CHRIS CORNELL: (1964 – 2017).
“There's just one thing left to
be said, … Say hello to heaven” (Chris Cornell)
Cornell les
hizo caso omiso a las insinuaciones de Kurt Cobain: “…Se
me ha acabado la pasión. Y recuerda que es mejor quemarse que apagarse
lentamente.”1,
creo que tampoco le importó la sentencia de A. Caicedo, según la cual:” vivir más de 25 años era una vergüenza”2, de hecho,
estoy más que seguro que no tuvo ni la más mínima idea sobre quién o qué fue
Caicedo; lo cierto es que al parecer decidió irse; no a los 25 sino a los 52 (¡qué
ironía numérica!).
Chris Cornell supo asumir su adultez musical, no
cedió ante los devaneos de la inmolación precoz de la generación maldita de los
anti- treintañez (R. Johnson-Morrison-Joplin-Hendrix-Winhouse y demás), asumió
su maravilloso rol de músico y completó más de medio siglo de existencia,
haciendo eso que lo ha hecho parte de la historia musical de la última parte
del siglo XX, simple y puro rock and roll. El nombre, o mejor la voz de Cornell,
está definitivamente asociada con la última, al menos para este humilde
escribidor, gran genialidad artística dentro de lo que conocemos como rock; me
refiero a el movimiento Grunge,
nacido en Seattle, al Noroccidente de Estados Unidos, por allá, al principio de
los años noventa del siglo pasado.
Junto a Nirvana, Pearl Jam, Alice In Chains, Soul
Asylum y los Stone Temple Pilots, entre otros, desde Sound Garden, Audioslave y
Temple of the Dog, Cornell le canto al mundo joven que se emocionaba, y aún hoy
se emociona, con Los Archivos X, retrató su fastidio hacia una sociedad nieta
de la revolución marihuanera de la paz y el amor de los años sesenta, que sólo
se vivió en pequeños Guetos , pero que no alcanzó a revolucionar por completo
al mundo, la misma sociedad hija del hiper-pragmatismo-consumista de los
Yuppies de los ochenta, que tampoco le dio respuestas a la incertidumbre que
enfrentaban y enfrentan los jóvenes del nuevo milenio en un mundo en manos de
los insoportables mercachifles del arte.
Cobain, al igual que sus compañeros en la muerte
temprana, siempre sospechó que las transnacionales de la música, llegarían con
su horda de Yuppies mercadotecnistas y sacarían de la escena, todo aquello que
se sospechara poético, original, contestatario o hasta subversivo (el Grunge
estaba marcada por todas las anteriores), para chupar la sangre hasta el agotamiento o
la muerte de los artistas. Sin embargo, Cornell, Dave Grohl y algunos sobrevivientes más del sonido
de Seattle, se calaron sus armaduras artísticas y acudiendo a su renombre,
supieron darle al rock y en especial a lo que se llamó rock alternativo, la
continuidad necesaria para que pudiera resistir los embates de los artistas
pre-fabricados por Disney, la invasión de los bárbaros asociados a la
vulgarización musical nacida en Latinoamérica; conocida con el alias de
reggaetón o el contagio masivo del virus de la “música de despecho”, secuela de
la cultura traqueta en estas latitudes.
Claro que a los nostálgicos afiebrados por la música
medianamente pensada, medianamente elaborada, lejana del abuso repetitivo de
los “samples”, del “Auto-Tune” o de los “beat box”, nos da profunda tristeza
quedarnos sin la voz y la presencia del cantante líder del Grunge, nos apena
saber que los sobrevivientes musicales de la rabiosa y políticamente incorrecta
banda; Rage Against the Machine, compañeros de Cornell en sus gestas rockeras,
la tendrán difícil para encontrarle reemplazo, de hecho, sentencio que les será
imposible.
Y nos da tristeza y rabia porque poco a poco; nos
estamos quedando sin nuestros héroes musicales, nos estamos quedando huérfanos
y en las siniestras manos de los Maluma de turno.
Cornell dile hola al cielo.
1 traducción española de la carta de despedida de Kurt Cobain (Nirvana)
2 tomado de la novela:“Que viva la música” de Andrés Caicedo.