nueva forma de informar con lujo de detalles. Puede haber excesos, es cierto, pero es que nadie les enseñó, el ejemplo que tuvieron fue el de esos medios que hoy confrontan y hacer eso lo están aprendiendo sobre la marcha. Pero se ve un gran futuro para la nueva forma de hacer historia.

El periodismo, hoy es un oficio muy degradado, sus actores aparecen como los grandes mentirosos y calumniadores del país, solo sostenidos por unos medios caducos y que solo defienden sus intereses y su modus vivendi y la de sus propietarios, con una miopía que asusta porque con esa forma de actuar nos está llevando a los colombianos, de tener éxito, a un futuro muy oscuro y de mayor miseria. Esto se refleja con la crisis de credibilidad que hoy los acompaña y como consecuencia directa la situación financiera que hoy tiene a muchos de esos medios al borde de una crisis económica sin precedentes en el país.  La mentira y la calumnia tienen su precio.

Las opiniones de los columnistas son de su exclusiva responsabilidad.  Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

Esta columna fue publicada originalmente en SoNoticias y es compartida con la comunidad de La Conversa de Fin de Semana gracias a la generosidad del periodista Hernán Riaño.