LA VITRINA DE LA CONVERSA

domingo, diciembre 12, 2010

¿REFORMITIS? PARTE I


Opinión 11 Dic 2010 - 9:53 pm
La reforma educativa
Por: Armando Montenegro
MÁS ALLÁ DE LAS DRAMÁTICAS E irreparables pérdidas de vidas y patrimonios, en unas semanas las aguas bajarán, las casas se reconstruirán, los campos se volverán a sembrar y la vida volverá a su curso normal.
En cambio, lo que revelaron las pruebas de PISA de 2009 es una emergencia permanente y dramática: gran parte de los jóvenes de Colombia, con 15 años de edad, después de haber asistido a la escuela durante casi toda su vida, no ha aprendido prácticamente nada. La mitad no tiene la capacidad de leer para comprender y trabajar: son, en la práctica, analfabetas funcionales. Y el 70% no puede realizar las operaciones matemáticas más elementales. En estas circunstancias, es imposible que Colombia pueda ser una sociedad moderna, con capacidad para absorber la tecnología y el conocimiento necesarios para sustentar el crecimiento económico, elevar el nivel de vida y eliminar la pobreza.
Entre 65 países, Colombia ocupó el puesto 52 en Comprensión de lectura; el 58 en Competencia matemática y el 54 en Competencia científica. Y no le fue más mal sólo porque en la muestra se incluyeron países como Kirguistán, Albania, Túnez y Qatar, los coleros, donde el sistema educativo es prácticamente inexistente. Lo peor es que, aunque se observa alguna pequeñísima mejoría, la situación de Colombia es casi tan mala como la que revelaron los exámenes anteriores. Al paso que vamos, nos tomará décadas alcanzar un nivel medianamente aceptable.
Gran parte del sistema educativo es un engaño. Los muchachos y sus padres, así como gran parte de los maestros y rectores, deben ser conscientes de que están perdiendo el tiempo; de que en las escuelas no se está preparando a la juventud para trabajar y salir de la pobreza. Lo que allí sucede sirve, por el contrario, para reproducir y perpetuar la ignorancia, la pobreza y la inequidad de Colombia.
Sólo cuando los ministros, los secretarios de Educación, los maestros, los padres de familia, los alumnos y los políticos tengan conciencia de la magnitud de esta crisis crónica, van a tomar en serio la educación en Colombia. El país no puede pensar en locomotoras que lo arrastran hacia el desarrollo mientras la mayoría de los pasajeros de ese tren sean ignorantes y semianalfabetas.
La buena noticia es que el foco de los planes del nuevo gobierno en materia de educación es acertado. Las ideas generales que ha expuesto la Ministra van en la dirección correcta. Pero esto no es suficiente. La educación debe ocupar un lugar central y primordial en los planes de desarrollo. Nuevos instrumentos, modelos, recursos y mecanismos, semejantes a los que ensayan los países más avanzados, deben ponerse en práctica. El sector privado, las fundaciones y los gobiernos locales deben revisar y optimizar todo lo que están haciendo. Es necesario elevar los esfuerzos y, sobre todo, ser mucho más ambiciosos.
La reforma de la educación debería depender, directamente, del liderazgo del Presidente de la República. Una misión educativa (del calibre de las que convocaron otros presidentes en el pasado), conformada por grandes expertos del mundo y por especialistas del país, debería preparar unas recomendaciones para que Colombia dé un gran salto en esta materia. De esta manera, el presidente Santos podría impulsar una transformación definitiva de la educación del país. Ese sería un legado enorme para el país.

Armando Montenegro
Tomado de la edicion dominical de el Espectador Domingo 11 de Diciembre de 2010

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